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46. Resacas amorosas.



La música seguía sonando y Rachel seguía bailando como una cabra loca, era divertido verla correr de un lado para el otro como si su vida dependiera de ello y es que Rachel no bebía por cuestiones de medicamentos, pero siempre se tomaba un descanso y hacia desastres. Cómo ahora.

Yo, sin embargo, estaba acostada sobre el pecho de mi novio, el cuál no había dejado que ingiriera más alcohol. Su mano estaba sobre mi cabeza y sus dedos jugaban distraídamente con mi cabello. Mis ojos se cerraron un segundo y luego un bostezo se me escapó, Jordan tiró de mi cabeza hacia atrás y me observó.

—¿Ya te dormiste? —me preguntó y yo rodé los ojos, era tan bobo a veces. Una sonrisa cruzó sus labios y me besó unos segundos—. Vamos a casa.

—¿Y Rachel? —pregunté, Jordan miró hacia el frente.

—Brox cuidará de ella —dice y sin poder evitarlo miré hacia donde estaba la castaña, quien prácticamente se estaba comiendo al moreno—. Ella cree que James es idiota, pero lo cierto es que, Brox ya habló con él.

—¿En serio? —pregunté con los ojos bien abiertos, el rubio asintió.

—Rachel no le tiene miedo a James, si eso es lo que piensas... Ellos han estado solos desde que tenemos memoria y James ha hecho hasta lo imposible por sacar a su hermana adelante —dice, suelta un suspiro y sus brazos se cierran a mi alrededor—. Ella no le ha contado directamente porque quiere estar segura de que lo suyo con Brox es serio y no un simple juego de una noche.

—¿Y tú qué opinas? —pregunto, una nueva sonrisa aparece en sus labios, pero esta es más de un amor fraternal que de cualquier otra cosa—. Sé que amas a Rachel.

—Lo hago, ella ha sido mi soporte durante años. Fue mi hermana cuando nadie más era capaz de comprenderme —confiesa y eso me llena de un sentimiento de agradecimiento que no logro comprender—. Rachel con Jonathan era distinta, siempre trataba de mostrarse y sobresalir —lo veo fruncir el entrecejo— Al contrario, con Brox es completamente diferente. Rachel no necesita hacerse notar porque Brox la ve en medio de todos, mi hermano, sin embargo, es más ciego que un topo.

—¿Crees que ella esté enamorada de Brox? —pregunto, mientras me doy un poco la vuelta para mirarlo con comodidad.

—No, pero no tardará en hacerlo —dice en un suspiro, su mirada baja a la mía y se inclina para besarme con lentitud. Sus labios succionan delicadamente los míos y tengo que reprimir cualquier impulso de gemir—. Vamos a casa.

—Vamos a casa —secundo su propuesta y le sonrío cuando vuelve a besarme.

[...]

Tenía calor, y sentía la garganta seca. Cómo pude me removí y me estiré un poco, cuando parpadeé la poca luz que entraba por la ventana, me cegó y ocasionó que el dolor de cabeza se encendiera de repente.

—Ay —me quejé en voz baja, llevándome una mano a la frente, me apoyé sobre mi codo derecho y me senté en la cama. Medio abrí los ojos y la habitación comenzó a darme vueltas.

Oh por Dios. ¿Qué es esto?

—Buenos días, alcohólica —dijo Jordan con la voz demasiado elevada y la cabeza me palpitó demasiadas veces. ¡Todo estaba siendo demasiado! No entendía el por qué me había llamado de esa forma hasta que todo llegó a mi como un rayo, ayer me había emborrachado—. ¿Cómo te encuentras? Al parecer, no muy bien —se respondió a sí mismo y fruncí el ceño sin saber que más decirle—. Supongo que, es la primera vez que bebes de esta manera, ¿verdad? —asentí sin saber que decirle en realidad, lo enfoqué mejor y vi que estaba desnudo. Bueno, no desnudo, llevaba una toalla puesta alrededor de las caderas, pero bueno... —. ¿Te duele la cabeza? —asentí y solo entonces, bajé la mirada y me di cuenta de que estaba desnuda, a excepción de la sábana que se enrollaba a mi cuerpo—. Creo que el alcohol revoluciona tus hormonas, deberíamos hacer una noche de borracheras una vez al mes —me sonrojé inevitablemente ante su comentario y me atraganté con mi propia saliva, él sonrió en grande.

Se acercó a la cama a paso lento y en cuestión de segundos, lo tenía frente a mí. Sus labios se cerraron sobre los míos y suspiré, su cuerpo se fue irguiendo sobre el mío hasta que mi espalda tocó el colchón. La sábana que cubría la desnudes de mi anatomía se vio retirada instantes más tarde, abrí mis piernas para rodearle la cintura con las mismas y le devolví el beso con ansias.

Bajé mis manos por su pecho y su torso sintiendo su piel fría y húmeda bajo mi toque y gemí al toparme con el nudo de la toalla. Me deshice de la tela y al sentirlo piel con piel, totalmente desnudo... Todo pensamiento coherente se fue de mi mente. Mis dedos se perdiendo en su cabello mojado y lo apreté a mi como si aquello fuera la única manera de tenerlo más cerca.

En un movimiento extraño de su cuerpo sobre el mío, su miembro erecto se rozó con la humedad entre mis piernas, pude jurar que vi estrellas en aquel momento. Sus labios descendieron hasta mi cuello y me besó, luego siguió bajando a un terreno completamente diferente, en dónde no dudó en morder, lamer y chupar cada uno de mis pechos a su antojo y aquello me dejó sin aire.

—Jordan —jadeé echando la cabeza hacia atrás cuando sus besos comenzaron a bajar por mi abdomen.

—¿Estás muy cansada para continuar? —murmuró sobre la piel sensible de mi vientre y me negué con un sonido bajo en mi garganta—. Eso no me dice mucho.

Bésame —le pedí y me complació.

Sus labios encontraron el punto de placer en el sur de mi cuerpo y jugó con él de tal manera que casi me desmayo.

Oh, por el amor a Dios —gemí tan bajito que no creí que fuera mi voz, volví a pasar mis manos por su cabeza y enredé las mismas en su cabello en un intento de sostenerme—. ¡Jordan! —luché con todas mis fuerzas por no gemir tan fuerte, que logré hacerlo. Mordí mis labios intentando callarme y creo que funcionó, pero eso no quitaba el hecho de que tenía a mi novio entre mis piernas y que eso me estaba volviendo loca.

Sus labios dejaron de besarme y arrastró sus besos por mi abdomen nuevamente, esta vez, hacia arriba. Me besó lentamente y me obligó a abrir los ojos para encontrarme con los suyos.

—Eres demasiado dulce —me confesó en un susurro, sin quitarme la mirada de encima—, en todos los sentidos de la palabra.

—Te amo —gemí en respuesta y él me sonrió, volvió a besarme y tomó mis piernas para hacer que lo rodeara con las mismas.

—Yo te amo mucho más —me garantizó con arrogancia y con una sonrisa torcida.

Se elevó un poco y alineó su cuerpo contra el mío hasta penetrarme con lentitud, una grosería proveniente de sus labios murió en nuestro beso y con dulzura comenzó a moverse sobre mí. Mi respiración comenzó a acelerarse y la suya se volvió pesada, una de sus manos se entrelazó con la mía y la apoyó a un lado de mi cabeza. No dejó de besarme en ningún momento y eso me llenaba el corazón de ternura, y es que, estos eran los encuentros que más amaba.

La manera en la que su cuerpo se impulsaban sobre el mío con delicadeza, como sus labios besaban con ternura, como sus manos me tocaban con cariño, como me decía cosas lindas y graciosas al mismo tiempo al oído. En fin, me estaba haciendo el amor en toda la extensión de la palabra.

No sé cómo ni siquiera cuando, pero nos giró sobre la cama, a modo que ahora, yo estaba sobre él. Coloqué mis manos a cada lado de su cabeza sobre el colchón, intentando no desplomarme, al contrario, las suyas fueron directamente a mi trasero. Apretó el mismo y me impulsó de arriba abajo sobre él despacio. Así, en esta posición, podía sentirle llenarme por completo. Entreabrí mis ojos en medio del placer y me enfoqué en su rostro, en sus ojos azules llameantes de deseo y desbordados del profundo amor que me tenía.

Juro por Dios que quise llorar en el aquel momento, pero me di cuenta de que no era el instante apropiado, así que solo gemí en respuesta cuando sus labios se pegaron a los míos con fuerza. Y como se había hecho costumbre, me propinó una nalgada muy propia, sonreí en medio de las sensaciones que abordaban mi cuerpo y escuché su risa de fondo, para luego gemir sobre su boca.

Sus manos apartaron el cabello de mi campo de visión y lo pasó hacia atrás, dejándolo sobre mi espalda. Pegué mi pecho al suyo cuando mis brazos no pudieron más, entonces, al darse cuenta de que no podía ni sostenerme, él se sentó. Sus brazos rodearon mi cintura al instante y los míos se enredaron alrededor de su cuello instintivamente, nuestros labios volvieron a encontrarse y su lengua y la mía fueron las protagonistas del encuentro.

Seguí moviéndome sobre su regazo, de adelante hacia atrás y de pronto sentí como mi vientre se tensaba, como mi cuerpo respondía a cada una de sus caricias y como mi anatomía entera se estremecía entre sus brazos cuando una sensación abrumadora me invadió. Exploté en mil fragmentos distintos y Jordan me alcanzó segundos después, soltando un gruñido ronco y una grosería enorme que no escuché con claridad.

Nuestras respiraciones eran un desastre agitado que se mezclaba entre sí y eso fue lo único que tranquilizó los locos latidos de mi corazón. Sus manos le regalaron una leve caricia a mi espalda tan suavemente que me ericé completamente, su rostro se escondió en mi cuello y lo sentí aspirar mi aroma.

—No creo cansarme de ti alguna vez —dijo en un susurro, mis dedos fueron a parar al corto cabello que estaba en su nuca—. Eres tan dulce y te amo por eso.

—Si no fuera dulce, ¿no me amarías? —pregunté del mismo modo, su risa me hizo sonreír a mí.

—Sí, te amaría igual —dijo—, pero es que me encanta que seas tan inocente, tan alegre, tan... —aquello me dejó sin palabras, su cabeza se inclinó hacia atrás y me miró con sus ojos cargados de amor— Me encanta que te sonrojes cada vez que hago un comentario subido de tono porque eso me hace querer comerte a besos, me encanta que le temas a ciertas cosas porque eso me da la oportunidad de protegerte y me encanta que seas tan valiente porque eso me dice que siempre sostendrás mi mano, aún y cuando todo a nuestro alrededor se esté derrumbando.




No me hago responsable de traumas 😏

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