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Capítulo 22



Me despedí de mi madre ondeando mi mano por la ventanilla del tren mientras éste arrancaba. Todavía no caía en la cuenta de que recién comenzaba una de las más grandes aventuras de mi vida. Llena de magia, amistad y amor.

Luego de unos minutos el pasillo quedó vacío. Fue entonces que decidí buscar algún compartimiento y de paso conocer gente nueva. No era algo que se me diera bien, pero tenía que intentarlo antes de quedarme sola y ser la chica rarita sin amigos.

Atravesé varias puertas pero ninguna me convencía demasiado, hasta que vi a un chico pelirrojo salir expulsado por una de ellas.

Escuché risas, provenientes de gente que había dentro. Ahí tenía que ir yo. Donde había diversión significaba que era mi lugar.

— Oye ¿Estás bien? —le tendí la mano al chico que estaba tumbado en el suelo. Me miró boquiabierto y asintió con la cabeza para luego agarrarse de mí y levantarse.

— Gracias —murmuró con timidez sin despegar sus ojos de los míos— me llamo George —sonrió— George Weasley.

— Un gusto —dije— soy Isadora Black —dicho esto, el chico me miró extrañado y entró de nuevo al compartimiento. No me invitó a entrar por lo cual nada más miré hacia allí y vi que había otro chico exactamente igual a él, sólo que ese pelirrojo no paraba de reírse.

Quise entrar para presentarme y tal vez hacer mis primeros amigos. Pero luego de unos segundos, aquel niño George estaba susurrándole algo a su clon y el que estaba riéndose dejó de hacerlo, para luego mirarme espantado.

¿Qué les sucedía?


Agaché la cabeza y comencé a caminar con rapidez hacia un nuevo vagón. Lejos de allí.

Miraba y miraba pero todos estaban ya llenos y la gran mayoría tenía alumnos de por arriba de los quince años. Ni loca entraba con gente que no fuera su primera vez yendo a Hogwarts.

Cuando casi me estaba por vencer y tirarme en el pasillo allí todo el viaje, sentí una mano tocándome el hombro. Me di vuelta y vi a una chica flaca, alta, de ojos azul muy oscuro y con el cabello lila mezclado con rubio.

— ¿Qué acaso no ibas a saludar a tu prima preferida? —dijo ella sonriéndome.

— No te había visto —le di un fuerte abrazo a Nymphadora— ¿Dónde estabas?

— Allí —señaló uno de los primeros compartimientos— ¿Quieres venir conmigo y mis amigas?

— Sí, claro —sonreí— todavía no conseguí ningún lugar.

— Lo sé, es difícil encontrarlo la primera vez —me agarró del brazo— ven, te presentaré.

Ambas caminamos hasta el compartimiento y entramos en él. Había otras dos chicas sentadas. Una de piel morena, cabello negro y ojos color miel y otra más robusta de piel blanca, ojos verdes y cabello castaño.

— Chicas, ella es mi prima —dijo Nymphadora— se llama Isadora y es nueva, no tiene con quien sentarse en el viaje así que nos hará compañía hoy. Dora, ellas son Meredith —señaló a la castaña— y Rosalie —señaló a la otra.

— Tienes muy lindos ojos Isadora —me dijo Meredith mientras yo me sentaba al lado de mi prima, quedando enfrente de sus amigas.

— Gracias —le sonreí.

— Yo quise hacerle la competencia y por eso uso el cabello lila —agregó Tonks jugueteando con sus trenzas. Reí.

— ¿Eres metamorfomaga tú también? —preguntó de nuevo la chica. Negué con la cabeza, mientras mi prima decía a la ligera que sólo ella podía tener ese título en la misma familia.

— Así que es tu primer año —comentó Rosalie— ¿En qué casa quieres estar?

— Más te vale que digas hufflepuff —me amenazó Tonks— es un chiste —todas reímos.

— Yo creo que me da lo mismo, excepto slytherin —dije preocupada— no quiero por nada en el mundo quedar ahí.

— ¿Qué tan malo puede ser entrar a slytherin? Digo, ni que fueran los más malvados, fríos, ambiciosos y egoístas —agregó Meredith sarcásticamente.

— Me pregunto qué sería de mi vida sin ustedes —dijo Tonks riendo— ¡Pero mi madre queda exceptuada de esas descripciones horrendas! —Volvimos a reír— Dora, ya sabes, hufflepuff te recibirá con los brazos abiertos —sonreí. Mi prima jamás me dijo Isa como apodo, siempre me dijo Dora.

— Tal vez quede en ravenclaw, igual que mi madre... o en gryffindor —pensé— mis abuelos estuvieron en esa casa también.

— El violeta con el rojo no combina —agregó Rosalie.

— Con el amarillo si —Tonks señaló su cabello, que como ya dije, era de color lila con mechas rubias. Y la verdad es que le quedaba muy bien.

— Basta de presionarla, pobre niña —dijo Meredith— va a estar en la casa que debe estar y punto. Sea hufflepuff o no.



Los minutos se pasaron volando. Mi prima y sus amigas hicieron que me dispersara y me divirtiera un rato largo. Nos habíamos cambiado y ya teníamos nuestras túnicas puestas cuando el tren llegó a la estación. Bajé emocionada siguiendo a Tonks. No podía creer que al fin había llegado a Hogwarts.

Un hombre muy alto, grande y barbudo nos llamaba a todos los de primer año. Me despedí de mi prima y sus amigas y me uní al pequeño montón de alumnos. Todos murmuraban entre sí con alegría.


Poco después de que todos estuviéramos juntos, el hombre llamado Hagrid nos condujo por un camino entre los árboles. Cuando se despejó la vista, todos nos quedamos asombrados por aquel gigantesco y esplendoroso castillo. Era hermoso.

Cada cuatro alumnos nos subimos a unos pequeños botes que nos llevaron hasta la entrada. Y ya cuando nos acercamos Hagrid tocó la puerta y una bruja bien vestida salió a recibirnos. La profesora McGonagall.

Ella nos llevó a través del vestíbulo, sin decir ni una palabra. Hizo que nos quedáramos en una habitación vacía y recién ahí abrió la boca.

— Bienvenidos a Hogwarts —dijo con tono firme— El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de ocupar un asiento en el Gran Comedor serán seleccionados para una casa. La selección es una ceremonia muy importante porque será como su familia estando aquí. Las cuatro casas se llaman gryffindor, hufflepuff, ravenclaw y slytherin. Cada una con su propia noble historia —se aclaró la garganta— sus triunfos le otorgarán puntos a su casa, como así también infringir la ley se los quitará. Al finalizar el año, la casa con más puntaje ganará la copa de la casa. Espero que todos sean un orgullo para la casa que les toque —hizo una pausa para mirarnos— La ceremonia de selección será en unos minutos frente a todo el colegio. Les sugiero que se arreglen lo mejor posible mientras esperan. Volveré cuando todo esté listo —dicho esto salió por la puerta por donde habíamos entrado.


Un murmullo se dispersó por la habitación. Los alumnos se juntaban en grupitos para hablar. Yo por suerte me había quedado sola.

Había visto a los gemelos pelirrojos en una esquina, hablando con una chica de piel morena. Pero apenas me señalaron me alejé para no verlos más.

— Black —murmuró una voz aguda detrás de mí. Me giré sobre los talones y me encontré con una chica robusta y de pelo rojo oscuro. Junto a ella había una chica de pelo castaño bastante esponjoso y ojos verdes.

— ¿Sí? —dije.

— ¿Eres Black, cierto? —Preguntó otra vez— ella es Venus Dench —la amiga sonrió— y yo me llamo Amanda Sanders —estiró su mano para que yo se la estrechara— como toda Black estarás en slytherin con nosotras. Es bueno empezar a conocernos.

— ¿En slytherin? Eso es lo último que quisiera —la niña bajó su mano drásticamente.

— ¿Acaso estás loca? —dijo confundida— vámonos Venus, no debe ser ella la Black de quién hablaban en el tren.

— Si lo soy —me crucé de brazos— y me enorgullezco de no ser como ustedes.

— ¿Qué dijiste? —preguntó la castaña sorprendida.

— ¿Sucede algo? —dijo un chico acercándose a nosotras.

— Déjala, no vale la pena —Amanda rodó los ojos y, agarrando a su amiga del brazo, se alejaron de nosotros.

— ¿Estás bien? —me preguntó el niño castaño de ojos grises.

— Si —contesté con timidez— gracias.

— De nada —sonrió— soy Cedric —me estiró la mano y se la estreché.

— Isadora.

— ¿De verdad? ¿Isadora Black? —Se sorprendió— estuvieron hablando de ti en el tren.

— Que buena noticia —dije con sarcasmo.

— Oye, si hay personas que ya te odian, es porque algo estás haciendo bien —ambos nos reímos— no te preocupes, confío en que lo que dijiste era cierto.

— ¿Qué cosa?

— Que no eres como ellas.

— Supongo que no quiero seguir el noble linaje de mi familia —me encogí de hombros— todos unos egoístas y creídos.

— Formen una hilera, rápido —dijo la profesora McGonagall entrando otra vez. Ni le había dado tiempo a Cedric de decir lo que tenía en la punta de la lengua. Me puse delante de él y detrás de una chica morocha. Estábamos casi en la mitad de la fila— La ceremonia va a empezar. Así que síganme.

Tenía el estómago todo revuelto y sentía como las piernas me pesaban una tonelada a cada paso que daba. La puerta se abrió y una multitud de cabezas giraron a vernos.

Miré al techo para disminuir la sensación de ser observada. Era espectacular. Estaba encantado con magia. Parecía como si verdaderamente fuera el cielo, como si no hubiera techo y todo el salón estuviera al aire libre.

Dejamos de caminar.

La profesora se adelantó cerca de un taburete, en donde descansaba un sombrero. Que a los pocos segundos comenzó a cantar una canción.

Mamá me había dicho que para seleccionarte te lo colocaban en la cabeza y él susurraba cosas, que nadie más llegaba a oír. Los demás sólo escuchaban cuando gritaba el nombre de la casa en la que al final quedaba la persona. Remus me había dicho que casi lo colocan en ravenclaw, pero que los amigos que había hecho en el tren estaban en gryffindor, por lo tanto le pidió al sombrero estar ahí.

Así que sólo debía hacer eso, pedirle no estar en slytherin. No era tan difícil.


El sombrero dejó de canturrear y la profesora McGonagall habló:

— Cuando los llame, deberán sentarse y ponerse el sombrero para que los seleccionen —dijo desenrollando un pergamino— ¡Allen, Harriet! —pronunció.

Una pecosa y pelirroja niña se adelantó.

Ahora estaba más nerviosa. ¿La lista era alfabéticamente? Quién sabe cuántos apellidos había antes que el mío.

— ¡Ravenclaw! —gritó el sombrero sacándome de mis pensamientos. La mesa azul estalló en aplausos.

— ¡Anderson, Julie! —dijo McGonagall. La chica que estaba adelante mío caminó hasta el taburete. Los nervios me subían cada vez más.

— ¡Hufflepuff! —gritó el sombrero. La morocha se fue alegremente hasta su mesa, mientras era recibida cálidamente con aplausos y vitoreo.

— ¡Beart, Michael!

Ya era mi hora, como mucho habría un apellido más adelante del mío. Pero no más que eso.

— Tranquila —me susurró Cedric detrás— y mucha suerte.

— Gracias —dije haciendo una sonrisa nerviosa.

— ¡Ravenclaw! —gritó el sombrero. La mesa de nuevo se alegró por tener otro alumno.

— ¡Black, Isadora! —dijo la profesora McGonagall. Tomé aliento y, con paso dificultoso, salí de la fila para ir hacia adelante. Sentí las miradas de todos y un gran susurro expandiéndose. Antes de sentarme vi a un anciano barbudo que me sonrió de lado sin mostrar los dientes. Supuse que ese era Albus Dumbledore, el director.

La profesora me colocó el sombrero y de pronto todo se veía negro.

Qué tenemos aquí —dijo una voz en mi oído— muy inteligente, astuta. Está difícil. También llena de valor, pero sigue siendo una sangre pura.

Slytherin no, slytherin no —pensé— cualquiera menos slytherin.

¿Una Black que no esté en slytherin? ¿Estás segura?

Sí. Slytherin no, lo ruego —volví a pensar.

Veo que sí. Supongo que puedo volver a hacer una excepción con el apellido y ponerte en ¡Gryffindor! —gritó al fin.

La profesora me quitó el sombrero y fui aliviada hasta mi mesa, en la cual todos aplaudían y vitoreaban con júbilo. Me senté al lado de un chico castaño que me dedicó una sonrisa y estiró su mano para estrechármela.

— Felicitaciones. Soy Marco, prefecto de gryffindor. Si necesitas algo no dudes en pedírmelo —murmuró para luego concentrarse otra vez en la ceremonia.


A Cedric lo seleccionaron para hufflepuff. Una pena. Había sido el único hasta ahora con quien había podido establecer una conversación. Hubiera querido que terminara en gryffindor al igual que yo. Además, cuando pude escuchar que su apellido era Diggory, recordé que mi mamá una vez había mencionado a su familia y que, convenientemente, ¡Él vivía también en Ottery St. Catchpole!

O podría estar confundiéndome... no lo sabía con seguridad. Pero era solo cuestión de preguntárselo algún día. Y quien sabe, quizás hacer mi primer amigo.

Mis compañeras de cuarto eran Angelina Johnson, la chica morena que estaba hablando con los gemelos antes, y Alicia Spinnet, una niña de pelo negro, de piel clara y ojos verdes. Y mis compañeros varones eran Lee Jordan, otro moreno que parecía ser muy amigable, y desgraciadamente también los clones pelirrojos;

Fred y George Weasley.


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