57. Los latidos del corazón correcto.
Hace tres horas habían estabilizado a mi castaña, desde entonces, no he dejado de mirarla. Bailee estaba acostada en la camilla, tenía una bata azul claro que resaltaba sobre su piel blanca, su cabello castaño rojizo estaba esparcido por la almohada blanca. Ella era un ángel en toda la extensión de la palabra.
Ella era mi ángel.
La puerta se abrió y un pelinegro vistiendo una bata blanca cruzó la misma, lo reconocí al instante.
—Hermano, lo lamento demasiado —Tony me rodeó con sus brazos una vez que estuve de pie, cerré los ojos un instante, llenando mis pulmones de aire—. Vi las noticias esta mañana, lo lamento en serio.
—Gracias —fue todo lo que dije, me separé de él y este palmeó mi hombro—. ¿Tienes los resultados?
—Sí —asintió, Tony tuvo la suerte de salir ileso del ruin mundo de la mafia y ahora es todo un doctor ejemplar.
—Jordan... —la voz de Bailee llamó la atención de ambos, giré y logré llegar a ella antes de que se levantara—. Voy a vomitar.
—Aquí —Tony le acercó un pequeño cuenco de metal, la castaña no dudó en expulsar su estómago sobre la taza—. No te fuerces tanto, Bailee. Solo tienes líquido en el estómago.
—Ya, amor. Respira —acaricié su espalda con suavidad y ella dejó de tener arcadas.
—Qué... ¿Qué pasó? —inhaló, se acostó con cuidado en la camilla nuevamente.
—Te desmayaste —le digo y paseo mis dedos por su mejilla, me inclino y beso su frente—. Me asustaste.
—Lo siento —se sonrojó ligeramente, sonreí y ella hizo igual. Desvió sus ojos de mí y miró a su doctor—. ¡Tony!
—Hola, chica dura —le sonríe—. Es bueno verte de nuevo, claro, las circunstancias no son muy buenas, pero no siempre es malo ver a los amigos —me miró directamente y supe que estaba dándome su apoyo—. Bueno, tengo una noticia, es un tema que, supongo los va a alegrar.
—¿Qué es?
—¿Está todo bien? —preguntamos Bailee y yo al mismo tiempo.
—Tú desmayo fue algo normal, debido a tu estado —dijo, fruncí el entrecejo—. Tuviste una descompensación por falta de vitaminas y líquidos en el cuerpo —informó—. Estás embarazada, Bailee.
—¿Qué? —susurró, sus ojos azules se ampliaron—. Em... ¿Embarazada?
—Si, por eso te asigné a esta habitación, te haremos un ultrasonido, ¿bien? —Tony se movió por toda la habitación, yo seguía perplejo.
Bailee estaba embarazada. Mi corazón comienza a palpitar desenfrenado ante el significado de esas tres palabras, mi Bailee, mi ángel estaba esperando un hijo mío.
—Bien, necesito que te subas un poco la bata —la ayudé con la tarea, dejando su abdomen al descubierto—. El gel está un poco frío, pero es normal —dijo, el escáner tocó el vientre de Bailee y esta sujetaba mi mano como si la vida se le fuera en el intento—. Veamos... Sí, ahí está —señaló una pequeña macha en la pantalla—. Tienes dieciséis semanas.
—¿Dieciséis? ¿Cuatro meses? —preguntó Bailee sorprendida—. Pero... ¿Cómo?
—Bueno, creo que ya todos sabemos cómo pasó, ¿no? —dijo con su usual sentido del humor, Bailee se sonrojó, cosa que me atrajo a la realidad—. Si tú pregunta es cómo no te diste cuenta, pues, es normal. Hay muchos casos así, usualmente los síntomas de embarazo se atrasan, y llegan después del tiempo establecido —explica rápidamente—. Tu bebé está del tamaño de un aguacate
—¿Tan grande? — pregunto.
—Sí, hermano —asintió—. El bebé está bien, está perfecto, tiene el peso y las medidas correctas para su tiempo, incluso podemos escuchar su corazón. ¿Quieren escucharlo?
—Sí —la voz de Bailee fue un suspiro.
Luego de unos segundos, un sonido frenético y constante se hizo escuchar, una paz desconocida me invadió, sentí como mi corazón se ralentizó, todos mis demonios murieron y dejaron de luchar por salir a la luz.
La bestia dejó de existir al escuchar los latidos del corazón correcto.
—Oh, por Dios —jadeé, me llevé la mano de Bailee a los labios.
—Todo está perfectamente, esto es una muy buena señal —dijo Tony—. Solo te recetaré unas vitaminas, y te dejaré en observación solo por esta noche, para estar al tanto del suministro de líquidos vitamínicos en tu sistema. ¿Sí? —Bailee asintió, secándose las lágrimas—. Los dejaré solos, felicidades, chicos.
—Gracias, hermano —le dije, me regaló una sonrisa para después salir de la habitación.
Nos quedamos en silencio unos minutos, Bailee se sentó en la cama y se lanzó hacia mis brazos. Escondí mi rostro en su cuello, dejando que su aroma dulce me convenciera de que esto estaba pasando. Entonces, las constantes ganas de comer, el incremento en su apetito, los vómitos, los raros enojos y lágrimas. Todo cobró sentido.
—Mi amor —suspiré al escuchar su voz cargada de ilusión, tomé su rostro entre mis manos—. Vamos a tener un hijo, un bebé.
—Sí —reí, acaricié sus mejillas—. Ahora entiendo porque tenías tanta hambre.
—Sí, ahora comprendo —soltó una carcajada, besé su frente y sus labios.
—Te amo —murmuré—. Te amo demasiado, solo tú puedes hacer del peor momento el más feliz de mi vida.
—Mi cielo, no fui yo negó—, fue nuestro bebé —llevó nuestras manos unidas hacia su vientre— Te amo, te amo mucho.
La abracé otra vez. Maldición, estaba tan... Tan feliz que no pensé en nada más.
[...]
—Felicidades —dijo Jonathan entrando a la habitación, le sonreí un poco—. No sé si soy yo, pero siempre que la veo, está dormida
—Ella siempre está durmiendo —susurré, miré a Bailee acostada en la camilla, estaba sobre su costado derecho, por lo que podía ver su rostro perfectamente—. Gracias.
—Quiero hablarte de algo, Jordan —murmuró, me mostró un pequeño maletín negro que llevaba consigo—. ¿Recuerdas nuestro trato? —me paralicé por segunda vez en el día, pero está vez por ansiedad—. Si algo le pasaba a papá nosotros seríamos los encargados de todo, pero sinceramente, yo no quiero seguir con esta mierda —suspiró, abrió el maletín—. Y sé que tú tampoco quieres seguir con esto, y no te juzgo, es más, te apoyo —me dijo, sacó unos papeles—. Pero este trato tiene una parte desconocida para ti...
—¿Qué demonios?
—Espera, déjame terminar —levantó su mano y me hizo callar—. Eres nuestro mayor motivo, ese que siempre íbamos a proteger a toda costa —dijo, la respiración se me atascó en la garganta—. Si algo acaba mal, tú serías libre de todo esto, no era tu decisión, era nuestra y papá la tomó por ti —me entregó los papeles—. Le cederemos todos los terrenos a Brox, y tú eres libre de largarte de este lugar de mierda con Bailee y tu hijo
—Jonathan...
—Estoy cansado de toda esta mierda, Jordan —se pasa las manos por la cara—. Perdí a Rachel por cobarde, por no querer hacer lo correcto —apretó los dientes—. Pero no dejaré que tú pierdas todo lo bueno que te ha pasado en la vida por esto, lo siento hermano, pero tú tienes derecho a ser feliz todo lo que nosotros no pudimos —el corazón se volvió loco dentro de mi caja torácica—. Esta es nuestra oportunidad, esta es tu oportunidad.
Todo se tornó demasiado pesado. Papá había hecho un plan a mis espaldas, un plan para salvarme la vida y plan que no sé cómo tomar.
—¿Qué tanto piensas? —murmuró—. ¿Es que acaso lo estás cuestionando?
No, es solo... —tragué forzado—. ¿Por qué carajos no me dijeron?
—Porque sabíamos que eres más terco que una mula —soltó una risita, bajé la cabeza y volví a ver los papeles—. No lo pienses, hermano. Vas a tener una familia, un pequeño D'Arco, alguien que te va a joder la vida con sus impertinencias y su mal genio —sonríe, rebuscó en maletín y sacó una pequeña cartera—. Tres tarjetas de crédito, cada una tiene el dinero suficiente para que mantengas al futuro equipo de fútbol que tendrás con Bailee —dijo con burla—. Las cuentas están limpias, podrás conseguir el dinero en cualquier parte a la que vayas, todo está perfectamente arreglado, no tienes que preocuparte por nada
—¿Por qué todo esto me parece una buena idea? —pregunto mirándolo, él me da una sonrisa.
—Porque lo es —se encoge de hombros.
Me quedé en silencio sin saber cómo tomarme esta situación. Esta era la ventana que esperé que se abriera para mí, no iba a desperdiciarla.
—Jordan, nunca se lo dije a papá y a Joel por imbécil, pero te lo diré a ti, porque eres lo único que me queda —murmuró, me observó y soltó un suspiro—. Mi familia era lo único bueno que tengo, y daría la vida por ustedes si fuera necesario.
—Lo sé —asentí, sabía lo que él estaba sintiendo, porque yo me sentía igual—. ¿Y tú qué harás? — pregunté, porque ese tema me estaba preocupando.
—Por eso no te preocupes, ahora debes cuidar de los tuyos —dijo, se acercó a mí y me dio un abrazo—. Buena suerte, hermano.
—¿Qué demonios vas a hacer, Jonathan?
—Bueno, no sé si recuerdas... Pero los D'Arco no dejamos las cosas las cosas porque si —ladeé la cabeza—. Los errores se pagan con sangre, y ellos no serán la excepción.
—Jonathan...
—Espera las noticias —me guiñó un ojo y salió de la habitación.
Tengo un mal sabor de boca, pero dejaré que él se encargue y haga lo que tenga que hacer. Miré a Bailee aún dormida, ahora iba a tener una familia con el amor de mi vida, debía trabajar por darle un futuro.
¡Tenemos bebé!
¿Qué les pareció?
¡Voten, comenten y compartan mucho!
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