Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 38

Primero de Abril: Día de los inocentes.

Y vaya coincidencia que también es el cumpleaños de Fred y George.

Hoy es el día en que todo el mundo decide jugarle bromas a todos, algunas más inocentes y otras no tanto, pero todos -inclusive Dumbledore- se apuntan para esta fecha. Yo por supuesto que tenía mi gran oportunidad esta vez, ya que el año pasado no me atrevía tanto a hacer estas cosas, sobre todo porque era más tímida que ahora.

¿O quizás porque me odiaban más?

¿O porque no tenía amigos?

En fin... Este año era distinto.


Me levanté con grandes ánimos y luego de ducharme bajé al gran comedor para desayunar. En el camino me tomé todo el tiempo del mundo en pensar alguna travesura para hacer hoy y hacia quién iba dirigida, y a cada paso que daba se podía ver alguna sonrisa pícara en los alumnos que también tenían planes malévolos.

Se lo podía ver a Peeves más alegre de lo normal y molestando a quien se entrometiera en su camino. Le tocó la hora al pobre del Fraile Gordo, que sin querer lo atravesó y el poltergeist comenzó a perseguirlo varios pisos cantando una canción sobre él; "El Fraile gordo cada vez más gordo está, es un fantasma pero engorda igual, hasta la eternidad comerá sin parar" o algo así canturreaba, causaba mucha gracia.

Cuando llegué al gran comedor, ilesa, lo encontré a Oliver sentado hablando con una compañera de gryffindor. Los saludé a ambos y me senté al lado de él.

— Buen día, ¿Todo bien Isa? —me preguntó Oliver dulcemente.

— Sí. Más que bien —sonreí— hoy será un día entretenido.

— Bueno... Intenta no hacer muchas bromas —comentó— no quiero que te castiguen. Esta semana tenemos que practicar bastante para el último partido de quidditch.

— Ay Oliver, pareciera que no me conoces todavía —negué con la cabeza, mientras rodaba los ojos— pedirme que me quede sin hacer nada es como pedirme que no respire —dije sirviéndome unos panqueques con chocolate en mi plato— además hoy está todo permitido, mientras no te pases de la raya está bien. Además el quidditch a veces tiene que quedar en segundo plano —susurré.

— No lo sé... Supongo —murmuró, poco convencido— ahí vienen tus amigos —señaló con la cabeza la puerta. Alcé mis ojos y vi a los gemelos entrando al Gran comedor— yo voy yendo a mis clases. ¿Te quedas con ellos?

— Claro —me dio un pequeño beso y salió del gran comedor con la otra chica. Los miré confundida mientras se iban fuera.

Al mismo segundo que los vi desaparecer tras la entrada, Fred y George se sentaron cada uno a mi lado.

¿Por qué actuaba así Oliver? Cada tanto se le daba por ponerse de mal humor en medio de alguna charla...

Sacudí la cabeza, cayendo en la realidad, y los apreté a los gemelos Weasley en un fuerte abrazo, atrayéndolos a ambos hacia mí ya que había quedado en medio— ¡Trece años! ¡Feliz cumpleaños pimpollos! —Dije con una gran sonrisa todavía estrujándolos— ¿Cuándo florecerán por completo?

— Pimpollo será tu cerebro. Ya, demasiado —se quejó Fred despegándose de mí.

— Qué arisco eres —dije todavía abrazando a George— a Georgie si le gustan mis muestras de afecto —Fred rodó los ojos y comenzó a servirse comida en su plato.

— Sucede que Fred le tiene alergia a las chicas —contestó su hermano cuando ambos nos soltamos. Me reí y continué con mi desayuno.

— ¿Preparada para hoy? —Preguntó Fred— tenemos un gran repertorio para aplicar durante todo el día —sonreí.

— Excelente. Espero estar incluida en eso —comenté.

— Por supuesto querida Isadora —ahora habló George— y más te vale que estés presente para la broma final.

— Oh, ¿Habrá espectáculo durante la cena? —pregunté. Ambos me miraron con una gran sonrisa en sus rostros. Ya sabía que eso era un gran "Ni lo dudes".



Terminamos de desayunar en silencio. Lee se nos unió casi al final y esperamos a que él le diera un último bocado a sus waffles para los cuatro dirigirnos entonces hacia el aula de pociones.

Snape parecía estar de buen humor ya que unos días atrás había sido el partido de hufflepuff contra slytherin y las serpientes ganaron por mucho -seguramente haciendo trampa- y como la diferencia entre ambos había sido abismal... Por ahora eran los que más puntos tenían de las cuatro casas.

Cedric estuvo bastante deprimido últimamente porque no había logrado atrapar la snitch. Que aunque no aseguraba que ganasen el partido, al menos les hubiese dado una gran ventaja en cuanto a puntajes. Ahora Hufflepuff estaba último en la tabla y no había forma de revertirlo ya que no daban las fechas.

Y como decía; por eso Snape no estaba de mal humor, gracias a todos los astros.


Compartí la mesa con los gemelos y Lee Jordan. Teníamos que crear la poción de crecimiento de cabello que sería tomada en el examen final de segundo año, así que intenté poner mi mayor esmero en ella.

— ¿Tienen pensado ya cuales materias van a tomar el año que viene? —les pregunté a los tres chicos mientras abría mi libro para comenzar a hacer la poción.

— Cuidado de criaturas mágicas está adentro —dijo Fred— sí o sí. Es la única que parece entretenida por los peligros que conlleva —los tres se rieron.

— Si, en eso tienen razón —murmuré— lo estuve pensando hace unos días y creo que también me anotaré en esa. Los animales son divertidos...

— Y seguro la otra sea adivinación —agregó Lee— es la más fácil —Fred asintió con la cabeza dándole la razón— Le dices que predijiste que tu tía abuela por parte de tu primo lejano se iba a sonar la nariz y tienes el año aprobado —me reí de forma sonora.

Snape alzó la vista e hicimos contacto pero me disculpé agachando la cabeza. Lee apretó los labios aguantándose reírse de mí.

Yo creo que iré a runas antiguas —susurré, casi sin mover los labios por si Snape seguía mirándome. Los gemelos me hicieron una mueca— ¿Qué? Cada quién con sus gustos.

— Para gustos, colores... Pero bueno prepárate para sufrir —comentó George— Bill dice que es la muerte esa materia, tienes que leer mucho.

— Mejor —sonreí— saben que amo leer.

— Come libros —dijo Lee riendo.

— Jordan baje la voz —dijo Snape desde su asiento. El moreno rodó los ojos y luego se dispuso a empezar con su poción al igual que los gemelos.


Revisé el libro para ver los ingredientes que necesitaba y me acerqué hasta los estantes del aula en donde los alumnos podíamos recoger los ingredientes específicos de una poción, que generalmente eran difíciles de guardar todo el año en una valija sin que se echaran a perder o porque no los pedían a comienzo de año cuando se compraban los materiales.

En este caso se pedían veinte colas de ratas -Sí, diuj- y por supuesto que yo no tenía esa cantidad, sobre todo porque estábamos a final de año y me quedaban solamente unas diez.

Snape nos había proporcionado una gran caja con ese ingrediente para poder lograr satisfactoriamente la poción, así que me acerqué hasta ella para agarrar más diez asquerosas colas de ratas.

Cuando terminé de contarlas me dirigí con rapidez a mi mesa y comencé a machacarlas hasta lograr un polvo no muy fino. Agregué agua en el caldero y apenas encendí el fuego hubo un ruido fuerte como si hubiera habido una explosión en alguna parte del aula.

Solo sé que segundos después todos se reían a carcajadas de mí, excepto los gemelos y Lee que intentaban apagar mi cabello incendiado sin mucha fortuna. El profesor Snape logró terminar con aquel escándalo lanzando un hechizo de agua sobre mí y me envió a la enfermería para que restauraran mi cabello a su forma anterior... No me imagino lo horrenda que debía de verme, así que corrí con la capucha de la túnica puesta.

Sería muy bochornoso si me veía alguien más así.


Por suerte la señora Pomfrey logró solucionarlo en un periquete y dejé que me alargara un poco más el cabello a como lo tenía antes. Total... después de aquel papelón ocurrido me lo merecía.

Me tomé el tiempo necesario para volver a las mazmorras -un largo tiempo- y cuando llegué Snape me hizo crear la poción de todas formas. Por supuesto que Fred y George y Lee se burlaron de mi todo el resto de la clase y me pusieron unos diez apodos como "Fuego rubio", "Calienta calderos", entre otros.

Gracias al universo llegué a terminar la poción, la entregué y ya no tendría que toparme con más slytherins en lo que restaba del día, ya que las próximas materias las compartíamos con ravenclaw o con hufflepuff.



— ¿Cómo anda la señorita pelo chamuscado? —preguntó Cedric alcanzándome a la salida de la clase de transformaciones para dirigirnos al gran comedor a almorzar.

— ¿Por qué el colegio es un nido de chimentos? —Bufé— se ve que a alguien le pareció gracioso echarme una broma.

— ¿Algún slytherin tal vez? —afirmé con la cabeza.

— Que no te quepa ninguna duda —se rió— ¿Hiciste algo hoy?

Ah... Que Deneb Malfoy estuvo segundos atrás mío cogiendo colas de ratas de dónde saqué yo también.

No pero la explosión no fue causada por eso. Fue el primer ingrediente que coloqué.

¿Y si fueron los idiotas de mis amigos? ¿Y si fueron Lee, Fred y George mientras yo estaba lejos? Ellos seguían en nuestra mesa...

De ser así, me las van a pagar.


— No, no me apetecía —dijo el castaño, continuando con la conversación. Se encogió de hombros— y tampoco tengo una víctima. Aunque tal vez pueda colocar gusanos debajo de las almohadas de mis compañeros de cuarto —lo miré haciendo una mueca.

— ¡Qué asco, Cedric! —Me reí— pero seguro que sería divertido.

— Si —sonrió— es una buena idea ahora que lo pienso bien, será entretenido verle la cara a Félix. Les tiene fobia a los gusanos.

— Suerte con eso Castaño.

— Gracias Violetita, no te quedes pelada en lo que falta del día —dijo alejándose hacia la mesa de hufflepuff. Me reí por lo bajo mientras me dirigía a la de gryffindor para sentarme con Oliver, que ya me había visto y me hacía señas para ir con él.

Al menos ahora parecía estar de buen humor otra vez.



Miramos en el mapa por donde se había ido Filch y según el recorrido que creíamos que haría nos escondimos detrás de una de las estatuas del cuarto piso, cerca de uno de los pasadizos.

— ¿Creen que funcionará? —Pregunté un poco preocupada— quiero decir, si nos ve o nos atrapa va a torturarnos de por vida.

— Tú tranquila —dijo Fred sin importancia— como mucho nos seguirá su estúpida gata de mil años que jamás muere, pero la despistaremos en el pasadizo.

— Solamente asegúrate de saber bien esos hechizos, porque sin ellos estaremos fritos y no habrá broma —afirmé con la cabeza.

— Confíen en mí, sé hacerlos. Los he practicado en el verano pasado con mi padrino... aunque no estoy muy segura de uno.

— ¿Cuál? —preguntaron al mismo tiempo.

— El que cambia el color de las cosas, es más avanzado y solo me funcionó una vez.

— ¿Pero el otro te sale bien? —Preguntó George y afirmé con la cabeza— Genial. Entonces usemos ese nada más, para no arriesgarnos.

— ¡Ya viene! —gritó por lo bajo Fred escondiéndose mejor detrás de la estatua. Miré en el mapa donde me señalaba el pelirrojo y Filch estaba caminando por el pasillo izquierdo. Apunté mi varita hacia allí y esperé a que su cuerpo se asomara.

Tarantallegra —susurré haciendo una zeta en el aire.

— ¿¡Pero qué...!? —escuchamos a Filch quejándose y varios ruidos en el suelo, como si estuviera bailando tap. Guardé mi varita y mientras me aguantaba la risa empujé a los gemelos para irnos de allí.

Corrimos hasta el gran comedor tomando todos los atajos posibles y revisando en el mapa que nadie nos estuviera viendo por las dudas. Cuando llegamos todavía había alumnos entrando así que pasamos desapercibidos de las miradas, y además, de las sospechas.

Nos sentamos los tres cerca del final de la mesa de gryffindor, no muy lejos de Percy. La comida ya estaba a nuestra disposición así que nos servimos en nuestros platos pero no tocamos ni un bocado hasta el momento preciso.

— ¡Malditos estudiantes! —Se escuchaban unos gritos desde la entrada— ¡Y maldito el día de hoy! —todas las cabezas se giraron hacia la puerta y Filch entró bailando al gran comedor con una cara de rabia increíble. Todos, inclusive algún que otro profesor, estallamos en carcajadas. Yo no podía más de la risa, Filch había comenzado a bailar algo parecido a un tango con una "pareja" invisible y luego comenzó a hacer la típica danza rusa. Pocas bromas en el mundo valían tanto como aquella. George tuvo que encorvarse un poco sobre la mesa apretándose el estómago de tanto que se reía, y Fred estaba tumbado sobre mi hombro dándole golpes a su pierna casi al punto de llorar de risa.

— Tranquilo Argus, son solo niños divirtiéndose —habló Dumbledore levantándose de su asiento con una pequeña sonrisa en el rostro— Finite incantatem —murmuró moviendo sus manos. Filch se quedó quieto al fin y se detuvo un instante para verificar que realmente había acabado aquel embrujo.

— Sabandijas —refunfuñó el hombre acomodándose mejor su abrigo. Salió a paso rápido del lugar dirigiéndonos una mirada de odio a todos los alumnos, quienes (la gran mayoría) seguían riendo.


Fred se acomodó otra vez en el asiento y yo me sequé algunas lágrimas que se me habían escapado de tanto reír. George nos miró sentado enfrente con una amplia sonrisa.

— Un día perfecto —dijo comenzando a cenar.

— ¿Fueron ustedes? —preguntó con disgusto Percy.

— Tal vez —contestó Fred— ¿Te ha gustado?

— Para nada —hizo un gesto reprobador con su boca— no me parece correcto que le hagan esas cosas a Filch solo porque es un squib —rodé los ojos.

— Es una presa fácil —murmuré— además no lo hacemos por eso, lo hacemos por la satisfacción de que nos odie cada vez más —George asintió con su cabeza.

— Relájate un poco Percy, ¿Sabes que te vendría bien? —Sugirió Fred— reírte, tal vez sonreír. La vida es más alegre así.

— Igual estoy muy sorprendido de que supieran ese hechizo, es un poco avanzado para su edad, creo que se aprende en tercer año —me miró— imagino que salió de ti y no de ese par.

— Por supuesto, ella es el cerebro —sonrió Fred.



Esperé a que los señores Fred y George terminaran de cenar la cantidad masiva de comida que se habían servido en el plato y los tres nos dirigimos afuera del gran comedor, seguidos de algunos alumnos que también habían terminado de cenar.

— Oye Black —escuché esa voz irritante y aguda detrás de mí. Me di vuelta y vi a Sanders con su tropa de amigas slytherin paradas en medio del pasillo con aire de superioridad; junto a ella estaban Venus Dench y Matilda Bulstrode— me gustó tu nuevo estilo de cabello, ¿Por qué no te lo dejaste así?

— Digamos que me gusta más lo clásico —contesté cortante.

— Qué lástima, yo que le había puesto tanto esmero en que te vieras bien —las tres chicas se rieron— ten más cuidado en la próxima clase de pociones —se dio media vuelta y comenzó a caminar seguida de sus dos sirvientas.

Y por poco creí que había sido Malfoy la de la broma, siendo que siquiera anda detrás de Sanders. ¡Y me hizo creer que podrían haber sido mis amigos también!

Agarré a George y lo empujé un poco delante de mí para que me tapara.

— ¿Qué haces? —preguntó él. No le respondí y rápidamente apunté mi varita hacia Amanda, cuidando de que los dos gemelos obstruyeran la vista de los demás chismosos sobre lo que yo hacía. No quería que me castigaran.

Multicorfors —pronuncié. Guardé la varita rápidamente y luego de ver que el cabello de Sanders se convertía en rosa chicle me di media vuelta con una sonrisa satisfactoria en mi cara.

— ¡Si te salió! —Pronunció Fred felizmente pasando un brazo por mi hombro— yo sabía que podías hacerlo.

— Se lo tenía merecido —dijo George riéndose a mi lado también. Los tres comenzamos a caminar hacia la sala común junto a los otros estudiantes. Recordé que tenía que ir a buscar algo y les dije a los gemelos que me esperaran en su habitación unos minutos.

Me escabullí hacia las cocinas, y esquivando toda la comida que me ofrecían, recogí lo que les había pedido a los elfos que me hicieran con tanta amabilidad horas atrás. Les agradecí casi un millón de veces y luego de despedirme de ellos subí a la torre de gryffindor tomando atajos. Al llegar a la sala común algunos ojos se posaron en mí y en lo que llevaba en las manos, porque parecía muy sospechoso, pero rápidamente subí a la habitación de los chicos de segundo año.

— Por fin te apareces —se quejó George— te tardaste una eternidad —rodé los ojos.

— Tampoco es que fuera tanto tiempo, solo fueron unos minutos —George estaba sentado en el suelo apoyando su espalda contra la cama y Fred estaba recostado en el suelo mirando al techo como si fuera algo muy entretenido. Me acomodé con ambos, y mientras Fred se sentaba para ver que había traído, abrí la no muy grande pero no muy pequeña caja de cartón que guardaba una suculenta torta dentro— les pedí a los elfos que les hicieran un pastel de cumpleaños —dije sonriendo— espero que les guste, es de chocolate y frutillas, sus favoritas.

— Siempre pensando en nosotros —dijo Fred con alegría— tiene una pinta de estar sabrosamente deliciosa, creo que me la comeré entera.

— Mitad y mitad —dijo George mirándolo frunciendo el ceño— no es solamente para ti esta torta.

— Bien, bien —Fred rodó los ojos— ¿Trajiste cuchillo?

— Oh, no. Me olvidé de ese detalle —dije apenada.

— ¡Mejor! —dijeron los dos mirándose sonrientes. George agarro dos trozos de pastel uno en cada mano y Fred sostuvo la bandeja para colocarla frente a su cara. Un segundo después alzó la bandeja hasta su boca y comenzó a comerla como un animal, pero por lo menos no se había ensuciado las manos, y al mismo tiempo George le daba una mordida al pedazo que tenía en su palma derecha y luego a la izquierda y así viceversa.

— ¿Está rica? —pregunté intentando contener la risa. Los gemelos me miraron sorprendidos y en ese mismo instante intentaron escupir todo sobre la bandeja.

— ¿¡Qué es esta cosa!? —Gritó George— ¡Isadora!

— ¡Qué asco! ¡Sabe a repollo podrido! —se quejó Fred intentando limpiarse la boca -Y cinco centímetros alrededor de ella- que estaba cubierta en "chocolate".

— Lo siento pero no podía contenerme para hacerles una broma —me reí— feliz día de los inocentes.

— Tonta —Fred me aventó un pedazo de la torta en la cara. Lo miré sorprendida y agarré otro pedazo para lanzárselo también pero lo esquivó, terminando así impactado contra la pared.

— Vas a tener que limpiar eso Isa —comentó George riéndose. Intenté limpiarme un poco la cara y el uniforme en donde había caído la torta— ¿Hacía falta estropear la comida? —Dijo dolido— creí que de verdad era chocolate y frutilla.

— Lo era —murmuré— pero a los pocos segundos de que se mezcle con la saliva se convierte en repollo cocido —me reí— le pedí la poción a mi padrino hace unos días y luego les dije a los elfos si podían utilizarla cuando hicieran este pastel.

— Bien pensado —dijo Fred— y tienes suerte de que ya no tengamos energías, porque si no te hubiéramos jugado la última broma del día.

— Pero ya mañana nos vengaremos —agregó George.

— Mas les vale que no lo hagan —saqué mi varita y con un simple hechizo limpiador, que habíamos aprendido a principio de año, deshice el desastre causado en toda la habitación y en nosotros mismos— supongo que ya me iré a dormir —me levanté del suelo y me acomodé mejor mi uniforme— debajo de tu cama Fred está su verdadero regalo —les sonreí y salí de la habitación para dirigirme a la mía.

— Ey Isa, hola —me llamó una voz masculina apenas di un paso hacia los dormitorios de mujeres. Me giré y vi a Charlie Weasley salir por una puerta que dictaba "Séptimo año".

— Hola Charlie —dije amablemente— ¿Pasó algo?

— No, solo quería avisarte que el entrenamiento del sábado cambió de horario y es a las seis.

— ¿De la mañana? —dije sorprendida. Él afirmó con la cabeza.

— Sucede que adelantaron el próximo partido de ravenclaw y ellos tienen que si o si usar el estadio el sábado, así que era o adelantar nuestro horario o hacerlo de noche y no sería muy cauteloso.

— Está bien. Supongo que no podré quedarme despierta hasta tarde el viernes, sino no me voy a despertar tan temprano —se rió.

— Tengo fe en que lo hagas, recuerda que eres mi jugadora favorita y te quiero ver llegar primera a la práctica —me despeinó un poco al pasar a mi lado.

— Lo haré —sonreí.

— ¡Ah! —Se dio vuelta— por cierto, felicitaciones. Muy buena la broma a Filch —me guiñó un ojo y luego siguió caminando para bajar a la sala común. Yo continué por el pasillo hasta mi habitación y Alicia se encontraba allí a punto de dormirse también.



Salimos de la práctica de quidditch y luego de que los gemelos y yo nos diéramos una ducha caliente para relajarnos, decidimos ir a sentarnos al pequeño patio de cemento ya que hacía un lindo día y queríamos aprovecharlo. Había algunos alumnos por allí también, que seguramente se encontraban por lo mismo que nosotros tres, disfrutar de una linda mañana primaveral.

Estábamos charlando de lo más normal cuando me percaté de que había dos chicas, de nuestra edad más o menos, que hacía rato que nos miraban, se susurraban cosas al oído y cada tanto sonreían.

— ¿Qué les sucede a esas? —pregunté frunciendo el ceño. Las miré detenidamente y los gemelos hicieron lo mismo. Las dos chicas supongo que se dieron cuenta de eso y se levantaron del asiento para acercarse riendo tontamente.

— Tal vez sean admiradoras —contestó Fred casi en un susurro para que ambas no lo escucharan— buenas tardes damiselas, ¿En qué podemos ayudarlas? —la rubia de la izquierda volvió a reírse.

— Eh, hola —habló— queríamos saber si —se frenó y miró a su amiga castaña como buscando la aprobación a lo que estaba por decir.

— Queríamos saber si quieren acompañarnos a pasear —agregó— un rato por los terrenos.

— Ah —contestó Fred sorprendido— claro, no nos vendría mal un poco de aire fresco —se levantó del banco de piedra alegremente.

— Pero sin ella —me señaló la castaña.

— ¿Por qué no puede venir ella? —preguntó George confundido.

— Porque no nos interesa —contestó otra vez. Parecía ser la mandona del dúo por como hablaba y tomaba las decisiones, la rubia casi no había hablado, debía ser más tímida. Levanté una ceja y lo miré reprobadoramente a Fred que seguía parado a su lado.

— No podemos ir chicas —murmuró George viendo mi cara— Fred recuerda que tenemos que terminar la tarea de transformaciones.

— Así es, Fred, la tarea —remarqué la última palabra. El pelirrojo rodó los ojos.

— Lo siento chicas —contestó él— otro día será —hizo una pequeña sonrisa.

— Bien —la castaña volvió a hablar— será en otra ocasión —me miró con el ceño un poco fruncido y luego volvió sus ojos a los gemelos.

— Otro día arreglamos Bonnie —murmuró George dándole una pequeña sonrisa a la rubia. Ella afirmó con su cabeza amablemente y su amiga soltó un bufido.

— Ella es Denise —señaló la tal Bonnie a la castaña.

— Él Fred —George lo señaló con la cabeza— y nuestra mejor amiga Isadora.

— Black —agregó Denise— sabemos quién es.

— Me siento alagada de que sepan quién soy —dije entre dientes.

— Eh, bueno —habló George levantándose del asiento y agarrándome del brazo— ya tenemos que irnos. Un placer encontrarlas —les hizo una pequeña sonrisa falsa y los dos salimos del patio seguidos por el otro pelirrojo detrás.

— ¿Quién se supone que es esa Bonnie? —Pregunté— ¿Y por qué la conoces?

— Es un año mayor que nosotros, va a ravenclaw —contestó George— me la encontré en la biblioteca hace unos días, cuando nos dieron castigos separados a los tres. Mientras yo cumplía mi parte ordenando libros viejos ella me vio y le pareció graciosa la broma que le hice a uno de sus compañeros.

— ¿Roger Davies? —Preguntó Fred— ¿Que le colocaste moco de flobberworm en su libro? —su hermano afirmó con la cabeza.

— Fui un poco despistado y la chica me vio, pero por suerte le parecí lindo y tierno... Supongo que vino con una amiga para ti hoy Gred.

— Si, muy simpática su amiguita Denise —dije con sarcasmo.

— Nos estamos volviendo famosos en el colegio —habló Fred sonriente— vamos viento en popa.

— Hablarás por ti —dije— a mí todavía me siguen viendo como un bicho raro.

— Porque piensan que eres hija de Sirius Black —agregó George.

— Y no están muy alejados de esa realidad —murmuró Fred haciendo una mueca graciosa— ellos se lo pierden. Por lo menos así siempre serás nuestra y de nadie más.

— ¿Suya? —Me reí— no soy de su propiedad chicos, lamento informárselos.

— Claro que lo eres. ¿No recuerdas que compré tu alma? —comentó Fred.

— No Fred, no compraste mi alma.

— ¿Me la vendes? —Preguntó George— me hace falta un poco de bondad.

— ¡No! —Se quejó su hermano— ¡Yo se la pedí primero!

— ¡No voy a vender mi alma! —Dije riéndome— basta de decir idioteces.

— Te encantan nuestras idioteces —Fred me despeinó un poco el cabello y lo golpeé en el brazo por eso— siempre con esas ganas locas de golpearme, ¿Por qué no se lo haces a George?

— Porque George no me vive despeinando, y además, es más satisfactorio verte molesto —frunció el ceño y golpeé en el brazo al otro pelirrojo.

— ¿Y eso por qué fue? —se quejó George frotándose el hombro.

— Para confirmar que lo que había dicho era cierto —los tres reímos.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro