18. Magia
—¡Jack! —llamó ella, tomada de la mano de Rosaline, pero la chica se la llevó de un tirón. ¿Habría escuchado?
Se buscaron con la mirada. Emily era tan bajita, que lo único que podía hacer era mirar al otro lado de la pista entre el mar de gente, preguntándose cuál de todos esos pies con sandalias serían los suyos. Otra de sus brillantes ideas que ahora le jugaba en contra.
Después del vals en la primera canción, el DJ cambió a un rock de los ochenta. Así, las parejas se separaron, la abuela de Jack quiso sentarse, y él pudo moverse. Ya que Emily con su uno cincuenta de estatura se perdía en la multitud, Jack tuvo que seguir la cabeza de Rosaline para llegar a ella.
Le tomó una canción más llegar a donde Rosaline saltaba y daba patadas al aire a modo de baile.
—¿Emily? —habló él.
—Bonjou, Jack —le saludó Rosaline. Y lo tomó para bailar la siguiente canción.
Pero allí no estaba Emily.
—¿Emily? —preguntó él, esta vez dirigido a Rosaline.
La chica se encogió de hombros y señaló hacia la multitud en la pista. ¿Por qué demonios todo el mundo se había parado a bailar?, ¿por qué tenían todos que ser tan altos?
Aunque, un segundo...
—Rosaline, ¿dijiste bonjou?
—Bonjou —repitió la chica, asintiendo—. Parles-tu français, Jack?
El chico asintió.
—¡Dios, Rosaline! Emily habla muy bien el francés, de haberlo sabido antes... Bueno, ya no tiene caso —dijo Jack, al percatarse de que la chica no le entendía, él apenas sabía dos o tres frases en ese idioma.
Jack creía conocer mucho sobre el mundo, pero no tenía idea de que en Haití hablaban francés; para saber eso habría necesitado el wifi. Emily tampoco tenía idea. A Rosaline no le gustaba mucho el francés, ni se le pasó por la cabeza intentarlo.
Aunque eso no era lo que le importaba ahora a Jack. Dejó a la chica bailando con una de las damas.
Emily se había movido con facilidad entre los asistentes y había llegado hasta la esquina donde antes estaba Jack, solo para encontrarse a la abuela con alguien más. No veía nada, sería imposible encontrarlo.
Entonces se fijó mejor, la abuela estaba bailando con Noah.
—¡Emily! —él la estrechó para darle un abrazo, ella correspondió, pero para cuando menos se dio cuenta, ya la había llevado a bailar de nuevo.
—Felicidades, Noah. —Aprovechó para felicitarle.
—Creíste que no lo lograría, ¿eh? —bromeó él.
—Sabía que sí, pero es que las niñas de secundaria no estaban hechas para apreciar lo dulce que eres.
—Dios, era un desastre, ¿verdad? —Le sonrió él. Ambos se permitieron recordarse siendo unos niños—. Nunca entendí por qué saliste conmigo, Emily, pero que bueno que eso no impidió que organizaras la boda. No sé qué habríamos hecho sin ti. Esto es un sueño hecho realidad. Nunca me cansaré de agradecerte.
—Gracias —se ruborizó ella—. Pero sabes perfectamente por qué quise salir contigo —añadió—. O sea, ahora veo que solo querías ser un buen amigo, pero en ese momento no había nadie que me prestara tanta atención y me tratara bien. Me conquistó que fueras tan dedicado intentando animarme. Con lo de las flores, los chocolates y esas cosas.
—No sé de qué me estás hablando. —La expresión en rostro de Noah cambió de divertida a confundida.
—Las que dejabas en la mesa de tu casa para mí —aclaró ella.
—¡Ah eso! No, no era yo, era Jack el que dejaba esas cosas —soltó Noah como cualquier cosa.
—¿Qué? —Emily casi lo suelta en ese momento.
—Sí. No le gustaba verte triste, me preguntaba por ti todos los días. Es más, creo que casi golpea a tu ex. Hasta sentí celos en algún momento —río él—. Antes de eso no sabía que ustedes eran tan buenos amigos, por eso me alegró que pudieran volver a convivir estos días. —Sonrió él, genuinamente feliz e ignorante de la realidad.
Noah estaba ciego, pero tampoco es que ella tuviera mucho más campo de visión, al parecer.
Hubo un nuevo cambio de parejas. Emily quería salir de allí, pero ahora todo el mundo se iba intercambiando y no le dieron oportunidad de soltarse. Además, estaba procesando mucha información, su cuerpo estaba suspendido mientras su cerebro trabajaba.
Pasó a manos de una de las damas por media canción. Bailaba por inercia, para que no la golpearan los demás. Luego, compartió un breve abrazo y medio segundo de baile con Mavis, antes de que alguien más se la llevara. La madre de Noah se alegró de verla, hablaron poco mientras se movían al compás de la música, pero la mente y el corazón de Emily estaban en otro lado.
Su cuerpo iba de aquí para allá. Un primo de los Brown, la madre de Mavis, un nene de unos seis años que iba de mano en mano... Y luego, unas manos firmes y un aroma a coco tostado. Emily salió del trance cuando escuchó su voz.
—Te tengo —le sonrió él. Así se sentía, como si sonriera solo para ella.
Ya no me sueltes, pensó Emily. Era demasiado para decirlo en voz alta, en cambio, dejó que la sonrisa se le extendiera a todo el rostro.
—¿Me estabas buscando? —indagó él con un tono pícaro para retarla. La cosa es que Emily no tenía problemas para admitir que quería verlo.
—Sí —confirmó—. No leí tu carta, pero, quería decirte que... —Emily titubeó un segundo, perdida en los ojos de Jack. Con una sonrisa indeleble, afortunada de haberlo encontrado, en todos los sentidos—. Te escucho.
Jack tenía a Emily rodeada por la cintura, se movían al compás de una canción lenta. A lo mejor la historia era muy larga, tal vez lo mejor era llevarla a la playa para contarle todo paso a paso. Pero no quería soltarla. Quería abrazarla, quería cargarla, quería pedirle que no se soltaran nunca más.
—Si no leíste la carta, ¿qué te hizo cambiar de opinión? —preguntó él.
—Mavis me contó lo de en la mañana.
—Fue lindo ver que le importo tanto —comentó con una sonrisa curvando sus labios—. Igual la carta no era una explicación como tal, eran más bien disculpas. Pero supongo que ya sabes lo que pasó con Stella.
—Digamos que Mavis me contó el panorama general.
—Es decir, todo —adivinó él.
—Sí, básicamente. ¿Por qué no me dijiste nada antes?
—Bueno, no suelo presentarme con las personas con «hola, soy Jack, ¿sabías que iba a casarme yo también? Pero luego mi prometida me engañó y se jodió todo». Le pedí a Noah que no le contara a la nueva organizadora sobre los planes anteriores, pero claro, no sabía que eras tú.
—¿Es eso lo que querías hablar después de la boda?
—Si... —Jack hizo una pausa intentando encontrar las palabras. Para ese punto, su baile se había convertido en un compás lado a lado, no podía pensar en pasos más elaborados—. Se supone que iba a hablar con Stella pasada la boda, para saber qué pasaría con nuestra relación. Y ya había decido que no quería estar con ella de cualquier manera, poco antes, fue entonces cuando Noah y Mavis retomaron los planes de la boda. No le cancelaron a los invitados, ni la reserva, creo que solo tuvieron mucha fe.
—¿Y por qué?, ¿qué te hizo decidirte entonces? —A Emily no se le pasaba por la cabeza, que aquello pudiese ser indiscreto de su parte.
—Yo... solo lo sabía. Lo sabía muchísimo tiempo antes, pero algo en mí se negaba a aceptarlo. Sé que Mavis la odia y cree que es una persona horrible, pero yo la quería.
Jack cuidaba sus palabras con extremo cuidado. Se sentía horrible por estar hablando con Emily sobre su ex, pero era verdad: la quería. ¿No sería peor si de alguna forma había estado a punto de casarse con una persona que no quisiera? Debía ser honesto.
—Dios, lo siento. Esto es lo que quería evitar. Creí que si hablaba con ella y cerraba ese capítulo de mi vida no tendrías que enterarte de todo el drama. O al menos sería algo lejano y sin importancia para entonces. —Jack miró al techo como si allí se encontraran sus palabras. Emily lo imitó, pero no había nada allí arriba—. No quería besarte, o sea, si quería, pero no quería. Y luego fue inevitable. Entonces era demasiado tarde para ponerme a explicar las cosas, ¿sabes? No quería ponerme a hablar de mi ex después de besarte.
Emily se imaginó la situación. Sí, era muy probable que Jack hablando de su ex justo después de besarla cortara toda la magia. De alguna forma podía entender como ese plan había hecho sentido en la cabeza de él.
—¿Y cuándo llegó?, ¿por qué no me dijiste nada?
—A ver, por como resultaron las cosas, ahora veo que me equivoqué, pero te cuento lo que pensé en ese momento. En cuánto ella apareció, mi plan de mantener esa relación como un capítulo pasado y lejano, se fue a la mierda. Y tuve que pensar en otra cosa.
»Si te detenía y te decía que no era lo que parecía; iba a parecer que era justo lo que parecía. Porque sí lo era, pero no. ¿Entiendes?
Extrañamente, Emily entendía. Asintió.
—Y mi ruptura con Stella era algo personal. Por eso quería separarlo de ti. —Se tomó un momento más para ordenarse—. Ahora suena a que fue una estupidez, tampoco es que tuviera mucho tiempo para planearlo. Creí que si hablaba con ella y luego iba a hablar contigo todo se solucionaría, porque no había forma de tener una conversación civilizada si intentaba hacer las dos cosas al mismo tiempo.
»Pero claro, desde tu perspectiva parecía otra cosa. Y lo siento mucho. No imaginaba que tú pensarías que estaba jugando contigo o que quería que planearas mi boda...
Emily notaba el esfuerzo que toda esa plática suponía para él. Lo veía por la forma en que perdía sus ojos en la nada, encontrando las palabras. Para Jack era muy importante que ella lo entendiera. A pesar de que se equivocó, a pesar de que hizo todo mal.
Cuando Emily lo soltó, pensó que no lo había logrado, Emily no había entendido y él era un idiota. Sin embargo, ella deslizó la mano por su brazo hasta tomarlo de la mano, y con un gesto, se lo llevó hasta la playa.
Caminaron en silencio. Emily no era muy buena con las palabras, no tenía idea de qué debía decir o hacer ahora que había entendido todo. Él se había esforzado en hacer lo mejor, para actuar y al explicarse. Ella no tenía idea de cómo describir el sentimiento que crecía en su corazón cuando estaba cerca de él; tendría que esforzarse por explicarlo, como lo hizo él.
Se tiró en la arena a la orilla de la playa, bajo la atenta mirada del guardia que los creía un par de borrachos que no podía permitir que muriesen bajo su custodia. Jack se tumbó a su lado observando la luna llena.
Entonces, ella recargó su cabeza en el hombro de Jack. Y él dejó de pensar. Hizo lo que su corazón le exigió en ese momento: plantarle un beso en la sien. Después su corazón le pedía seguirla besando. Empezó a recorrer su rostro con los labios. Ella sonreía.
Sus labios estaban a un palmo de tocarse. Jack se detuvo allí porque sintió la duda en la mirada de ella. Emily se detuvo porque aún tenía algo que decir.
—¿Qué pasa ahora? —susurró, resistiendo las ganas de romper la fina línea que separaba sus cuerpos, la clara división de donde terminaba Emily y empezaba Jack.
—Bueno... Tenemos una fiesta por delante hoy. Y nos quedan unas dieciocho horas más aquí antes de volver...
Emily entendió que quizá eso sería todo, dieciocho horas más para estar con Jack, antes de tener que separarse. Su mirada era totalmente trasparente a los ojos de él.
En el fondo, Jack era un niño asustado. Tenía miedo de enamorarse otra vez y salir herido. Pero a esas alturas, alejarse de Emily era imposible; y una vez cerca, amarla sería inevitable.
Volver a retrasar lo inevitable no le había traído nada bueno la última vez.
—Y cuando regresemos, me gustaría invitarte a salir —agregó.
La mirada transparente de Emily se hizo presente de nuevo, esta vez trasmitía alegría. Aunque incluso alguien que mirara desde afuera se daría cuenta, por la forma en que ella movía los pies de un lado al otro, signo del baile interno que se había apoderado de ella.
—¿A dónde? —preguntó Emily, como si aquello fuera una negociación, como si no fuera a aceptar cualquier cosa.
—¿Qué tal...? —dijo Jack mientras intentaba pensar en un lugar que le gustara a ella—. Un restaurante. Hay un sitio al que siempre he querido ir, está en lo alto, tiene vistas lindas de toda la ciudad, y dicen que la comida es muy buena.
—¿Cena?, ¿comida?, ¿desayuno?
—Cena. De esas en las que yo paso a recogerte a tu casa, te llevo flores y todo eso.
Emily estaba encantada con la propuesta, firmaría cualquier papel que le pusieran en frente.
—¿Rosas?
—No, unas orquídeas, son tus favoritas.
—¿Cómo lo sabes?
Jack se quedó de piedra y abrió mucho los ojos. La había cagado. Intentó tartamudear alguna vaga excusa, pero no tenía caso. Ahora Emily se reía en su cara.
—Siempre pensé que había sido Noah, ¿sabes? —respondió ella, risueña.
—Estabas más contenta creyendo eso, y yo lo único que quería era eso, verte contenta.
Allí estaba esa cosa rara de la magia otra vez. Porque a Emily le gustaban las orquídeas, ya que Jack se las regalaba cuando eran jóvenes; pero Jack creía que eran las favoritas de ella desde antes porque... digamos que fue una corazonada.
Había magia. Allí, en ese mismo sitio. En la mirada que se dedicaron. En la luna, bañándolos. Y en la chispa que sintieron cuando sus labios finalmente se tocaron.
¿Sabían que en Haití se habla frances? Yo tampoco, una lectora me lo dijo y me pareció un buen toque.
Llegados a este punto, el final de la historia (sin contar el epílogo), hay muchas más cosas que podrían pasar, pero personalmente me gusta más imaginarlo. Imaginemos juntos, ¿qué será de estos dos una vez que dejen la isla?
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