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24 de Diciembre. 2033
—¡Hola! Bienvenidas, pasen por favor. Seokjin está en casa de Yoongi, su horno es más grande así que ahí cocinaron el cerdo.
—Taehyung, qué bueno es verte. ¡Tienen una casa hermosa! —dijo Moonbyul mientras entraba cargando un par de pequeñas maletas.
—¡Me encantan los adornos amarillos! Son tan alegres. ¡Y qué hermoso jardín! ¿Tú plantaste todo? —preguntó Yongsun a modo de saludo mientras abrazaba al castaño.
—¡Namjoon! ¡Moon y Solar acaban de llegar! —gritó Taehyung para llamar a su amigo, quien salió de la cocina limpiando su rostro de la harina que lo había atacado hace unos momentos.
—¡Qué bien! Wow, ese cabello rubio te queda fenomenal Sun; y a ti el color negro se te ve precioso Byul —saludó el moreno, siendo recibido por el abrazo de ambas chicas —. Me alegra que llegaran, este tonto no tiene idea de cómo hacer las galletas que lleva años comiendo y si Seokjin vuelve y yo no las he metido al horno, voy a ser parte del menú.
—¡Hey!, al menos sé prender el horno, tú casi nos matas.
Las recién llegadas rieron mientras entraban a la cocina, dispuestas a ayudar en todo lo que pudieran.
Un par de horas después, las galletas ya se estaban horneando junto a un pay de manzana y avena para hacerle compañía a los pequeños cupcakes de redvelvet que las chicas habían traído consigo. Namjoon y Taehyung estaban parados sobre la barra con los delantales aún puestos y escurriendo de leche, el cabello manchado con claras de huevo y rostros afligidos al ver que el colorante rojo no salía del texturizado de yeso que adornaba el techo.
—Seokjin va a matarme —se quejó el castaño mientras tallaba con fuerza el techo, desprendiendo pedazos del texturizado, provocando que cayeran sobre la mesa.
—Si le sigues destruyendo la casa así, seguro que sí —se burló Solar mientras comía una manzana.
—¿Crees que lo note? —preguntó Namjoon mientras suspiraba, dándose por vencido en la labor de limpiar el glaseado para galletas que había salpicado por todos lados.
—Por dios, la gente no va por la vida viendo hacia el techo en busca de una nueva mancha, bajen de ahí antes de que los vea, porque eso sí que lo notará —regañó Moonbyul, divertida con sus rostros preocupados.
Taehyung y Namjoon obedecieron, sacudiendo la mesa y limpiando el resto del desastre armado por sus pocas aptitudes culinarias.
—¿Ustedes están listas chicas? —preguntó Namjoon mientras limpiaba su delantal y enjuagaba el trapo para pasárselo a Taehyung.
—Sí, ¿A ustedes qué les falta? —respondió Sun mientras robaba una mordida de la jugosa manzana que sostenía su novia.
—Bañarnos, no quiero pasar la navidad oliendo a huevo y glaseado.
—Entonces vayan, nosotras cuidamos el horno.
Ambos chicos asintieron, saliendo corriendo cada quien a un baño para poder estar listos lo más pronto posible.
Taehyung cantaba mientras se enjabonaba el cuerpo, con el vapor rodeándolo y un ojo medio cerrado por la gota de jabón que amenazaba con entrar desde su cabello; se sentía relajado y feliz mientras se movía al ritmo de Frank Sinatra, cuando el sonido de la puerta abriéndose de golpe lo hizo pegar un brinco que lo mandó de espalda a la fría baldosa, haciéndolo soltar un jadeo por lo frío del material.
—¡KIM TAEHYUNG!
—S-sí, así me puso mi papá —respondió nervioso, tomando la esponja con fuerza contra su pecho, pegándose aún más al frío al ver a Seokjin abrir el cancel de cristal con el rostro rojo y la boca fruncida con molestia.
—¡Explícame cómo es que hay glaseado rojo en el techo! —demandó con voz a grito, importándole poco la desnudez y el rostro asustado de Taehyung.
—¿Quién te lo dijo?
—¡NADIE! ¡Es más que obvio, el techo es color crema, obviamente se ve el rojo!
—Y-yo… es que la batidora… Namjoon…
—¡Por supuesto que Namjoon también tiene qué ver, pero yo te estoy preguntando a ti!
Taehyung encendió la llave de agua para quitar el jabón de sus ojos mientras ideaba alguna buena respuesta para su novio, quien lo esperaba al otro lado del muro de agua con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
Una vez estuvo libre de espuma y limpio, salió de la ducha, envolviéndose la cintura con una toalla mullida y blanca, tan pulcra como todo en la casa de su novio.
—Escucha amor —comenzó tras un suspiro, avanzando hasta la cama sin voltear a sus espaldas, pues sabía que Seokjin lo estaría mirando muy atentamente y no planeaba volver a ponerse nervioso —, tú y yo sabemos que incluso luego de todos estos años juntos, mis dotes culinarios son escasos, aunado al hecho de que me dejaste en compañía de alguien igual o peor que yo, deberíamos agradecer que aún tenemos casa.
—¿Es en serio? ¿Esa va a ser tu respuesta? —Seokjin se cubrió la mitad del rostro con una mano intentando disimular la enorme sonrisa que comenzaba a formarse en sus labios.
Taehyung se encogió de hombros mientras se levantaba de la cama y comenzaba a buscar la ropa que se pondría esa noche.
Seokjin comenzó a reír estruendosamente, aplaudiendo y soltando lágrimas por el dolor de estómago. El castaño lo observó con confusión, preguntándose qué había dicho para hacerlo reír así.
—Eres de no creer Taehyung —dijo el mayor una vez pudo recuperar el aliento —, pero no creas que esto se queda así, vamos a ir a comprar pintura y vas a hacer que esa mancha desaparezca.
—Entonces Namjoon debería comprar yeso para volver a texturizar el techo —se quejó mientras se calzaba los boxers.
—¿Qué?
—Yeso, para cubrir el hoyo en el texturizado.
Seokjin retomó el color rojo en su rostro antes de abrir la boca, listo para gritar.
—Oigan chicos, dice Yoongi que ya está todo listo, yo…
—¡KIM NAMJOON! —el aludido pegó un brinco antes de mirar hacia Taehyung, quien solo atinó a articular la palabra “corre” antes de que su rojo y enfurecido novio corriera detrás del rubio.
🎄
—Bien, ahora que hemos calmado a Seokjin y nadie fue parte del postre, ¿Qué les parece si empezamos con el intercambio? —Animó Yoongsun mientras tomaba uno de los cupcakes que ella y su novia habían llevado para aquella noche.
—¿Puedo tomar uno de esos? —preguntó Yoongi al ver el suave postre en la mano de la chica.
—¡Claro! Para eso los hemos traído —respondió de inmediato ella, sonriendo en grande al ver a todos acercarse hasta la charola con más de diez pastelitos.
Los halagos no se hicieron esperar, haciéndola sonreír ampliamente.
—¿Lo ves? Te dije que les encantarían tus cupcakes —susurró Moonbyul tras ella, acercándose peligrosamente a su oreja, provocando que el cálido aliento le agitara los rubios cabellos que la cubrían.
—Byul… basta —reprochó con una risa nerviosa, producto de los escalofríos que la recorrieron.
—Oye, ¿Esos no son los cupcakes que estaban dentro del refrigerador? —El repentino cambio en el tono de voz de la pelinegra hizo a Sun recomponerse de inmediato, prestando atención a sus amigos, quienes ya apretaban el envoltorio entre sus dedos para poder tirarlo a la basura.
—Sí, ¿Qué tienen de malo? —ella hizo lo mismo con la basura de su cupcake, guardándola entre sus dedos.
Moonbyul abandonó su posición detrás de Yongsun, caminando hasta el tupper casi vacío, tomando uno de los pastelitos entre sus dedos y aplastándolo hasta que este se desmoronó.
—¡Hey! Si no te lo vas a comer no hag… —reclamó Sun —. ¿Por qué esa cara?
Moonbyul hizo un ademán para llamarla a su lado, cosa que la chica hizo con paso dudoso y cauto.
—Estos no son los que preparamos antes de venir Sun, estos son los que comimos el fin de semana pasado —susurró la pelinegra con la mirada fija en el hermoso rostro de su novia, a la espera de que ella entendiera todo.
Yongsun frunció el ceño, observando el deshecho pastelito y poco a poco, luego de ver un pequeño detalle en él, es que todo cobró sentido.
—Oh mierda… —murmuró cubriéndose la boca con asombro, girando rápidamente sobre su eje solo para ver a sus amigos comenzar a buscar los regalos que iban a darle a los demás —. ¿Ahora qué hacemos?
—Yo no comí nada, así que supongo que esta noche seré el adulto sobrio y responsable —dijo con una sonrisa traviesa en el rostro.
—¿Les decimos?
—Nah, deja que se den cuenta solos.
🎄
—Oigan —Namjoon murmuró mientras observaba uno de los adornos color amarillo colgados en una de las guirnaldas que rodeaban la ventana—, ¿se dan cuenta de que las abejas son como zebras voladoras?
—¿De qué hablas? Son como hormigas en realidad —respondió Seokjin recostado en el sofá, con las piernas subidas en el respaldo y la cabeza colgando hacia el piso.
—Da igual, justifiquen su respuesta jóvenes—tajó Yoongi jugando con la alfombra sobre la que estaba recostado.
—Sí, porque son rayadas, las zebras son rayadas... —obvió Namjoon, girando la vista hacia su novio.
—Pero las abejas transportan polen como las hormigas hojas hacia su casa —contraatacó Jin rodando los ojos.
—Entonces yo creo que son como mapaches voladores… —intervino Taehyung, cargando un oso de peluche como si se tratara de un bebé.
Los tres hombres lo miraron con extrañeza, Namjoon dejó caer una de las esferas, Yoongi dejó de acariciar la alfombra y Seokjin levantó la cabeza de su posición original.
—Los mapaches son rayados y transportan cosas hacia su casita… ¿No es así pequeño? —preguntó a su oso mientras daba palmadas sobre su espalda —Oh por dios… Namjoon, ¡Mataste una abeja!
Todos miraron el adorno hecho trizas sobre el suelo, los ojos de Taehyung se aguaron al instante, provocando que Seokjin girara sobre su espalda para ponerse en pie torpemente para poder abrazarlo, tropezando con una de las piernas de Yoongi, quien intentaba alejar a su novio de los filosos bordes.
—¡Va a picarte tonto! —gritó mientras daba un manotazo al aire, no llegando a tiempo, solo pudiendo ver cómo Namjoon tocaba una de las puntas sobresalientes.
—¡Ya me picó! —gritó el rubio mientras sostenía su dedo con una gota de sangre saliendo de la punta.
Yoongi lo tomó con cuidado, observando la invisible herida como si de una tragedia se tratase. Los labios de Namjoon se fruncieron formando un pronunciado puchero mientras su novio soplaba la herida, en un intento de aliviar el inexistente dolor. Mientras tanto, Seokjin abrazaba y consolaba al castaño, acariciando su cabeza y susurrando palabras de aliento.
—Tranquilo Tae, esa abejita ahora está en un mejor lugar, descansando entre flores púrpuras y un hermoso campo soleado —dijo imaginando a la pobre abeja, casi llorando igual que su novio.
—Mi amor, ¿Estás bien? por favor dime que no eres alérgico a las abejas —El tono preocupado de Yoongi hizo que Namjoon acentuara su puchero.
—No lo soy Yoon, gracias por cuidarme… te amo tanto —sollozó mientras tomaba el rostro del más bajo, haciendo que sus labios se abultaran en un adorable pico —. Por favor cásate conmigo.
—Joonie, ya te había dicho que sí —murmuró Yoongi, sonriendo tímidamente, sus mejillas adquirieron tonalidades rojas y rosas, calentando las palmas de las manos que lo sostenían.
Namjoon comenzó a llorar, pero ya no era por la supuesta abeja muerta, ahora sus ojos desbordaban no solo lágrimas, sino también amor y devoción hacia el hombre pálido y de cabello cobrizo que lo miraba con infinito cariño, alentándolo a besar sus delgados labios, primero con un sutil roce, apenas un toque de las finas alas de una mariposa sobre los pétalos de una flor; pero Yoongi necesitaba más de aquél hombre que portaba en su piel el calor del sol, presionándose más contra él, intensificando ese beso y alargádolo por más de un minuto.
—Esperen… ¿Es en serio? —habló por primera vez la olvidada chica pelinegra, que comía una galleta de jengibre recién salida del horno, guardando su teléfono en uno de los bolsillos de su pijama de Pikachu.
Todos los presentes volcaron su atención hacia ella, recordando que sus amigas también estaban ahí.
—¿Y Sun? —preguntó Jin, escudriñando la casa en busca de la rubia.
—En el baño, pero respondan ustedes dos enamorados, ¿En serio van a casarse?
Yoongi observó de reojo al ahora tímido moreno, que asintió mientras entrelazaba sus dedos con los de su novio.
—Yoon aceptó hace unos días, llevábamos planeándolo un tiempo y por fin me atreví a preguntarle.
—Yo me declaré cuando empezamos a salir, pero él me propuso matrimonio… a eso llamo yo el equilibrio perfecto.
Las felicitaciones y aplausos resonaron por toda la habitación, llenando de alegría aquél fatídico momento; y mientras los anfitriones felicitaban a la pareja, Moonbyul optó por recoger a la pobre “abeja” del suelo y tirar sus restos, evitando ser vista para no perturbar aquella atmósfera.
—Si ya están más tranquilos, ¿Podemos hacer el intercambio? —sugirió Sun en cuanto apareció de nuevo.
🎄
—Oigan, no es justo, yo no preparé nada extra. —se quejó el rubio mientras veía a Seokjin sacar una caja de regalo pequeña de entre las cosas de limpieza debajo de la escalera.
—No importa, esto es algo que ya tenía planeado… ¿Tae? —el castaño dejó sus pantuflas con forma de osito en el suelo, agradeciendo de nuevo a Yongsun por tan bonito regalo, y se puso de pie, dirigiendo la brillante mirada hacia su novio —. Espero que esto te guste mucho, lo preparé a sabiendas de todo el esfuerzo que has puesto en dejarme entrar a tu vida, de todo lo que has pasado y sobre todo, con la esperanza de algún día poder hacerte volver a amar la navidad, aunque sea un poco, para darte toda esa felicidad que yo sé que mereces.
Seokjin extendió la caja hacia su novio, quien ya tenía los ojos llorosos.
Taehyung recibió el obsequio con manos temblorosas, observando el sencillo papel craft con devoción y la prolija letra que lo adornaba en una sencilla y hermosa dedicatoria: Para mi querido osito de invierno, que me mantiene cálido en las frías noches. Espero que esto caliente tu corazón cuando más lo necesites.
Taehyung levantó la vista hacia el pelinegro, viéndolo desdibujado a causa de las lágrimas que se aglomeraban en sus ojos y, sin soltar el obsequio, envolvió a Seokjin por el cuello, ocultando su rostro lloroso en aquella suave y segura zona.
—Te amo mucho Jinnie —murmuró contra la piel, mandando escalofríos por todo el cuerpo del mayor.
—Y yo a ti, mi vida.
Todos a su alrededor contenían las lágrimas mientras sonreían y se aferraban a sus respectivas parejas, a sabiendas de lo difícil que eran estas fechas para el castaño, aunque nadie más que Seokjin sabía las verdaderas razones.
🎄
—De pronto siento la boca demasiado seca ¿No les pasa también? —preguntó Yoongi mientras bebía su tercer vaso de agua, ignorando por completo el chocolate caliente y el vino.
Todos asintieron, pero unas ligeras risas al fondo de la cocina los distrajeron.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Namjoon, dando un sorbo a su chocolate caliente.
—¿Ya se sienten mejor? Esta será una gran historia para contar en cenas futuras —se burló Byul, soltando una sonora carcajada por el rostro confundido de los cuatro hombres.
—Lo siento chicos, es mi culpa… sin querer comieron de mis cupcakes mágicos y… bueno, el video que está en mi teléfono será una gran evidencia de lo tontos que pueden llegar a ser.
—¿Video?
—¿Tontos?
—¿Cupcakes mágicos?
Los minutos siguientes estuvieron llenos de reclamos, risas y los afectados muy confundidos, con toda la evidencia inmortalizada y bien guardada para poder burlarse de ellos en cualquier momento del resto de sus vidas.
🎄
La noche avanzó entre risas, chistes, pláticas, cuatro botellas de vino vacías y animados villancicos infantiles resonando por todo el lugar, siendo interpretados por cada uno de los presentes.
Taehyung no podía parar de reír, sintiendo su interior cálido y no solo por el dulce vino que llenaba su estómago, sino por la cálida mano que envolvía sus dedos y los estrujaba cada vez que sus miradas se encontraban. Hacía un momento que había abierto su obsequio especial, que había resultado ser un hermoso cuento llamado “Deseo de navidad: la eterna noche nevada”, Taehyung lo había hojeado en un momento a solas, notando que contenía bonitos bocetos de árboles adornados, regalos y creyó ver una pareja feliz y abrazada en una de las páginas; guardándolo junto al cuento que su padre le había regalado muchos años atrás, listo para ser leído.
—Creo que es hora de cenar, así podemos seguir con los juegos y películas —sugirió Seokjin dirigiéndose a la cocina con los dedos de Taehyung aún entre los suyos —. ¿Te gustó tu regalo?
—Me encantó, estoy ansioso por leerlo, ¿De qué trata?
—Si te cuento ya no vas a querer leerlo, se arruinaría la magia. —Taehyung negó, dejando su copa sobre la barra de la cocina para poder abrazar a Seokjin por el cuello.
—No lo creo, suelo tener la particularidad de que mientras más sé, más ganas me dan de leer o ver de lo que me hablan. —Seokjin levantó una ceja mientras una sonrisa ladina se formaba en sus gruesos labios.
—Bien… el cuento habla de un chico que se queda atrapado en un lugar donde siempre es navidad, al inicio lo odia, pero luego va cambiando, se enamora de todo y luego de aprender sobre varias cosas, encuentra a alguien que vuelve su deseo realidad: jamás volver a sentirse solo. Al final tiene la opción de volver al mundo real y la de quedarse ahí, junto a su nueva persona favorita.
—¿Y? ¿Qué decide? —preguntó ansioso el castaño, recibiendo un beso sobre su nariz.
—Eso deberás averiguarlo tú, yo no lo terminé. —Los labios de Taehyung se fruncieron con un marcado puchero, ganándose otro beso de parte de Seokjin —. Vamos, no hagas berrinche, es parte de la estrategia para hacerte leerlo.
—Eres un tramposo.
—Sí, pero así me amas —dijo Seokjin de manera burlona, ganándose un bufido divertido.
—Más de lo que te imaginas —respondió Taehyung antes de besarlo profundamente, degustando el sabor del whisky en los labios contrarios, combinándolo con el del vino de los propios; formando así un extraño y delicioso cóctel que solo ellos podían degustar, tan cálido y único como su relación.
Para Taehyung, eso significaba la navidad ahora, olor a canela y pino, sabor a chocolate y whisky, todo proveniente de una misma persona que también le daba las mejores mañanas, las más cálidas noches y los más hermosos ánimos de vivir, aquél por quien agradecía no haberse tirado por la ladera aquella horrible noche que ahora tan lejana se veía.
—Si no les importa, quisiera poder comer sin vomitar, así que vayan a hacer sus cursilerías a otro lado —interrumpió Yoongi, entrando con un refractario de cristal repleto de carne y salsa, humeante y apetecible a vista de todos.
—Ay por favor Yoongi, no seas exagerado, al menos yo no fui quien aceptó casarse a mitad de la sala, en pleno viaje de marihuana y con ojos llorosos por creer que a mi novio lo había picado una inexistente abeja —se burló Seokjin, sosteniendo la delgada cintura del castaño para evitar que este se alejara de él.
—¿Yo hice eso? —Yoongi lucía sorprendido y desconcertado —. Esperen… ¿Entonces ya saben de la boda? Vaya, no estaba en mis planes que se enteraran así.
—¡¿Entonces es cierto?! —exclamó Taehyung, despegándose de Seokjin por fin.
—Sí… Nam me lo propuso y no hay nada que pueda negarle a ese hombre.
—Eso es tan cursi… —suspiró Taehyung antes de abrazar a su amigo, genuinamente conmovido por la noticia que, ahora escuchándola en sus cinco sentidos, le caía de lleno en la conciencia.
—Qué mejor manera de celebrar la navidad, que con algo tan especial y significativo… esta noche definitivamente hay mucho qué celebrar.
Los animos no decayeron ni siquiera al pasar de las horas. La media noche cubrió el lugar y la nieve enfrió todo fuera de aquellas paredes, pero no había una sola corriente de aire, un solo copo ni un mínimo pensamiento triste que pudiera robarle a Taehyung aquél bello sentimiento, aquella nueva felicidad que creía completamente perdida; haciéndolo agradecer en silencio, recordando a su padre sin lágrimas, haciéndole saber que esta vez, en verdad estaba bien.
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