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Concorde pasaba el tiempo, Serena dió a saber que estaba embarazada gracias a la ayuda de Nurse A. Noticia que sorprendio a todos e hizo feliz a cierta pequeña castaña de que tendría con quien jugar.

En estos momentos, cierta albina se encontraba en el techo de la mansión creepypasta admirando el atardecer mientras acariciaba con suavidad su vientre y una dulce sonrisa dibujada en sus labios.

Escuchó pasos detrás de sí misma, no tuvo que voltear para saber que se trataba de Liu, quien se sentó a su lado para contemplar el atardecer con ella.

Liu: Te noto feliz, pero también... Noto un poco de tristeza en tu mirar

Serena: No es nada, solo me siento un poco melancólica

Recostó su cabeza en el hombro del chico hasta que la noche se hizo presente y el brillo de la luna era radiante que iluminaba cada sector del oscuro bosque.

El canto de los grillos se hizo presente, pequeños chillidos de parte de ciertos murciélagos que volaban en busca de oscuridad.

Un viento fresco golpeó el rostro de la oji-rojiza, las temperaturas estaban bajando a lo que ambos optaron por bajar y entrar.

Una vez dentro, Serena se percató de un dulce aroma proveniente de la cocina, fue yendo hacia allí hasta encontrarse con Pinkamena  quien se encontraba haciendo pequeños pastelillos.

Serena: huele dulcemente delicioso -comentó con una media sonrisa encantada por el aroma-.

Pinkamena: Quieres un poco? -miró a la albina quien asintió- ¡Adelante! Come lo que gustes

Sabiendo como hacia los pastelillos Diane, le importaba de menos, tenía antojo de algo dulce así que empezó a comer de a poquito para poder disfrutar lo dulce.

Maravillada, optó por comer otro, el chico la miraba con ternura, como si estuviera viendo a una niña pequeña como Sally disfrutando de los dulces.

Durante el pasar de las horas, Serena agradeció por los pastelillos y se fue de la cocina junto a Liu, el chico siempre acompañaba a su amada todo el tiempo, más ahora sabiendo que esperaban un niño o una niña.

Estaban ansiosos de saber el sexo del pequeño o pequeña criatura que yacía en el vientre de la chica.

Todo era paz en esa Mansión, pero no sabían que alguien los estaba mirando, sobre todo a la albina que iba con dirección a su habitación.

——〔¤〕——

???

Estos últimos días, he fracasado con mis experimentos, pero uno dió el resultado que queria o eso espero.

Lo puse en una jeringa, la guardaba en mi bolsillo y fui directo a la habitación de aquella chica albina.

Por suerte quedaba cerca, abrí la puerta ingresando a la pequeña habitación encontrándome a la chica en una esquina.

??: disfrutando tu estancia? -soltó con burla y como respuesta recibió un gruñido de la chica- Lo Tomaré como un Si.

Meredith: lárgate. -soltó en gruñido-.

??: Oh querida, no puedo ahora. Asi que mejor. Quédate quieta.

Sonó bastante serio, de su bolsillo sacó aquella jeringa destapandola y fue acercándose a la albina, quien intentaba usar sus poderes, más fue en vano.

El científico la sujetó con fuerza y ella intentaba soltarse aunque no lo logró. Sintió un pequeño pinchazo en el cuello seguido de un gran ardor al ser esparcido el líquido en la sangre de la albina.

Guardó de nuevo la jeringa viendo con una sonrisa a la chica, quien se quejaba del constante dolor y ardor ya en todo su cuerpo. El señor, salió de allí no sin antes escuchar un grito de agonía proveniente de la boca de la chica.

Eso hizo hacer su sonrisa de oreja a oreja, disfrutaba los gritos que daban sus experimentados, aunque muchos no aguantaban y debían ser desechados.

–《♠︎》–

No sé sabe exactamente cuánto tiempo pasó, ni como aguantó tal dolor como ese. Poco a poco la albina fue abriendo los ojos con pesadez.

Fue sentándose en la cama intentando abrir por completo los ojos. Una vez logrado, se los frotó un poco al ver borroso, se limpió las ligeras lágrimas que salieron de repente.

Dió unos ligeros parpadeos para así mirar a su alrededor, aún seguía en lo que ella llama, pesadilla.

Al levantarse tuvo un repentino mareo que la hizo volver a sentarse esta vez al borde de la cama. Cerró los ojos para ir calmandose poco a poco.

Dió resultado y esta vez, con cuidado se fue levantando, se acercó al espejo que había allí y para su sorpresa, los ojos de la albina habían cambiado.

Meredith: Ahora que me hizo ese maniático.

Sintió su piel más fría de lo normal, de sus manos salió un ligero humo blanquecino seguido de congelar un poco el lavamanos que había allí.

Una sonrisa se dibujó en los labios de la chica. Al parecer lo que le había inyectado aquel científico, hizo aumentar las fuerzas del hielo que ella poseía. Eso significa que ya no hay tranquilizador que afecte su uso de poderes.

Ya estoy a nada de poder salir. Siento una alegría y a la vez una sed de sangre.

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Los ojos de Meredith:

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