Capítulo 21: Misión Cumplida
Youji despertó adolorido y un poco confuso. Miró en todas direcciones, estaba en su cuarto. Con gran dificultad se sentó en la cama. Tenía vendas en el pecho, en los brazos y piernas. Notó que en su mesita de luz había un pequeño ramo de tulipanes azules con una tarjeta. Extrañado, tomó la tarjeta y la leyó:
Ven, te voy a contar, porqué la vida nos puso en el mismo camino.
Ven, te voy a contar, porqué estoy convencida que eres mío.
Soy para ti, lo sé, lo supe desde la primera vez.
Quédate conmigo y ve, como te puedo hacer feliz...
"Esta es la estrofa de una canción", pensó Youji viendo la tarjeta y las flores. Un pensamiento cruzó su mente y trató de levantarse lo más rápido que pudo de su cama. Escuchó pasos en el pasillo. Al abrir la puerta vio una silueta, la cual reconoció.
-Naomi –dijo. Ésta paró al escucharlo y se volteó lentamente hacia él para verlo.
-Youji... -estaba sorprendida y aliviada de verlo de pie- ¿Qué haces levantado? ¡Deberías estar en la cama descansando!
-Sí, lo sé –concordó haciendo una mueca de dolor- Pero necesitaba saber... ¿fuiste tú la que puso ese ramo sobre la mesita de luz?
-Salvaste mi vida... tenía que agradecerte de alguna forma –dijo con un tono tímido, que para Youji la hacía ver aún más hermosa- ¡Pero qué tonta! Yo regalándote flores y tú vives en una florería.
-Son hermosas... igual que tú –le dijo él mirándola fijamente. Naomi bajó el rostro con un leve rubor en sus mejillas.
-Y... ¿cómo te sientes? –preguntó ella cambiando de tema.
-Estoy acostumbrado a esto, créeme... ¿Qué pasó con Haruki?
-¿No recuerdas lo que pasó?
-Creo que me golpeé fuerte la cabeza –le respondió tocando su cabeza, adolorido- Lo último que recuerdo es a ese maldito apuntándote con un arma y...
-Lo mataste... -interrumpió ella agachando la cabeza sin saber exactamente cómo sentirse al respecto.
Youji lo notó. Recordó todo lo que Naomi le había dicho en los últimos días y no pudo evitar preguntárselo.
-¿Amabas a Haruki?
Ella sonrió tristemente.
-Hace un par de meses te hubiera dicho que sí –contestó acercándose a él- Pero apareció alguien... alguien que siento que me respeta, que me cuida, que le importo...
-Y... ¿quién es esa persona? –preguntó curioso sin ocultar su interés.
Naomi lo miró con seriedad, y acercándose le susurró al oído:
-Tú, tontito...
Youji la miró con asombro, extrañado sin entender el por qué de todo lo que ella le había dicho. Ella le sonreía, divertida ante su cara de confusión.
-Pero... entonces... ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué dijiste todas esas cosas? ¿Por qué dijiste que no me amabas?
-Porque Haruki me amenazó –respondió ella desanimada- Dijo que sabía quién eras, que podía acabar contigo cuando menos lo esperara, y que lo del tiroteo del departamento no era nada comparado con lo que te haría... Yo... me asusté... y preferí dejarte fuera de esto... Lo que le pasó a Gina fue una muestra de lo que él podía hacer...
El silencio se apoderó del lugar. Fue sólo por unos minutos, pero éstos parecieron eternos.
-Yo... entiendo que no me perdones por todo lo que te dije... -la voz culpable de la chica rompió el silencio- Te hice sufrir mucho y... de verdad lo siento...
-Lo que escribiste en la tarjeta... ¿Era verdad? –le preguntó mirándola fijo a los ojos- ¿Estás convencida de...?
-Convencida que soy la mujer para ti, no me dejes ir... -respondió ella, acercándose y cantando seductoramente el resto de la estrofa que escribió en la tarjeta.
Youji no lo pensó y la tomó con delicadeza del rostro, besándola súbitamente. Ella lo abrazó fuertemente y lo besó con pasión. Youji se sentía en las nubes, besándola con locura, aún mejor que la última vez.
-Ejem... Ejem... -tosió alguien detrás de ellos, quienes, sobresaltados, se separaron.
-¡Omi! ¡Qué alegría verte! –dijo Youji entre dientes.
-Disculpen que los interrumpa –el joven estaba muy apenado por haber presenciado esa escena- Pero es que acabo de venir de curar las heridas de Aiko, y ella está exigiendo ver a su amiga...
Naomi miró a Youji acariciando su mejilla, y éste le dedicó una mirada de comprensión y le besó su mano mientras observaba como se alejaba junto a Omi.
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Aiko estaba temblando; se sentía muy mal por todo lo que había pasado, por lo que había hecho. Naomi se quedó junto a su amiga, tratando de tranquilizarla.
Mientras tanto, los chicos se encontraban en la sala hablando sobre lo sucedido y esperando a Manx, quien los había llamado para avisarles que iría a comunicarles algo importante.
-¿Qué será lo que Manx querrá decirnos? –se preguntó Omi.
-No lo sé –el pelirrojo se mantenía inmutable- Tal vez tiene que ver con las chicas y la misión.
-Espero que no sea porque las chicas se enteraron de la existencia de Weiss y nosotros no cumplimos con las órdenes –su compañero de cabello largo apareció adolorido, sentándose en el sillón. Le llamó la atención lo callado y pensativo que Ken estaba, había estado así desde que volvieron.
-Ken, ¿qué te sucede? –se adelantó a preguntar Omi.
-Sí, has estado muy callado –agregó Youji- Incluso más que Aya.
-Es que... estoy preocupado por Aiko... -respondió.
-¿No has subido a verla? –preguntó extrañado el menor del equipo.
-No... no me atrevo...
El timbre sonó y Aya se dirigió a abrir la puerta. La joven mujer pelirroja se adentro en la casa sin esperar a que le indicaran que pasara.
-Manx, ¿qué era eso tan importante que tenías que decirnos? –preguntó Aya.
-Ahora no, primero tengo que hablar con Aiko Midorikawa y Naomi Nakajima –respondió muy seria.
Le indicaron en qué cuarto estaban. Manx insistió en hablar a solas con las chicas, así que ellos esperaron en la sala. Había pasado más de media hora desde que Manx había subido, y comenzaron a impacientarse.
-¿Por qué tardará tanto? –preguntó Omi.
-¿Qué estarán hablando allá arriba? –Aya estaba intrigado, cuando Manx comenzó a bajar las escaleras, y cruzándose de brazos frente a ellos dijo:
-No encontraron el CD, ¿verdad?
-No, aún no –respondió el líder del grupo.
-No completaron la misión y no cumplieron sus órdenes –dijo muy seria. Los chicos la miraron confundidos, por lo que ella les dijo- Ellas los descubrieron y siguen vivas.
-¡No podíamos matarlas! ¡Son nuestras amigas! –objetó el menor.
-Además, pueden ayudarnos a encontrar el CD –agregó Youji, cone esperanzas de no verse obligado a seguir ese mandato.
-De Omi, Ken y Youji me lo hubiera esperado, pero Aya... -extrañada miró al susodicho- Tu siempre sigues las ordenes estrictamente al pie de la letra, ¿Qué fue lo que ocurrió esta vez?
-No lo creí necesario... -fue todo lo que Aya respondió, con su tono monótono. Manx lo vio pensativa por unos momentos, conociendo a Aya supuso que no quiso eliminar a las chicas debido al cariño que sus compañeros les habían tomado.
-En cuanto al CD no se preocupen –añadió, mostrándoles uno.
-¿Qué? ¿Dónde lo conseguiste? –dijeron sorprendidos.
-Sus amigas me lo dieron.
-Pero... ¿cómo?
-Yo se los puedo explicar... -dijo Naomi bajando las escaleras, mientras todas las miradas se posaron en ella- La noche que Aiko volvió con ustedes, luego de esa pelea que tuvieron, me dijo que tenía un plan para vengarse de su padre y los demás, pero los necesitaba a ustedes y por eso volvió.
-¿Qué plan era ese? –Ken estaba confuso, intrigado al igual que sus compañeros.
-Dijo que existía una información comprometedora, pruebas de los delitos que ellos tenían –explicó- Las últimas noches, Aiko ha estado entrando a su casa para investigar cómo intervenir la red de su padre, averiguó todas las contraseñas y claves para poder acceder a ella. Cuando lo consiguió, bajó toda la información a ese CD.
-¿Pero cómo hizo para entrar a su casa sin que la descubrieran? –cuestionó Omi .
-Tiene experiencia de cuando se escapaba para cantar –respondió ella algo divertida, guiñándoles un ojo- Durante el día, Midorikawa estaba en su empresa, y en las noches dábamos falsas alarmas sobre inconvenientes que pudiera tener la empresa desde alguna computadora. Aún así era peligroso, corría el riesgo de ser descubierta.
-¿Qué pasó con el CD original? –esta vez habló el Weiss de cabello largo.
-No sabemos, creemos que quien lo tenga lo ha destruido –respondió la mujer pelirroja.
-Manx, ¿qué pasará con ellas? –preguntó Aya con seriedad, era un tema delicado y de sumo interés para el resto del equipo.
-Bueno, les ayudaron a concluir la misión –pensó en voz alta, mirando a Naomi con detenimiento- Mientras prometan mantener guardado el secreto de Weiss Kreuz, no veo que sean alguna clase de amenaza.
Los chicos se sintieron verdaderamente aliviados, en especial Youji y Ken. Pero eso cambió cuando Manx volvió a hablar.
-Sin embargo, tengo lo que creo será una mala noticia para ustedes.
Antes de seguir hablando, Manx mandó llamar a Aiko, y al estar ésta presente continuó.
-Aiko, según tengo entendido tu padre era tu único pariente vivo en Japón, ¿no es así? –Aiko asintió- Estuvimos investigando, y al parecer tienes una tía en Sudamérica... Creemos que lo mejor para ti es que empieces una nueva vida lejos de aquí, por lo menos hasta que las cosas se calmen.
-Pero... eso significa... -comenzó a decir ella.
-Que te irás a vivir a Sudamérica con tu tía. Persian hizo los arreglos pertinentes, éste es tu pasaje –dijo Manx entregándoselo- Te irás mañana temprano.
-¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Así como si nada? –Naomi se sobre saltó ante tal noticia.
-Es mejor así –la voz de Aiko era casi audible, al punto de parecer un susurro- Necesito estar lejos de todos mis malos recuerdos...
Subió rápidamente las escaleras, entrando a su cuarto.
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Luego de unas horas, tocaron a la puerta de Aiko.
-Si eres Naomi, pasa.
-No soy ella, ¿igual puedo pasar? –dijo un castaño entrando en la habitación- ¿Cómo... te sientes?
-Mal, no pensé que me iría tan pronto –respondió, un poco molesta y a la vez triste por la situación, sentándose a su vez en la cama.
-Veo que estás empacando –la vista del chico se dirigió hacia la valija sobre la cama.
-Sí, acabo de terminar –respondió ella con desaire- ¿Y Naomi?
-Se fue. Dijo que tenía que prepararte una sorpresa para despedirte.
-Ella siempre tan atenta. Hemos pasado por tanto, es casi como una hermana para mi–las lágrimas comenzaban a escapar de sus ojos, aunque ella luchaba para evitarlo.
-Hey, aunque te vayas a Sudamérica podrán seguir en contacto... –Ken trataba de animarla un poco, le partía el corazón verla así.
-No es por eso que estoy así –esta vez, sus lágrimas caían con mayor fluidez.
-Entonces, ¿por qué estás así? –su voz se oía preocupada, y sentándose a su lado trató de reconfortarla.
-Es que yo... yo... ¡no puedo olvidar lo que hice! –respondió cubriéndose el rostro mientras las lágrimas corrían por el- ¡Maté a mi padre! ¡A mi padre!
-No lo hiciste porque quisiste, el arma se disparó sola. Fue un accidente –Ken trató de tranquilizarla.
-Lo sé. Pero aún así fue una sensación horrible –sus palabras brotaron entre sollozos- La sangre en mis manos... el arma... su cuerpo en el suelo...
Ken no se contuvo más y la abrazó. Detestaba verla así, sufría cada vez que la veía mal. Ella seguía con el rostro cubierto por sus manos, sin parar de llorar.
-¡Mató a mi madre! ¡Él arruino mi vida! ¡Y yo acabé con la de él! –estaba afligida, la culpa la estaba carcomiendo.
-Entonces... ¿ya lo sabías?
-Él me lo confesó cuando estábamos en la oficina...
Flash Back
Midorikawa empujó a Aiko dentro de la oficina. Ella cayó sentada en el sillón.
-¡Condenada! ¡Traidora! –gritó él- ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!
-¡Es menos de lo que te mereces por todo lo que hiciste! ¡Delincuente! –respondió ella- ¡Les robaste a tus empleados! ¡Los explotaste y extorsionaste! ¡Y los matabas si no accedían a pagarte!
-¡Esas sabandijas creían que podían hacer lo que quisieran! ¡Merecían un escarmiento! –se defendió.
-¿Escarmiento? ¡Mataste a tu secretario!
-Ese... es el precio de la traición, querida... -contestó su padre con un tono siniestro en la voz, lo que hizo que Aiko se estremeciera- Sino pregúntale a tu madre...
-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó confundida.
-¿De verdad todo este tiempo creíste que eso fue un accidente? –su pregunta fue más en tono de burla que interrogante- ¿Acaso no leíste los archivos que bajaste de la red?
-Sí, pero... tú no lo harías -su hija lo miró dudosa,sin querer creer que su padre llegaría tan lejos- Sólo discutieron... ¿Por qué habrías...?
-¡Ella me descubrió! ¡Iba a delatarme! –gritó furioso- Descubrió mis negocios con Eszett. Ella quiso que me entregara por las buenas o sino me entregaría...
-¡Pero... eso fue un accidente! –levantó la voz, alterada, poniéndose de pie.
-La verdad, no –contestó su padre con su diabólica sonrisa- Dime... ¿no se te hace extraño que de la nada un auto atropelle a Ariasu, el conductor la ayude, y luego desaparezcan él y el auto?
-No... no puede ser... -analizaba la situación, queriendo aguantar las lágrimas, no encontraba nada de lógica a lo que su padre relataba.
-Pero es... -dijo Midorikawa- Le dije a Ariasu que tuviera cuidado por la calle, que andar en motocicleta es peligroso... Sabía que te saludaría como siempre acostumbraba hacerlo...Yo mandé a ese hombre a atropellarla.
-¡No! –gritó Aiko llorando al recordar el rostro de su madre. Ahora entendía por qué esa mirada; su madre temía por lo que le pudieran hacer a ella y a su hija. Pero no le dieron tiempo de reaccionar cuando la atropellaron. Aiko se sentía terrible recordando ese traumático momento.
-Se lo advertí –su padre tenía una mirada terrorífica y su voz era suave y maliciosa- Pero ella es así, arriesgada, nunca piensa en las consecuencias...
Fin del Flash Back
Aiko lloraba para desahogar su dolor, pero no podía parar. Eso ponía mal a Ken, que no sabía si quedarse con ella o dejarla sola. Prefería quedarse junto a ella, pero eso no era decisión de él.
-¿Quieres que me vaya y te deje sola? –preguntó Ken luego de un rato de contenerla.
-¡No! –gritó desesperada, abrazándolo con fuerza- No me dejes sola... por favor... quédate conmigo...
Él acarició el cabello de Aiko mientras la abrazaba. Por supuesto que no iba a dejarla, pero tampoco quería que se fuera, se sentía tan bien al estar con ella. Si su decisión era irse él no podía hacer nada al respecto. La quería y quería lo mejor para ella, y lo mejor era alejarse por algún tiempo de todo ese sufrimiento y olvidar lo ocurrido en el hotel.
Ken se quedó con ella, abrazándola, conteniéndola y cuidándola como lo había hecho siempre. Ella se sentía segura con él, y le hubiera gustado quedarse ahí, así para siempre, con él y nadie más...
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