¿Quién Es Eros?
El lado más analítico de este trío evalúa mi tendencia al amor no correspondido. Evidentemente los patrones de las personas que me gustan un poco más allá de lo normal, no se retiran de la dialéctica del amo y el esclavo. La similitud de esta búsqueda me remonta a mi infancia. Debora, mi hermana mayor por sólo 6 años fue la partícipe principal de mi crianza, si bien el abuso de "castigo o recompensa" existía bajo su mando, siendo mi primera ama, yo la amaba. Dada la suerte de mi crianza, por la mañana mi hermana estaba en la escuela y quedaba solo. Con tan solo seis años. Siempre era el mismo modus operandi, pero no siempre la misma recompensa. Cuando ella llegaba del colegio la casa tenía que estar limpia, a cambio recibía la libertad de salir a jugar a la pelota con mis amigos, alguna galleta dulce para la leche, mimos al dormir o algún alfajor para el otro día. Debora dibujaba sus horas en hojas con manos de artista. Con tan sólo 14 años era letrista, dibujos y copias perfectos. Su inspiración siempre fue el amor, y el romance se veía plasmado en tantos dibujos que yo usaba de inspiración para los propios; el romance y la sexualidad de mi vida comenzó ahí. Creo que mi primer Eros fue mi hermana, alguien que podía querer, sin exigir nada a cambio. Alguien a quien ver amar y amar sin que me pertenezca, alguien a quien (de alguna manera que no entiendo bien, en mi infancia) sexualise .
Mi dosis necesaria de romantizar las cosas nace desde ahí, o por lo menos eso me deja suponer lo poco que sé sobre el psicoanálisis infanto juvenil. También surge la posibilidad de que al observar en tercera persona a mi primer Eros enamorarse de dos o tres pretendientes en su adolescencia me haya hecho comprender el amor en libertad.
Mi último Eros.
Luego de nuestra separación a causa de colocar a Eros en Natalia, lo intentamos una vez más. No fue fácil, Natalia me llamaba a gritos y yo en un naufragio sentimental entre lo que quería hacer y lo que debía. Sin embargo, corrimos con la suerte que la pandemia se hizo presente en nuestro día a día y nos unió bastante.
Los meses entre nosotros corrían muy rápido, a tal punto que lamentablemente logramos desmembrar lo que habíamos planeado intentar para fortalecer la relación. Entre una y otra cosa pasó lo de Ariel, pero él sólo fue un resultado. Cuando comenzamos con tu proyecto de baile apoye toda tu libertad al ofrecerte tiempo y confianza. Como era de suponer, otra vez quedé a un costado, tomaste todo el tiempo extra para ocuparlo ahí. Estás ausente y cuando estabas presente malgastaba mi atención plena mientras estabas pérdida entre los grupos de baile en el celular.
Luego de lo del restaurante de Justo intenté nunca más desconfiar de vos, pero todo lo que en ese momento estábamos transitando (tu conexión con la música y el baile que generó una nueva desconexión entre nosotros) me volvió a convertir en un sujeto invisible a tu lado. En ese momento yo tenía la idea de que amar, realmente, era como construir un jardín. Uno no le quita libertad a las aves si construye un jardín para ellas, las ama de esa manera, las deja ser. Pero ¿qué hay de quien construya un jardín?
Hoy puedo decirte que el amor, exactamente la pata del amor, debe ser constantemente recíproca, si no lo es, si siempre una parte pone más que la otra el amor no alcanza para ambas partes. Quién da más, justamente el esclavo, ofrece lo que el esclavo quiere tener sabiendo incluso que debe pagar los platos rotos. Creo que es el único reclamo que puedo hacer, por mi no sabías levantarte temprano y por Ariel ibas a desayunar a las 7 de la mañana. Le brindaste mucho y los rumores comenzaron a correr. Fuera de tus acciones, a los pocos días comenzaba nuevamente mi labor en el Costa Galana, y como era predecible, Ramón se apoyó en mí para los armados de salones.
No buscaba nada que no fuera dentro de mí, simplemente pasó. Algo cambió, por tercera vez. La chica de espejo existió en mi vida como tan solo otra persona más. Si, puede ser que por ahí hablaba más con ella que con cualquier otra chica, pero no en base a la seducción, más bien hablamos sobre libros, películas, series; nunca más allá, hasta que por primera vez la escuche estornudar.
Es raro en mi que una persona desate deseo sexual. De verdad, nunca me sucede. No es su físico, ni su provocación, algo tiene que suceder. Algún tipo de acción tiene que mover un engranaje en la máquina de mi cabeza y así comenzar a alimentar el mundo imaginario y eso que "debe pasar", debe ocurrir dentro de la pata del sexo.
Con Pilar sucedió lo de su juego entre la pierna y el ascensor, encendiendo en mí una imaginación sobre las texturas de su piel, más precisamente la piel de sus piernas. Me brindó con pocas acciones lo que alimenta a mi Eros más interno, porque sí, puede que imaginé en algún momento mi vida a su lado en una utopía llena de limerencias color rosa, pero Eros se despierta en mí a través de las fantasías sexuales.
Con Natalia, también una chica más del montón hasta que un día me mostró cómo podía utilizar sus breteles como látigos, jugando, obviamente, sin tener idea de cómo mi visión iba a cambiar. Sin embargo aún sigo sosteniendo que el Eros de Natalia no fue un Eros legítimo, solo fue la réplica de lo que pasó con Pilar.
A diferencia de todo esto, la chica del espejo no busco provocar nada, solo estornudo, y cuando saco la cara de sus manos con el continuo gemido del estornudo, su rostro nació de una manera orgásmica. Su estornudo fue un gemido que me transportó a mis deseos.
Cuando terminó de estornudar, y aunque ella no me miró, yo la mire, como quedaba despojado de las manos todo su rostro ruborizado. Algo despertó ahí y fui atropellado por mi ansiedad.
Mientras yo trataba de analizar qué es lo que me estaba pasando (reconociendo desde un principio a mi Eros), imaginando si lograría algo e incluso idealizar e imaginar cosas sobre su imagen; el tiempo entre nosotros dos siguió corriendo.
Comencé a sentir algo en el pecho que redoblaba en mi cabeza, su nombre aparecía en canciones de auricular.
Comencé a pensar, a idealizar. Sin permiso de nadie comencé a enamorarme y lo confesé, a diferencia que con Natalia o Pilar lo confesé. No para que ella gustará más de mí, no para lograr algo; sino más para que todo se vuelva incómodo, y se alejara de mí. Yo sabía lo que venía y aún así no lo supe detener.
Hoy creo haber obtenido un cariño por su parte, no me lo dice ella, me lo dice su mirada. Me gusta suponer que mis abejas del panal en su estado más tranquilo desde que esto comenzó la atraen un poco más. Ya no hay nada palpable, aunque sí hay cosas que suceden por sí solas. La chica del espejo es nombrada así porque ella (la mayor parte de sus días) trabaja en una sector de espalda al personal y desde la bacha me conecta a ella un espejo que está justo antes de entrar al salón del desayuno. La veo mayormente de espalda y eso puede suponer que miro de ella lo que todo hombre desea; pero no. Me gusta ver el movimiento de su pelo, y cuando lo usaba con un corte carré me gustaba un poco más. También me gusta de ella su feminidad, su caminar y su sonrisa. Pero ya no la pienso, calculo que ella fue tan solo mi palanca para poder salir de nuestra relación, así como lo fue Natalia. La culpa a veces no me deja en paz, sigo encontrando razones para sentirme egoísta y comprender que hago las cosas de esta manera, despertar sentimientos a mi favor en otras personas confirman todo lo que últimamente veo de mi. Eros y sus capítulos no sólo fue algo escrito para vos, sino que la chica del espejo también se suma a nuestra lectura para poder hablar con sinceridad y debo pedir perdón. La quise, quizás más de lo que debería haberla querido, pero ya no quiero quererla, ya no quiero vivir mis días tras lo que no es correspondido ni recíproco. Creo haber engendrado el valor suficiente para entender que el día que decida amar a una persona tiene que ser algo recíproco, algo en lo que no me tenga que esforzar para que suceda, sino que simplemente suceda.
Esto es Eros, mi parte de la felicidad que está más arraigada a lo que puedo imaginar en el amor que a lo que puedo palpar. Y me siento satisfecho de reconocer que quizás la felicidad en el amor también tenga que ver con lo que no me corresponde y a la vez que me permita imaginar. Soy un mártir del amor, y esa debilidad imaginaria también me hace ser feliz. Sin embargo pensé que lo podía utilizar a mi favor para que nada se me desconfigure y que cada porción de helado esté en su lugar. Tonto de mi no darme cuenta que los helados se derriten cuando el frío no es suficiente. Mi corazón está apagado, pero no frío. Y esa cruza de sabores entre la eudaimonia y el Eros ya tiene nombre propio. Ya lo dije antes y lo repito, todo puede fallar. Y la falla de mis planes la encontré en mi eudaimonia, con una hermosa sonrisa y con un pasado doloroso, una esclava para un esclavo, ambos buscando la libertad.
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