Extra: "Una pequeña bestia"
"Una pequeña bestia"
Bailee
Pujo con todas mis fuerzas, contengo la respiración y aprieto la mano de Jordan como si la vida se me fuera en el intento. Dejo de hacer fuerza, suelto el aire e inhalo profundamente, apreciando el oxígeno que llega a mis pulmones.
—No puedo, ya no puedo más —jadeo sin fuerza, dejando caer mi cabeza hacia atrás contra la almohada.
—Claro que puedes, amor —Jordan besa mi mano, quita el cabello de mi frente—. Eres la mujer más fuerte que conozco, claro que sí puedes.
—Me duele —suspiro, cierro los ojos—. Ya no aguanto más.
—Sí puedes, Bailee, sí puedes —vuelve a decir.
Sacudo la cabeza en negativa, otra contracción me aborda y una corriente dolorosa me recorre toda la columna vertebral. Pujo, aprieto los dientes, cierro los ojos y aprieto los dedos de Jordan entre los míos.
—Tenemos que hacer más esfuerzo, Bailee —escucho la voz de Tony—. No quiero proceder a una cesárea.
—Ya no puedo más —digo continúas veces.
—Oye, mírame —las grandes manos de Jordan sujetan mi rostro, sus ojos azules colisionan con los míos—. Te amo, eres mi talismán y serás la razón de ser de nuestro hijo. Eres la tenacidad hecha persona, Bailee, has soportado millones de cosas, por supuesto que puedes con esto, vamos, mi amor —secó el sudor de mi rostro con sus dedos, quitó las lágrimas de mis mejillas—. ¿Qué pasa, cariño? —besa mi nariz, atrayéndome a la realidad—. ¿Dónde está esa Bailee que se salvó a un narcotraficante de una muerte segura?, ¿Dónde está ese ángel que salvó a una bestia de una tormenta sin final? —sus palabras eran todo lo que necesitaba—. ¿Dónde está la guerrera que luchó de mi mano hasta el cansancio?
Sollocé, apretando mis ojos y visualizándome con mi bebé entre mis brazos.
Yo podía, por supuesto que lo hacía.
—Vamos, Bailee, una vez más —dijo Tony, asentí.
—Está bien, está bien —inhalé profundamente y entrelacé mis dedos con los de Jordan, mientras sus ojos me transmitían todo el valor que necesitaba.
—Tú puedes, mi ángel —besó mi cabeza.
Mientras lo tuviera a mi lado, todo estaría bien.
—Muy bien, Bailee, una última vez más —dice Tony, asiento en su dirección—. Puja.
Y eso hago, con todas las fuerzas que hay en mi cuerpo, con cada parte de mi ser. Cierro los ojos, rogando internamente por más fuerza.
«Mamita, ayúdame, por favor».
Entonces, sentí como si mi cuerpo dejó de estar en tensión y luego se escuchó un irritado y fuerte llanto, tan melodioso y tranquilizante que no pude evitar soltar un sollozo lastimero.
—Miren esto, es un hombre grande —escucho la voz de Tony, pero solo soy capaz de apoyar mi cabeza contra la almohada y observar los ojos cristalinos de Jordan.
El rubio se inclina y presiona un beso húmedo en mis labios.
—Lo hiciste increíble, mi amor —apoyó su frente contra la mía—. Te amo.
—Y yo a ti —suspiro.
—Este pequeñito quiere conocer a sus padres —dejo de mirar a Jordan para enfocar a Tony con un bulto azul entre sus brazos—. ¿Lista, Bai?
—No duré tres horas sufriendo para nada —le digo intentando lucir divertida, sin embargo, el cansancio podía conmigo—. Merezco ver a mi bebé antes de caer dormida.
—Me alegra escuchar eso —se acerca a la camilla y deposita el pequeño bollito azul en mis brazos—. Felicidades.
Me maravillé con la carita de mi niño: era rosadito y pálido, sus labios eran pequeñitos y rosados, su nariz igual. Tenía pocas pestañas casi invisibles, pero tenía abundante cabello y rubio, bastante rubio, igual al de Jordan.
Perfección.
Con esa palabra lo describí, porque para mí lo era. Un ser pequeño e indefenso que era totalmente inocente, era mi pequeño angelito.
—Es tan pequeño —dije en un susurro.
—Es hermoso, maldición —gruñó Jordan a mi lado, y sin verlo venir, sujetó mi rostro y me besó—. No sabes lo agradecido que estoy contigo, Bailee, en serio te amo, con toda mi alma.
—Yo también te amo —lo besé—. Pero míralo, es divino, lo amo, Jordan.
—Lo sé —ríe, parece incrédulo, observando el rostro de nuestro hijo—. Acabo de verlo y ya lo amo—suspiró—. Será el niño más feliz de la Tierra, y yo me encargaré de eso, lo juro.
—Lo sé, mi amor —sequé mis lágrimas, besando su mejilla y mirando sus ojos—. Nosotros también te haremos muy feliz.
—Ya lo soy, soy en hombre más feliz de la Tierra —sonrío.
Volví a mirar a mi hijo, apreciando como sus párpados comienzan a abrirse y dos esferas azules abrieron la puerta directa al paraíso. Eran del mismo color de los de Jordan.
—Hola, mi amor —susurré hacia él, quién me miraba confundido. Acaricié su suave mejilla—. Bienvenido al mundo, pequeño Eliam.
[...]
Me duele hasta el alma, pero eso no contenía mi felicidad. Estaba contenta, me encontraba enamorada de mi bebé, de su carita y de su olor. Sin embargo, estaba irritada con el parecido que tenía con Jordan, de mí no había sacado ni el blanco de los ojos, y este detalle parecía gustarle a Jordan.
—¿Cómo estás? —me preguntó Jordan sentándose junto a mí, apoyándose en el espaldar acolchado de la cama.
—Ya me siento mejor —apoyé mi cabeza en su hombro y el besó mi cabello.
Ya había pasado una semana desde que volvimos a casa con Eliam, y mi recuperación había sido rápida y no tan tediosa como creí que sería, lo que me ayudó muchísimo a adaptarme a mi nuevo estilo de vida.
Leí los mensajes que tenía en bandeja de entrada, Eliam no me dejaba mucho tiempo y rara vez tenía momentos para ver qué pasaba a mi alrededor. Por lo que aprovechaba que mi pequeño estuviera dormido para revisar mi celular.
¡Ya quiero ver a mi sobrino!, Los extraño mucho, Brox les manda muchos saludos.
Dile al ingrato de tu novio que aún tiene mejor amiga y dale muchos besos a Eliam de mi parte.
¡Los amo!
Reí viendo el mensaje de Rachel, sabiendo que estaba a punto de tirarse de los cabellos por no estar presente el día del nacimiento de Eliam, no obstante, siempre estuvo presente en mi memoria. Le respondí con rapidez y le dije que no se preocupara, que ya tendríamos tiempo de reunirnos nuevamente.
¡Hola, mamá!, Espero que tú y el grandote estén felices.
Te extraño mucho, y quiero conocer a Eliam en persona. Ojalá y Elton quiera conocer Estados Unidos algún día.
¡Exijo fotos nuevas de mi sobrino!
Connor era el más intenso de todos, quería fotos de Eliam todo el tiempo y me parecía gracioso, ya que él me decía constantemente que quería un bebé para él. No podía hacer nada para cambiar a mi mejor amigo, lo quería tal cual como era.
—Rachel quiere que la llames —le digo a Jordan, dejando el teléfono de lado.
—Lo haré más tarde —dijo, embelesado con Eliam.
Mordí mi labio inferior al ver cómo lo cargaba con la almohada, ya que le daba miedo hacerlo sin ella, según él: no quería lastimarlo.
—¿Quieres intentarlo sin la almohada? —le pregunté, él me observó, nervioso como siempre.
—No quiero hacerle daño —musitó con rapidez.
—¿Cómo podrías hacerlo? —reí, negué y me moví con cuidado sobre la cama, ayudándolo a deshacerse de la almohada con cuidado y colocando a nuestro pequeño bebé entre sus brazos.
Eliam se removió un poco y se acurrucó contra el pecho de su padre, entreabriendo su pequeña boquita para seguir durmiendo flácidamente. Si antes Jordan me parecía el hombre más guapo de la tierra, ahora más, con nuestro hijo entre sus brazos.
—Serás el mejor padre del mundo, Jordan —le murmuré, lo vi sonreírme, lo que me hizo sonreír a mí también.
Me incliné hacia él y besé sus labios.
—Te amo, preciosa.
—Yo te amo a ti.
★★★
Ay, es que amo a Bailee y Jordan como papás, y eso que apenas los hemos leído con Eliam, nos falta Julie.
Espero les hayan gustado muchísimo los extras de hoy, saben que fueron para compensar el tiempo perdido cuando el computador se dañó.
¡Voten y comenten muchooo!
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