Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10



Alguien susurraba mi nombre y mientras tanto movía mi brazo. ¿Qué no veían que estaba durmiendo? Había tenido una noche bastante movida y por eso necesitaba descansar mínimo unas diez horas más para recuperarme.

Abrí los ojos lentamente y vi a Remus enfrente de mí.

— ¿Qué? ¿Qué sucede? —intenté decir aún medio dormida luego de un largo bostezo.

— Levántate. Ya casi es hora del almuerzo y si falta tanta gente sospecharán que algo sucedió.

— Sí, sí. Ya voy —intenté cerrar los ojos otra vez pero Remus me volvió a gritar que me levantara— ¡Te dije que ya voy! —contesté enojada.

— Ahora —frunció el ceño— o si no te baño en agua fría.

— Está bien —dije refunfuñando para mis adentros.

Remus caminó unos pasos lejos de mí y siguió despertando a los demás alumnos que también parecían haber terminado como yo. Bostecé de nuevo y me estiré para desperezarme. El sofá era cómodo pero parecía ser muy chico, casi que no cabía mi cuerpo en él.

La gran mayoría de las personas estaban tiradas por el suelo, algunos quedaron apoyados contra la pared o los muebles y hasta había personas arriba de otras. Todas muertas de sueño. Aunque, increíblemente, todos tenían almohadas y cobertores. Los que estaban en el piso incluso dormían sobre colchones.

De verdad que la sala te proporcionaba las cosas que necesitabas.

Maldición. Hubiera pedido por una cama.


Me senté, bostecé una vez más y me froté los ojos. Fue ahí cuando vi que había una mano apoyada sobre mis caderas. Volteé rápidamente mi cabeza para ver quién era el degenerado y me encontré con que George estaba durmiendo detrás de mí.

¿Qué hacía él ahí?

Me levanté con cuidado para no despertarlo y fui hasta el baño, antes de que colapsara de gente.

Abrí la canilla del lavabo, tomé varios pequeños tragos de agua y me lavé la cara unas cinco veces. Tenía una de aquellas "resacas" de las que tanto me hablaba Sirius en el futuro, y ya me imagino por qué lo decía. Mi tío era uno de esos fiesteros innatos sin duda alguna.

Mi reflejo en el espejo hablaba por sí solo. Tenía unas ojeras terribles y estaba más pálida que lo normal. Y en el cuello tenía ¿Un moretón?

Qué rayos...

Bueno, que en realidad no era un moretón. Me acerqué más al espejo mientras toqueteaba el área violeta-rojiza.

— Qué habré hecho —murmuré un poco confundida. Miré mi muñeca, todavía tenía atado el pañuelo rojo que había decidido llevar por si lo necesitaba. A veces tiene su recompensa esto de prevenir antes que lamentar... Mi hermana Nymphadora desde que decidió ser auror me había pegado esa manía de ir siempre alerta y ser precavida con ciertas cosas.

Desaté el pañuelo y lo amarré a mi cuello.

Sí, quedaba horrible, pero era la solución más rápida al problema.



— Entonces, ¿Dices que no recuerdas nada? —me preguntó otra vez George después de sentarnos en el césped seco frente al lago. Ambos estábamos mirando hacia la nada.

— Algunas cosas las recuerdo —dije subiendo el cierre de mi campera. Luego del almuerzo me había cambiado ya que hacía más frío que antes y no quería enfermarme. Me aseguré de colocarme un abrigo que tuviese cuello alto.

— ¿Cómo qué? —preguntó curioso.

— Hubo un momento qué yo —me reí— yo estaba bailando con un chico de hufflepuff y me resbalé con algo, me caí y sin querer le tiré toda la bebida en la ropa.

— Te estuviste cayendo muchas veces —agregó George riéndose.

— Lo noté —afirmé con la cabeza— me duele todo y además estoy llena de moretones.

— Yo también lo noté. Hasta en el cuello te llegaron —sonrió.

¿Qué? —llevé mis manos desesperadamente hacia mi nuca y me di cuenta que no llevaba más el pañuelo puesto. Pero tenía la campera. George debió de haberlo visto en algún desliz donde se movió la tela.

— ¿Te encontraste con algún vampiro en la fiesta? —se rió de nuevo, por lo que le di un puñetazo en el hombro— perdón, era un chiste, fiera.

— A mí no me hace ninguna gracia —bufé— ni siquiera sé quién me lo hizo.

— Eso es lo malo de estar borracha —se encogió de hombros— tal vez en unos días lo recuerdes.

— Tú no estabas ebrio —dije ignorando lo que había dicho George— ¿No viste quién fue?

— ¿Yo estaba sobrio? —levantó una ceja— ¿Segura?

— Sí, lo recuerdo muy bien —afirmé— que te querías ir porque te estabas aburriendo. Y después al final te quedaste.

— Supongo que no puedo mentirte sobre eso... gracias cerebrito de Isa por justo acordarte de esa parte de la noche —sonreí— no sé quién fue —agregó encogiéndose de hombros una vez más— cuando te encontré no me fijé si ya lo tenías en el cuello o no.

Por los pantalones holgados de Merlín —murmuré frustrada— juro que intento acordarme pero no puedo.

— Y así querida es como una chica termina embarazada.

— ¡George! No digas estupideces —ambos reímos— tampoco era tan deplorable mi estado.

— Porque yo te prohibí seguir tomando... por cierto —sacó una varita de adentro de su camisa— es tuya.

— ¿Por qué la tenías guardada? —pregunté agarrándola.

— Por las dudas —hizo una mueca con su cara— para que no hicieras locuras con ella.

— Gracias —sonreí— ¿Y cómo es que terminé durmiendo en un sofá contigo?

— Ah, yo —murmuró nervioso— yo me senté allí y luego viniste también, y —lo interrumpí.

— ¡Sí! Que te querías ir —agregué— ¿Fue en ese momento, verdad?

— Claro, si, fue ahí.

— ¿Pero después qué pasó? Sigo sin poder acordarme.

— Nada, se ve que tenías mucho sueño y quisiste dormir. Yo me quedé un rato más para ver si despertabas y te tenía que acompañar a la sala común pero no lo hiciste. Y como tenía mucho sueño terminé durmiéndome también.

— Que extraño, estoy segura que en un momento de la noche alguien me tiró agua en la cara.

— ¡Culpable! —George se rió— ese fui yo.

— ¿Para qué? —Me reí yo también— que malvado eres.

— Es que estábamos hablando y te dormiste.

— ¿No era que me habías dejado dormir? —pregunté confundida.

— Después del agua fue eso —agregó rápidamente.

— Ah... supongo que fue bastante buena la fiesta, si hasta yo me embriagué —ambos reímos.



— Ven Isa, acompáñame —dijo Lily tomándome del brazo apenas subí las escaleras de caracol de la sala común— no están aquí ni Leanne ni Mary para hacer barullo. Tienes que venir tú conmigo.

— ¿A dónde? —pregunté sin entender.

— A matar a un par de alumnos de gryffindor —me arrastró hasta las habitaciones de varones y tocó en la puerta de séptimo año. Ya me imaginaba cuál era el problema— ¡Potter! —gritó ella.

James abrió la puerta riendo y Lily se metió dentro conmigo, sin avisar.

— ¿Qué sucede Lils? —preguntó Remus cariñosamente.

— ¿Qué sucede? Como si no lo supieran —dirigió su mirada de odio hacia James— ¿Cómo puedes hacer una fiesta de noche, secreta y encima con alcohol? ¡Eres un prefecto! ¡Y premio anual!

— ¿Cómo rayos te enteraste?

— ¿Enterarme? —Sonrió— yo estuve allí querido.

— ¿Qué? ¿Quién te invitó? —preguntó Sirius desconcertado.

— Oh, nadie. Pero me encontré con otros invitados y me dijeron hacia donde iban. Así que decidí ir también. Se les pasó por alto esa parte del plan.

— Me tendrías que haber dicho que estabas allí Lily —agregó James— te hubiera regalado miles de litros de whisky de fuego.

— Sabes que no tomo alcohol.

— Entonces te hubiera regalado miles de litros de mi amor —se tocó su pecho sonriendo.

— Siquiera sé para qué vine, eres repugnante Potter. Y no te tomas para nada en serio esto de ser responsable —Lily salió por la puerta abierta y James la siguió por detrás cantando una canción de amor. Estaba loco ese chico. Cuando me disponía a salir yo también, escuché un silbido largo hecho por Sirius.

— ¿Qué hiciste anoche? —Dijo él riendo— digo, por lo de tu cuello —lo señaló.

— ¿No habrás sido tú verdad? —Remus miró a Sirius por encima de su hombro.

— ¡No! ¡Claro que no! Isa y yo somos amigos nada más.

— Pero bien que yo te vi con una chica rubia en uno de los sillones —agregó el flacucho hombre.

— No era ella —dijo George desde su cama— yo también los vi, la chica llevaba ropa amarilla.

— Me pregunto quién era la bella hufflepuff que estaba conmigo —Sirius se frotó la barbilla.

— Tal vez Lily sepa —agregué encogiéndome de hombros para luego salir de la habitación.

— ¡Espera Isa! —el moreno me siguió por detrás.

— ¿Qué sucede querido Canuto? —dije dándome vuelta hacia él.

— Ya has aprendido mi apodo y todo eh —sonrió acercándose un poco más— ¿Podrías hacerme un pequeño favor? No es nada raro, ni tampoco sobre nosotros.

— Por supuesto, dime que necesitas.

— ¿Puedes entregarle esto a Samantha Lewis? —me dio un sobre que traía guardado en el bolsillo de su chaqueta. Seguramente tenía una carta dentro— ¿Sabes quién es, verdad? Te vi varias veces hablando con ella.

— Sí, se quién es. La veo los sábados en el club de lectura —agarré el papel y lo guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón— ¿Qué es?

— Nada, algo sobre Regulus —dijo sin importancia— te pido este favor porque sus amigas siempre están dando vueltas y no me miran con buena cara, creen que soy un patán como mi asqueroso hermano.

— No sólo a ti te miran mal —dije recordando las veces que ellas me despreciaban por mi forma de ser.

— Son unas niñas mimadas. No les des importancia —Sirius se encogió de hombros— iré a preguntarle eso de la chica de la fiesta a Lily —hizo unas señas con su mano y bajó hasta la chimenea de la sala común donde la futura pareja seguía peleándose.

¿Qué habría en ese sobre? ¿Y por qué mi madre y mi tío hablaban de mi padre por cartas? Esa parte de la historia jamás me la habían contado. Ahora me picaba la curiosidad por ver qué estaba escrito allí...

No, no debía.

Era mejor no hacerlo, no sólo porque era lo correcto sino porque a la vez no quería enterarme de alguna mala noticia. Si es que allí estaba escrita.

¿Se acuerdan que les dije que mi padre había desaparecido? Tal vez el momento había llegado.



Justo cuando estaba en el punto perfecto para dormirme entre las sábanas que me proporcionaban calor, Lily entró como un torbellino en la habitación. El resto de las chicas siguieron durmiendo, se ve que tenían el sueño pesado o que ya estaban acostumbradas a los escándalos de Lily.

La pelirroja agarró su pijama y entró al baño como un rayo. Cuando salió se metió en su cama y se quedó de brazos cruzados, seguramente pensando por un rato largo.

— ¿Qué sucede? —le pregunté al fin. Ya sabía que si me dormía sin decirle nada me despertaría de todas formas para descargarse de sus problemas.

— Potter —refunfuñó. Cuándo no...

— ¿Qué hizo ahora?

— Lo de siempre —se quejó— tuve que aceptar salir con él este sábado —sonreí, aunque por suerte ella no me vio— le aclaré que nada pasaría entre nosotros. Pero bueno no sé qué espera de mí, si es un creído de aquellos, se piensa que por tener a todas las mujeres a sus pies me podrá tener a mí también. Pero no, yo soy Lily Evans, no me dejo caer tan fácil ante la tentación —le pegó un puñetazo a la almohada y luego la abrazó— que idiota que es... —hubo un breve silencio— si llegas a tener problemas con George no dudes en hablarlo conmigo. Si lo necesitas hasta puedo encantarlo o hacerle alguna poción que le cause hemorroides.

— ¿Por qué yo tendría problemas con George? —pregunté confundida.

— Digo, si es que alguna vez llegan a ser novios —me miró— y él te hace algo malo o te engaña.

— ¿Novios? —Me acomodé en la misma posición que estaba Lily— yo no podría ser novia de mi mejor amigo. Jamás —la pelirroja soltó una pequeña risita.

— Pero bien que ayer los dos estaban entretenidos en ese sofá —susurró.

— ¿¡Qué!? —Puse los ojos como dos platos— ¿Qu-qué hicimos Lily?

Mary levantó la cabeza desde su cama y nos miró, aunque con los ojos casi cerrados. Segundos después volvió a caer rendida en su almohada.

— ¿No lo recuerdas acaso? —sonrió y comenzó a cantar una canción que no conocía— besos por aquí, besos por allá. Somos tal para cual. Cada vez que estoy contigo no puedo creer que sea verdad. Te amo, te necesito. Quiero besarte completamente, y una vez más —la interrumpí.

— Déjame entender —murmuré con lentitud— ¿Nos besamos?

— Pensé que la canción aclaraba todo.

— Esto no es para hacer chistes Lily.

— ¡No lo es! —Dijo sorprendida— juro por mi vida que no es un chiste.

— ¿Estas segura de que era yo? —Asintió con su cabeza— ¿Y estas segura de que el chico era George?

— Isadora, nunca en mi vida estuve tan segura de algo.

— ¿Y George lo sabe?

— Claro que lo sabe, él no estaba ebrio —puso la almohada detrás suyo otra vez y se recostó mirando hacia el techo— ¿Él no te habló sobre el tema?

— No —dije confundida— no lo hizo.

— Debe tener vergüenza. O no quiere que su amistad se vaya a la borda tan solo por una noche alocada... aunque pensándolo un poco, si esa fuera la razón, él no te hubiera besado y tampoco hubiera seguido con el jueguito después. Debe de sentir algo por ti y tal vez no te lo quiere decir —Hizo una pausa— y por cierto, George fue el vampiro que te dejó eso —pasé mi mano por mi cuello con rapidez— yo si fuera tú lo hablaría con él.


No puede ser.

Lily tiene razón.


Una parte de mi quiso no creerlo, pero ella tenía razón. Anoche me había besado con George. Él no me lo quiso decir porque seguramente piensa que fue un error y para su suerte yo no lo recordaba.

— Creo que empeoraríamos todo —susurré.

— ¿Qué podría empeorar? ¿No sientes algo especial por él?

— Es mi amigo nada más —dije tratando de convencerme más a mí misma que a Lily.

— Quieras o no, ahora que ambos saben lo que hicieron, ya pasó a ser algo más que una amistad esa relación —escuché como bostezaba— buenas noches Isa —Lily apagó su velador y toda la habitación quedó a oscuras. Sólo se iluminaba por unos pocos rayos de luna que atravesaban la ventana.

Aunque me costase aceptarlo, Lily tenía razón esta vez.

Si ya nos habíamos besado debíamos hablar del tema para que todo volviera a ser como antes. ¿O quizás ser algo más que amigos?

Sí, me gustaba George... me gusta.

Y no era la primera vez que me plateaba esta situación. Pero él no gustaba de mí. Jamás dio algún indicio de eso. Y yo no podía permitirme abrir mi corazón a alguien que sólo me veía como una amiga.

Pero si fuera su amiga no me hubiese besado anoche. Sobretodo estando sobrio en una fiesta llena de gente.

La cabeza se me había llenado de preguntas y dudas que no estaban pudiendo ser respondidas, porque ni yo misma me entendía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro