Capítulo 7
Era el primer día de un nuevo mes. Más precisamente era el primero de octubre de 1977.
¿Tan rápido se pasaba el tiempo? Pues sí, y más de lo que hubiese querido.
Ya hacía cuatro semanas que George y yo estábamos en este enredo y quién sabe hasta cuándo seguiríamos atrapados. Ya hasta nos habíamos empezado a acostumbrar a vivir en esta época, como para tener que volver a 1995 en cualquier momento.
El día por lo menos había comenzado bien, aunque llovía a cántaros desde la madrugada y el cielo parecía estar triste, como si llorara por la pérdida de un ser querido.
Horace Slughorn nos indicó que a la noche habría una cena en su despacho para el club de las eminencias, o como le decían los alumnos: el Club Slug. El profesor había elegido a varios estudiantes que tuvieran padres con mucha importancia en el mundo mágico, como lo era el caso de Regulus, y a otros pocos en quienes veía un gran potencial futuro, como lo eran Lily y Remus. A mí me había elegido por ser la "estudiante de intercambio". Aunque dejando de lado la humildad, tampoco es que me iba mal en pociones.
Al terminar todas las asignaturas de la mañana ya no me quedaba ninguna por la tarde, así que la tenía libre para hacer lo que quisiera. Busqué a George por todo el castillo y lo encontré descansando sentado en el césped cerca del Lago Negro.
Estaba solo, por lo cual me acerqué a él sigilosamente y lo asusté por detrás.
— Merlín —dijo exasperado— ¿Algún día dejarás de ser tan inmadura? —frunció el ceño.
— Ah ¿Yo soy la inmadura ahora? Mira de lo que me vengo a enterar —dije con sarcasmo— madurar es para frutas.
— No robes mis frases —se quejó.
— Perdón George, se me olvidaba que las frases tenían dueño.
— Tonta —se rió dulcemente— ¿Cómo supiste que era yo? Digo, antes desde atrás era fácil reconocerme porque había muy pocos alumnos pelirrojos, altos y sexys —rodé los ojos— estaba Fred, pero él no es sexy.
— No lo sé —me encogí de hombros— lo supe y ya —sonreí— creo que es porque tienes un resplandor de estupidez humana a tu alrededor.
— ¿Yo? —Levantó una ceja— ¿Yo estúpido? Eso no te lo cree ni un loco.
— Extraño tu pelo de zanahoria —dije revolviendo un poco su cabello.
— ¿Sí? —Me miró— a mí me gusta así, me hace parecer más varonil.
— La verdad es que estás diciendo tonterías —me reí— a mi parecer te quedaba más lindo el pelirrojo —George sonrió con timidez y agarró una pequeña piedra que estaba a su alcance— hacía resaltar mejor tus ojos azules.
— Podría utilizar el contra hechizo que tú no sabías —me sacó la lengua— y así volvería a ser el George de antes.
— Para mí defensa, quiero agregar que tú tampoco lo sabías —ambos reímos— ¿Y qué les dirás a los demás?
— No lo sé —lanzó la piedra al lago, la cual rebotó tres veces sobre la superficie del agua para luego hundirse— puedo decir que me lo teñí.
— Es una buena idea.
— Siempre mis ideas son buenas Isa, aunque muchas de ellas no las sepas apreciar.
— Igual —agregué— te sugiero que te lo dejes negro. Intentemos no crear más confusiones de las que ya hay.
— ¡Williams, Dickens! —ambos volteamos a ver. La profesora McGonagall nos estaba llamando desde unos metros atrás nuestro. Los dos nos levantamos a duras penas del suelo, nos limpiamos un poco el uniforme y caminamos hacia ella confundidos— el director quiere verlos en este instante —apenas terminó de hablar retomó su caminar erguido hacia dentro del castillo.
— ¿Qué querrá? —preguntó George. Yo sólo me limité a encogerme de hombros y comenzar a caminar hacia el despacho de Dumbledore.
Tocamos la puerta y en pocos segundos se abrió. James, Sirius, Peter y Remus salieron de allí con paso apresurado, sin siquiera saludarnos. George y yo nos miramos extrañados pero no le dimos importancia a aquello. Seguramente los habían castigado, no sería ninguna novedad. Ambos entramos dentro y Dumbledore hizo señas para que nos sentáramos frente a él.
— ¿Por qué nos llamó? —Pregunté— ¿Sucedió algo?
El anciano se quedó mirándonos un rato largo. Pasaba su mirada de un lado a otro, hasta que al fin se aclaró la garganta y habló.
— ¿Han descubierto algo sobre el giratiempo?
— No todavía —contestamos al unísono.
— Pero lo estamos intentando —agregó George.
— Bien. Apenas tengan información no duden en venir a verme. Los llamaré de vez en cuando para mantenerme al tanto del asunto —dijo con calma— ahora pueden retirarse.
Ambos nos levantamos de los asientos y cuando estábamos por abrir la puerta, Dumbledore nos volvió a llamar.
— Señor Weasley, Williams. Les encomendé un pequeño trabajo de madrugada a sus compañeros de cuarto. Así que no se preocupe si ninguno de ellos se encuentra para dormir hoy en su habitación.
George asintió con la cabeza y salimos de una vez de aquel despacho.
— ¿Un trabajo? ¿Qué estarán tramando esos cuatro? —dijo sin comprender.
— ¿Es que acaso no te diste cuenta? Hoy es noche de luna llena.
— Oh, cierto —susurró— ¿Qué sería de mi vida sin tus explicaciones? Todo perdería sentido. Gracias Isadora la sabionda.
— Increíble —me hice la dolida por aquello. Pero por más que quisiera enojarme con él, con Fred o con Lee, nunca lo conseguía en realidad. Tenían un no sé qué que no me lo permitía.
— Era chiste, sabes que eres la chica más inteligente que conocí —me abrazó por detrás.
— ¿Ya te he dicho que eres un tonto? —me reí.
— Sí, gracias —él también se rió— es un gran cumplido.
Bajé las escaleras de caracol para ir a sala común un rato mientras Lily terminaba de arreglarse. Me había puesto una falda plisada negra justo por encima de las rodillas, una camisa blanca simple de manga corta, con un moño al costado de la cintura, y un collar rosa pálido combinando con los tacos bajos del mismo color. Dumbledore se había esmerado en que tuviéramos ropa linda para cualquier ocasión que se nos presentara. No se le escapaba ningún detalle a aquel hombre.
— No sé por qué las chicas de este colegio no se visten así todo el tiempo —dijo Sirius sonriéndome desde uno de los sillones. Ni me había percatado de que él estaba ahí— te ves muy linda.
— Gracias Sirius —me sonrojé y se levantó del asiento para acercarse más a mí.
— ¿A dónde tienes que ir?
— A una cena del club de las eminencias.
— ¿El club ese de Slughorn? —Asentí con la cabeza— mi herma... —se interrumpió— quise decir, Regulus, supongo que también irá. Es parte de ese club desde el año pasado. Todo porque es un asqueroso sangre limpia de la familia Black.
— ¿Y tú no eres eso? —quise reírme pero me contuve.
— Ojalá fuera de otra familia —dijo apenado— como los Potter, ellos sí que saben disfrutar la vida.
Sirius en el verano de 1995, en una de esas tantas charlas de tío a sobrina que habíamos tenido, me había contado su triste historia familiar.
De cómo él se oponía a la manía que tenían sus padres por la sangre pura y de repudiar a todo aquello que fuese muggle. De cómo su hermano menor también se lo creía y de cómo se había escapado de su casa al cabo de terminar su sexto año y antes de entrar a su último curso en Hogwarts, para irse a vivir junto con James y la familia de él. Quienes lo habían recibido con los brazos más que abiertos.
— Hablando de Roma. Mira quién se apareció —dijo mirando hacia la escalera. James y Lily bajaron ambos por allí— Eh ¿Por qué no se están peleando ustedes dos? —les preguntó un tanto confundido. Yo también los miré con ojos sospechosos.
— A veces nos cansamos de pelear —contestó Lily riéndose un poco— ¿Estás lista Isa? ¿Vamos?
— Si —afirmé con la cabeza, pero todavía no muy segura de lo que estaba sucediendo entre James y Lily— no quiero llegar tarde a la primera reunión.
Éramos tan solo nueve alumnos más el profesor Slughorn. Todos estábamos sentados alrededor de una mesa redonda en el interior de su despacho en las mazmorras.
La lluvia había cesado pocos minutos atrás pero todo seguía mojado aún. Los vidrios se habían quedado empañados a causa del frío exterior y el clima cálido que aportaban las chimeneas de todo el castillo en el interior.
Horace parecía bastante entretenido con todos sus invitados, casi ni había tocado su cena por falta de tiempo ya que no dejaba de hablar ni un segundo.
Yo por mi parte me dediqué a saborear aquellos camarones que venían incluidos en el plato. A decir verdad no los había probado nunca antes y me parecían estupendamente ricos. Hasta me hubiera atrevido a pedirle a los demás invitados que si no querían comer más yo lo hacía... pero luego recapacité y me di cuenta de que sería de muy mal gusto porque me encontraba en una fiesta formal. Siendo que también me verían con cara de loca.
Lily se había sentado a mi costado derecho, al izquierdo había un asiento vacío y justo enfrente estaba Regulus seguido por Snape. Luego estaban dos gemelos de slytherin de quinto año, una chica regordeta y muy simpática de hufflepuff que estaba en su último año, y otros dos hombres de ravenclaw, de séptimo y quinto año.
— ¿Alguien sabe si los alumnos faltantes vendrán? —preguntó el profesor cuando vio que todos ya habíamos terminado con la cena— es que no quisiera comenzar con el postre si alguno de ellos todavía viene.
— Remus hoy no se sentía muy bien —habló Lily con rapidez— me dijo que se disculpaba por no poder venir.
¿Será que Lily sabía el verdadero problema de Remus? ¿O tal vez eso le había dicho él para no levantar ninguna sospecha? Ya me entraba la curiosidad sobre aquello.
— Qué lástima. Envíale mis mejoras Lily, por favor —el profesor sonrió amablemente.
— Lo haré —dijo ella sonriendo también.
— ¿Y Samantha? —preguntó. Pero nadie le contestó.
¿Mi mamá estaba en el club? Ahora me encantaría saber si había logrado estar ahí por sus propios medios o si alguno de mis abuelos había sido alguien importante en el mundo mágico.
— Regulus —dijo Horace mirándolo.
— ¿Sí? —el chico levantó los ojos de su plato vacío.
— ¿Tú no sabes por qué no vino?
— No —contestó seca y fríamente— para nada.
— Oh —murmuró— yo pensé que sí, ya sabes, ustedes son novios y —Regulus lo interrumpió.
— Ya no lo somos.
El leve murmullo, que estuvo presente siempre hasta ahora, se difuminó en un milisegundo. Todos hicieron silencio y lo miraron al chico. Yo dirigí mis ojos a la mesa, me dolía ver aquella situación.
Horace se aclaró la garganta.
— Lo lamento mucho Reg, eran una linda pareja —agregó el profesor levantando su varita para traer a la mesa el postre— bueno, sigamos comiendo, eso nos alegrará a todos —sonrió.
— Eh, Lily —toqué su brazo para que se diera cuenta que la llamaba.
— Isa —me susurró— ¿Qué pasa?
— ¿Qué le sucede a Remus?
— Ah —dijo confundida— él... él tenía fiebre —hice caso omiso a las mentiras de Lily. Sabía que no era por eso, pero bueno la chica no me contaría a aires libres que Remus era un licántropo.
— ¿Y qué pasó con Samantha y Regulus? —le pregunté sin que nadie más escuchara. De todas formas, ya habían vuelto todos a conversar con fluidez y no nos estaban prestando atención a nosotras.
— Eso no lo sé —me susurró— pero llevaban cierto tiempo juntos. Creo que un año... Regulus antes no era así como lo ves ahora.
— ¿No? —pregunté curiosa. Le lancé una mirada fugaz a mi padre. Seguía sentado recto, con la espalda erguida y sin moverse. Snape cada tanto le hablaba y él le respondía, pero no parecía tener muchas ganas de estar aquí con nosotros.
— No —negó con la cabeza— este año volvió cambiado, hasta Sirius que es su hermano lo odia.
Si... esa parte de la historia ya la sabía. Lo único que no encajaba en todo esto era por qué mis padres se habían separado. Había una pieza faltante en ese rompecabezas y no me iba a quedar sin ella otra vez. Esta era la oportunidad para saber de verdad qué había pasado entre los dos.
Al día siguiente me había propuesto buscar a mi madre para preguntarle lo que había sucedido, y si tal vez necesitara algún consejo se lo daría, ya que yo era su "nueva amiga". Y quién sabe, hasta podría ayudarla a que ambos estuvieran juntos otra vez.
De seguro no era nada grave. Debía ser una de esas pequeñas peleas que tienen todas las parejas.
Nada que no se pudiera remediar con un poco más de amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro