Capítulo 19: El inicio del Fin (Parte II)
Las cosas no se veían bien para Youji. Trataba de pelear con Haruki, pero su enemigo sabía cómo desconcentrarlo haciendo que él cometiera graves errores. Youji volvió a probar el atacarlo con sus hilos metálicos, y Haruki nuevamente lo esquivó, saltando sobre él para golpearlo y dejarlo en el piso nuevamente. Estaba muy herido, tenía varias cortadas y golpes en su cuerpo; la sangre manaba de sus heridas. No podía mantenerse en pie.
Haruki lo miró con una perversa sonrisa de satisfacción y tomó un arma de debajo de su saco, con la cual apuntó a Youji.
-¡Se acabó el juego! ¡Ha llegado tu fin! –dijo Haruki, disponiéndose a tirar del gatillo. Youji pensó que ese sería el fin de su vida; cerró los ojos y el disparo se escuchó.
"¡Estoy vivo!", pensó Youji con asombro al no sentir el proyectil impactando en alguna parte de su cuerpo.
-¡Maldita perra traidora! –escuchó el grito ensordecedor de su enemigo. Al abrir los ojos contempló a Haruki apuntando hacia el techo, y a Naomi sosteniendo los brazos de Haruki hacia arriba.
-¡Naomi! –gritó asustado.
Haruki empujó a la chica con fuerza al piso y le apuntó con el arma.
-¡Desgraciada! Te hice un favor dejándote viva en tu apartamento, ¿y así me lo agradeces?
-¡Tú arruinaste mi vida! –gritó ella- ¡Secuestraste a mi mejor amiga! ¡Mereces morir, basura!
Haruki golpeó a Naomi, dejándola nuevamente en el piso.
-Lo lamento, fiera... pero no me dejas alternativa... -las palabras frías de Haruki acompañaron su acción de tirar del gatillo, pero algo lo detuvo antes de consumar el movimiento.
Naomi lo observó detenidamente. Haruki estaba paralizado, pálido, con una expresión de dolor y terror. Un momento después cayó desplomado a sus pies. Contempló el cuerpo de Haruki, que yacía muerto, ya que la sangre le brotaba de las muñecas y el cuello. Pudo observar un débil brillo de algo enroscado en su cuerpo. Al alzar la vista, vio a Youji endeble, de pie, sosteniendo lo que parecían ser hilos de metal. Él la miró para luego desplomarse en el suelo.
-¡No! ¡Youji! –gritó desesperada corriendo hacia él- ¡Youji, reacciona, por favor!
Youji entreabrió los ojos. Al ver a Naomi a su lado, hizo un esfuerzo para acercarse a ella y besarla.
-Ahora puedo morir feliz... –susurró él, quedando inconsciente.
-No...¡No! ¡Youji! ¡NO! –entre lágrimas, abrazando a su amado, la angustia la consumía-. ¡No me dejes! ¡Por favor! ¡Te amo! ¡No me dejes!
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Omi esperó antes de atacar, ya que al parecer Kunio no se había percatado de su presencia. Aya se defendía bastante bien de los ataques de su adversario, pero éste le había provocado dos heridas; eran leves pero lo hacían más lento en sus movimientos. Kunio era bastante bueno con la katana, y con Aya herido las cosas se le facilitaban. Mediante un largo forcejeo entre las ambas armas, Kunio logró desarmar a Aya.
-Creí que representarías un mayor reto, veo que me equivoqué.
-¿Vasa atravesarme con tu katana o qué? –dijo Abyssinianmanteniendo su postura inflexible.
-Pensaba hacer de tu muerte una muy lenta y dolorosa, matándote con tu propia arma –respondió su enemigo con maldad- Pero me pidieron que acabara contigo lo más rápido posible.
Kunio buscó bajo su gabardina y sacó un revólver. Apuntó a Aya, quien seguía manteniendo su rostro impávido. Cuando Kunio se dispuso a disparar, de lanada fue atacado por unos dardos que provocaron que soltara el arma. Se volteó para localizar a su atacante.
-Hmp...Omi Tsukiyono... conocido como Bombay de Weiss Kreuz –recordó Kunio con gravedad, observando al joven que sostenía una ballesta y lo miraba con aversión- ¿Que tu mami no te enseñó que es peligroso jugar con armas?
-Sí, y también me enseñó que así es como se saca la basura –contestó apuntándolo con la ballesta.
-¡Te arrepentirás por esta insolencia! –Kunio se aproximó a él.
Omi volvió a atacarlo con sus dardos, pero Kunio se escudó con sukatana, haciendo que los ataques fueran inútiles. Al acercarse lo suficiente, tomó al joven del cuello y lo llevó cerca del borde de la azotea. Un veloz ataque de Aya al brazo de Kunio hizo que éste soltara a Omi y evitara que fuera lanzado desde la orilla.
Aya había cortado con su katana el brazo con el cual Kunio sostenía la de él. Esto los emparejaba, ya que los movimientos de Kunio eran más lentos utilizando la su arma con el otro brazo. Nuevamente comenzó la batalla entre katanas, sólo que esta vez iban iguales. Recorrieron el techo tratando de esquivar ataques y de producirlos. Omi despertó, ya que se había desmayado por la falta de aire que le produjo Kunio al tomarlo del cuello. Trató de levantarse, pero sintió cómo alguien tropezaba con él. Era el enemigo, que estaba peleando con Aya cerca de ahí, y no se percató de la presencia de Omi al estar enfrascado en la batalla. Cayó de la cima del edificio por tropezar con Omi. Él y Aya se acercaron de inmediato al borde, y miraron hacia abajo. Observaron el cuerpo de Kunio, tendido en la calle sobre una gran mancha de sangre, y su katana clavada en el piso.
-Uno menos –dijo Aya, alejándose del borde, mientras Omi observabasorprendido a Kunio.
-Es la primera vez que mato a alguien por accidente... -comentó el joven ante tal ironía.
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Ken se levantó con rapidez y se puso en guardia.
-No te servirán de nada tus patéticos guantes, Ken Hidaka... –dijo Sanjiro, preparándose para el ataque- ¿O debería llamarte Siberian de Weiss Kreuz?
Ken se sorprendió aun más, pero recordó lo que habían hablado aquel día, cuando entraron a la red de Midorikawa.
-Shirosama... Takatori te habló de nosotros, ¿verdad? –preguntó tratando de atacarlo, pero éste lo retuvo.
-Sí, y créeme... ¡Pagarán lo que le hicieron a mi padre! –respondió agrediéndolo.
Siberian lo esquivó e hirió al enemigo en su brazo.
-¡Roku Shirosama se merecía que acabáramos con él! –estaba furioso- ¡Era un miserable igual que tú!
Sus palabras tuvieron consecuencias, ya que recibió un golpe de las navajas de Sanjiro, quien no toleraría más insultos e infamia hacia su familia.
-¡No permitiré que hables así de él! –se abalanzó sobre Ken,tratando de clavar sus navajas en el cuello de él. Pero Ken lo interceptó con sus guantes.
-¡Claro! ¡De tal palo, tal astilla! –estaba enfureciendo aún más a su enemigo.
-¡Acabaré contigo!
Sanjiro forcejeaba para clavar las navajas a su adversario, y lo estaba consiguiendo. Las heridas de Ken dolían tanto que comenzaba a ceder.
-Acabaré contigo -le repitió su contrincante al castaño- Y cuando lo haga seguirán tus amigos... y ya no habrá quien se interponga entre Aiko y yo.
-¡Ellano te ama! –le gritó Ken, resistiendo.
-¿Ya ti sí? –preguntó con malicia- ¡Eres un asesino, igual que yo! ¡Ella te odia! ¡Vives de matar gente!
-¡No soy como tú! ¡Ella me...!
-¿Qué? ¿Te quiere? –lo interrumpió- ¿Ya la has besado? Porque yo sí, y no sabes lo bien que saben esos labios, esa boca... Voy a disfrutar mucho el estar con ella para...
Ken estaba ardiendo de ira y no resistió más. Soltó las navajas de Sanjiro para clavar las suyas en el hígado de aquel mal nacido, con una increíble velocidad evitando ser atacado.
-¡Así me aseguraré de que no volverás a tocarle ni un solo pelo a Aiko! –le dijo al oído, mientras Sanjiro se retorcía de dolor.
-¡Eres...un... maldito... bastardo! –fueron sus últimas palabras, quien murió desangrado por la herida casi en el acto.
Ken miró en todas direcciones buscando a Aiko, pero no había rastro de ella. Vio el micrófono que Omi le había dado hecho añicos en el suelo.
"Rayos, ¿ahora cómo me comunico con los demás?" pensó "No importa, de alguna forma rescataré a Aiko, aunque sea yo solo..."
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