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Capítulo 15: Los Verdaderos Sentimientos de Youji


Aiko observaba a Youji, era una escena verdaderamente deplorable. A su vez, Ken no podía evitar verla, aunque estaba un poco abatido por lo que hablaron en la mañana. 

-Si tú y Youji siguen con esas caras, terminaran de espantar a la clientela –comentó Aya, que pasó cerca de Ken, quien estaba junto al mostrador con Omi, seguido por una multitud de chicas.

-Por lo menos se libraron de ser acosados por la clientela –rió Omi divertido, pero fue ignorado por Ken, quien seguía con su vista fija en la chica- ¿Por qué no le hablas?

-Está verdaderamente furiosa conmigo, y por más que le diga cuánto la quiero, no me cree –suspiró deprimido.

-¡Demonios! ¡Esta situación me desanima hasta a mí! –Omi se alejó de Ken sin más. A pesar de su corta edad, sabía perfectamente que al aceptar llevar esa doble vida, felicidad y amor no serían tan simples de conseguir. Después de todo, cargaban con una cruz más pesada que la cualquier otra persona. Estaban condenados.

Aiko dejó de ver a Youji para dirigir su vista hacia el mostrador de la tienda, donde se hallaba Ken. Sus miradas se encontraron por un par de minutos; él pudo ver que la mirada de Aiko no era la misma que en la mañana, expresaba una cierta ternura y juraría que sus mejillas tenían un leve tinte rojizo. Ella, al percatarse que Ken la había leído, desvió la vista de inmediato y se alejó de donde estaba.

"¿Será que todavía me quieres?" se preguntó Ken al verla trabajar. Esa situación le había dado una pizca de esperanza y recobró un poco de su ánimo.

Escapando de los ojos del castaño, Aiko se acercó a Youji.

-¿Y ahora qué te pasa? ¿Todavía andas así por Naomi? Creí haberte dicho...

Youji golpeó la maceta que traía en sus manos al dejarla sobre la mesa, perdiendo la poca paciencia que tenía. 

-¡Recuerdo muy bien lo que me dijiste! ¡Pero te guste o no, yo no pienso renunciar tan fácilmente a ella! Tal vez sea un asesino, pero no soy como Haruki, y yo sí puedo hacerla feliz.

Dicho esto se fue, dejándola perdida entre sus pensamientos. Luego de unos minutos, se volteó a ver el camino por el que Youji se había ido.

"¡Debo de estar completamente loca por lo que voy a hacer!" pensó mientras escribía en una libreta.

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Youji subió a su cuarto. Estaba cansado y aún no sabía qué hacer para hablar con Naomi. Había llamado varias veces a su casa, pero siempre estaba el contestador. Cada vez que iba no la encontraba y eso era lo que más le frustraba. Al entrar en su habitación, observó que había una nota sobre la cama. La tomó y la leyó. En ella decía dónde podía encontrar a Naomi en estos momentos. No tenía firma ni remitente, pero la letra se le hizo muy familiar.

"No pierdo nada con intentarlo", pensó.

Rápidamente se cambió y se dirigió a ese lugar. No pensaba con claridad, estaba siendo impulsivo como solía serlo Ken. Y es que desde la muerte de Asuka, él creyó que jamás podría volver a amar a alguien, porque la culpa por la muerte de su antiguo amor y la constante imagen de ella en su mente se lo impedían. Pero Naomi hizo lo imposible, escabullirse en su corazón y poco a poco ir despejando el fantasma de aquella mujer que ya no volvería a él.

Al llegar a la dirección indicada, vio que era una especie de gimnasio. Preguntó por Naomi y le indicaron que estaba dando una clase en una de las salas del piso superior. Youji recordó que ella le había mencionado que era coreógrafa, y debía de estar trabajando en ese lugar.

Entró en silencio a la sala donde Naomi estaba dando su clase, la cual estaba a punto de terminar. Aún así, pudo ver bailar a Naomi. Todas las chicas que estaban ahí bailaban muy bien, pero Naomi era maravillosa, sobresalía entre las demás. Ella tenía toda la sensualidad y gracia que les faltaba a las demás chicas. Youji había quedado completamente cautivado por los movimientos de la joven mujer. Naomi no sólo era bella y sensual, era muy inteligente, divertida y sensible. Al pensar en esto, y al recordar todo lo que habían vivido en los últimos meses, podía finalmente comprender lo que le pasaba con ella: sin darse cuenta se había enamorado perdidamente, tal vez más de lo que alguna vez lo estuvo de Asuka. No podía perderla, no quería perderla. 

-¡Muy bien chicas, el ensayo terminó! ¡Practiquen para la próxima! –se despidió ella de sus alumnas. Cuando volteó su mirada, vio a Youji en la puerta del salón. Él tenía la vista fija en ella y la miraba con añoranza.

-¿Qué haces aquí? -preguntó ella dirigiéndose hacia él.

-Vine a verte, necesito hablar contigo.

-¿De qué? 

-De nosotros -la voz firme y la mirada seria del chico, lograron poner un poco nerviosa a Naomi. 

-Youji, ya te dije todo lo que te tenía que decir... 

-Pero yo no –interrumpió- Todavía no entiendo por qué me dejaste, ¡y no me digas que fue porque te aburriste y te cansaste de mí, porque no es cierto!

-¿Cómo sabes que no es cierto?

-Porque te conozco y lo veo en tus ojos.

-Es mejor así, que termináramos antes de que nos encariñáramos más el uno con el otro.

-Pero yo no me encariñé... Yo me enamoré de ti...

-¡Te dije que no jugaras con eso! –sus palabras lograron molestarla, Naomi estaba casi llorando como la última vez.

-¡No estoy jugando! –la tomó por los brazos acercándola más a él, calmándose y apoyando su frente en la de ella, agregó- Yo te amo. Te extraño. Regresa conmigo, por favor.

Naomi estaba llorando, con la vista fija en Youji. Podía sentir cómo su respiración se aceleraba, al igual que sus latidos, cuando el chico acercó sus labios a los de ella. Youji la besó con pasión, haciendo presente todo el amor que sentía por ella. Naomi no se quedó atrás, ya que no sabía por qué, pero no se podía negar a los labios de Youji, ni al amor y la pasión que éstos le ofrecían. Pero cuando les faltó el aire, tuvieron que separarse.

-Te amo –le repitió Youji.

-¡Pero yo no! –gritó ella sin mirarlo, empujándolo, y salió corriendo mientras derramaba lágrimas.

Youji quiso ir tras ella, pero pensó que por el momento era mejor no insistir.

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Naomi salió del gimnasio, llorando sin consuelo. Todavía sentía el sabor de los labios de Youji en su boca.

-¿Por qué lloras? –sintió que le preguntaba preocupada una voz familiar.

-¡Porque acabo de cometer el peor error de mi vida! –respondió ella aún llorando. Secándose sus lágrimas agregó- ¿Qué haces aquí, Aiko?

-Te necesito, necesito que me ayudes con mi plan.

-¡Me parece una locura lo que vas a hacer! –dijo Naomi en tono de reprensión.

-Sí, lo sé... pero es algo que debo hacer, por mí... y por el bien de todos...

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Youji regresó a su casa, triste y pensativo. En la sala se encontraban Omi y Ken hablando. Youji pudo escuchar una parte de la conversación.

-¡No puedo creer que esa sabandija de Haruki haya descuartizado al perro de Naomi! –comentó Omi irascible.

-¿Perdón? ¿Acaso oí bien? –dijo Youji tomando por sorpresa a sus amigos- Pero... ¿Cuándo ocurrió eso?

-Anoche, Aiko me lo dijo –respondió su colega castaño.

-¿Y tú?... ¿Por qué llegas tan tarde? –preguntó el más joven de sus compañeros, cambiando rápidamente de tema, ya que era más de medianoche.

-Fui a hablar con Naomi... pero no me sirvió de mucho.

-¿Hablaste con ella? ¿Por qué no sirvió de mucho? –preguntó Ken imprudente.

-Porque es difícil decir "te amo" y... escuchar un "yo no" –respondió frustrado y triste.

"O decir 'te amo' y escuchar un 'no te creo'" pensó Ken, del mismo modo que su amigo.

-Pero sabes que eso no es cierto –le alentó Omi.

-Sí, lo sé –acto seguido, llevó su mano hacia su boca, recordando aquel beso con Naomi. Si ella de verdad no lo quisiera, no lo hubiera besado de aquella forma tan intensa, tan especial.

Súbitamente, una idea vino a la cabeza de Youji, basada en lo que pasó con Naomi y en una canción que había escuchado días atrás.

-Bueno, chicos, debo irme. Nos vemos luego –dijo él retirándose a su cuarto.

Omi y Ken lo miraron con extrañeza. Luego Ken miró el reloj.

-Doce y media. Al parecer Aiko llegará tarde de nuevo –dijo intranquilo.

-No te pongas así. Si está con Naomi, no hay mucho de qué preocuparse.

Ken trató de pensar igual que Omi. En cierta forma era mejor que Aiko volviera tarde, al menos así estaría a salvo de Aya en caso de que decidiera cumplir la orden de eliminarla.

Aiko regresó a las 3 de la mañana. Sin hacer ningún ruido se dirigió a su cuarto. Ken la había estado esperando; la vio entrar, pero decidió no decirle nada para evitarse una discusión como la de la otra noche. Luego de un rato, se asomó al cuarto de Aiko para ver si todo estaba bien. Trató de abrir la puerta, pero ésta estaba cerrada desde adentro.

"Veo que Aiko de verdad no confía en nosotros", pensó. Luego se retiró a su cuarto para dormir.

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