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tú ...

24 de diciembre. 2037

Taehyung se encontraba mirando el techo acostado en su cama, desde que Seokjin había muerto parecía quedarle demasiado grande y ese día en particular, sentía que el colchón tamaño matrimonial en realidad tenía kilómetros de extensión.

Con pesadez y poco ánimo, el castaño se levantó, vistiendo la ropa térmica que solía usar en esa época del año. Su pierna dolía a causa del frío, ahí donde hace unos meses, mantenía un yeso que la inmovilizaba.

Caminó dentro de su casa en completo silencio, intentando no mirar demasiado los rincones de aquellas habitaciones, porque todo le recalcaba la evidente ausencia de su amado.

Su estadía en esa casa le dolía, ya ni siquiera podía prender la radio sin comenzar a llorar por los recuerdos. Con pasos lentos y la mirada clavada en el suelo, Taehyung caminó fuera de aquella prisión de dolorosos recuerdos, tomando las llaves del auto y deseando no ser interrumpido.

Condujo alrededor de la ciudad en un intento de distraerse, sin embargo sus intenciones fueron poco satisfechas al entender que no podría huir de la navidad.

—Maldita sea Seokjin. ¿Por qué tenías que irte? —Habló en voz alta, recargando la frente en el volante mientras intentaba no llorar. —Necesito verte...

Recordó una plática con el mayor, en donde, a modo de broma, le había dicho que si el alcohol era usado para curar heridas externas, se podía usar para curar las internas también, por lo que condujo velozmente hasta aquel bar en el que su corazón había encontrado la paz hacía mucho tiempo y que esta vez, esperaba le ofreciera algo parecido.

Taehyung bebió durante horas sin parar, ignorando los vagos intentos del joven dueño para entablar una conversación, para cuando salió del lugar la luna se alzaba hermosa antes sus ojos y ligeros copos de nieve acompañaban al viento.

Caminó hasta su casa, casi llorando por el dolor de la pierna, pero agradecido por tener un tiempo para reflexionar, no sabía en dónde había dejado las llaves de su auto, tampoco sabía si los pasos que se escuchaban detrás eran de alguien que lo seguía o el alcohol lo estaba haciendo alucinar, aunque tampoco le importaba demasiado, prefería morir antes que seguir sintiendo el vacío de su corazón.

Para cuando llegó a su hogar, se encontraba empapado por la nieve y los pulmones le dolían de tanto toser, pero eso no le importó, ya que al entrar lo único que pudo hacer fue quitarse los zapatos para luego caer inconsciente sobre el sofá, en donde comenzó a soñar con quien tanto había deseado ver.

Seokjin... —Dijo Taehyung parado en medio de la sala, a una distancia prudente del pelinegro. Una cálida luz alumbraba todo desde atrás del mayor, dándole una apariencia casi angelical, en donde su enorme sonrisa era la protagonista.

Taehyung, mi vida ¿Qué estás haciendo? Puedes enfermarte. ¿No te bastó con romperte una pierna? —Preguntó Jin sin borrar la sonrisa de sus labios. Lucía tranquilo, con una mirada relajada.

Jin... te extraño. Por favor no me dejes. —Taehyung podía sentir sus ojos escocer y las lágrimas comenzar a aglomerarse en sus ojos.

Debes tener cuidado, hay gente aquí que te ama y desea tu bienestar."

Taehyung sonrió sin humor, soltando una pequeña carcajada. —Ya hablas como un anciano —dijo mirando a Seokjin.

¡Yah! Estoy tratando de regañarte —Reclamó el pelinegro, pero su sonrisa se hizo aún más amplia —. Es bueno volverte a ver sonreir, por favor no dejes de hacerlo. Te amo Tae

¿Te irás? —La sonrisa del castaño se esfumó y su semblante alegre fue reemplazado por uno de tristeza.

Debo hacerlo, por favor cuídate osito.

Taehyung despertó con la respiración agitada y varias lágrimas cayendo por sus mejillas, se sentía inmensamente triste, pero el gran vacío y frío de su corazón se había hecho ligeramente más pequeño luego de esos dos años.

24 de Diciembre. 2038

—Ah... otra navidad sin ti... —Taehyung podía ver el sol a través de la ventana, se encontraba en el punto más alto del cielo, sin calentar el ambiente, llevaba horas despierto, pero no había querido levantarse, le pesaba el corazón y los recuerdos.

A lo lejos escuchó que alguien llamaba a su puerta, pero no quiso averiguar de quién se trataba, por lo que solo se quedó acostado hasta que la persona se cansó y se fue, o eso creyó, porque poco después un Yoongi con la nariz roja y el cabello alborotado se asomó tras su puerta.

—Creí que estabas muerto. —Dijo entrando por completo a la habitación.

—No estaría nada mal... —Susurró el castaño, volviendo a clavar la vista en el techo. —Buenas tardes a ti también, por cierto.

—Vamos, vístete, es hora de que comas.

—No tengo hambre Yoongi, pero gracias.

—Namjoon me dijo que viniera por ti, sus dotes culinarios han mejorado y quiso que probaras el kimchi que hizo. Se sentirá mal si no vas y a mí va a regañarme si regreso sin ti.

Taehyung rodó los ojos, pero se levantó, estirando levemente los músculos. —Comeré y luego me iré, no quiero molestarlos demasiado —dijo mientras comenzaba a desvestirse.

—Sabes que no eres una molestia, pero está bien, me conformo con saber que no te dejamos morir de hambre. Te esperamos allá, no tardes.

Taehyung hizo un sonido de afirmación. Luego de vestirse tomó un vino tinto que llevaba años en su alacena, se suponía que lo bebería con Seokjin en su aniversario, pero ahora ya no había manera, por lo que creyó sería buena idea llevarlo con sus amigos.

—Hola Namjoon. —Saludó mientras entregaba la botella.

—¡Taehyung! Gracias por venir, espero que te guste el kimchi que hice.

—¿Lo sacaste del recetario que Seokjin te dio? —Namjoon asintió, algo temeroso de hacer sentir mal al castaño, pero se sorprendió al verlo sonreír.

—Entonces será perfecto, gracias.

Los anfitriones se miraron, pero no dijeron nada, optando por comer en silencio. Para cuando terminaron de comer, el sol comenzaba a ocultarse y el ambiente se ponía cada vez más frío.

—Es hora de que me vaya, muchas gracias. Disfruten la noche. —Taehyung se puso el abrigo y salió de la casa rápidamente, no sabía cuánto más aguantaría el llanto.

El kimchi sabía exactamente igual que el de su amado, por lo que no pudo evitar sentirse triste, pero agradecido con sus amigos por permitirle volver a saborear algo como eso, aunque no fuera hecho por la misma persona.

No tenía ganas de entrar a su casa, no aún, quería seguir sintiendo esa calidez en el pecho, por lo que tomó su auto y condujo, una vez más, hasta aquél cálido local que se había vuelto su refugio de navidad.

—Señor Kim, un gusto volver a tenerlo por aquí.

—Jungkook, mi querido bartender. Un vaso de whisky, por favor.

Jungkook asintió, entregandole un vaso lleno hasta la mitad con aquella bebida, manteniendo su expresión seria y el tono formal al hablar, pues hacía años que no había entablado conversación con el castaño, ni siquiera sabía si lo consideraba un amigo o solo alguien a quien solía frecuentar y con quien hablaba ocasionalmente.

—Si no le importa, quisiera beber con usted. —Dijo Jungkook y Taehyung extendió su vaso hasta el joven frente a él, en una muda afirmación.

Las horas pasaron, la botella fue vaciándose poco a poco y Taehyung comenzó a perder su sentido de la orientación, por lo que, discretamente, Jungkook sacó las llaves del auto y el celular del castaño de su abrigo, usando su borrachera para que no notara que también había desbloqueado el aparato con su huella digital, guardado uno de sus contactos y luego regresado todo a donde estaba, a excepción de las llaves.

Vio a Taehyung levantarse para ir al baño y aprovechó para llamar al contacto que había robado.

—¿Diga?

Mi nombre es Jungkook, no tengo mucho tiempo. Taehyung está en mi bar, trajo su auto, pero está muy ebrio, vi que eras un contacto destacado, así que supuse que podías ayudarme.

Manda la ubicación, iré por él en seguida.

Jungkook colgó la llamada, enviando la dirección por mensaje mientras veía al castaño volver, tambaleante.

No pasó mucho tiempo hasta que un hombre alto y moreno entró por la puerta, con mirada preocupada que se posaba en todos los rincones hasta dar con el hombre a quien buscaba.

—Yo lo llamé. Él se durmió hace unos minutos. Usted no es Seokjin...

—Mi nombre es Namjoon, soy su amigo ¿Conoció a Seokjin?

—Ellos se conocieron aquí, fui yo quien los sacó a patadas por pelear. Creí que él vendría. Es la tercera vez que viene en víspera de Navidad... ¿Acaso ellos se separaron?

—Seokjin murió hace unos años... —Namjoon agachó la mirada, observando el semblante relajado de su amigo, sintiendo algo de tristeza por su situación.

—Lo siento, no lo sabía.

—Supongo que por eso viene... Jin murió en Nochebuena. En fin, gracias por llamar. Puedes guardar mi número, si vuelve a venir, no dudes en llamarme, yo vendré por él.

—Hace un año lo seguí hasta su casa y dejé las llaves de su auto en la entrada, esta vez supongo que se las puedo dar a usted. —Namjoon agradeció con un leve asentimiento, cargando al castaño para llevarlo hasta el auto, en donde lo acomodó en los asientos traseros, atándolo con el cinturón de seguridad.

Taehyung no tenía idea de en dónde estaba, tampoco por qué había tanto movimiento, pero sí sabía que las piernas en las que se encontraba apoyado y la mano que le acariciaba suavemente la cabeza le resultaban muy familiares.

—Mi osito de invierno... no me gusta que hagas esto, te pones demasiado en riesgo. Y a mí en el proceso, porque se supone que no debería tocarte... Por favor no me mires, o no podré volver. —Taehyung se asustó ante esas palabras, por lo que prefirió quedarse en la misma posición, disfrutando de la suave mano de Seokjin acariciar su cabeza.

Tenemos muy buenos amigos, por favor dales mis saludos. Te amo Tae, nunca lo olvides. —Taehyung sintió el aliento de su amado rozarle la oreja, mandando un escalofrío por su cuerpo, obligándolo a despertar.

—Seokjin... —Susurró aún recostado en el asiento.

—No... Namjoon.

—Nam... ¿En dónde estoy?

—En tu casa. —El castaño miró por la ventanilla mientras se incorporaba en el asiento y Namjoon apagaba el auto.

—¿Crees poder bajar del auto? —preguntó el mayor, recibiendo un asentimiento en respuesta, observando a su triste amigo bajar lentamente y tambalearse hasta entrar a au casa.

Namjoon lo condujo hasta su habitación, cerrando la puerta y tras dejar las llaves del auto en la mesa, salió silenciosamente, encontrando a Yoongi en la puerta de su propia casa.

—¿En dónde estabas? —Preguntó cruzándose de brazos.

—Lo siento amor, no quería despertarte. Tenía insomnio, así que salí a caminar. —Respondió, esbozando una pequeña sonrisa, deseando ser convincente.

—De acuerdo. —Namjoon se relajó, entrando a su casa tomado de la mano con su amado. —Pero a la próxima dime y tal vez podamos hacer algo al respecto. —Namjoon le sonrió, depositando un suave beso en los pequeños labios de Yoongi, sintiéndose intranquilo por la seguridad de su amigo, deseando que jamás le volviera a pasar nada malo.

24 de Diciembre. 2039

Taehyung se levantó de la cama de forma animada, se bañó y peinó su largo cabello, vistiendose con ropa que hacía años no usaba, viéndose más joven de lo que era.

Llevaba un año planeando todo, aunque había intentado volver a ver a Seokjin en otras ocasiones, llegando a una embriaguez total, jamás lo había logrado, por lo que esa noche sería el momento de comprobar su teoría, bebería un poco y luego dormiría, casi rezando porque todo saliera como esperaba.

—¡Buenos días! —Taehyung entró a la casa de sus amigos y vecinos sin siquiera llamar, encontrándose con ellos besándose en la cocina mientras la tetera chillaba y soltaba vapor.

—¡Hey! Se toca antes de entrar. —Reclamó Yoongi viendo a Namjoon enrojecer.

—Por favor, ni que no los hubiese visto besarse antes. ¿Qué vamos a desayunar? —Preguntó el menor de los tres mientras apagaba la estufa.

—Hotcakes. —Respondieron al unísono los mayores. —¿Por qué tanta prisa? —Preguntó Yoongi.

—¿Y por qué tan arreglado? —Secundó Namjoon. —¿Saldrás con alguien?

—Algo así. No sean metiches. —Ambos mayores se miraron, encogiéndose de hombros, optando por no decir nada más. Sin duda estaban sorprendidos por la repentina animosidad del menor, pero preferían mil veces verlo de esa forma que llorando.

Taehyung se despidió animadamente de sus amigos tras acabar su comida, volviendo a su casa con algo de prisa, arreglando los últimos detalles para cuando regresara del ya más que conocido bar.

—Buenas tardes Jungkook.

—Señor Kim. ¿Lo de siempre?

—Hoy no. Quisiera beber algo más dulce, por favor.

—En seguida. —Jungkook regresó luego de un momento con una gran copa llena de líquido rojo y algo de fruta.

—¿Es Clericot? —Preguntó, dando un sorbo, deleitándose con el dulce sabor del vino y la fruta juntos. Vio al chico asentir y le sonrió en respuesta, sin mediar palabra.

Las horas pasaron rápido, Taehyung bebió más de lo que pretendía, quedando casi inconsciente en el asiento de siempre, por lo que, una vez más, Namjoon llegó para recogerlo.

—Él no sabe que me llamas ¿Verdad? —Le preguntó al hombre tras la barra.

—No creí que no lo supiera.

—Jamás he querido decirle, él cree que nadie sabe que sale... Mucho menos aún que sé lo que hace y soy quien lo lleva a casa. —Jungkook asintió para luego despedirse de Namjoon, prometiendo guardar el secreto, secretamente aliviado por jamás haberlo mencionado.

—Taehyung... ¿Por qué sigues haciendo esto? —Susurró mientras cargaba al inconsciente castaño hasta su auto.

Al llegar a su casa lo encerró en su habitación, poniendo seguro a la puerta. Esperaba que Yoongi no lo hubiese escuchado salir, sabía que él sí regañaría a Taehyung si lo descubría, sobre todo al enterarse que era casi una tradición para él hacer esto.

Por su parte, Taehyung se removía en su lugar al estar soñando que corría alrededor del comedor.

¡Jin! Quédate un poco más. —Le dijo a Seokjin mientras corría para alcanzarlo sin intentarlo realmente. Las risas de ambos llenaban el lugar.

No lo haré, eres un tramposo. —Le respondió el pelinegro sin dejar de sonreír, manteniéndose a una distancia prudente del menor.

Pero te gustó la sorpresa ¿No es así?

Claro, sabes que las galletas de jengibre son mis favoritas. —Taehyung sonrió enormemente.

Sí, Namjoon ha mejorado muchísimo, está muy agradecido porque le hayas pasado tus recetas.

¿Por qué no le pasaste mis saludos a Namjoon? — Dijo Jin de manera seria, provocando que la alegría del castaño menguara ligeramente.

Y-yo... no quiero que nadie sepa de esto. Sé que no se burlarían, pero... quiero guardar esto para mí. —Seokjin asintió, sintiendo la necesidad de abrazar al menor, pero se contuvo muy a su pesar y haciendo uso de toda su fuerza de voluntad.

Debo irme Tae, por favor deja de hacer esto, estás dañando tu cuerpo.

No lo haré, no dejaré de hacerlo, así deba embriagarme cada vez más.

Taehyung... —Seokjin se escuchaba algo molesto, provocando que su novio bajara la mirada.

Llevame contigo. —Dijo repentinamente el castaño.

¿Qué? —Seokjin se quedó sin palabras, cambiando su semblante alegre a uno completamente serio, casi molesto.

Lo que escuchaste. Llevame contigo, ya no quiero seguir aquí sin ti, no hay nada que me mantenga aquí. Nam y Yoongi estarán bien, se tienen entre ellos. Yo ya no tengo a nadie. —Taehyung levantó la vista y Jin pudo ver sus ojos llorosos, que hicieron a su corazón contraerse de manera dolorosa. —Por favor llévame contigo.

No puedo hacer eso. Adiós Taehyung.

¡NO! ¡Jin, no te vayas! ¡Seokjin!

—¡Seokjin! —Taehyung despertó de un brinco, mirando alrededor con sorpresa y desconcierto. Estaba en su habitación, con la ropa puesta aún. Afuera el sol ya se encontraba alto en el cielo.

Se levantó, tambaleándose ligeramente y con dolor de cabeza, pero nada de eso le importó, no podía haber nada peor que el sentimiento de soledad que se extendía por su pecho, consumiéndolo lentamente.

—Jin... por favor, llévame contigo, cumple mi deseo de navidad. —Susurró, dejándose caer una vez más en la cama, comenzando a dejar ir las lágrimas que se le habían acumulado en los ojos. 

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