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38. Golpes del destino.



La mañana en la cafetería se fue de lo más tranquila, no había casi gente por lo que tuvimos mucho tiempo para conversar y molestar a Connor, y bueno, ellos también me molestaron a mí con bastantes puntos controversiales de mi relación con Jordan.

En cuanto al rubio... Ha estado actuando extraño desde la madrugada, bueno, aunque la tensión pareció desaparecer de golpe luego de nuestro encuentro amoroso. Sin embargo, me tenía preocupada su actitud sobreprotectora de hoy, él siempre ha tratado de ser cuidadoso al momento de salir conmigo y todos eso, pero hoy esa actitud se elevó.

Sin contar, el hecho de que haya rechazado mi dinero. O sea, sé perfectamente que la familia D'Arco tiene más dinero del que yo podría conseguir en diez vidas, pero vamos, solo quería agradecerle. Hablaré con el señor Eliam luego.

Aprieto el agarre en mi chaqueta sintiendo el frío calar por mis huesos, sacudiéndome un poco.

—¡Bailee! —exclama Rachel al otro lado de la calle, agitando su mano en mi dirección. Sonrío al verla correr como niña pequeña hacia mí, luego la tengo prácticamente sobre mi abrazándome—. ¡Estás muy linda!

—Gracias, tú también te ves muy bien —le sonrío luego de sonrojarme, observándola con su pequeño short de mezclilla tiro alto y su camisa blanca que dice BOOS—. ¿Cómo has estado?

—Excelente, en realidad —frota su cabello con la palma de su mano, sin importarle que esté se alborote—. He estado ocupada con el curso de cocina que estoy haciendo.

—Tú solo lo haces para comer —me burlo una vez que ella entrelaza su brazo con el mío y comenzamos a caminar en dirección contraria a la cafetería.

—Sí, aunque también quiero aprender a cocinar cosas nuevas, estoy estresada de la lasaña —hace una mueca de disgusto y sigue caminando con alegría.

—¿A dónde vamos? —le pregunto cuando cruzamos la calle.

—Al lote de Brox —mira hacia ambos lados—. Me ofrecí como tributo para llevarle una información y James está muy atareado hoy, por eso me dejó venir.

—Oh, ahora Brox me va molestar —me lamento a lo que ella sonríe—. Tú sabes porque Jordan está actuando así, ¿verdad?

—Bailee, yo... —se aclara la garganta bajando la mirada—. Las cosas están un poco tensas, lo único que puedo decirte es que alguien está buscando territorio y eso no es conveniente para nadie —explica con el ceño fruncido—. No podemos dejarnos robar terreno, es inaceptable para las personas de este mundo, ¿si me entiendes? —asiento—Aunque ya tú formas parte de este mundo, pero... no te preocupes, ¿sí?

—Está bien.

—Y por la actitud de Jordan... Tienes que esperar a que él te cuente, ¿okey? —eso me deja un poco más intranquila, pero trato de relajarme a medida que caminamos—. No creo que sea nada malo, tampoco. Además, sabes cómo es Jordan —rueda los ojos—. Eres su muñequita de cristal y hará hasta lo imposible por tenerte a salvo.

—Lo sé —muerdo mi labio inferior intentando contener la sonrisa que amenaza con salir—. Solo que ha estado actuando un poco paranoico.

—Él es así, no le prestes atención —le resta importancia con un gesto con la mano—. James también es así, aún y cuando soy su hermana, me tiene hasta la coronilla con el tema de la seguridad.

—No es para menos, eres su hermana menor —una opresión se hace presente en mi pecho—. Ojalá mi hermano fuera así de protector.

—Tu hermano te ama, Bailee —apretuja mi brazo y me sonríe—. Es imposible no amarte.

—Le acabas de robar la frase a tu mejor amigo —reí al verle sacudir la cabeza con diversión.

—¡Es la verdad! —exclama dando un salto antes de seguir caminando—. Eres demasiado dulce y amable, buena y sensible... Es imposible no compararte con un ángel —suspira soñadora—. ¡Incluso yo te amo! — ríe y yo lo hago con ella—. Eres una excelente amiga, Bailee. Hemos sido premiados por tu llegada a nuestras vidas.

—Me harás llorar, Rachel —me sonrojé bajando la mirada—. Yo también los amo inmensamente, ustedes se han convertido en mi familia.

—¡Ay! ¡Eres la mejor! —exclama y deja un beso en mi mejilla para luego tirar de mí.

Sonrío al darme cuenta de eso, en estos últimos siete meses los D'Arco se han vuelto mi familia, así como también Rachel que se ha vuelto muy cercana a mí y creo que me hacía falta. No me quejo de los últimos años junto a Connor, pero necesitaba una presencia femenina en mi vida, una loca y súper escandalosa presencia.

Unos quince minutos después estábamos entrando al lote de Brox, ya había estado aquí antes, ya que había acompañado a Jordan a hacer un encargo. También sabía que la mayor parte de este lugar era manejando por Jordan y su familia, más bien por el señor Eliam. Por lo que sabía, es que el papá de Brox era un gran amigo del señor Eliam, lo que me da una perspectiva clara del porqué forma parte de este mundo.

Observo de reojo cómo Rachel se arregla el cabello y frunce el ceño levemente, vuelvo mi vista al frente encontrándome de lleno con la imagen de Brox, el moreno es gigante, no lo voy a negar. Da un poco de miedo si lo veo desde mi altura, pero eso no le quita lo guapo. Porque si, Brox es muy atractivo, su color de piel es morena y sus ojos son marrones oscuros, sus músculos y una muy bien cuidada barba era lo que hacía a Brox, ser Brox.

—Pero que buena visita —nos regaló su perfecta sonrisa y yo se la devolví igual—. Hola, jefa.

—Brox —le di un asentimiento de cabeza y sus ojos se dirigieron a la chica junto a mí.

—Hola, bizcocho —pude ver cómo Rachel se sonrojaba mientras abría y cerraba la boca cuál pez fuera del agua—. Me dijeron que tienes un encargo para mí.

—Eh... Sí —tartamudeo un poco y rebuscó dentro de su bolso con algo de nerviosismo—. James... me dijo que solo era esto —le entregó una memoria USB, lo que supuse era la información de la que mi amiga me había contado antes—. Debe estar todo ahí... De todos modos, yo me cercioré antes de venir.

—Que buen servicio —le guiñó un ojo y me sentí afortunada por ver a alguien sonrojarse más que yo—. Le informaré a James que me gustan más tus servicios, bizcocho.

—Bueno, deberías... decírselo a él —Rachel carraspeó y levantó su barbilla en señal de valentía. En cambio, la mirada de Brox se tornó oscura y pude ver un destello de perversidad.

Me sentí intrusa en aquel momento, por lo que di un ligero paso hacia atrás.

—Bueno —dijo Rachel—, nosotras ya nos vamos, que pases buena tarde, Brox.

—Oye, oye —dijo el moreno capturando la muñeca de Rachel con su mano, antes de que la chica pudiera girarse por completo—. ¿Acaso no vas a despedirte?

—¿Qué...? —la pregunta murió en la boca de la castaña, pues Brox había tirado de su cuerpo al suyo y le propinó un beso demasiado apasionado como para ser dado en público.

Abrí mis ojos a tope y la boca por sorpresa, pero mordí mi labio inferior reteniendo la sonrisa que amenazaba con dividir mi rostro en dos. Desvíe la mirada para siquiera darles un poco de privacidad, me sonrojé por estar presenciando ese encuentro íntimo.

—Ya... Nosotras... Adiós —levanté la mirada cuando Rachel tiró de mi mano y me llevó con ella casi a rastras.

Estaba muriéndome por reírme, en serio. Quería soltar todas las carcajadas, porque se veía realmente divertida sonrojada y nerviosa.

—No digas nada, por favor —suplicó una vez que estamos en la calle.

—Yo no he dicho nada —levanté las manos en señal de inocencia—. Solo deberías limpiarte el labial.

—Mierda —sus dedos fueron rápidos al limpiar el labial rojo que se había corrido—. Bailee, yo...

—No tienes que darme explicaciones, Rachel —entrelacé nuestros brazos—. Solo me sorprende que te gusten los tipos tan... grandes —reí ante mis pensamientos, pues Brox sobrepasaba la estatura de todo el mundo.

—Su estatura no es lo único que tiene grande —abrí mis ojos con rapidez.

—¡Oh, por Dios! —solté una carcajada—. ¡Rachel!

—¿Qué? No es mentira —se encoje de hombros.

—¿Qué sucede con lo de Jonathan? —cuestiono para cambiar el tema, Rachel suelta un suspiro tembloroso.

—No lo sé, con Jonathan nunca nada era concreto —hace una mueca—. Él está tan obsesionado con esa mujer que... No lo sé.

—¿Lo amas? —ella baja la mirada.

—Nunca he experimentado lo que es el amor, Bailee —niega con una sonrisa triste—. Jonathan nunca me permitió conocer ese sentimiento con él y con Teddy...

—¿Teddy? —arqueo una ceja sorprendida, ella se muerde el labio—. Es algo serio si Brox te deja llamarlo así.

—Lo sé —vuelve a suspirar, pero esta vez con una gran sonrisa—. Con Brox es distinto, él siempre trata de verme, de llamarme y quiere estar presente en mi vida y...

—Mereces ser una prioridad, no una opción —le digo con sinceridad—. Y si Brox te hace su prioridad, no tienes nada que pensar.

—En serio, eres la mejor —me encogí de hombros y ella no dudó en abrazarme.

[...]

Mi teléfono sonó cuando estaba a una cuadra de mi casa, lo saqué con rapidez de mi bolsillo y vi las letras grandes que marcaban el nombre de Jordan en mi pantalla.

—Hola, cielo.

—Hola, amor —escuché su voz lejana—. ¿Dónde estás?

—Cerca de mi casa. ¿Y tú? —pregunté rebuscando las llaves en mi bolso.

—Estoy conduciendo, llegaré en unos diez o quince minutos —me informa y eso confirma el porqué de su voz lejana.

—Pediré la pizza —le digo sonriendo, mientras subo las escaleras—. No te demores, voy a abrir la puerta.

—Okey, te amo.

—Y yo a ti —cuelgo para poder abrir y entran con rapidez, luego de cerrar la puerta, no me he dado completamente la vuelta cuando una mano se cierra alrededor de mi cuello y me estampa contra la pared detrás de mí.

Una bofetada es atestada sobre mi mejilla izquierda antes de poder siquiera parpadear.

—Hola, bonita —enfoco los ojos claros frente a mi rostro. Es el tipo de aquella noche en el embarcadero—. Veo que no me esperabas —intento moverme y decir algo, pero el agarre que su mano ejerce en mi cuello adquiere fuerza, cortándome la respiración—. Sí que eres linda —se ríe y ese sonido es lo más tétrico que he escuchado en toda mi vida—. Ya veo porque le gustas al monstruo de tu novio.

—No... Suelta... me... —jadeo en busca de aire cuando su mano me eleva del suelo, puedo sentir el miedo invadir cada célula de mi cuerpo, logrando que me llene de pánico.

—¿Sabes? La última vez que Jordan se enamoró no salió muy bien... —niega y me baja, pero su mano no se aleja de mi cuello. ¿Jordan estaba enamorado? —. Oh, ¿no lo sabías?

—Bas... ta... —mis ojos comienzan a nublarse por las lágrimas y la falta de aire, abro la boca en busca de oxígeno, llevando mis manos a su muñeca, en un intento por apartarlo.

—Entonces, todavía no te ha contado todo —vuelve a reírse—. Te lo dejaré de tarea, bonita —su rostro se acerca al mío hasta que nuestras respiraciones se mezclan—. Pregúntale por Clara y verás como todo se derrumba.

Vuelve a estamparme contra la puerta, esta vez soltándome y dejándome caer al suelo. Llevo mis manos a mi cuello cuando la tos me aborda, mi respiración sale en jadeos por mi boca.

—Con un par de golpes bastará —dijo el moreno y solo entonces me doy cuenta de que hay otro hombre en el departamento—. Nos vemos pronto, bonita.

Sin más, sale y me dejó con el gigante dentro del departamento. Quien no duda en acercarse a mí y cerrar su puño alrededor de mi cabello y ponerme de pie de un tirón.

Por favor, no... Suéltame —le suplico al borde del llanto, pero él solo sonríe.

—Ese hijo de puta sí que tiene suerte —aprieta mi mandíbula con su mano y esa misma se eleva hasta estrellarse contra mi mejilla, y sin espera alguna, golpea la otra con el revés de la misma.

No... por favor, por favor —otra bofetada más, pero está termina lanzándome al suelo.

Sollozo sintiendo el sabor metálico en mi boca, lo que me dice que ya estoy sangrando. Sin esperarlo, un golpe seco es atestado contra mi abdomen, lo que me obliga a retorcerme sobre el suelo. Golpe tras golpe, cada vez siento como mi cuerpo pesa más, escucho como mi respiración se vuelve irregular y como todo quema en mi interior.

La puerta se abre, pero no logro escuchar nada más.






3/3

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