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Sally, James, y una planta


 Estaba en clase de Herbología; una de las favoritas de Sally. Salían al exterior, a los invernaderos, y era todo un mundo. En aquel momento el sol de septiembre entraba a través del cristal, caldeando el ambiente interior del invernadero, mientras todos los alumnos atendían a la profesora Sprout, que explicaba sobre unas plantas de nombre raro y cualidades aún más raras. Pero la cabra estaba demasiado ocupada observando una pequeña mariposilla amarilla que volaba por ahí, hasta que se percató de que James Potter la estaba mirando. Cuando ella lo divisó, el chaval le sacó la lengua burlón, a lo que ella respondió exactamente igual.

—De acuerdo, ahora formaremos grupos por parejas —dijo la profesora Sprout. Al parecer debían coger las plantas raras esas y cambiarlas de maceta o algo así. Fue nombrando a los alumnos, agrupándolos en parejas, mientras James hacía el idiota con uno de sus amigos.

—¡Potter! —llamó la profesora—. Usted irá con... Shine.

—¿Sally Shine? —preguntó él.

«Una bonita forma de desembarazarse de ambos, profesora», pensó Sally: «como si eso le fuera a quitar problemas en vez de dárselos».

—Espero que te hayas enterado de lo que hay que hacer —comentó James juntándose con ella, sonriendo como si nada.

Ella lo miró ladeando la cabeza.

—¿No? Genial.

—Beh.

¡Claro que sí! ¡Ahora tenía que hacer un trabajo en equipo con James, y lo mejor de todo era que no sabían qué era lo que había que hacer! Casi daba saltos de alegría, pero habría llamado mucho la atención. Así que se limitó a colocarse junto al pendón y ambos se enfrentaron a la planta en cuestión, sin saber muy bien por dónde meterle mano. Porque Sally había aprendido una cosa en Herbología; te podía parecer una simple plantita normal, pero de la nada se te tiraba al cuello, mordía, estrangulaba o envenenaba. Por suerte, como eran de primer año, no trataban con plantas muy peligrosas, eso vendría después... de momento solo tenían otras más normales, o con diferente problemática (como aquella que soltaba gases fétidos, y estuvieron dos días sin quitarse el olor de encima).

Siguiendo el lema de observa y aprende, se fijaron en los alumnos que sí habían prestado atención y sabían qué tenían que hacer.

—¡Beee! —exclamó Sally contenta, al ver a una chica de sacar la planta. Había que sujetarla por el tallo, muy cerca de la tierra, y hacerlo con cuidado.

—¡Fabuloso! —secundó James, poniéndose manos a la obra.

—Meeehh —replicó Sally.

—Oh, venga yaa. ¿Cómo quieres hacerlo, entonces?

—¡Bee, eeee!

—No, no, no. Es así, tú déjame.

Sally bufó y lo dejó hacer, mientras miraba con expresión desdeñosa. Como suponía, en un momento las ramas más bajas de la planta se le enredaron en las manos a James, por haberlo cogido de arriba.

—¡Beee! —le regañó.

—¡Maldita jodida del demonio!

James peleaba con la planta, intentando desasirse de las pequeñas ramas que le atenazaban las manos, y Sally empezó a reírse; como se ríe una cabra, claro. Cuando ya no pudo más, y se hartó de reír a costa de su compañero, se planteó ayudarle. De un solo movimiento, rápido y eficaz, mordió una de las ramas de la planta; instantáneamente todas se retiraron en huida, dejando libre al muchacho que ya tenía marcas rojas por las manos y brazos.

—Uf, joder, ya era hora. ¡Haberlo hecho antes, penca!

—Beeee —dijo Sally, lo que era un «penco tú», aunque seguía tomándolo a risa.

—Oye, nada de penco yo —se ofendió James.

—Meh meh meh.

Milagrosamente, consiguieron cumplir la misión sin crear un desastre mayor y sin matarse, con lo cual se dieron por contentos. Durante toda la clase que estuvieron juntos, no paraba de haber entre ellos comentarios de burla, diversión, y algún que otro insulto, lo cual constituía un gran pasatiempo, claro que sí. Al final, la clase terminó, y James se fue con algunos de sus amigos, no sin antes despedirse.

—¡Chao, cabra loca! Nos veremos por ahí, porque no aguantarás mucho sin mí.

Y tras guiñarle un ojo, se fue al trote y sin mirar atrás, con el viento desordenando su ya desordenada melena castaña. Sally se lo quedó mirando un buen rato, con sus penetrantes ojos caprinos, en una expresión difícil de definir y muy suya.

Al final, tiró por su cuenta, caminando y dando pequeños saltitos sobre la hierba verde, que la ponía de buen humor. Así podía pasarse todo el rato que tenía libre, correteando y paseando por los jardines y pastos al sol de septiembre, balando alegremente.

Luego se preocuparía de buscar a Luna para que la ayudase con la tarea y todas esas cosas que tenían que hacer, y aunque algunas fuesen un poco tostón, solía cumplir más o menos con todas. Salvo que le diera por otra cosa, claro.  




***

OH YEAH BEEEEEEEEEE-BYS

La cabra más famosa y genial de Hogwarts está aquí. ¿Qué os ha parecido? Es cortito, sin mucho, pero algo es algo, intentamos mantenernos vivas en medio de todo lo que tengo que hacer.

Mucho amor de cabra, especialmente a Lyra (te estoy alimentando bien, eh), y a Andy (cabra loves su dodo). <3

Hasta la prózimaaaa 

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