David parte uno. La pata del sexo
Nuestra relación fue especial, claro, supongo que todos los que alguna vez amaron dijeron lo mismo. Pero nos adentramos un poco más, fuimos aquello soñado para cualquiera con ganas de amar de verdad. Está bien, tuvimos errores, sobre todo yo, pero fue hermoso. Nos cuidamos las espaldas contra todo y caminamos siempre juntos. Nuestros niños, aunque con un poco de locura y de descontrol hormonal, son bien criados y buenos (aunque a veces dan ganas de matarlos). Eso habla muy bien de nosotros, porque puede que no siempre hayan calzado zapatillas de marca ni tampoco los pantalones muy sanos, pero nunca le faltaron colores y hojas en blanco, o juguetes por montones, o una casa hecha de frazadas, o un padre loco que juega a la pelea, o una madre fuerte que prioriza, por sobre todo, a su hijos. Y en resumidas cuentas entre nosotros dos el amor fue intenso, a tal punto que no logramos apagar nuestra llama aún ya estando separados hace un tiempo. Risas, llantos, esfuerzos, retoques, e infinitas cosas que podría nombrar en este momento, nunca nos faltaron. Fue una relación a su justa medida, sana, porque todo lo que hicimos lo hicimos con amor, desde dejar nuestras vidas para seguir al otro hasta creer en el otro aunque todo sugiera lo contrario. Pasamos por cosas terribles como operar a una hija para colocarle un implante coclear y aún así, seguimos amándonos. Exactamente esto que estoy haciendo también lo hago por amor.
¿Te pusiste a pensar alguna vez qué difícil fue hacer algo así y como, trabajando en equipo y apoyándonos el uno al otro, logramos está clase de relación?
Esto que hago, por más que duela lo que duele o lastima lo que lastima, es una decisión tomada con amor y respeto. Encontrarás en cada capítulo una historia de los trazos de mi vida; algunos amargos, algunos muy dulces, pero de ser coherente la mayoría son agrios en la infancia y se transforman con el tiempo.
Estos tres personajes que te he nombrado serán los protagonistas de cada historia, desde su nacimiento hasta lo que son hoy y lo que han logrado crecer. Porque Frankenstein aunque sea nuevo, solo lo es en el reconocimiento. El siempre existió y siempre intenté reprimir su existencia. Pero mejor dejémoslo para más adelante porque de quién tú te enamóraste fue de David, el idiota volador.
Ahora que hago una primera mirada a mi propio retrovisor sé que siempre fue el mismo idiota. Su fanatismo con el sexo fue tan advertido. Desde muy chico le intrigó lo mismo, el placer. Fue tanta la obsesión en ciertos modos que lo llevaba a leer para informarse de una manera particular (y obviamente no acordé a la edad), cosas que hoy sirven entre unas sábanas. Experimentar placer lo hace sentirse vivo, de tal modo que se convierte en una necesidad básica para el amor. La primera pata especial de mi silla, la más pulida y cuidada.
Creo que una relación es así, como una silla a cuidar. Una de las patas (para David la más importante) es el sexo. Es la encargada de fortalecer los vínculos de la pareja. La amistad, el compañerismo y el deseo propio dejan de existir en ese momento de unión, para transformarse en algo mucho mejor: el amor.
El amor es la segunda pata de la silla, en una relación amorosa como la nuestra, sana, es para mí el intento de que seas feliz y eso, a la vez, es todo un paquete: libertad, esfuerzo, cariño, espacio, paz y por sobre todo confianza.
La confianza es la pata más difícil de mantener en una relación, porque se lucha contra uno mismo y contra el otro ante muchas adversidades, pero no deja de ser algo posible si el resto de las patas están en buenas condiciones. Si el buen amor y el buen sexo existe dentro de la confianza, la lealtad nece por si sola.
La lealtad es la pata de la silla que ya viene incrustada en nuestro ADN, en nuestra historia y obviamente en nuestro aprendizaje. Es nuestro conocimiento de madurez, pero a la vez también es todo lo que vivimos y las razones que nos damos para aprender a ser leales.
Toda pareja está en esta silla, pero dónde se sientan y se reclinan, dónde reposan los cuerpos, dónde se sienten cómodos o incómodos a tal punto que no se pueden sentar, es la comunicación. Es el asiento encargado no solo de dejar descansar a una pareja sino además de unir las cuatro patas y a la vez ser sostenido por ellas. Puede que haya parejas que tengan poca comunicación o un mal sexo, o buen sexo pero poca lealtad, o poca confianza pero mucho amor; hay miles de combinaciones en errores y beneficios de pareja bajo el manto de la silla, es algo universal, crease o no, son valores del amor. A nosotros nos sucede, al igual que en toda pareja, una problemática común e inestable. Hay patas que se cuidaban más que las demás y por ende, quedaban patas descuidadas. Suelo preguntarme cuáles fueron mis errores para que lo nuestro terminará así. Y de eso va a tratar este libro ¿Porque empecé por la pata del sexo? Porque comenzaremos hablando sin dudas de quién hoy está en un frasco, comenzaremos a hablar de David.
La pata favorita de la silla siempre fue para David la primordial, la que más intento pulir durante toda la relación; es para David la que no se debe dañar porque está sostiene a las demás, sostiene un peso mayor. Pues si hay buen sexo hay lealtad y respeto. El amor aflora de mi ser, pero si solo hay amor y poca pista de deseo las cosas cambian completamente. El deseo inconcluso se dispara, arremete cualquier oportunidad para obtener el deseo de ser deseado.
Siempre tuve la idea que mis travesuras de niño atrevido tenían un comienzo en una parte de mi amnesia infantil. Cuando somos completamente indefensos en el presente y futuro. Desde que me enteré lo que mi hermana sufría y calculando la edad tranquilamente podría haber sufrido algún tipo de daño colateral que cambiase mi percepción del mundo, porque nunca fui un niño muy normal en ese aspecto. De chico David era un desquiciado, malcriado, prepotente y tedioso. La separación de mis padres lo afectó todo, pasó a ser el niño especial a cuidar. Pero era un chico complicado, sin medidas de las circunstancias y de raros amigos. Dato curioso: No tuve amigos imaginarios (cosa que de mi infancia me sorprende) pero sí una fuerte imaginación. La imaginación sobreexcitada para un niño es un arma de doble filo. Era este niño el que pasaba horas en su habitación con sus juguetes, él mismo quien en clase nunca prestaba atención, o el que por las noches temblaba de miedo ante lo que podía imaginar en la oscuridad. Hijo de una madre que su tiempo solo servía poco más que para darle las cosas necesarias para vivir, con un arduo trabajo; ser madre, padre y por sobre todo mujer. Ha sabido de infidelidades de madres y de padres, se ha criado en un ambiente de gritos y llantos, de abusos y abusadores, de burlas y caricias, de peleas y espanto. Entendió que su mundo no le gustaba y decidió inventar un mundo en dónde todo ocurría a su manera, sin bien ni mal, un juguete imaginario de un niño que no hacía más que imaginar. Este mundo era completamente suyo y en él podía hacer lo que quería, lo utilizaba para transformar mi cama en un escenario apocalíptico para mis figuras de acción, dónde libran batallas explosivas, o en historias llenas de mentiras inocentes que contaba a mis amigos en las tardes de asfalto, o pequeñas historias que escribía de nula profundidad y pésima ortografía; pero siempre buscaba irse de la realidad.
Mientras iba creciendo fue experimentando aún más, informado de todo lo que tenga alrededor. Desde espiar conversaciones sexuales entre mi madre y mi hermana o mis amigos y amigas, hasta buscar en libros, películas e historietas cosas que eran de un interés más adulto. Fue forjándose en el tiempo una seguidilla de causas y consecuencias que han hecho mi comprensión del ser humano solo a través del deseo.
Estos dos mundos que nunca dejaron de existir son opuestos, pero a la vez son complementarios. El imaginario es un filtro o una membrana por la cual atravesaron y atraviesan tantas cosas como vivencias. Tengo diversas herramientas que alimentan un engranaje sin reposo, que solo está ahí, exprimiendo cada paso en esta vida. Hay veces en las que escapar un rato al mundo imaginario me hace bien, suelo imaginar escenarios, escribir tonterías, recrear conversaciones e instalar nuevos pensamientos. Cuando entro en el mundo imaginario, mi yo presente, suele disfrutar un poco más de las cosas que hay en esa maquinita que lo examina todo. Paseo sin rumbo ni destino hasta que mis pies se cansan de caminar y me tiro a un costado, no solamente del camino sino así de la vida. Ahí comienza una historia que nunca tiene fin, una respuesta sin pregunta o un recuerdo que amasijar. En ese estado soy en cierto sentido un filósofo de cartón, un psicólogo de mentira y un observador de la sociedad. Es para mí un trabajo no menor ser quien soy, es algo que disfruto.
En el mundo real David sale a luz, hoy abraza y besa más de lo común, habla hasta por los codos, sin lugar a dudas David la pasa mejor sea la situación que sea, la vive más latente. El mundo real está para vivirlo y no lo puede evitar.
El es de mi aquello que tanto te molesta hoy pero también lo que antes te molestaba. Es quien en aquellas juntas con amigos en casa de Lourdes tan cuajado parecía. Con subidas y bajadas de tono en las conversaciones, a tal punto que parecían incómodas pero también es quien hace poco salía al patio en busca de poder fumar marihuana antes de entrar a bañarse. Sigue haciendo reír, cómo en nuestros principios, pero pasó por varias facetas que quiera o no, me avergüenza. Luego de conocerte poco a poco mediante tu mirada incisiva él se fue guardando de ti. Es la sensación que tuviste alguna vez de que siempre algo oculte, pero también de mi es lo más visible. Vestido con harapos camina la vida, como si lo material no le fuese algo primordial. Lleno de sueños y fantasías, de deseo y frustración pero siempre risueño.
Hoy, que está en un frasco, puedo tener el absoluto control de David mediante mantener el control absoluto de mi vida, me reconforta de alguna manera. Me deja ser en totalidad. Pero al estar a tu lado y caminar solo ( por ejemplo) es una lucha, por un lado David que me apresura a volver a mi hogar por imaginar un miedo a que te moleste por no estar con ustedes, por otro yo que quiero disfrutar de mi y del lugar donde estoy, o de la música que escucho, o de lo que leo, o casi siempre, de lo que escribo.
En una pareja normal la suscripción del amor es propuesta ante la posesión, sin embargo nosotros somos distintos, sabemos que cada uno es individual y nuestro amor se basa en la contención, el respeto y la fluida comunicación que tenemos para lograr el hecho de elegirnos día a día; en otras palabras tu eres tuya y yo soy mío. Pero al unirnos bajo el ritual del sexo las preferencias se alborotan: yo soy tuyo y tu eres mía, entre sábanas nos pertenecemos. Es eso una relación sana, " nos dejamos ser bajo la exclusividad y la confianza" un vínculo con total compromiso y apoyo al ser amado, creciendo juntos como personas, como amigos y como amantes. Pero hay un problema muy grande hoy, quien siempre disfruto la calidad que tenemos en el sexo fue David y hoy está en un frasco.
El vidrio de mi frasco está conformado por amor propio. Cuando nos separamos, tanto en la primera y la segunda vez, no reconocí el frasco, estaba perdido con otras tonterías. Por eso hoy sentimos que está separación es distinta. Porque está vez me fui tras de mí. Para saber si mis sueños son solo eso, o hay algo más, saber si detrás de mis sueños hay un deseo que cumplir. ¿Será acaso la felicidad una travesía entre lo que deseamos y la meta del deseo?
David delante tuyo queda desnudo a tal punto que no lo puedo controlar, te toquetea, jura amarte, comparte momentos en familia como si nada hubiese pasado. Y cuando no te tiene, te extraña de tal modo que te llora cuando no estás a su lado. Es aquel que tiembla de tan solo pensar que puedes volver a hacer tu vida con otra persona, y de tan solo imaginar tu cuerpo en otras manos se parte en mil pedazos. Es quien siente que no te merece pero también quien te adora, quien te idólatra, quien te ama. Pero su lado malo sale a flote o su mala interpretación de las cosas, y discúlpame si hago un salto abrupto a la actualidad, sobre el ahora, en el final de nuestra relación pero hoy David es malo, moralmente malo. Lamentablemente me voy dando cuenta día a día que lo que estamos haciendo, eso de darnos besos y tener sexo debes en cuando está mal, porque creo que estoy prolongando tu sufrimiento alterando tu percepción de la realidad. Y aunque el siguiente párrafo nos duela y nos parta en dos, creo que ambos debemos tocar el piso en el que estamos.
Ya no te elijo, no porque hayas actuado mal conmigo, ni porque no te quiera, ni porque no valore; yo entiendo muy bien que encontrar a una mujer como vos no es tarea fácil. Pero yo ya no busco amar a alguien más, yo ya amé. Y no digo esto de boca de jarro y en unos meses te presento a mi "nueva novia", ¡No! Yo te hablo con sinceridad. Creo que mi camino es otro, y si tenés paciencia al libro pronto te enseñaré cuál es ese trayecto. Yo no creo que sea justo seguir condenando tu amor a mi, y creo que con treinta y un años vas a tener el tiempo para sanar y estar dispuesta a volver a elegir a alguien que sueñe lo mismo que vos, ensamblar una familia y envejecer juntos, creando un hogar a dónde quiera que vayan. Porque tú amas así y mereces algo así. Yo soy diferente ¿Quien carajos le da consejos al amor de su vida para que reconstruya, justamente, la vida al lado de otra persona? Un loco. Pero soy así, amo así.
El sexo es importante para mí, te mentiría si te dijera que nunca voy a tener sexo con alguna otra mujer. Hoy no, no estoy dispuesto, ni preparado, ni tengo ganas de andar conociendo personas nuevas y las personas que ya conozco y conocí a tu lado son parte de un pasado que ya no quiero en mi vida. Vos no, (porque te conozco muy bien y sé que podés interpretar mal las cosas) a vos no te puedo ni quiero dejar en el pasado. Siempre vas a ser mi presente, algunas veces un poco más de lejitos y otras veces con más cariño pero siempre voy a tratar de llevarte en mi presente y obviamente hasta donde me lo permitas.
Hasta aquí tuvimos el porqué de esta relación tan estrecha entre el deseo y David. El sexo, su gran dilema. Puede que te haya hecho algún reclamo pero nunca en lo real. Se que ser padres y formar una familia quita tiempos para otras cosas y que hacer el amor tres o cuatro veces por semana, las semanas que se puede; está perfecto. Yo soy un poco más exigente porque como ves, nunca fui un chico normal. Pero tú parte está 9/10. No te faltó casi nada para sacarte un 10/10, quizás alguna sorpresa, o algún mañanero. Pero lo que diste, estuvo perfecto. No te rompas la cabeza en eso. Yo quería más de lo normal, de lo clásico. Creo que las exigencias venían de mi parte. Yo, Emmanuel, el rey del mundo imaginario, siempre fantaseo con otras cosas y el no saber cómo pedirlas creaba un autoconsumo propio de insatisfacción en el que vos no tenes nada que ver.
Somos distintos en casi todo, y las cosas nos afectan de manera diferente. Porque fueron vidas desiguales, con valores dispares, pero aún así logramos que funcionará por doce años. Para el siguiente capítulo vamos a remarcar una diferencia en algo en lo que también somos desiguales y a la vez es la pata más difícil a sostener en una relación, vamos a hablar de la pata de la confianza.
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