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podrás ...

24 de Diciembre. 2040

Taehyung se vestía diligentemente, calzándose los pantalones térmicos sentado en la cama; la habitación se encontraba sumida en la penumbra, siendo la ventana la única fuente de iluminación.

Afuera el cielo nublado provocaba que todo se llenara de una luz blanca, fría y cegadora, armonizando con el triste corazón del castaño.

Junto a su mesa de noche se podía observar un pequeño marco en donde un hombre apuesto, pelinegro y de brillante mirada le dedicaba la más hermosa de las sonrisas que hubiera visto jamás.

—Buen día Seokjinie —susurró mientras besaba dos de sus dedos y los pegaba al cristal del cuadro.

Tomó el bastón que le servía de apoyo en aquellas heladas fechas, cuando más le dolía la pierna que se había roto, deseando poder tener algo que aligerara también el dolor en su corazón y con semblante cansado salió de la habitación a paso lento, cojeando ligeramente.

Una vez hubo llegado a la cocina, puso agua a calentar en la tetera y comenzó a rebuscar en las alacenas alguna galleta para picar, pero fue interrumpido por la puerta principal siendo abierta y voces animadas que llenaron de pronto todo el lugar.

—¡Taehyung! Espero que estés vestido y el café esté listo.

—Yoongi. Buenos días. ¿Qué hacen aquí?

—¡Yah! Taehyung, no seas tan cortante. Somos viejos y nos ofendemos con facilidad.

—Lo siento Nam. Es solo que me sorprende verlos aquí... otra vez.

—Sigo aprendiendo a cocinar, así que quería mostrarte mis avances, también te trajimos unas galletas. —Namjoon puso una charola sobre la isla de la cocina y el aroma de estas llegó hasta el castaño, haciéndolo sonreír con nostalgia.

—Son de jengibre ¿Cierto? —Susurró sin atreverse a tomar una.

—Sí. No eres alérgico ¿O sí? —Taehyung negó lentamente, caminando hasta la mesa sin mirar a ninguno de los presentes.

—Eran las favoritas de Jin... las hacía todos los años para poder comer en navidad ¿Lo olvidaste?

Namjoon miró alarmado a Yoongi, que solo frunció los labios y agachó la mirada algo avergonzado.

—Lo sentimos Tae, nosotros...

—Está bien, no se preocupen. Gracias por seguir intentando hacerme compañía.

—Nos preocupas Taehyung —dijo Namjoon sentándose frente al cabizbajo castaño, con su cabello reflejando algunas canas, producto del estrés.

—Exacto, no queremos que estés solo en esta fecha.

—No me pasará nada. No es como si pudiera ir muy lejos de aquí en estas condiciones.

—Eso dijiste antes y estuviste meses en cama. —Lo regañó Yoongi mientras apagaba la estufa y comenzaba a servir agua en las tazas.

—Jamás me dijeron cómo fue que me encontraron. —Intentó distraerlos.

—¿Hablas de la noche en la que casi te matas? —Respondió Yoongi, sentándose a un lado de Namjoon.

—No fue a propósito —respondió agachando la mirada al sentirse regañado.

—Imagina si sí. —Yoongi rodó los ojos mientras le daba un sorbo a su café. —Realmente no fue difícil. El dueño del bar los conoce... te reconoció y llamó a Jimin, bueno, realmente llamó a la policía para alertarles de tu estado, pero fue Jimin quien atendió el caso por tratarse de ti, aunque cuando llegó al bar ya no estabas, así que solo recibió tus pertenencias y salió a buscarte. ¿Sabes? No fue difícil que la gente ubicara a un hombre muy ebrio con un horrible suéter de arbolito de navidad caminando por ahí.

Taehyung sonrió de lado, imaginando la escena y se sintió algo avergonzado.

—Cuando Jimin llegó al lugar... —Continuó Yoongi.

—Hey, deja de llamarlo por su nombre. Es el oficial Park. ¿O acaso son muy amigos? —Interrumpió Namjoon fingiendo molestia, intentando aligerar el ánimo de su amigo.

—No me mires así. Jimin... el oficial Park es más joven que nosotros dos. No seas celoso, Nam. Sabes que tú eres mi único amor. —Le respondió Yoongi sonriéndole de manera tierna. Provocando que Taehyung sonriera también, aunque de manera algo nostálgica.

—En fin... Park llegó, encontró tu botella rota y comenzó la búsqueda. Tu maldito suéter te salvó la vida, esa estúpida estrella hizo su trabajo y guió a todos hasta ti.

—Sí... Seokjin salvó mi vida. —Susurró Taehyung, recordando lo horrible que le dolió la pierna cuando despertó en la camilla de los paramédicos. La tenía rota, con el hueso salido y toda la sangre manchando su ropa.

En ese momento ni siquiera ese dolor pudo opacar la tristeza que creció en su pecho, imaginando la agonía por la que su amor había atravesado antes de morir.

—Yo no intenté matarme, por favor estén tranquilos y vayan a su casa, pasen el tiempo juntos. Yo... estaré bien.

—Tae, nosotros no... —Namjoon fue interrumpido a media frase.

—De acuerdo. Pero para que lo sepas mocoso, si quieres ir con nosotros, puedes hacerlo. Estaremos al pendiente de ti.

—No es necesario Yoongi, pero gracias. ¿Puedo quedarme las galletas?

—Las traje para ti hombre. Claro que puedes. —Esta vez fue Namjoon quien habló, sintiéndose alegre al ver que le sonreía tímidamente.

—Gracias por preocuparse por mí y perdón por las molestias. —Taehyung se levantó para esperar a sus invitados a un lado de la pierta ya abierta, ellos se levantaron también, agradeciendo el café y caminando hacia su casa.

Yoongi y Namjoon se detuvieron un momento, mirándose con complicidad para luego atrapar al menor en un fuerte abrazo.

—Te queremos Taehyung —dijo Yoongi saliendo por la puerta, dejando a Namjoon parado, dudando si preguntar o no, pero al final lo hizo.

—Irás de nuevo al bar. ¿No es así? —Taehyung ni siquiera preguntó cómo lo sabía, simplemente asintió, mirando al suelo. —Bien. Pero no vuelvas a esa carretera. Hay personas que aprecian tu compañía.

—En verdad se los agradezco. También los quiero. —Namjoon sonrió una última vez, saliendo de la casa rápidamente para alcanzar a su esposo que lo recibió con una enorme sonrisa de encías al aire y el moreno le correspondió con un tierno beso en los labios.

Taehyung los observó, alegre por primera vez en mucho tiempo, sintiéndose bien por sus amigos, al ver que al menos ellos se tenían el uno al otro. Y parado ahí, confiando una vez más en la magia de la navidad, pidió como único deseo que ellos fueran muy felices juntos hasta que envejecieran.

Tomó sus cosas de manera lenta, casi como si deseara grabar en su memoria cada detalle del lugar, intentando recordar cómo era cuando Jin aún estaba ahí.

Caminó hasta la puerta, deteniéndose al darse cuenta que el único adorno que seguía colgado, era el muérdago, tan cursi y cliché sobre el marco de la puerta.

Una sonrisa ladina adornó su rostro cuando cerró con seguro y para su sorpresa, se mantuvo ahí, acompañándolo camino al bar en donde solía pasar todas sus navidades desde que Seokjin falleció.

El característico sonido de la campanilla que anuncia la llegada de un nuevo cliente alertó a los pocos presentes, mirándolo discretamente mientras este rengueaba hasta el lugar que siempre ocupaba en la barra.

—Hola Jungkook. —Saludó sin mucho ánimo, pero con amabilidad al dueño del lugar.

—Señor Kim. ¿No es muy temprano para venir a beber? —Respondió el hombre con algo de duda. No pretendía ser grosero, pero llevaba varios años de conocer al castaño, cuando llegaba con Seokjin era tranquilo y platicador, bebía animadamente y hacía reír a todos, pero hacía unos años ese hombre llegaba solo, bebiendo sin dejar de llorar para luego solo correr fuera del local o simplemente caer inconsciente.

Jungkook ya no se preocupaba por la paga, pues Taehyung, consciente de lo que hacía, dejaba incluso más dinero de lo que consumía, pero a él le destrozaba verlo de esa manera y se preocupaba genuinamente por la salud del hombre.

—Vamos hombre, no es como si viniera cada fin de semana. ¿Quieres un trago? Yo invito. —Jungkook negó lentamente, sacando una botella del mejor whisky que tenía, pues sabía que eso era lo que pediría. —Salud.

El más joven observó al otro beber de un trago todo el contenido de su vaso sin hacer una sola mueca, solo mirando detrás de él, hacia los vasos y copas acomodados con extremo cuidado.

—Necesito algo que me caliente el corazón... detesto sentir este frío hace años. ¿Tienes algo para eso? —preguntó Taehyung sin dejar de ver hacia aquél lugar.

Jungkook lo miró dudoso, pero asintió y sin mediar palabra, desapareció tras la pared escondida por las botellas, apareciendo luego con un enorme taza de agua caliente, una ramita de canela y lo que a Taehyung le pareció un limón con cosas incrustadas en él, que luego reconoció por su aroma como clavo.

—Espero esto le ayude, señor —dijo Jungkook, vertiendo hábilmente el whisky en la taza.

—¿No tomarás uno conmigo? Anda, yo invito. No quiero beber solo... hoy no.

Jungkook frunció los labios, mirando en todas direcciones. Usualmente no bebía en horas de trabajo, pero era Nochebuena y sabía que habría pocos clientes, por lo que luego de unos minutos tras aquella pared, regresó con una bebida igual a la del castaño, solo que a la suya le puso menos alcohol.

Ambos bebieron en completo silencio, hasta que Taehyung rompió las cavilaciones del hombre que bebía en silencio tras la barra, apenas distrayéndose con los demás pedidos.

—Sabess... —Jungkook miró al hombre frente a él, sorprendiéndose al verlo algo sonrojado por el alcohol y escuchar sus palabras salir alargadas. "Juraría que tiene resistencia al alcohol... al parecer me equivoqué" Pensó mientras lo miraba fijamente. —Yo conocí a mi esposso aquí.

—Los recuerdo señor. Y me sorprende saber que se casaron... después de todo, los saqué de aquí con la policía de por medio por estar peleando. —Taehyung sonrió amargamente, recordando el suceso, sintiendo nostalgia y algo de tristeza al no poder corregir al contrario ante la idea de que estaban casados.

🎄

Seokjin se encontraba sentado en un banco alto junto a la barra, bebiendo un Whisky en las rocas de manera pausada, disfrutando el sabor del licor.

—Amo la navidad... ¿Lo sabías Kook?

—No tenía idea señor Kim. ¿Por qué está aquí solo?

—Que ame la navidad no significa que tenga con quién pasarla... —Dijo sonriendo de manera triste.

—Lo siento... —Susurró el bartender.

—No pasa nada. Es una noche tranquila... ¿Por qué no bebes conmigo?

—Yo... —Jungkook fue interrumpido a media contestación por el característico sonido de la campanilla, anunciando un nuevo cliente. —Buenas tardes, bienvenido —dijo mirando brevemente al recién llegado.

—Shirvame un vasho enorme de vino —Seokjin rodó los ojos sin mirar al hombre que hablaba tras él. "Un borracho más, genial." Pensó dando un nuevo sorbo a su bebida.

—Señor, está usted muy ebrio, no sé si sea prudente que yo...

—No te p-pregunté. —Respondió hipando. —Quiero un vasho de rooon. —Gritó, azotando la mano en la barra, alterando a Seokjin.

—¡Hey! Cálmate de una maldita vez ¿Quieres? Las cosas, ante todo, se piden por favor.

—¿Y tú q-quién te creesh? —Taehyung lo miró de arriba abajo, intentando enfocar la mirada.

—Nadie, solo intento hacer que no me arruines la navidad.

—La naaavidad esh un asco... solo hipócritas siendo felices por un día y gente diciien...diciendo que se quieren con tal de recibir regalos. —Dijo el recién llegado arrastrando las palabras. —Pareciera que se olvidan de todo eso en cuanto pasan estas fechas, solo les importan los regalos.

—Que te importe un carajo, dejame ser feliz por un día entonces. —Seokjin comenzaba a perder la paciencia. —Además, no puedes hablar por todos... —Susurró dando un sorbo de su bebida.

—¡Meseroooooo! ¿En dónde está mi maldito ron? —Seokjin rodó los ojos, harto. Iba a levantarse, pero la voz tranquila de Jungkook lo detuvo.

—Le voy a pedir por favor que se retire de mi local, usted está muy ebrio y no voy a poner en riesgo a nadie dándole más alcohol.

—Tú... maldito. —Taehyung iba a reclamar algo más, pero la mano de Seokjin sobre su pecho lo detuvo.

—Maldita sea, solo lárgate. —Taehyung se lo quitó de un manotazo, mirándolo hastiado.

—No quiero —sentenció, plantándose frente al pelinegro.

Seokjin rodó los ojos, levantándose por fin del banquito. —Te lo advertí. —Dijo en tono bajo, tomando al joven por la camisa para empezar a empujarlo lejos de la barra. —¿Cuál es tu nombre? Niño.

—No me llames niño... anciano. Mi nombre es Taehyung.

—Bien Taehyung, largo de aquí o llamaré a la policía. —Seokjin lo soltó, haciendo que el chico cayera de espaldas sobre el suelo de tablaroca, enfureciendolo. De pronto el castaño ya no se sentía ebrio, la adrenalina le recorría las venas.

Sin pensarlo dos veces, Taehyung se abalanzó contra el hombre que acababa de hacerlo caer, provocando que el banco en el que acababa de sentarse se rompiera y ambos cayeran al suelo estrepitosamente. Las pocas personas que se encontraban ahí los miraban, entre divertidos y alarmados.

Jungkook se palmeó el rostro con hastío y llamó a la policía, acusando a ambos hombres. No tenía tiempo para lidiar con nadie así.

—¡Largo de aquí los dos! —Les gritó mientras daba vuelta a la barra y jalaba a Taehyung de la ropa, separándolo del hombre que, en el suelo, se sobaba la mano por haber caído sobre ella.

El castaño se removió intentando zafarse, pero Seokjin aprovechó que lo tenían sujeto para poder asestarle un golpe en el estómago, haciendo a Taehyung toser. El joven, aún sin recuperar del todo el aire, corrió hacia Seokjin, arrastrando consigo al bartender que lo soltó al casi caer sobre ellos. Los observó pelear un momento, para luego tomar un traste con hielos y tirarlo sobre ellos.

Ambos se separaron, mirándose furiosos y desconcertados.

—Pero qué... —Había empezado a decir Taehyung, cuando Jungkook volvió a tomarlo de la camisa, arrastrándolo hasta la entrada, tirándolo a la nieve. Taehyung se quedó ahí, intentando entender lo que pasaba cuando un segundo cuerpo cayó a su lado.

—Más les vale largarse de aquí o le diré a la policía que quisieron golpear a alguien más. —Y dicho eso, el joven dueño cerró la puerta con un golpe.

—Yo solo quería ron... —Masculló el castaño sacudiendo su ropa.

—Es... t-tú c-culpa... —Murmuró Jin, temblando a causa del frío.

—Hey... ¿Estás bien? Tus labios están poniéndose azules...

—Y-yo... soy intolerante al f-f-frío. —Sus dientes comenzaban a castañear, preocupando a Taehyung.

Sin pensarlo dos veces, se quitó el largo abrigo que traía puesto, quedándose solo con una campera algo gruesa y un suéter de cuello alto, suficiente para no morir congelado.

—Perdón por lo de hace un momento. No era yo. —Taehyung comenzó a caminar, algo avergonzado, no le importaba perder su abrigo, era lo mínimo que podía hacer para disculparse, pero la voz del hombre tras él lo interrumpió.

—Traigo mi auto... ¿Quieres ir a mi casa? Prometo que no soy un secuestrador ni nada de eso... Podemos tomar un café... tengo ron en casa.

Taehuung asintió, volviendo junto al hombre que había golpeado. "Así que... esta es la versión adulta de ¿Quieres dulces?" Pensó mientras caminaba hasta el auto de ese desconocido.

🎄

—¿Le sirvo otro igual? —Jungkook interrumpió los pensamientos del castaño que ahora sonreía con nostalgia, pero con el corazón cálido.

—No, volveré a casa. Muchas gracias joven Jungkook. Feliz navidad. —El chico tras la barra hizo una ligera inclinación con la cabeza, sintiendo empatía por el hombre de mirada deprimida, recordando el brillo que esta solía tener, el cual vio desaparecer con el transcurso de los años, navidad con navidad desde que supo que aquél hombre había fallecido.

Sacó su teléfono, tecleando un mensaje rápido. "Va a casa". Presionó enviar, recibiendo un simple "Gracias" del hombre con quien estaba en contacto desde que Taehyung empezó a frecuentar el lugar.

El castaño condujo lentamente, recordando todas y cada una de las ocasiones en las que había recorrido esas mismas calles junto a su amado, desde que tomó ese café en su casa por primera vez, hasta la fecha en que juntos escogieron las cortinas de su casa, para después empezar a recordar sus navidades sin el mayor.

Estacionó el auto con cuidado y al bajar una voz interrumpió su andar, asustándolo.

—Es bueno ver que estás de vuelta temprano.

—Namjoon, me asustaste. Sí, algo me decía que hoy no debía volver tarde. ¿Qué haces aquí? Te vas a congelar.

—Solo quería asegurarme que estabas bien. Algo me dijo que llegarías temprano. —Taehyung asintió, sonriendo genuinamente feliz.

—Nam... dile a Yoongi que lo quiero mucho. Por favor ya no se preocupen más por mí, estaré bien. También a ti te quiero mucho, gracias por sus cuidados y compañía.

La mirada de Namjoon se cristalizó. —¿Por qué de pronto dices esto?

—Ah... no sé. Uno nunca sabe. No pude despedirme de mi Seokjin como hubiese querido, pero no tengo remordimientos por no haberle dicho cuánto lo amaba, quiero hacer lo mismo con los demás.

—¿Entonces de qué tienes remordimientos Tae?—preguntó Namjoon con curiosidad.

—Solo... extraño su aroma, sus besos y poder calentar sus manos, nariz y pies en estos días fríos... Desearía poder verlo, besarlo una vez más. —Namjoon asintió, comprensivo.

—Es navidad, pide un deseo.

—Ya lo hice, aunque no creo mucho en eso... Seokjin me enseñó a amar la navidad, aunque creo que solo la amaba por estar con él... Fue mi milagro navideño, la magia de esa noche y el resto después de ella, sin él, eso ya no existe.

—Papá Noel te lo trajo de regalo...

—Y luego se arrepintió, me lo arrebató tan rápido como lo dejó en mi camino. —Taehyung hablaba con tristeza, pero por primera vez en años, no deseaba llorar.

—En ese caso, creo que tienes derecho a otro deseo, la navidad se los debe, pero él ya no está para pedirlo. —Taehyung sonrió, entendiendo las palabras del mayor.

—Ya no daré problemas, prometo portarme bien si ustedes prometen ser una pareja feliz, cliché, cursi y empalagosa por el resto de lo que dure su amor, que espero sea igual de longevo que sus existencias.

—Lo prometo —dijeron dos voces al unísono. Namjoon y Taehyung voltearon al mismo tiempo, encontrando a Yoongi un par de metros atrás, envuelto hasta la nariz, pero con una mirada alegre. —Ve adentro que vas a congelarte. Mañana puedes venir a comer a casa si quieres. Nam, vamos, deja que Taehyung entre a su casa.

Ambos hombres caminaron tomados de la mano hasta su hogar, siendo observados por un muy alegre castaño.

—Los amo. —Susurró al aire, entrando a su casa y cerrando la puerta tras de sí.

Se sacó los zapatos y las prendas demasiado pesadas, quedándose solo con un suéter ligero para recostarse en el sillón en cuanto empezó a sentirse cansado, cayendo dormido casi al instante.

El sonido de alguien tocando la puerta lo despertó, afuera se veía oscuro y nevaba, sin duda era un paisaje hermoso. —Ya voy, ya voy. —Murmuró ante el insistente toque.

—Yoongi, yo también odio que me despierten... —Se quedó mudo al abrir la puerta, encontrándose con una sonrisa enorme y unos ojos preciosos que lo miraban con amor.

—Se-seokjin...

—Hola mi amor. —Taehyung enmudeció, optando por solo tirarse a los brazos de su amado, que lo recibió gustoso, susurrando palabras de consuelo y suaves caricias sobre su cabello. —También te extrañé. Aunque no entiendo por qué fui tu deseo de navidad, pudiste pedir cualquier otra cosa.

—Eres lo único que necesito. Por favor no te vayas.

—No me iré mi amor, no más. Pero espera, mira arriba. —Taehyung obedeció, encontrándose con el muérdago que nadie había querido quitar de la entrada.

Una sonrisa cuadrada y cargada de sentimientos se formó en los bonitos labios del castaño, quien comenzó a acercarse lentamente hasta los abultados, rosados y cálidos labios de su amado, apenas rozandolos, como pidiendo permiso para concretar el encuentro.

—Eres todo un cliché, mi vida... por eso te amo —dijo para luego presionarse contra la boca del mayor, sintiendo la calidez de sus labios, con ese ligero sabor a manzana, whisky y anís que siempre tenía.

En medio del beso Taehyung suspiró, deseando extender ese momento para siempre.

—Te extrañé mucho Jin. por favor no te vayas. Ya no quiero verte solo en mis sueños, por favor, llévame contigo. —Seokjin acarició el rostro del menor, sonriendo con ternura.

—Mi amor... eso ya no pasará más —susurró. —Esto no es un sueño. —Y acto seguido, ambos pares de labios colisionaron en un beso intenso, profundo y lleno de amor; en donde la nariz siempre fría de Seokjin contrastaba con las cálidas y enrojecidas mejillas del castaño.

Cualquiera que hubiese pasado por la calle en ese momento habría tenido que mirar a otro lado con prisa, pues el amor que aquél beso exudaba era digno de un par de adolescentes, o quizá de una pareja que no se veía hacía mucho, mucho tiempo, tiempo en el que creyeron que jamás volverían a reencontrarse. Y vaya que eso era justamente lo que pasaba, por eso es que mientras los brazos de Taehyung envolvían el cuello del pelinegro, Seokjin tomaba la fina cintura del castaño, proclamándose el eterno, puro e intenso amor que se tenían, prometiéndose con palabras mudas jamás volver a dejarse.

✨️🎄✨️

Hemos llegado al final de esta historia. Quiero agradecerles muchísimo el haberme acompañado hasta aquí.

Espero que les haya gustado y hayan llorado mucho.

Recuerden pasarla bonito, comer mucho y abrazar a sus seres amados, pero sobre todo recuerden que la navidad es solo la excusa, el amor se da todo el año y no tiene porqué ser en una fecha especial.

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