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16. Carta de Jack

carta de Jack

por favor no la tires :(

prometí ya no molestarte, léela después de la boda

Deslizada bajo la puerta estaba el intento de Jack por reconciliarse con ella. A pesar de que Emily quería hacer lo que le pedían no hacer en la segunda línea, la guardó, porque no le vendría mal comprender las cosas una vez que estuviera lejos del drama.

Ahora tenía que preocuparse por quitarse toda la arena en la ducha y arreglarse para la ceremonia.

No tenía ropa bonita, había desperdiciado su mejor vestido con Jack siguiendo su instinto. No volvería a confiar en esa cosa, solo había aparecido para arruinarla y no le había advertido del idiota que tenía a lado y del que había empezado a encariñarse.

Estaba envuelta en una toalla, cuando Rosaline tocó a su puerta llevándole ropa. La prenda era hermosa, un vestido anaranjado largo con chifón encima; la pierna descubierta; con algunos nudos al costado del escote.

—Es bonito, Rosaline —comentó ella, la chica se vería preciosa.

Pou ou. —Rosaline extendió el vestido como para medírselo a Emily, aunque ya sabía que le iba a quedar, llevaba toda la semana reservándolo porque entre todas sus prendas era el que mejor le quedaría a su amiga.

—Ah, no podría. —Lo devolvió a sus manos—. Me has tratado muy bien Rosaline, pero no puedo. Gracias. Es más, ten esto también —Emily tomó de su cama los audífonos y se los regresó.

Rosaline se puso el aparato en los oídos, pero no se escuchaba nada. Le regresó a Emily sus audífonos descompuestos.

Emily estaba en un conflicto, entendiendo que si ella no le había dado aquello, tenía que haber sido Jack. Pero ahora no podía permitirse apreciarlo a él por ser lindo con ella, aun cuando se suponía que la odiaba.

Rosaline aprovechó la confusión para meter a Emily al baño con el vestido en mano. Emily se lo probó a regañadientes porque Rosaline estaba afuera gritando cosas que no entendía, pero parecían amenazas.

Cuando la mujer salió, Rosaline se felicitó a sí misma por el buen ojo que tenía con las tallas, le iba perfecto. A ella siempre le había quedado grande, ahora entendía que estaba diseñado para alguien con el cuerpo de Emily. Hacía resaltar su cintura; se le ajustaba al cuerpo; le levantaba el busto; los nudos al costado daban un toque sensual; y lo de la pierna descubierta la hacía ver más alta.

Vamos, ese vestido era más mágico que la maldición de bruja milenaria de Noah.

Pafè —dijo Rosaline mirándola al espejo y haciendo una seña de aprobación con la mano.

Rosaline hizo de estilista para que su amiga quedara preciosa. Le puso unos toques de maquillaje en el rostro; le colocó el bloqueador con cuidado; secó, peinó y decoró con flores su cabello. Luego, le fue dando instrucciones a Emily para que ella hiciera lo mismo con ella. Como un par de barbies de tamaño real.

Mientras tanto, Emily seguía procesando todo lo que había pasado. Ahora su cerebro la bombardeaba con cosas lindas sobre Jack. Lo mucho que le gustaba, lo bonito que olía, como él la cuidaba en cada pequeña ocasión y lo bien que se la había pasado en la naturaleza gracias a él.

Luego, mientras contemplaba el resultado final de sus peinados y lo contenta que estaba Rosaline a pesar de lo mala que era Emily para maquillar, pensó que aquel viaje había valido la pena. Había hecho una amiga.

Aunque ya no fuese su trabajo, Emily quiso dar un rondín para verificar que todo estuviera en su lugar. Faltaba todavía una hora para que empezara la ceremonia.

Pensaba dar su paseo con Rosaline, pero a ella se la llevó la jefa de la cocina casi arrastrada de las orejas. No entendió lo que le gritaba, pero al parecer Rosaline había abandonado su puesto de trabajo para arreglarla.

Emily ya casi había terminado su supervisión, moviendo algún que otro adorno por allí. Si tuviera que volver a planear una boda en conjunto, Elías sería su persona elegida. Solo había apuntado doce correcciones en su lista, aunque la mayoría de ellas eran culpa de la boda doble de último minuto.

Ahora iba por los pasillos, desiertos porque todo el mundo se estaba arreglando a prisa en sus habitaciones. Todavía no era esa hora en que los hombres persiguen a sus impacientes hijos por los pasillos mientras sus esposas terminan de maquillarse.

Entonces vio algo como sacado de una película de terror: Se encontró con Mavis, ya con su vestido de novia, caminando sola por los pasillos. La novia, sola, caminando con su vestido blanco como si nada.

La mujer estaba despampanante, el vestido se ceñía al cuerpo antes de acamparse; desde el pecho hasta las mangas estaba hecho de encaje y piedras brillantes. Pero Mavis lo portaba sin mucho cuidado.

—¡Emily! —saludó—. Acompáñame.

Se supone que la novia debía estar acompañada de las damas para que cuidaran de su hermoso y caro vestido antes de la ceremonia. A Emily le tocaría hacer en trabajo de las tres damas. Caminó detrás de ella, cuidando su peinado y las mangas de las ramas de los árboles; además de procurar mantener lejos de la suciedad la caída del vestido. Maldito hotel en medio de la naturaleza.

—Acabo de pasar la mayor vergüenza de mi vida, Emily —confesó Mavis, aunque parecía más bien risueña.

—¿Qué pasó? —Emily ya estaba haciendo un montón de escenarios en su cabeza. Por eso no podía descuidar la boda, todo estaba saliendo mal.

—Fui a hablar con Noah. —Emily casi se desmaya de solo pensar en que el novio la había visto con el vestido puesto—. Le dije: oye, sé que es tu hermano y no debería meterme, pero esta también es mi boda y ahora vamos a ser todos parte de la misma familia, ¿no? —recitaba ella con el mismo tono de voz que debió haber usado. A Emily le dio un vuelco el corazón, pero se limitó a mover el vestido antes de que se atorara con unas ramas—; y no puedes permitir que Jack se case con la tipa que lo engañó, lo abandonó y luego apareció en nuestro barco como si nada exigiendo que se le incluya en la boda otra vez.

—¿Qué? —soltó Emily. En su momentáneo descuido, casi deja que se le atore el peinado a Mavis con un árbol.

—Perdón, querida, se me olvida que no estás enterada de todo el asunto. A ver, te lo resumo: Jack y Noah se nos propusieron a Stella y a mí más o menos por la misma época. Así que, les pareció buena idea hacer una boda doble. A mí ni me cayó nunca muy bien ella, pero a Noah le hacía mucha ilusión compartir un momento tan especial con su hermano.

»Rentamos la isla, hicimos la lista de invitados y una que otra cosa más. Pero luego, la... desgraciada, de Stella, se acostó con no sé quién y cuando Jack la descubrió la... maldita, se justificó diciendo que no era justo que Jack hubiese experimentado más que ella cuando era joven. Que de cierta manera ella tenía derecho.

Se notaba que a Mavis le estaba costando mucho no decir malas palabras. A Emily le estaba costando decir palabras en general.

—Y Jack canceló la boda —concluyó Emily.

—¡No! Pero que bueno que estás de acuerdo conmigo en que era lo más lógico. Jack le dijo que podían darse un tiempo para que ella experimentara lo que tuviera que experimentar, y ya hablarían después. La tipa aceptó, porque no es estúpida: Jack le estaba dando permiso de engañarlo y luego volver como si nada. Pero Stella dijo que no quería presiones, así que hablarían hasta después de la fecha planeada para la boda. Jack tenía esperanza de que cambiara de opinión.

»Noah no quería ponerle presión a su hermano, así que todo lo de la boda se quedó suspendido. Fue hace apenas una semana que Jack dijo que ya no quería volver con Stella; entonces Noah se permitió seguir con los planes. ¡Pobre Jack!, él no sabía que nosotros no habíamos querido seguir con los planes sin su aprobación y se sintió muy mal. Por eso se ofreció a ayudar con lo que hiciera falta, venir hasta aquí con una semana de anticipación y todo. En general, hizo todo lo que pudo para compensar algo que ni siquiera era su culpa.

Emily ahora sabía perfectamente dónde había quedado la mentira de Jack la otra noche. La recompensa cerebral por esa pequeña deducción no duró lo suficiente, ahora tenía más preguntas. ¿Por qué Jack había decidido dejar atrás a Stella con una semana de antelación a la boda?, ¿había entonces una pequeña posibilidad de que no fuera un maldito mentiroso?

Necesitaba leer esa carta.

O no. Al diablo la carta, necesitaba ver a Jack. Ahora tampoco ella quería que se casara.

—La cosa es que allí voy yo —continuó Mavis, haciendo a Emily volver de sus pensamientos a la vida real—, a decirle a Noah que no puede dejar que su hermano se case con esa tipa. Le digo todas las razones a él y a Jack que también estaba allí cambiándose. Armo un escándalo y... —Mavis hizo una pausa, ahora sí, avergonzada—. Los dos desgraciados se burlaron de mí.

—¿Burlarse?

—¡Sí! Se echaron a reír —admitió—. Jack me dijo que Stella ya ni siquiera está aquí, se fue junto con los técnicos en la mañana. Noah dijo algo como «gracias por preocuparme tanto por mi familia, cariño. Te amo» —imitó ella poniendo una voz burlona—. Y o sea, yo también lo amo, pero eso no me quita la vergüenza. Dios, hasta me escabullí de las damas para hacer mi drama —rememoró avergonzada.

Emily sentía una irremediable sonrisa formarse en sus labios.

—Entones... ¿Jack no va a casarse? —necesitaba esa confirmación verbal para no dejar a su corazón ilusionar en vano.

—Por suerte —confirmó ella. Mavis estaba demasiado preocupada por volver a con sus damas para percatarse de como se iluminó la mirada de Emily en ese momento y el alivio que supuso aquello.

Emily estaba procesando la información que recién llegaba a su cerebro para darle orden de nuevo a todos los pensamientos venenosos que tenía sobre Jack. Fue entonces que las damas hicieron acto de presencia, desarregladas también por estar buscando a la novia en todos lados. Se juntaron como un escuadrón para llevarla de vuelta a arreglarse. Le prometieron que cuidarían bien de ella y no volverían a quitarle los ojos de encima, pero Emily las siguió porque tenía una pregunta más.

—Mavis —llamó ella, la mujer volteo a verla a pesar de que las damas intentaban acomodar su peinado—, ¿por qué elegiste este lugar para la boda?

Mavis sonrío como si hubiera estado esperando responder eso desde hace mucho.

—Un día Noah estaba mostrándole a sus abuelos unas fotos familiares, se alejó un momento y ellos me dejaron el teléfono a mí. Entonces, vi que tenía muchísimas fotos de playa guardadas en una carpeta que decía «boda». —Mavis sonrió y se encogió de hombros—. No sé, a mí el lugar me daba igual, lo único que me interesa es casarme con él. Y eso de la playa parecía importante para él, yo solo quería hacerlo feliz. Le dije que tuve una corazonada —admitió, encogiéndose de hombros.

Emily comenzó a creerse un poco más eso de la magia. La bruja milenaria aquella, tenía métodos misteriosos.

Ay me encanta poner amistad en mis historias, es lo más bonito cuando los personajes no solo encuentran una relación sino también amigos.

¿Ya perdonamos a Jack?

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