47. Fiestas peligrosas.
Dos semanas después
Faltaban dos días para navidad y eso tenía a todo el mundo vuelto loco, incluso la cafetería estaba llena de gente y eso nos volvía locos a nosotros también. Estábamos corriendo de un lado para el otro y estaba demasiado estresada, quería gritar y mandar todo a la mismísima... Bueno, Bailee, tú no dices groserías.
Inhalé profundamente y exhalé después, me estaba asfixiando y tenía que salir de ahí. Sentía que alguien me miraba todo el tiempo, tenía una especie de paranoia que nunca había experimentado y es que ¡Todo el mundo me estaba mirando! Porque obviamente, trabajaba en un lugar público y la gente necesitaba de mis servicios.
Pero era realmente extraño, cuando estaba sola también me sentía así y para mí conclusión, me estaba volviendo loca y para el colmo de males, Jordan había puesto a Owen fuera de la cafetería cuando decidí volver a trabajar. ¡Me estaba vigilando! Bueno, me estaba protegiendo. No sé de qué precisamente, pues aquel tipo, Fred, creo que se llamaban, no había vuelto a aparecer. Eso me tranquilizaba, pero Jordan tenía otra cosa en mente que no me dejaba en paz y no había podido sacarle información de ninguna manera y es que había recurrido al sexo muchas veces, pero nada funcionaba.
Entonces, como siempre, esperé a que se sintiera seguro y me lo contara por voluntad propia y eso, hasta el sol de hoy, no ha ocurrido. Decidí no darle más vueltas al asunto y me quedé tranquila, o eso quiero creer.
Otra cosa que me tenía estresada, Evelyn se marchó a no sé dónde con su familia. Si no estoy mal, creo que se fue a Suecia o algo así, entonces, solo estábamos Connor, Elton y yo. Le había llamado a mi jefa hace dos días para que me enviara a otra persona para que atendiera las mesas, y quedó en enviarme a alguien hoy en la mañana y esa persona, están frente a mí.
Ojos cafés, cabello negro, una sonrisa matadora y una perfecta dentadura, alto, tez blanca y rostro de galán de telenovela.
—Daniel Allen —estrechó mi mano mientras yo leía la pequeña carta de referencia que mi jefa le había dado para que me la entregara—. Solicité el trabajo ayer y me sorprendió la rapidez con la que me llamaron.
—Sí, es que estábamos muy desesperados y necesitamos más personal —respondí con simpleza, porque sinceramente, no tenía mente para nada más—. ¿Tienes experiencia trabajando en restaurantes o algo por el estilo?
—No, pero necesito el empleo —comentó y fruncí el ceño—. Y aprendo rápido.
—Bueno, por ahora solo necesito que te hagas cargo de las mesas de la izquierda —inicié—. Yo me encargo de las de la derecha, Connor y Elton que siempre están en la cocina y yo estoy aquí y en la caja. En realidad, en más sencillo de lo que parece —me encogí de hombros al terminar mi explicación—, de todos modos, la fecha es lo que nos tiene atareados.
—Comprendo —asintió y volvió a sonreír, quise fruncir el ceño, pero me contuve—. Estoy aquí para ayudar.
—Me alegra escuchar eso, ahora a trabajar — le indiqué con una sonrisa amable y él asintió y todos nos pusimos manos a la obra.
El día se fue casi volando después de eso, Daniel se movió con rapidez por todo el lugar y eso le facilitó mucho las cosas. Una mano extra era lo que necesitábamos desde que Evelyn se marchó y agradecí que no tardará en llegar el reemplazo. Pero, siempre y cuando Daniel parecía bueno en lo que hacía, había algo en el que no me encajaba del todo y es que era demasiado... tranquilo.
No sé, esa paz y calma que lo rodeaba no era normal, aún y cuando yo era una persona demasiado calmada y pacífica, tenía mis momentos y esos eran cada día segundos. Entonces, yo, Bailee Wilson, no juzgaba a nadie. Cada quien tiene su personalidad, y esperaba que solo fuera aquello.
No le preste demasiada atención a ese tema y me apresuré por presentar a Daniel con los chicos, y mostrarle todo el lugar. Luego de eso, el ambiente se tornó más tranquilo a eso de las seis de la tarde y agradecida con todos los cielos porque ya había llegado la hora de cerrar.
—Decidimos ir a pasar navidad con los padres de Connor —me comentó Elton mientras él cerraba la puerta—, y año nuevo con los míos.
—Eso suena bien —le sonreí y Connor asintió con emoción. Miré por sobre mi hombro a Daniel, quien estaba teclean algo en su teléfono—. ¿Y tú? ¿Tienes planes para navidad?
—Eh... Sí, la pasaré con mis amigos —dijo distraídamente, pero el chirriante sonido de unos neumáticos llamó la atención de todos.
El auto de Jordan estaba siendo aparcado en la acera y entonces me percaté de que Owen no estaba allí. Mi novio bajó del Mustang con su aire aterrador y confiado que me llenó de tranquilidad de golpe. Su ceño se frunció un poco al notar al desconocido junto a mí, yo por otro lado, me abalancé sobre él cuando lo tuve lo suficientemente cerca. Sus brazos me recibieron con gusto y su cabeza bajó para besar mis labios castamente.
—Hola, mi amor —le susurré a lo que él me sonrió con alegría.
—Hola, mi ángel —murmuró a centímetros de mis labios y no dudó en besarlos una vez más—. ¿Qué tal el día?
—Ajetreado, pero bien —le dije, luego sonreí. Me puse de puntitas para alcanzar sus labios otra vez—. Te extrañé mucho.
—Y yo a ti —besó mi frente e hizo presión entre sus brazos para que me diera vuelta. Mi espalda quedó pegada a su pecho y sus musculosos brazos se cerraron alrededor de mí a modo de protección—. Connor.
—Hola, cuñadito —saludó mi amigo y Elton le saludó con un asentimiento de cabeza.
—Oh, Jordan. Él es Daniel, llegó como reemplazo por Evelyn —le comenté y quise ver su rostro para ver qué expresión había puesto.
—Un placer —dijo Daniel mirándolo fijamente, Jordan se tensó, pero no dijo nada—. Creo que ya es tarde, nos vemos mañana, chicos.
—Adiós —dijimos todos al tiempo que lo vimos marchar, a excepción de mi novio.
—Nosotros nos vamos, quiero dormir —dijo Connor con dramatismo y su novio ríe a su costa—. Hasta mañana.
Sacudiendo la mano se despidió y se subió a su auto junto con Elton. Una vez solos en la orilla de la calle, me giré entre los brazos del rubio y recargué mi barbilla en su pecho. Sus manos acariciaron mi cabello y sus labios se fundieron con los míos en un beso lento y llenó de cariño.
—¿Has cenado? —preguntó y negué con rapidez, me fulminó con la mirada y tiró de mi mano con la suya—. Sube —me indicó una vez que abrió la puerta para mí y él ocupó el asiento del conductor a mi lado, cuando estábamos en marcha, lo vi apretar el volante con algo de fuerza—. ¿Quién era el tipo de la cafetería?
—El reemplazo de Evelyn —me pasé las manos por el cabello—. Estos días han estado muy pesados y necesitábamos una ayuda, por suerte llegó hoy.
—¿Quién lo contrató? —frunció el entrecejo unos segundos.
—Mi jefa lo envió —lo miré—. ¿Por qué?
—No me gusta —rodé los ojos ante su respuesta.
—Ay, Jordan. No me vengas con tus celos raros que ni siquiera tú mismo entiendes, por favor —le supliqué, porque la última vez que me había hecho una escena de celos no me pareció muy tierna que digamos.
—No son celos, simplemente no... No me gusta y ya —a eso me refería, ni siquiera él sabe justificarse.
—No debería gustarte a ti, de todos modos. Debe gustarle a la jefa, ya que es su empleado —bufó a mi lado y yo lo ignoré—. ¿Sabes qué? Cambiemos de tema —propuse con una sonrisa—. Para tu muy buena suerte hoy, tengo mucha hambre.
—Bien, eso me alegra —sonríe y me mira unos segundos.
Vuelve su vista a la carretera y pisa el acelerador, y gracias a eso llegamos más rápido de lo que pensamos.
Abrí la puerta y bajé del auto de un salto. La velocidad me mareó un poco, pero sacudí la cabeza y entrelacé mi mano con la de Jordan una vez que el rubio estuvo a mi lado. Jordan me llevó al restaurante de siempre, a ese que me trajo la primera vez que conversación como personas normales y no en un callejón oscuro y en medio de la lluvia. Nos dieron una mesa junto a la ventana y yo ocupé el lugar junto al vidrios, Jordan se deslizó por el asiento y quedó prácticamente pegado a mí.
—¿Qué desean ordenar? —cuestionó una chica menuda, muy bonita y con una sonrisa amable.
—Dos hamburguesas y dos Coca-Cola's —dijo Jordan rápidamente y la chica se marchó. Las manos de mi novio sujetaron mi cara y sus labios llegaron a los míos segundos después, robándome un suspiro—. Te extrañé todo el día.
—Yo también —le susurré rodeando su cuello con una de mis manos, mientras que presionaba la otra en su mejilla—. ¿Dónde estuviste?
—Con Joel arreglando unos asuntos de papá —dice rápidamente y por el gesto que hizo, supuse que no me iba a decir nada sobre el tema. La chica llegó con nuestros pedidos más tarde y como tenía un hambre desconocida, pedí una porción de papas fritas—. ¿Desde cuándo comes tanto?
—Desde hoy —dije para después darle una mordida a mi hamburguesa, cerré los ojos y solté un gemido de satisfacción que hizo reír a Jordan—. Estoy en el cielo.
—Eso dices cada vez que tenemos sexo —no me atraganté, pero estuve a punto de hacerlo.
Entrecerré mis ojos hacia él sonrojada y lo vi sonreírme inocente, volví a centrarme en mi hamburguesa y en comer.
Lo cierto era que, había estado comiendo más en las últimas semanas. Últimamente la comida me ha estado pareciendo más apetitosa que antes y quizás por eso es que estoy comiendo de más.
—Debemos pensar que hacer con tu departamento —dijo Jordan captando mi atención, fruncí el ceño sin comprenderlo totalmente, mientras que él, me miraba como si estuviera loca—. No hay manera para que yo te deje volver a ese lugar.
—Jordan —alargué dejando de lado el pequeño trozo de hamburguesa que restaba en mi plato.
—No, lo vendes si quieres y utilizas el dinero en algo que necesites. No es problema, pero no volverás a pisar ese lugar sin que yo esté presente —sentenció tan rotundamente que ni tiempo de articular palabra tuve.
—Digamos que accedo a venderlo, me compraré otro departamento —dije y él me miró directamente—. No quiero seguir incomodando a nadie...
—No incómodas...
—No me refiero a eso y lo sabes —apoyé la mano contra la mesa y me giré más para estar frente a frente con él—. Me gusta estar contigo y con tu familia, no me malinterpretes. Pero eso no quita el hecho de que, yo quiera vivir en un lugar a parte, ¿entiendes?
—No —rodé los ojos—. Mira, tomate, no dejaré que te acerques a ese departamento sin que me entere, ¿Comprendes? —tomó mi barbilla entre sus dedos y presionó un beso rápido sobre mis labios—. Ahora, quita esa cara y sigue comiendo.
—Me caes mal —reproché y él sonrió satisfecho.
—Y tú también.
Amar a Jordan mandón es mi pasión.
En fin, hoy traje una sorpresa.
1/4
¡Sí, gente, así que a leer!
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