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Capítulo 36

Edward se comportó como un anfitrión lleno de cortesía, prestando sus coches conforme fueran necesarios.

A Leah, Quil y Embry se les asignó el cometido de patrullar con Sam por el momento. Seth se les habría unido alegremente si no hubiera sido porque no podía soportar estar lejos de Renesmee, muy ocupada dejando fascinados a los amigos de Carlisle.

Primero fueron Peter y Charlotte, a quién Alice y Jasper habían enviado sin darles ninguna explicación.

Carlisle envió amigos desde Irlanda y Egipto; el clan de los irlandeses fueron fáciles de convencer. Siobhan era su líder, pero tanto ella como su compañero Liam, estaban acostumbrados a confiar en el juicio del miembro más joven del aquelarre. Maggie declaró que Edward decía la verdad, así que no hizo falta tocar a la niña.

Benjamín y Tia quedaron convencidos, pero Amun se negó a tocarla y quiso marcharse con su aquelarre. El primero consiguió persuadirlo de quedarse, no sin antes hacerle unas pequeñas amenazas con disolver la alianza.

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- He notado como Eleazar no paraba de mirar a Benjamín - dijo Bella cuando ya estaban en su casa.

- Eso es porque Benjamín tiene un don muy singular, - respondió Edward - tanto que a Amun le aterroriza perderlo. Igual que nosotros planeamos mantener a Renesmee fuera del conocimiento de Aro, él a intentado reservarlo apartado de su atención - suspiró - Amun creó a Benjamín a sabiendas de que iba a ser especial.

- ¿Y qué es lo que hace?

- Algo que Eleazar no había visto nunca antes, algo parecido a lo que puede hacer Evie pero sin ser brujo, algo contra lo que tu escudo podría hacer nada - sonrió - puede influir en los elementos de la naturaleza: tierra, viento, agua y fuego. Todavía está experimentando con ello y Amun pretende moldearlo para convertirlo en un arma, pero ya ves lo independiente que es, no permite que nadie lo use.

- Te cae bien.

- Tiene un sentido muy claro del bien y del mal. Claro que me cae bien.

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Rosalie y Emmett enviaron a los nómadas que pudieron localizar.

El primero fue Garrett, un vampiro de ademanes impacientes y ojos rubí. Le cayeron muy bien las hermanas Denali y se pasaba el tiempo formulando preguntas acerca de su estilo de vida poco habitual.

Mary y Randall escucharon la historia y se quedaron para atestiguar igual que los demás.

Carlisle y Esme regresaron al cabo de una semana mientras que Rosalie y Emmett lo hicieron unos cuántos días más tarde. Carlisle trajo un amigo más; Alistair era un vampiro inglés que prefería vagabundear a solas rechazando toda compañía.

Dos visitantes inesperados llegaron: dos mujeres altas y de aspecto salvaje. No llevaban nada más que pieles de animales; no solo eran sus ropas excéntricas las que les daban ese aspecto salvaje, sino todo lo que les rodeaba. Desde sus incansables ojos de color escarlata a sus movimientos súbitos y apresurados.

- ¡Zafrina, Senna! Pero, ¿Donde está Kachiri? - preguntó Carlisle - Nunca os había visto a las tres separadas.

- Alice nos dijo que necesitábamos separarnos - contestó Zafrina - es muy incómodo estar así, pero Alice nos aseguró que nos necesitabais aquí, mientras que ella necesitaba a Kachiri en otro lugar.

Las dos escucharon la historia de Renesmee y permitieron que la niña las tocara quedando igual de encantadas que los demás.

Edward quedó encantado con el don de las Amazonas.

- Es una ilusión muy impactante - explicó a Bella - puede hacer que la mayoría de la gente vea lo que ella quiera y nada más. Justo ahora tengo la sensación de estar en medio de la selva. Resulta tan nítido que es muy posible que me lo creyera si no fuera porque todavía puedo sentirte entre mis brazos.

- ¿Puedo verlo yo también? - preguntó Renesmee.

- ¿Qué es lo que quieres ver? - preguntó Zafrina.

- Lo que le has enseñado a mi papá.

Zafrina asintió y procedió a enseñarle su amada selva dejando a la niña fascinada.

Edward comenzó a enseñar a su esposa a luchar y el primero no tardó en inmovilizarla, pero al instante dio un salto y se alejó de ella.

- Lo siento, Bella.

- No, estoy bien. Empecemos otra vez.

- No puedo.

- ¿Qué quieres decir con eso? Acabamos de empezar - dijo, pero él no contestó - mira, sé que no soy nada buena en esto, pero no podré mejorar si no me ayudas.

- No puedo mirarte de esa manera, analizandote como un objetivo, buscando las maneras en las que puedo matarte... - se estremeció - además, no será necesario porque los Vulturis se detendrán. Haremos que entiendan.

- Pero, ¿y si no es así? Necesito aprender.

Edward se negó, así que Emmett se mostró más predispuesto a ayudar. Rose, Tanya y Eleazar también la ayudaron junto a Garrett y Zafrina mientras que Renesmee observaba desde los brazos de Seth.

Mientras que con Kate trabajaba en intentar proyectar su escudo fuera de su cerebro para poder proteger a otros. Únicamente Edward se prestaba a ser el conejillo de indias y recibía descarga tras descarga eléctrica; trabajaron durante horas intentando empujar el escudo a su alrededor y de vez en cuando consiguiéndolo.

Al comentar que Bella necesitaba más motivación, lo intentó con más fuerza.

- Eh - dijo Edward con voz alegre - ese apenas me ha llegado, buen trabajo Bella.

- Otra vez, Kate.

La vampiro apretó la mano en el hombro de Edward.

Él suspiró aliviado.

- Nada, no he sentido nada.

Ella alzó una ceja.

- Pues ese no ha sido nada flojo. Preparate - alzó su mano hacia Edward de nuevo.

Él se estremeció y se le escapó un siseo bajo entre los dientes.

- ¡Lo siento! ¡Lo siento!

- Estás haciendo un trabajo impresionante, Bella - comentó Edward abrazándola - apenas llevas trabajando en esto unos días y ya has conseguido hacer alguna proyección de vez en cuando.

Kate frunció el ceño.

- No lo sé, puede hacerlo mejor, estoy segura. Le falta un poco más de incentivo.

Los espectadores estaban de acuerdo con Edward, pensaban que lo estaba haciendo bastante bien.

- Kate...- le advirtió Edward cuando algo nuevo se le pasó por la cabeza.

Kate se apresuró hacia la curva del río donde Zafrina, Senna y Renesmee caminaban con tranquilidad. Seth las observaba a unos cuántos pasos más atrás.

- Nessie - canturreó - ¿quieres venir a ayudar a tu madre?

- ¿Estás loca? - rugió Bella - ¡Es un rotundo no, Kate!

La niña llegó hasta donde estaba ella y la abrazó acurrucandose contra su cuerpo.

- Pero mami, yo quiero ayudar.

Bella negó, entonces volvieron con Edward presionando su palma contra su hombro.

- Nada.

- ¿Y ahora?

- Nada todavía.

- ¿Y ahora?

- Nada en absoluto.

Kate gruñó y dio un paso atrás.

- Que a nadie le de un ataque de pánico - advirtió Zafrina al pequeño grupo de espectadores - deseo ver cuánto puede extenderlo.

Todos los presentes emitieron un jadeo de sorpresa. Los ojos de Eleazar, Carmen, Tanya, Garrett, Benjamín, Tia, Siobhan y Maggie parecían ahora desenfocados y sus expresiones estaban llenas de ansiedad.

- Alzad la mano cuando recuperéis la visión - les dijo Zafrina - vamos, Bella. A ver a cuántos puedes cubrir con el escudo.

Bella apretó la mandíbula y empujó de nuevo intentando extender la lámina protectora elástica que se resistía lo más lejos posible de ella. Poco a poco la condujo hasta Kate y gruñó por lo bajo con alivio cuando sus ojos pestañearon y se  concentraron. 

La vampira alzó la mano.

- Fascinante - murmuró Edward - apuesto a que Kate podría lanzarme una buena descarga ahora porque está dentro del paraguas.

Bella ahora lo extendió hacia Garrett que era el que estaba cerca de Kate, y éste alzó la mano.

- Muy bien - la felicitó Zafrina - ahora...

- ¿Puedes darme un minuto? - jadeó Bella.

- Claro - replicó, y los espectadores se relajaron cuando les permitió ver de nuevo.

- Kate - la llamó Garrett.

- Yo no lo haría, Garrett - le advirtió Edward.

Garrett avanzó hacia Kate a pesar de la advertencia con los labios fruncidos.

- Dicen que puedes tumbar a un vampiro de espaldas.

- Sí - admitió ella, y después de una sonrisa ladina, removió juguetona los dedos en su dirección - Qué, ¿sientes curiosidad?

Garrett se encogió de hombros.

- Es algo que jamás e visto, y parece algo exagerado...

- Quizá - respondió Kate seria - o quizá solo funciona con los débiles. ¿Crees que puedes resistir a mi don? - extendió la mano en su dirección con la palma hacia arriba.

Garrett sonrió ante el reto, tocó su palma con el dedo índice muy seguro de sí mismo hasta que se le doblaron las rodillas y cayó al suelo.

- Ya te lo dije - masculló Edward.

Los párpados de Garrett temblaron durante unos segundos y después abrió los ojos como platos. Se la quedó mirando y sonrió maravillado.

- Guau.

- ¿Has disfrutado?

- No estoy loco - rió Garrett sacudiendo la cabeza mientras se levantaba con lentitud - ¡Pero ha sido toda una experiencia!

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- ¿Os ha enviado Alice? - preguntó Carlisle.

- Nadie nos ha enviado.

- ¿Entonces que os trae por aquí?

- Las palabras vuelan, Carlisle. Hemos oído por ahí que los Vulturis se estaban organizando para ir a por vosotros. Hay rumores también de que no estaréis solos, y por lo que veo, son ciertos.

- No estamos desafiando a los Vulturis - se tensó Carlisle - ha habido un malentendido, eso es todo. Lo que estáis viendo son testigos, nada más, porque solo necesitamos que los Vulturis nos escuchen.

- No nos preocupa lo que digan que habéis hecho, y nos da igual si habéis incumplido la ley.

- Hemos estado esperando un milenio y medio para que alguien desafiara a esa escoria de los Vulturis; y si hay alguna oportunidad de que caigan, queremos estar aquí para verlo. O para ayudar a derrotarlos.

Bella acercó a Renesmee a los dos vampiros recién llegados.

- Vaya, vaya, Carlisle, pero que chicos más malos habéis sido, ¿eh?

- Ella no es lo que crees, Stefan - respondió Edward.

- Y nos da igual de todos modos - respondió el rubio - como ya os hemos dicho antes.

- Entonces sois bienvenidos como observadores, Vladimir, pero nuestro plan no es para nada desafiar a los Vulturis, como también hemos dicho antes.

- En ese caso, cruzaremos los dedos - comenzó Stefan.

- Y esperemos tener suerte - finalizó Vladimir.

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