vez...
25 de Diciembre. 2028
—Señor Kim, lamento informarle que su madre ha perdido en su lucha contra las drogas.
—¿Para eso me citaron en Navidad?
—Y-yo... —El médico que atendía al castaño dudó en cómo responder, observando el semblante completamente serio e inexpresivo de Taehyung.
—Ustedes mejor que nadie saben que ella no me importa, mi padre murió ahogado en deudas por ella y además, hoy es su aniversario luctuoso. ¿En serio creen que me importa la muerte de una adicta de la que apenas si recuerdo su nombre? Pudieron avisar por llamada, mandar los papeles de defunción por correo.
El médico observó el cansado rostro del castaño, comenzando a crear un perfil psicológico casi en automático.
Taehyung suspiró antes de salir del consultorio para dirigirse hacia la oficina en la que debía firmar algunos papeles antes de poder irse.
🎄
—¿Por qué tuviste que irte? —Sollozó contra el volante del auto, golpeando su frente reiteradas veces.
Hacía más de una hora que había salido de aquél frío y tétrico lugar, dejando atrás lo último de su pasado, llorando por millonésima vez la muerte de su padre y ahora, la de su madre, que lejos de entristecerlo le aliviaba.
—¿Por qué tú y no ella? Papá... —La radio sonaba de fondo, los villancicos se escuchaban dentro del auto gracias al profundo silencio del lugar.
Taehyung frunció el ceño con molestia, estirando la mano para apagarla cuando uno de los villancicos favoritos de su padre comenzó a sonar, fuerte y claro, casi como una burla a su dolor.
"Rodolfo el reno" resonó dentro de la cabina y de la mente del dolido castaño, ofuscándolo durante un minuto en el que recordó a su padre; con esa enorme sonrisa igual a la suya, cantando a todo pulmón y bailando al ritmo de la canción.
Podía recordar todo, las arrugas alrededor de los ojos de su padre, los divertidos pasos de baile que el hombre había inventado, sus propias carcajadas y su carrera alrededor de los sillones, persiguiendo al hombre que tanta alegría y amor le había dado, haciéndolo vivir como cualquier niño debería hacerlo, sin percatarse de los problemas a su alrededor.
—Papá... —gimió con dolor mientras se aferraba al volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos y su frente dolió por el golpe sordo que se dio contra el plástico.
La música seguía al fondo, pero los sollozos dentro del auto eran mucho más fuertes que ella.
Taehyung permaneció en la misma posición durante lo que pudieron ser minutos e incluso horas, llorando y lamentando su soledad, dejando ir toda la tristeza mal contenida de los últimos diez años sin su padre.
Cuando no pudo llorar más, cuando su pecho dolió y sus mejillas picaron por el rastro salino que sus lágrimas dejaron, el solitario castaño arrancó el auto y condujo sin rumbo alguno; o eso creí a él, porque cuando al fin se detuvo y observó a su alrededor, se dio cuenta que había salido de la ciudad. La carretera se extendía frente a sus ojos, oscura, sinuosa y mortal.
"¿Qué más da?, ¿Qué me queda? Nada en absoluto. Solo un pequeño desvío... podría parecer un accidente, nadie más saldría herido si me vuelco al barranco."
La fría carretera le proporcionaba el silencio necesario para escuchar a sus más oscuros pensamientos; pensamientos que de no ser por la solitaria figura que se acercó hasta él de manera fantasmal, habría convertido en realidad.
La chica al otro lado de la ventanilla se removió dentro del pomposo abrigo que portaba, agachando su cuerpo hasta dejar los ojos a la altura del cristal. Sonrió con inocencia, regalándole a Taehyung una vista perfecta de su rostro pálido y lloroso, al igual que su prominente y para nada abrigado escote.
El castaño bajó la ventanilla ligeramente, solo lo suficiente para poder escuchar la voz de aquella desconocida.
"Sí me quiero morir, pero no así..." Pensó con el poco humor que le quedaba.
—Hey... sé que esto no es algo común, pero... ¿Te importaría llevarme de vuelta a la ciudad? —La cantarina voz de la mujer contrastaba con su rostro cansado—. Un idiota creyó que sería divertido venir a dejarme acá con nada más que un porro y unos cuantos dólares.
Taehyung sopesó la situación, no muy convencido con aquella historia.
—¿Qué me asegura que no vas a asaltarme y quitarme el coche? —Se sinceró.
—Nada en lo absoluto, pero es navidad, ambos estamos solos, tengo frío porque debajo del abrigo no llevo más que las bragas y además tú parecías bastante decidido a rodar por la ladera, así que lo que pueda hacerte a ti o tu coche no debería importarte tanto.
Taehyung observó a la mujer durante un par de segundos antes de encogerse de hombros y votar los seguros de las puertas.
—Gracias... —La chica titubeó antes de continuar, formulando una pregunta con un simple gesto.
—Da igual mi nombre —respondió Taehyung al entender el silencio.
—Bien. ¿Te importa si fumo? —El castaño negó, observando a la chica encender la punta del papel arroz para luego toser estruendosamente—. ¿Quieres?
Taehyung volvió a negar, dando una vuelta en U para poder volver por donde vino.
🎄
—¿Seguro que no quieres que te pague con algo más? Soy buena con la boca y las manos.
—Gracias, pero no. —La chica se encogió de hombros antes de alejarse del auto en dirección al motel que se veía a lo lejos, dejando a Taehyung solo de nuevo, pero con cincuenta dólares sobre el asiento del copiloto y el aroma a marihuana barata por todos lados.
Sin detenerse a pensarlo demasiado arrancó el auto y condujo de vuelta al centro. No sabía si tenía algo qué ver con el aroma a pasto quemado dentro del vehículo, el profundo y helado vacío en su corazón o si solo estaba intentando ahogar sus pensamientos e incluso a él; lo único que se le ocurrió hacer fue detenerse frente a una tienda abierta las veinticuatro horas y con el dinero que aquella extraña chica le había dado, compró un par de botellas de vino, un par de cervezas y una cajetilla de cigarrillos.
Suponía que los cincuenta dólares eran más que suficiente paga, no le importaba si fue demasiado, solo necesitaba olvidarse de sus problemas y tristeza un momento.
—Feliz navidad a mí... —murmuró con sarcasmo y una torcida y triste sonrisa en el rostro antes de tomar un largo trago del jugo fermentado de uva.
Taehyung odiaba el alcohol, incluso en pocas cantidades, por eso no supo cómo es que terminó tan ebrio, con las botellas de vidrio en la parte trasera del auto completamente vacías, las latas de cerveza aplastadas y metidas debajo del asiento y lo que lo sorprendió aún más; un par de cigarrillos a medio fumar.
La primera calada lo había hecho toser tanto que creyó se vomitaría, la segunda solo le provocó arcadas y la tercera le secó la garganta, obligándolo a tomar el último trago de cerveza que le quedaba.
Se sentía mareado, completamente perdido y lo que más le gustaba: se sentía libre, libre de todos aquellos pensamientos deprimentes que no lo dejaban en paz desde hacía al menos diez años.
Luego de eso y con la valentía renovada, Taehyung encendió un nuevo cigarrillo, intentando fumar con calma, sintiendo el humo en su boca antes de expulsarlo.
—Esto sabe horrible —murmuró antes de volver a jalar aire desde el filtro anaranjado.
Esta vez intentó pasar el humo a través de su garganta, sintiéndolo rasparle la tráquea y provocándole un nuevo ataque de tos que logró controlar; la tercera calada de ese segundo cigarrillo fue la que le permitió no solo saborear el tabaco, sino también sentir un poco de sus efectos.
De pronto todo dio vueltas a su alrededor, sus músculos se destensaron ligeramente y su cerebro se sintió mucho más confundido de lo que ya estaba. Con prisa abrió la puerta del vehículo, dejando salir todo el humo que se había acumulado desde que comenzó a fumar.
La nieve crujió debajo de sus pies y el frío le heló los pómulos, pero Taehyung sonreía, incluso mientras el aire frío, combinado con el alcohol y el cigarrillo, lo hacían tambalearse. Sin demasiado cuidado ni preocupación por su auto, el castaño emprendió camino sin un rumbo fijo, recibiendo miradas extrañas, molestas y reprobatorias por parte de las pocas personas que aún quedaban en la calle a pesar de las bajas temperaturas.
Taehyung no recuerda mucho de aquella terrible noche, porque incluso si el frío lograba despejar un poco su mente del efecto del alcohol, también lo mareaba, casi como si congelara sus neuronas.
Los pocos flashes que llegan a su cabeza en ocasiones son de él caminando hasta toparse con el bar de Jungkook, él tirado en la nieve, él con frío, algo de alguien conduciendo, el sabor del anís y la manzana en forma de té, un poco de whisky y luego... él despertando en su sofá, con su abrigo a un lado, las llaves del auto dentro de uno de sus bolsillos, un mensaje nuevo desde un número desconocido y su auto; un par de cuadras antes del bar, con una multa sobre el parabrisas por exceder el tiempo de estacionamiento.
[Desconocido]
No creí que fueras tan
divertido, después
de todo, casi haces que
nos encarcelen en plena
navidad.
Gracias por hacer de mi
noche algo más bonito y
por no dejar que me congelara.
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