Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8


You know I can't smile without you,

I can't smile without you.

I can't laugh and I can't sing,

I'm finding it hard to do anything.


Una y otra vez se repetía esa canción, acompañada de un llanto débil. Estaba en el baño de mujeres apoyada contra uno de los lavabos.

Creo que hacía más o menos quince minutos que yo seguía en la misma posición, sin mover ni un solo músculo, porque no quería que mi madre me escuchara o supiera que yo estaba allí. Por lo menos no mientras no se me ocurriera qué decirle.

Aunque tampoco sabía si hablar de una vez por todas o quedarme por siempre escuchando aquello.

Me partía el corazón en dos, no sabría verdaderamente si podía enfrentarme a esa situación. Pero lo tenía que hacer. Necesitaba ganarme su confianza de alguna manera y el destino o el universo o ambos me habían presentado esta situación por una razón.

— Samantha —dije despacio. Me acerqué unos pasos más delante.

La canción de pronto dejó de sonar luego de un sonoro golpe.

— Vete —murmuró con la voz cortada desde dentro de uno de los baños— seas quién seas.

— Soy Isadora —contesté— ábreme, por favor.

— Déjame sola —sollozó.

— Por favor, sólo quiero ayudarte —dije— darte apoyo, un abrazo. Lo que necesites.


Unos segundos después vi como bajaba sus pies al suelo, con lentitud, y sacaba la traba de la puerta para luego abrirla. Tenía toda su cara roja y sus ojos estaban peor. De seguro hacía mucho que estaba llorando. Su rubio pelo hasta se veía más descuidado de lo normal, al igual que su ropa que siempre la llevaba impecable.

— ¿Cómo me encontraste? —Se limpió un poco la cara con sus manos— nadie usa este baño desde hace años.

— Yo no lo sabía —mentí. Sabía más que bien que nadie lo usaba por culpa de Myrtle la llorona— ¿Recuerdas que no soy de aquí? —intentó sonreír. Por lo menos logré hacerla feliz unos segundos— solo pasaba por aquí y necesitaba refrescarme la cara... ¿Qué era esa canción que escuchabas? —pregunté curiosa. No quería preguntarle la razón de por qué lloraba.

— Era esto —sacó una pequeña caja blanca del bolsillo de su túnica y extendió sus manos hacia mí para que la agarrara. La abrí con cuidado y la música volvió a sonar;

You know I can't smile without you...

Parecía uno de esos joyeros que usaban los muggles para guardar sus cosas valiosas. Adentro había un corazón de madera con las iniciales S&R talladas en él.

— Es muy linda —murmuré.

— Te la regalo, me trae malos recuerdos esa canción.

Miré la cajita de nuevo y la cerré.

— No, no puedo aceptarla —estiré mis manos para dársela otra vez.

— Prefiero que la tengas tú. Yo la terminaré rompiendo.

— ¿Segura? —Afirmó con la cabeza— está bien... pero si algún día la quieres de vuelta sólo pídemela —la guardé en el bolsillo de mi túnica con cuidado.

— Gracias, igual no la quiero —se secó unas lágrimas que habían brotado de sus ojos— ¿Te acuerdas que una vez te hablé de mi novio Regulus? —Asentí con mi cabeza— él me la dio cuando cumplimos seis meses juntos. Él mismo fabricó todo y talló nuestras iniciales. Y también la hechizó para que sonara música siempre que la abriera —hizo una pausa para limpiarse la cara otra vez. Más lágrimas se le habían escapado— siempre decía que no podía sonreír sin mí, por eso escogió esta canción.

— Supe que ambos terminaron con la relación —dije apenada— por eso te buscaba —Samantha me miró confundida— Ayer en el club de Slughorn, Regulus lo dijo.

Lo odio tanto —dijo con la voz cortada, empezando a llorar otra vez.

No sabía qué hacer. Yo también quería llorar con ella pero debía ocultar mis sentimientos, porque parecería una loca si me veía así. Tan solo me acerqué para darle un abrazo que ella me lo devolvió agradecida. Al menos así podía ocultar mi cara de su vista.

Después de unos minutos logró aclararse la voz para continuar hablando.

— Regulus era un buen chico, hasta podría decirte que era mejor que su hermano Sirius. Su familia estos últimos tiempos lo cambió —me separé de ella— y todo empeoró esta semana —respiró hondo— se convirtió en un mortífago. Yo... yo no lo pude soportar. Ya no era el mismo Regulus del que me había enamorado.

— No lo sabía —dije tomando su mano— lo lamento mucho.

— No tienes nada de qué lamentarte —intentó sonreír— gracias por darme apoyo en esto, fuiste una de las pocas que lo hizo.

— Para eso estamos las amigas ¿Verdad?

No me sorprendía mucho la idea de que mi padre fuera un mortífago, la gran mayoría en la familia Black tenía esa tendencia. Pero tampoco me imaginaba que por eso se habían separado mis padres. 

Si los quería juntar otra vez me costaría mucho más de lo que me imaginaba.



Ya por suerte se acercaba el final de la clase de encantamientos. Hoy también había llovido y el clima se ponía más frío por eso. Casi parecía que estábamos en pleno invierno cuando recién era otoño.

Le entregué al profesor mi trabajo de clase junto con el de George y me volví a sentar con él hasta que la campana sonara.

— ¿Hablaste con ella? —me preguntó en voz baja.

— Si, por suerte seguía en el baño.

— Lo sé, las vi a las dos en el mapa del merodeador.

— ¿Seguiste usándolo después que me fui? —George asintió— ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué tal si alguno de los chicos te veía?

— Duermen como morsas, no había de qué preocuparse —dijo sin importancia— sólo quería recordar aquellos viejos tiempos en los que Fred y yo poseíamos el mapa.

— ¿Lo dejaste en el mismo lugar, no?

— Si amada mía —se burló— lo dejé en el mismo lugar.

— ¿Y hoy a la mañana no notaron nada raro?

— No, querida. Nada —sonrió.

El timbre sonó y toda la sala se levantó felizmente. Acomodé mi mochila sobre el hombro derecho y también me dirigí hacia fuera con mi amigo pelirrojo. Perdón, moreno.

Apenas salí, una voz me llamó desde atrás. Giré mi cabeza y lo vi a Sirius caminando, con lentitud, con la camisa medio fuera del pantalón sobresaliendo por abajo del pulóver y la corbata floja.

Más desarreglado imposible.

Eso sí, el pelo siempre lo tenía impecable.

— ¿Vas a esperarlo? —me preguntó George también mirándolo. Asentí con la cabeza, resignada— Nos vemos luego entonces.

George siguió caminando y yo me quedé parada viendo como Sirius seguía viniendo hacia mí. Me crucé de brazos. No iba a esperar por él una eternidad.

— ¿Te puedes apurar un poco? —Le reproché— eres más lento que una tortuga.

— ¿Acaso estás apurada? —Dijo sonriendo cuando por fin había llegado al lado mío— ¿Qué tienes que hacer damisela?

— Mi cama y mi almohada me esperan.

— Ah, esas son las mejores citas —ambos empezamos a caminar rumbo hacia la sala común— ¿Estás cansada?

— Dormí muy poco anoche.

— ¿No habrás...? —me miró alzando una ceja.

— ¿No habré qué? —pregunté confundida.

— ¿No habrás estado haciendo cosas con George, verdad? Aprovechando que nuestra habitación estuvo vacía tantas horas ayer.

— ¿¡Qué!? —Me frené en seco— ¿Qué insinúas?

— Perdón, lo siento —se metió ambas manos en los bolsillos del pantalón— fue sólo una suposición que se me vino a la mente. Además... que no es nada malo.

— ¿Por quién me tomas?

— ¡No! Isadora —dijo sorprendido— no creas que pienso cosas malas sobre ti... sólo lo pensé porque ya sabes —lo interrumpí.

— ¿Ya sé qué?

— Vamos —rodó los ojos— todos sabemos que entre ustedes dos hay algo. No lo niegues.

— ¿Hay algo? ¿Cuántas veces lo voy a repetir? —Comencé a caminar otra vez, con paso apresurado, pero Sirius me siguió el ritmo— somos amigos nada más. A-mi-gos —separé en silabas la palabra para remarcarla aún más.

— ¿Y entonces por qué razón no me das ninguna oportunidad? —Bufó— por él, claro está.

— Sirius —rechiné entre dientes. De verdad que estaba enojada. No solo por la incómoda situación de que todos pensaran que entre George y yo había algo, sino por la insistencia de Sirius en coquetearme e intentar obtener una cita conmigo— no me interesas ¿Captas eso? Intenté rechazarte de las mejores formas posibles pero veo que no funciona.

— Un gryffindor no se rinde fácil —agregó socarronamente.

— Como sea. Lo intenté hacer por las buenas y no quiero que sea por las malas. Así que sólo déjame en paz ¿Quieres?

— ¿Por qué? Exijo una explicación decente —se paró enfrente mío para que no pudiera seguir caminando.

— Por-porque —tartamudeé— porque no eres mi tipo de hombre.

— ¿Y cuál es tu tipo? —se cruzó de brazos.

— Ya basta —intenté correrlo de en medio de la escalera pero no funcionó. Él era más fuerte que yo.

— Dime o estaremos toda la vida aquí.

— No lo sé Sirius, quiero irme a dormir un rato.

— ¿Que sean divertidos?

— Sí, tal vez. Ahora déjame ir —probé empujarlo de nuevo pero esta vez me agarró de uno de mis brazos. Fruncí el ceño.

— ¿Que sean altos?

— Podría ser, no lo sé. Sirius —hizo caso omiso a lo que decía y continuó.

— ¿De ojos claros? —Negué con mi cabeza. No porque estuviera en desacuerdo con eso, sino porque quería terminar con la charla— ¿Valientes? ¿Rebeldes? ¿Cariñosos? ¿De buen corazón? ¿Idiotas?

— Sirius —me interrumpió.

— Encajo en todo y lo sabes.

— No me interesas.

— Dímelo, mírame a los ojos —se acercó más a mí— dime que no quieres besarme —ya estaba a centímetros de mi cara. Podía verme reflejada en sus grises ojos— dime que no me quieres y me iré.

¿Que no te quiero? Eres el único familiar de sangre que está vivo y que lo quiero, y gracias a dios ese amor es mutuo. Pero esto... esto ya se estaba pasando de la raya.

— ¿Te gustan las cosas por las malas no? —susurré. Tomé mucho coraje y me preparé, intenté cerrar los ojos para no ver lo que estaba a punto de hacer.


¡Plaf!


Los cinco dedos de mi mano habían hecho una marca roja en la cara de Sirius. Él sólo atinó a tocarse su mejilla y quedarse petrificado con la boca abierta. No me había gustado tener que hacer eso. Jamás habría lastimado a mi familia, pero debía tomar cartas en el asunto por el bien de ambos.

— Perdón —dije— de verdad no quise hacerlo, pero no encuentro otra manera.

¡Soy tu sobrina Sirius! ¡Tú pequeña aventurera! ¡Date cuenta de una vez por todas que no tienes ni una mínima chance conmigo!

Salí corriendo lo más rápido que pude para llegar a mi habitación y encerrarme a dormir allí hasta que fuera la hora de la cena. Aunque si fuera por mí, me quedaría hasta que pasaran días, semanas, ¡Meses! Y que todo se arreglara y volviera a ser como antes. De verdad que no me gustaba para nada este embrollo. Ya extrañaba a Fred y a la familia Weasley. A Ted, Andrómeda y Nymphadora. Al viejo Sirius y al viejo Remus.

Todo esto era tan complicado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro