13. Dos verdades, una mentira
Esa mañana Emily perdió más cabello del que le crecía en un mes. El ensayo de la boda tendría que ser mañana, y ellos seguían varados sin poder comunicarse al exterior.
Las pocas cosas que podían hacer para avanzar su planeación, no tenían ningún caso sin la seguridad de que alguien vendría por ellos. El desayuno casi no le supo a nada, solo podía pensar en el potencial peor desastre de su carrera.
Perdieron el tiempo ideando planes nuevos, pero siempre que estaban cerca de encontrar algo, se topaban con que si o si necesitaban ayuda exterior. Rosaline subió al techo e hizo binoculares con sus manos; más tarde Emily le subió unos binoculares de verdad. Pero no había más que agua salada por allí.
Jack empezó a plantearse por cuánto tiempo podrían sobrevivir en esa isla con la comida que había; trajo a su memoria todos los conocimientos de supervivencia que tenía. Emily se planteó cuánto tiempo podría sobrevivir con sus ahorros si le despedían; trajo a su memoria todos los compañeros de trabajo a los que alguna vez les había prestado dinero.
Para las dos de la tarde, Jack tenía la cara recargada sobre sus brazos y se limitaba a hacer un vago intento por mover la perilla y recitar un saludo en bucle esperando que alguien le escuchara. Entonces, una voz salió del aparato.
—¿Hola?
—¡Hola! —saltó Jack, saliendo de su estado a medio soñar.
—Oh, increíble, al fin volvió a funcionar esta cosa. Habla Elías de Caribbean Escape.
Emily y Rosaline también se acercaron al aparato.
—Hola, hola. —Jack seguía en shock, ya ni siquiera él creía que esa cosa funcionara—. Me llamo Jack Brown, nos conocimos en el aeropuerto. Estoy aquí con la señorita Emily Moore, organizadora de la boda, y Rosaline, la señorita que nos recibió.
—¿Están todos bien? Nuestros sistemas dicen que la tormenta no afectó en gran medida la isla, pero no habíamos podido comunicarnos antes.
—Sí, sí. Bueno, se cayó la torre del wifi, pero nadie resultó herido.
—Me alegro muchísimo señor Brown. De parte de la compañía nos gustaría ofrecerle unas sinceras disculpas y por supuesto una compensación por el servicio. Queremos que sepa que de este lado hemos estado sumamente preocupados por su seguridad y por la organización de su boda. No hemos logrado a contactar a los novios: la señorita Mavis, el otro señor Brown, y el otro número con el que intentamos...
—Sí, sí. Muchas gracias Elías —interrumpió él—. Nosotros logramos avanzar con los preparativos de este lado, ¿ya es seguro viajar?
—Completamente, señor. Múltiples embarcaciones han partido ya, se pronostica un clima estable a partir de ahora.
—Perfecto. Entonces, en vista de que los invitados empezarán a llegar mañana por la tarde, creo que la señorita Moore querrá hablar con usted.
—Habla Emily Moore —intervino ella.
—Buenas tardes, señorita Moore, mi nombre es Elías de la compañía Caribbean Escape, quisiera reiterar que nos sentimos profundamente apenados...
—Gracias por las disculpas, pero creo que el tiempo es una prioridad. Y ya que esta boda es tan importante para la compañía, necesito que me consiga unas cosas.
Elías no pudo verlo, pero en ese momento su interlocutora dio un dedazo para ver la extensión de su documento de la boda, y aun con tres movimientos no llegaba al final. Si Elías lo hubiera visto, habría optado por ir al baño antes de la terrible lista de la organizadora y no después, cuando su vejiga podía bien demandarlo por explotación.
Emily no aceptó un no por respuesta a ninguna de sus peticiones, Elías lamentó no haberse subido a esa lancha con ellos para escapar de esta tortura. Ese día, Elías no tuvo tiempo ni de comer, corrió de una tienda a otra con el teléfono en la oreja haciendo pedidos de último minuto. También se volvió el secretario desde tierra, porque Emily le encargó hacer llamadas a personas clave para comprobar si sus vuelos iban bien, además del estado de las damas y padrinos.
Por suerte, todo parecía marchar con normalidad allá. Si todo salía bien, ni los invitados ni los novios tendrían que darse cuenta de los inconvenientes. Incluso dirían que lo de quitar el wifi fue intencional.
El resto del día, les tocó hacer labores de limpieza en los espacios más indispensables. Aunque prometieron llevar gente de apoyo por la mañana siguiente, Emily no podía poner en riesgo las partes más claves.
Los pendientes más pesados del día, ni siquiera habían llegado, aún tenían que acomodar la recepción para el ensayo de la boda y ayudar a Rosaline a transformar los abandonados ingredientes de la cocina en comida para recibir a cien personas.
Aunque el trabajo de Rosaline era titánico, a la chica no le gustaba que otras personas metieran mano en su cocina, así que los trabajos que asignó a los otros dos fueron mínimos. De cualquier manera, lo más complicado se haría mañana cuando el resto de sus compañeros llegaran en su rescate.
Viendo que Rosaline no quería su ayuda, Emily y Jack se dedicaron a arreglar la recepción de los invitados y las mesas para el ensayo. Se les dio bien fingir que no estaban esperando volver a quedarse solos desde la noche anterior.
Su primera labor era transportar las sillas y mesas de la bodega. Él llevaba las mesas, ella las sillas.
—Tengo algunas preguntas para ti —soltó Jack antes de hacerse con una mesa, Emily supo que era la parte más primitiva de su cerebro la que disfrutaba la forma en que los brazos de él se ensanchaban cuando cargaba cosas.
—Espero que no sean indispensables porque no creo que Elías acepte más pedidos ya.
—No son sobre la boda.
Emily no supo que más articular, solo le salió un «ah», hueco e incómodo.
—Bueno, pregunta
—¿Por qué me odias?
Aquello hizo que Emily encarnara las cejas y detuviese el paso un segundo.
—¿Yo?, no te odio.
—Bueno, no, ahora no, pero hablo de en la escuela.
—Porque tú me odiabas a mí —respondió concluyente.
—¿Yo?, no te odiaba.
Ambos se dedicaron a extender las patas de la mesa y acomodarla.
—A ver, juguemos a dos verdades y una mentira —propuso él.
—¿Qué es eso? —Emily sabía que se había perdido muchas experiencias en la escuela, pero estaba segura de que eso se lo acababa de inventar Jack.
—Hacemos tres preguntas cada uno y respondemos dos con la verdad, pero se permite mentir en una de ellas.
—¿Qué sentido tiene eso?
—Mantiene el misterio.
—Te lo acabas de inventar —apuntó ella.
—Oye, no le quites el crédito a Alf, a él se le ocurrió la idea una noche que estaba muy drogado. Y es divertido. Debes medir bien cuándo usar tu mentira porque solo tienes una. Y luego toca sacar conclusiones sobre dónde crees que el otro mintió.
A ella no le convencía mucho, pero aceptó. Jack le cedió la primera pregunta a Emily.
—Bien, formularé mi pregunta de otra manera. Suponiendo que no me odiabas... ¿Por qué evitabas todo contacto conmigo? En la escuela; en tu casa, ni me mirabas o pasabas el tiempo fuera y no cenabas con tu propia familia si estaba yo.
—¿Qué? Estás equivocada, yo no cenaba con mi familia nunca, no tenía nada que ver contigo.
—Pero tu madre dijo que...
—A mi madre siempre le gustó mantener las apariencias. No quiso que supieras que su adorado hijito no compartía la mesa con ellos. Dejé de cenar mucho antes de que tú siquiera aparecieras. A ti nunca te tocó verlo porque mi madre siempre fue experta en ocultar los problemas de su matrimonio con las visitas, pero mis padres se llevaban fatal.
Emily asintió asumiendo aquella información, no supo qué decir. Ahora parecía muy tonto creer que ese problema se centraba en ella. Una parte de ella deseó haberse dado cuenta de eso para hacer algo al respecto.
—Siempre creí que te caía tan mal que preferías no estar en tu propia casa si estaba yo.
—Un poco narcisista de tu parte, pero te perdono. —Jack le sonrió y Emily correspondió por instinto—. Me toca. Antes evadiste la pregunta: ¿cómo imaginas tu boda? No puedes decirme que nunca has hecho el plan en tu cabeza cuando te dedicas a esto.
Ella resopló al tiempo que dejaba aterrizar la mesa sobre sus patas. La mirada de él le advirtió que no iba a cambiar de pregunta aunque se lo pidiera. Emily sabía paso a paso como imaginaba la boda de sus sueños, tenía anotado cada detalle. Sin embargo, le parecía una pérdida de tiempo fantasear con cosas imposibles, más aún, compartir sus fantasías con otros.
—Me gustaría casarme en un palacio, tipo la bella y la bestia —respondió ella, cruzando los dedos debajo de la mesa—. Con rosas rojas, música clásica y un candelabro colgante. Usaría un vestido de princesa y el pastel sería de red velvet con la cubierta toda en blanco. No es algo muy fuera de lo convencional.
Jack asintió lentamente creando una imagen mental de esa boda.
—Me toca. ¿Por qué te ofreciste a planear la boda conmigo?
Jack se lo pensó un momento.
—Aunque no lo creas, tenía ganas de volver a verte y ver qué había sido de ti.
—¿Solo eso?
—Eso es otra pregunta.
—No, claro que no. Si hay más de una razón es solo media pregunta.
—Bien. —Jack suspiró—. Tal vez yo influencié un poco a Noah para escoger una isla desierta como destino de su boda. Quería conocerla, son como mis vacaciones personales.
—Supongo que no muchas veces puedes ir a un lugar como este.
—Exacto —zanjó él—. Me toca: ¿Qué pensaste de mí la primera vez que me viste?
—Fácil, que eras un idiota. Sin más.
A Jack casi se le cae la mesa por la risa. Le encantaba la sinceridad de Emily.
—Bueno, creo que acabo de desperdiciar mi pregunta. Te toca.
—¿Por qué le rompiste el corazón a Shannon? —cuestionó expectante. Necesitaba terminar de entender a ese hombre, no podía seguir fingiendo que no lo conocía de antes, ni las formas en que la había dañado en ese entonces.
—¿Quién es Shannon?
—Shannon, mi amiga de la escuela. Estuvieron juntos una vez y luego no volviste a hablarle y ella se la pasó llorando meses encima de mis tareas.
—Vaya... —Jack parecía apenado—. Mira, no sé si esto suene peor o mejor, pero es que Shannon no fue la única.
—Peor.
—Lo suponía, pero es la verdad. Nunca le prometí nada a nadie, si estaba con alguien era sincero en que no buscaba una relación. Pero algunas personas estaban conmigo porque creían que ellas iban a hacerme cambiar de opinión.
—Y así te sorprende que pensara que eras un idiota.
—Bueno, sí, lo era. Tienes mucha razón, no debía sorprenderme. Supongo que siempre intenté hacer lo mejor. Lo mínimo que podía era ser sincero, pero no fue suficiente y lastimé a muchas personas. Lo siento si le hice daño a Shannon de alguna manera.
Los ojos de Jack dejaban ver una sinceridad a la que Emily era vulnerable.
—No te preocupes, fue poco tiempo, después consiguió otro novio y lo olvidó. Pero coincidió con una entrega de trabajo final, así que eso me hizo odiarte un poco.
—Eso me lleva a mi última pregunta. —Jack dejó la mesa en su lugar y se dedicó a mirar a los ojos a Emily—. ¿Qué piensas de mí ahora?
Y aquello la dejó congelada, como si le tiraran de repente una bola de bolos sobre el estómago.
—Que... tal vez no eres un idiota.
—Me gusta el «tal vez». —Sonrió Jack, rompiendo peligrosamente la distancia entre ellos y sin apartar sus ojos. La bodega parecía más pequeña ahora.
—Que eres... guapo —Emily pronunció la última palabra como si se le hubiese atorado en la garganta, como si fuese una mala palabra. Para su desgracia, Jack la había entendido de todos modos—. También eres divertido. Me gusta tu forma de ver el mundo.
—¿Y cómo veo el mundo? —Ahora él estaba a dos palmos de ella, a Emily se le encogió el estómago con todo y la bola de bolos.
—Espié tu libreta, tienes una visión muy poética, bonita, estética. Me gustaría poder ver las cosas más como tú lo haces.
—También espié un poco tu libreta. Me gusta que hay mucho más en ti de lo que parece a primera vista, Emi.
—Me gusta que me digas Emi. Al principio lo odiaba, pero ahora suena muy bonito de tus labios.
Emily no habría tenido que pronunciar la palabra «labios» teniendo a Jack tan de cerca, porque ahora no había otra cosa en la que pudiese pensar.
—¿Algo más?
—Creo que me gustas. Cuando estás así de cerca... me muero por besarte —confesó conteniendo un suspiro.
—¿Y si te dijera que siento lo mismo? —retó él.
Emily no tenía palabras para dar una respuesta, así que se limitó a unir sus labios con los de Jack. Él no perdió tiempo en colocar una de sus manos en la cintura de Emily y la otra en su barbilla.
Emily estaba ya completamente perdida. Su cerebro había presentado la renuncia y si por ella fuera, podía jamás volver. Solo necesitaría de las partes que le hacían sentir aquel beso. La forma en que Jack la tomaba, como resistiéndose a acercar más su cuerpo o el sabor dulce en sus labios. Necesitaba la parte del olfato para seguir respirando ese aroma a coco tostado; y su sentido del tacto, le gustaba acariciarle la cara e irla explorando con sus manos mientras mantenía los ojos cerrados.
Ahora solo requeriría de esa parte de su cerebro que le hacía imaginarse rodeada de flores cuando Jack le besaba.
El beso era tímido y lento porque Jack no podía dejar de escuchar la voz en su cabeza, que le decía que tenía que detenerse en ese mismo instante, que no podía disfrutar del beso si sabía que no había podido confesarse con Emily anoche. Pero estaba ese otro lado de él que no pensaba, ese era el que estaba embriagado por los labios de ella. Que se sentía en el lugar correcto con cada célula.
—Emi —paró él. Ella escuchó, pero siguió plantándole besos suaves. Él solo pudo parar cuando sonrió desde el fondo de su corazón al sentir el cariño de Emily al abrazarlo del cuello—. Emi, para.
—Vale. —Ella no supo que había hecho mal, pero de repente se le formó un nudo en el estómago—. Lo siento.
—No, no te disculpes, soy yo quien debería... Emi, no sé si estoy listo para esto.
Jack tenía la fiebre encima, la fiebre de tocar a Emily, de estar más cerca de ella. Así que recargó su frente sobre la de ella y le acarició el cabello mientras tanto.
—¿Para qué?
—Para enamorarme de ti.
Emily no supo qué sentir en ese momento. Quizá después de todo, si necesitaba de su cerebro para entender eso. ¿Significaba eso que Jack estaba enamorado de ella?, ¿o todo lo contrario? ¿Significaba que ella no era el tipo de persona de quien esperaría enamorarse?
Ella aún no terminaba de entender que demonios estaba pasando con sus emociones y su cuerpo en ese momento, no tenía cabeza para preocuparse por un después. A lo mejor, ya que estaban en una boda y a Emily aquello le ilusionaba demasiado, Jack creía que le estaba exigiendo algo más.
—No pedí que te enamoraras de mí —dijo ella un poco confundida, pero con el corazón lleno, traspasando peligrosamente su capacidad.
—Me temo que esa no es una opción.
Jack sonrió, pero ella se alejó para observar su expresión.
—Hay cosas que no te he dicho aún —confesó él.
—¿Qué cosas?
—Es... complicado. No quiero arruinar esto, pero no creo que sea buena idea hablarlo ahora, con la boda tan cerca.
—No estoy entendiendo nada.
Emily solía fingir que entendía a los demás cuando no, pero ni cruzando los dedos podría mentir ahora, asentir y fingir que todo estaba bien.
—¿Podrías darme hasta después de la boda? Prometo que cuando volvamos te lo explicaré todo.
Para ser sinceros la idea no le gustaba demasiado, sin embargo, ahora tampoco se sentía bien sabiendo que había algo que ella no sabía y que era importante.
—Si es así, entonces creo que deberíamos estar por separado hasta entonces. Yo me encargo de unas cosas y tú de otras, no podemos estar juntos.
—Creo que será lo mejor. Es difícil estar en el mismo cuarto sin parar a mirarte.
Como la adulta profesional que Emily era, se despidió cordialmente del que al final era uno de los padrinos y su casi cliente. Como la persona emocional que vivía en el fondo de su ser, Emily quería decirle a Jack que se dejara de tonterías y hablaran en ese mismo momento.
Aceptó aquello porque no sabía que tenía que decirle él, ni si eso iba a dolerle, si rompería la ilusión que llevaba creándose los últimos días. Y si algo había aprendido Emily de su primera relación, es que no trababa igual de bien con el corazón roto.
Con la boda tan cerca, no podía permitirse que Jack le rompiera el corazón.
¡Ahhh el primer beso! Fangirleo aquí, ¿qué opinan de la escena?
¿Qué verdades y qué mentiras se dijeron esta noche? y, ¿por qué?
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