42. En los brazos correctos.
Lo había dicho, mi secreto más oscuro. Ese hecho que me carcomía por dentro, aquello que apenas y me dejaba dormir por las noches. Se lo había revelado al amor de mi vida y no sabía cómo reaccionaría. ¿Se querrá alejar de mí? ¿Pensará que soy un monstruo?
Los ojos de Bailee están llenos de lágrimas, algunas ya han caído, pero otras simplemente están a la espera de su turno para bajar por sus mejillas.
—No fue tu culpa —vuelve a repetir, me hacía demasiada ilusión esa fe y esperanza que ella tenía en mí, pero lo único seguro, es que yo no era más que una basura. Una maldita bestia.
—Nadie más tiene la culpa, Bailee—niego—. Es solo mía.
—¡No! exclama con exasperación y se pone de pie con rapidez, no paso por alto el quejido que sale de sus labios y la mueca de dolor que surca su rostro. Se lleva una mano al costado derecho de su cuerpo y aprieta los labios en una dura línea. La preocupación se abre paso por mi sistema—. ¿Es que acaso eres tan ciego? —tomó una lenta respiración y me observó con detenimiento—. Para ser tan piloso y activo, a veces eres bastante... estúpido —la última palabra la dice con diversión—. Este tipo... está enfermo. Lo único que quería era tu lugar, sobresalir tanto como tú y... por eso te chocó aquella noche, porque sabía que ibas a ganar —camina con lentitud hacia mí y sus manos van a mi rostro, para luego hacer que la mire—. Lamento mucho lo de Clara, amor. En serio lo siento —podía ver la comprensión y la tristeza en su mirada—, pero no puedes recriminarte por algo que no fue tu culpa, Jordan —suspira pesadamente antes de posar sus ojos nuevamente en los míos—. Y estoy tan cansada de decirte que no me importa tu pasado, no me importa —recalca con los dientes apretados y se ve tierna haciendo eso—. Te amo. ¿Me escuchas? Te amo y ningún troglodita atado a su pasado logrará que deje de amarte —vuelve a suspirar y pienso seriamente en el hecho de que si soy el culpable de su exasperación—. Tienes que dejar de huir de mi cada vez que algo así sucede. ¿Cómo quieres que lo tome? —una pequeña sonrisa cruza sus labios y la tensión desaparece como por arte de magia de mi cuerpo—. Hace unos minutos creí que estaba soltera.
—Eso jamás —me apresuro a negar con el ceño fruncido, mi rostro se gira y beso la palma de su mano—. Jamás te dejaría, Bailee —eso era algo que estaba demasiado claro para mí—. Solo no quería... no quise irme de ese modo, lo lamento en serio.
—Está bien —susurra y se inclina a besarme, pero antes de que sus labios toquen los míos, un quejido se le escapa—. Dios mío —vuelve a llevarse una mano al costado y mi ceño se frunce.
Con mis manos le ayudo a sentarse junto a mí y me apresuro a subir su camisa a la altura de su pecho, un gran moretón se abre paso en todo su lado derecho que logra abarcar todas sus costillas.
—Está bien —una de sus manos se posa sobre la mías para después bajar su camisa—. Estoy bien, no te preocupes.
—Eso es imposible, Bailee —murmuro, mi mano se eleva por vida propia y acuno su mejilla amoratada y acaricio su labio inferior con el pulgar. Inhalo profundo tratando de ahuyentar las ganas de ir y matar a Fred de una vez por todas—. Lo siento tanto...
—Basta —niega y pone su mano en mi pecho, luego me sonríe—. ¿Dónde estuviste?
—En el lote —dónde Jonathan me encerró para que no cometiera una locura, pero omito esa parte—. Necesitaba... pensar.
—Lo entiendo —vuelve a sonreírme y no retengo el impulso de besarla, pero solo dejo un beso en la comisura de boca. Su cabeza se sacude un poco y roza nuestras narices, sus ojos se cierran y suspira—. Te extrañé anoche.
—Yo también te extrañé anoche —paso mi mano por su brazo de arriba abajo, juntando su frente con la mía—. Lo único que quería era abrazarte, pero no quise...
—Lo sé, amor —acaricia mi mejilla con suavidad, sin dejar de sonreírme—. No tienes que darme explicaciones, confío en ti y en lo que haces, porque solo quieres protegerme.
—Así es —beso su mejilla repetidas veces haciéndola reír, lo que me reconforta bastante—. Y si quiero darte explicaciones —me burlo para que sonría otra vez—. Ahora... ¿Por qué no has comido?
—Oh, eso... Esto... —ríe nerviosa, pero no desvía la mirada, sino más bien juega con sus dedos—. Jordan, me duele todo el cuerpo y sinceramente, no tengo mucha hambre.
—Bueno, lo pasaré por alto por ahora, ¿okey? —asiente, mientras sus mejillas se tornan rojas—. Por lo menos, cómete ese horrendo pastel.
—¡No es horrendo! —me reprende y se gira con cuidado para tomar el plato y volverse hacia mi nuevamente—. En serio se está esforzando, ella quiere aprender a cocinar mejor —defiende a Rachel como la buena amiga que es y luego se lleva el tenedor con un trozo de pastel a los labios—. Sí, definitivamente está mejorando —su lengua se pasea por su labio inferior evitando toparse con la herida que abarcaba el mismo—. Está muy bueno.
Sin poder evitarlo, enredo mi mano en su cabello y beso sus labios con delicadeza, intentando no lastimarla. El sabor a chocolate me invade cuando su lengua entra en contacto con la mía y el gemido de placer que emite me da la bienvenida.
¿Qué haría sin ella? Mi vida no tenía sentido antes de Bailee, y no creo que lo tenga si la pierdo. Esta mujer es todo lo que me hace respirar, y no sé qué haría si algún día no la tengo.
—Te amo, y no voy a dejarte nunca —afirmo sobre su boca entreabierta.
—Yo también te amo, y no quiero que me dejes —es todo lo que dice antes de llevar su mano a mi cuello y volver a besarme.
[...]
Hace más de una hora que Bailee cayó rendida, estaba junto a mi, pero yo mantenía mi distancia, pues no quería lastimarla. Estaba acostada sobre su costado izquierdo, con una de sus manos en su lado derecho y supuse que le dolía. Con lentitud y mucho cuidado me levanté de la cama, no sin antes dejar un beso prolongado en la frente de Bailee, luego hice mi camino fuera de la habitación.
Bajo las escaleras y me encuentro con Rachel en la cocina.
—Pensé que estabas dormido —dice sonriendo, me siento en una de los taburetes de la barra y la observo preparar quien sabe qué.
—Bailee se durmió hace una hora, creo —me encojo de hombros jugando con el llavero de mis llaves.
—No durmió casi en toda la noche y desde que llegamos del hospital tampoco lo hizo —suelta un suspiro y se limpia las manos con un paño, luego se gira y me observa—. Debe estar bastante cansada, tú luces igual... ¿Por qué no duermes con ella?
—Porque no puedo, Rac —restriego mi rostro con mis manos—. Todo esto me está sobrecargando.
—Debes respirar, Jordan —camina hacia mí y presiona sus manos en mis hombros—. Nadie te necesita tenso y mucho menos estresado, así que relájate —golpea mi brazo y sin evitarlo la miro mal—. Aleja todos los recuerdos de tu mente, sé que es difícil... pero concéntrate en Bailee, en lo feliz que eres con ella y nada más.
—Siento que en cualquier momento pasará algo terrible y ella... va a dejarme —confieso mi más grande temor, los ojos de mi mejor amiga se tornan comprensivos y maldición, amaba a mi hermana.
—Ella te ama, Jordan —ríe como si viera algo que yo no era capaz—. Ella no va a dejarte porque eres todo en su vida, así como ella lo es en la tuya —me sonríe y eso es todo lo que necesito—. ¡Relájate, hombre!, Esa mujer de allá arriba no se irá a solo porque Fred es un puto loco, olvida eso, ¿sí? —vuelve a rodear la barra—. Ahora, hice puré de papas con pollo. Es algo ligero, ya que el dolor le recomendó comida ligera a Bailee —informa mientras se mueve por la cocina—. ¿Se quedarán está noche?
—No lo sé —frunzo el ceño—, pensé llevar a Bailee a casa.
—Yo le traje un bolso de su departamento, y creo que hay una muda de ropa tuya en el baño principal —dice frotando su sien—. ¿Qué dices?
—Bueno, Bailee está obsesionada con tu comida. No queda de otra.
—Idiota —Rachel me fulmina con a la mirada y me es imposible no reírme.
[...]
Bailee es peor que una niña pequeña, creo que se lidia mejor con un bebé que con ella y es que en serio es exasperación cuando se pone en plan gruñón.
—Abre la boca —niega y frunce los labios—. Bailee, abre la boca antes de que te meta la cuchara en la garganta y créeme, no te gustará.
—¡Jordan! Ya he comido suficiente. ¡Relájate! ¿Quieres? —rueda los ojos y gira su rostro en dirección contraria a la mía.
Dejo el plato sobre la mesita de noche y con lentitud y mucho cuidado tiro de su cuerpo hacia el mío, por lo que ahora estamos frente a frente.
—Me siento pésimo por no haber estado contigo ayer —digo sujetando sus mejillas, sus ojos se encuentran con los míos segundos después—. Ahora estoy aquí, quiero que mejores rápido y si no comes, en serio te irá muy mal.
—Ay sí, tú —me saca la lengua y me es imposible no sonreír.
Cierro mis labios sobre los suyos, en un beso lento y con sabor a jugo de naranja. Quiero apretarla contra mí, sentir su cuerpo pegado perfectamente contra el mío, pero me contengo y demasiado.
—Jordan —sus dedos se pasean por mis labios—. Cómo... ¿Cómo era ella? —sus ojos están curiosos, y sé de antemano que se refiere a Clara.
—Su cabello era negro y corto, tenía unos grandes ojos verdes y era muy hermosa, y también muy inteligente —Bailee está sonriendo y puedo ver la bondad en su mirada.
—¿Cómo te diste cuenta de que la amabas? —su pregunta me toma por sorpresa, por lo que bajo mis manos a las suyas y entrelazo nuestros dedos.
—No lo sé, solo... llegó un momento que no dejaba de pensar en ella —niego un poco—. Ella fue lo único bueno en esa etapa de mi vida —su mano sube a mi mejilla—. Sin embargo, contigo fue totalmente distinto.
—¿En qué sentido? —pregunta con una sonrisa curiosa y eso me acelera el corazón.
—Bueno, desde el primer instante en el que te vi... supe que no podía vivir sin ti —mi pulgar se pasea por su mejilla y le regalo mi más grande sonrisa—. Aquel día, en ese callejón oscuro... en serio estuvo cerca —río ante el recuerdo de los matones de los Weber persiguiéndome—. Tuve que hacer algo realmente bueno en otra vida para que el destino te pusiera en mi camino en esta, mi ángel.
Necesitaba esto: Joilee amándose.
¡Estoy feliz!
Todos los que me sigan en Instagram y quieran "Una bestia bajo la tormenta" en físico, hagan una historia etiquetándome a mí y a Nova Casa Editorial, los estaré reposteando. ❤️
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