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Capítulo 6: La Misión

Era un día lluvioso, pocas personas se veían pasar en la calle y la florería estaba a punto de cerrar.

-Parece que la lluvia es lo único que detiene a las chicas de venir aquí–rió Omi, pero rió solo, ya que Ken estaba muy pensativo mirando por la ventana, y Youji estaba muy concentrado en sus pensamientos.

-¡Muévanse! ¡Hay que cerrar! –se oyó la fría voz de Aya, trayéndoles a la realidad, a la cruel realidad.

Luego de cerrar, subieron a la casa. Omi, Youji y Ken estaban sentados en el living.

-Naomi no ha venido en todo el día –mencionó Youji preocupado.

-Ni Aiko –agregó Ken en el mismo tono.

-Tal vez no vinieron por la lluvia –trató de tranquilizarlos Omi, pero no hubo forma.

Ambos estaban intranquilos por las escenas que habían presenciado con cada una de ellas, ni siquiera pudieron dormir esa noche. Lo peor era que ninguno de ellos sabía bien qué hacer para ayudarlas. Era de noche y seguía lloviendo a torrentes. De pronto, sonó el timbre.

-¿Quién será a esta hora? –se preguntó Omi.

-Y con este día –agregó Youji.

-Yo voy –Ken bajó las escaleras y abrió la puerta.

-¡Aiko!–se sorprendió. La chica estaba con la cabeza baja, llorando, pero el cabello la cubría y no permitía ver su rostro. Ella al escuchar su voz, no se contuvo y lo abrazó sollozando con desesperación.

-Aiko, ¿qué tienes? ¿Qué te pasó? –dijo él preocupado apartándose de ella y levantando su rostro para verlo. Al hacerlo se horrorizó, el rostro de la chica estaba lleno de golpes. Volvió a abrazarla, Aiko seguía derramando lágrimas desconsoladamente.

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-¿Quién te hizo esto? –preguntó Ken- ¿Fue el tipo de la otra noche?

La chica se encontraba sentada en un sillón de la sala, en la casa delos Weiss.

-No –respondió- No fue él.

-¿Entonces quién? –interrogó Youji con curiosidad.

-Mi...mi padre –susurró ella. Los dos chicos no podían creer lo que decía.

-¿Por qué lo hizo? –dijo el castaño. La chica comenzó a llorar de nuevo.

-Es que a mi padre no le gusta que yo cante –respondió sollozando- Y menos que cante de noche en un bar o en lugares parecidos.

-El tipo con el que te fuiste... -comenzó a decir él, pero Aiko respondió de antemano.

-Es uno de los empleados de mi padre –dijo- Él y otro más se encargan de vigilarme. Puedo salir durante el día, pero si de noche no estoy en la casa...

-Es por eso que todos los días te ibas antes de que atardeciera –ahora Ken lo entendía. Ahora muchas cosas tenían sentido.

-¿Este tipo es el otro empleado de tu padre? –preguntó Youji, mostrándole una foto del tipo que insultó a Naomi la otra noche.

-¡Haruki! –ella lo nombró un tanto asombrada, y con rabia agregó- Él y Kunio son de lo peor. Si no me hubieran estado siguiendo, mi padre jamás se hubiera enterado de esto.

-¿A qué te refieres? –era el turno de Omi para preguntar, él iba entrando con un botiquín de primeros auxilios para curarla.

-Mi padre cree que cantar en un bar es trabajo de... rameras, por decirlo de alguna forma –dijo ella con rabia- Y eso sería deshonroso para la familia.

-¿Ellos ya te habían visto antes cantando en público? –Youji recordó que Haruki era el tipo que había estado en el bar la primera vez que escucharon cantar a Aiko.

-Haruki...él me descubrió la primera vez que canté públicamente –respondió- Él se había ido a encontrar con un socio al bar donde conocí a Ken. Le dijo a mi padre, y él me dijo que esa vez lo pasaba por alto, pero que la próxima lo iba a pagar caro.

-Es por eso que te asustaste al ver a Kunio la otra noche –dijo Ken.

-El desgraciado se lo contó todo a mi padre, y éste fue mi castigo.

-¿Qué hay de Naomi? –Youji estaba interesado en saber de ella- Cuando vio a Haruki la otra noche...

-¿Se encontró con Haruki? –interrumpió Aiko, con un tono intranquilo. Rápidamente, levantándose del sillón, dijo- Debo irme.

Omi ya había terminado de curarla y subió corriendo las escaleras seguida por Ken.

-¡Espera! –dijo él deteniéndola- Está lloviendo mucho. Te vas a empapar y podrías resfriarte.

-Estaré bien –con una sonrisa ella abrió la puerta- No te preocupes. Gracias por todo. Adiós.

Ken vio como la joven desaparecía entre la la penumbra de la noche, bajo aquella torrencial lluvia. Estaba preocupado. Obviamente, había algo más que ellos no sabían.

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Horas después, el timbre volvió a sonar. Era una joven mujer pelirroja, de elegante caminar y vestir formal.  Manx, aquel contacto que tenían con Kritiker, esa organización secreta hasta de la misma policía y del gobierno. Esa organización encargada de eliminar a los criminales que no pueden ser alcanzados por la ley. Esa organización  creadora de Weiss Kreuz. 

-¿De qué se trata esta vez? –preguntó Aya.

Al terminar de pronunciar sus palabras, se encendió el televisor, Manx apagó las luces y en la pantalla del televisor se podía distinguir la figura de un hombre alto, ya veterano y un escritorio. La escasa luz que procedía a espaldas de éste era todo lo que les permitía distinguir. Se trataba de Persian, quien lideraba Kritiker y les asignaba sus misiones.

-Weiss, este será su próximo objetivo -se oyó la voz de aquel hombre tan misterioso como respuesta a las palabras de Aya, la pantalla cambió la imagen de Persian por la de una foto de un hombre mayor, facciciones endurecidas, mirada iracunda y un bigote que se unía a su barba no tan abundantes- Kritiker estuvo investigando. Él es el jefe de una nueva mafia que aterra las calles de Tokio. Fue uno de los aliados más importantes de Takatori, lo que lo relacionaría con Ezett. Al parecer, asesinaron a su objetivo anterior por poseer un CD con información vital para los negocios de Koetsu Midorikawa, lo que se sospecha es evidencia de los negocios turbios que él y Takatori tenían, y los crímenes que aún comete.

Ken paró el oído al escuchar el nombre del tipo. Era el mismo apellido que el de Aiko, pero eso podía ser solo una mera coincidencia...

-Su misión es investigar a Midorikawa y conseguir el CD –prosiguió Persian, mostrándoles otras dos fotos- Ellos son Kunio Matsusuke y Haruki Kitahachi, los empleados más allegados a Midorikawa. Investíguenlos, ya que ellos también podrían poseerlo. Tienen órdenes de eliminar a los tres -y añadiendo un poca más de determinación, enfatizó su última y tan característica frase- Cazadores de la noche... ¡Niéguenles el mañana a esas bestias de la oscuridad!

El televisor se apagó y la mujer pelirroja prendió las luces, entregándoles sobres a cada uno con los detalles de la misión En ellos, había un par de fotos que no había mostrado Persian por el monitor. Youji, Ken y Omi quedaron estupefactos, eran las fotos de Aiko y Naomi.

-Ella es Aiko Midorikawa, la hija de Koetsu –explicó ella- Y la otra es Naomi Nakajima, su única amiga. Ellas también podrían tener o poseer información útil para hallar el CD. También investíguelas. Ah, y algo más –dijo antes de retirarse- En caso de que ellas los descubran o sepan más de lo que deben, tienen órdenes estrictas de eliminarlas.

Al retirarse Manx, Omi, Youji y Ken se miraron entre ellos. Ninguno delos tres podría dañar a las chicas, eran sus amigas y no podrían ni siquiera pensar en herirlas. Luego miraron a Aya, él si los preocupaba, si la orden era eliminarlas él no dudaría en hacerlo si era necesario.

-No tengo problema de eliminar a este trío de inmundas ratas –dijo Youji- Pero no pienso tocarle un pelo a Naomi para lastimarla.

-Ni a Aiko –agregó Ken.

-¡Sí, a ninguna de las dos! –aclaró su compañero de cabello largo.

-¿Creen que ellas sepan algo de todo esto? –preguntó Omi un poco preocupado.

-Lo dudo mucho –dijeron ellos.

-Investíguenlas, ya que pasan tanto tiempo con ellas –se pronunció Aya- Si no quieren dañarlas, averigüen lo que puedan manteniéndolas al margen de todo esto.

Los tres de verdad estaban preocupados. Omi les había tomado mucho cariño desde aquel incidente en la florería con el perro de Naomi. Ken había empezado a sentir algo muy especial por Aiko en los últimos días, y no quería herirla. Youji tenía un fuerte vínculo que lo unía a Naomi y ya no quería verla sufrir, mucho menos después de presenciar el trato que Haruki tuvo con ella.

"Ese infeliz va pagar muy caro por cada una de las lágrimas de Naomi", pensó Youji observando con rabia la foto de Haruki.

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-Los chicos me dijeron que viste a Haruki –dijo Aiko, que se encontraba sentada en el sillón tomando té en el departamento de Naomi.

-Sí, es verdad –ella estaba deprimida- ¡Pero mira cómo te dejó el maldito de tu padre!

-No me cambies el tema –la retó su amiga- ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué te dijo?

-Nada –respondió Naomi tratando de contener sus lágrimas- Me vio con Youji y me trató como si fuera una cualquiera.

-Parecido a lo que mi padre hizo conmigo –mencionó Aiko- Kunio me sacó a rastras del lugar.

-¿Porqué te fuiste con él y no huiste como la última vez? –preguntó su amiga sin entender.

-Porque Ken trató de evitar que me llevara –respondió- El infeliz tenía un arma y estaba apunto de usarla con Ken, así que accedí a irme con él.

-Haruki también te estaba buscando –le informó Naomi- Le dije que no sabía y me agarró del cabello, lastimándome.

-¡Lo mato! –dijo Aiko molesta- ¿Te hizo algo más? ¿Te hirió?

-No -le respondió, con un leve brillo en los ojos, sonriendo- Youji lo detuvo y trató de defenderme cuando Haruki me trató de zorra buscona.

Aiko se sorprendió al ver el brillo en los ojos y la sonrisa de Naomi.

-¡Oye! Tú no te habrás enamorado de Youji, ¿verdad? –preguntó adrede.

-¿Qué? –Naomi se sonrojó y empezó a soltar las palabras con nerviosismo- ¡Claro que no! Es solo que... me sorprende... lo que hizo por mí, nada más.

-Lo que digas –dijo ella no muy convencida.

-¿Les contaste sobre el castigo que tu padre te impuso por haberlo desobedecido? –preguntó preocupada Naomi.

-No –respondió- ¡Y no deben saberlo! Me... me moriría si Ken se entera...

-Lo quieres, ¿verdad? –afirmó más que preguntar su amiga, haciendo que ella se sonrojara.

-¿Esta noche puedo quedarme aquí? –preguntó ella evitando responder.

-¡Claro! ¿Qué pregunta es esa? –dijo su amiga casi ofendida.

-En ese caso me recostaré un rato –sonrió Aiko dejando sola a Naomi, quien se paró frente a la ventana, mirando las luces nocturnas de la ciudad desde allí.

"Youji", pensó preocupada. "Como me encantaría que no estuvieras involucrado en esto..."

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