Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34. Perdones y reencuentros.



Termino de ponerme mis jeans de tiro alto negro y mi camisa blanca de seda, dejo los dos primeros botones abiertos y me coloco mis Converse blancas. Dejo mi cabello suelto y me aplico brillo labial para darle un poco de color a mi rostro, ya que parezco una muerta. Literalmente.

No dormí muy bien anoche y eso me está pasando factura en estos momentos, había dos bolsas no muy oscuras bajo mis ojos, las cuales logré cubrir con perfección con un poco de polvo compacto. No soy de las que usan maquillaje, de hecho, no me gusta. Pero debía lucir bonita, pues desea tener una bonita cena con mi padre y con su esposa, aunque esta última no me quiera.

Busco el recipiente de vidrio que contiene mi tan amado perfume de coco y lo aplico en partes específicas de mi cuerpo dónde no se arruina mi ropa. Me observo en el espejo, admirando lo bonita que se ve la mujer que está de pie frente al mismo, pero aún y cuando se encuentra perfecta físicamente, su mirada dice todo lo contrario. Y es así, hace más de veintiocho horas que no hablo con la persona que me da el oxígeno y eso me deja un mal sabor de boca.

Y estoy molesta con él por sentirse tan poco y conmigo por tratar de volverlo aún más de lo que es.

—Basta —cierro los ojos y suspiro—. Olvida eso ya.

Sacudo la cabeza y tomo mi teléfono, un poco de dinero y mis llaves. Salgo de la habitación mirando que todo esté en su respectivo lugar y que nada se vea fuera de lo normal. Luego de cerciorarme de que todo está bien puesto, me encamino hacia la puerta y abro la misma, quedándome paralizada segundos después.

—¿Qué haces aquí? —susurro desviando mis ojos de su mirada azulosa.

—Dijiste que tú padre nos había invitado a cenar —dice con toda la calma que consigue reunir y viendo el tic nervioso que siempre ha tenido.

Sus dedos siempre van al lóbulo de su oreja y lo frota entre sus dedos repetitivamente cuando está nervioso, como ahora.

—Pensé que no querías venir...

—Nunca dije que no quisiera —afirma y bajo la mirada asintiendo—. Bailee...

—No tienen que venir si no quieres, Jordan —lo miro fijamente—. No quiero obligarte a nada, lo sabes.

—Y yo no quiero que me sigas hablando como si fuera un complemento desconocido —empuja la puerta con su gran mano y se acerca a mí, rodeándome con uno de sus brazos y pegándome a su pecho.

—Jordan, por favor... —sus labios se cierran alrededor de los míos, dejándome suspendida en el aire en cuestión de segundos—. Jordan...

—Soy un asesino, un criminal, la peor bestia de todo este jodido mundo —reitera con firmeza—, pero eso no quita el hecho de que te ame con cada fibra de mi cuerpo.

Observo sus ojos con fijeza, apreciando la sinceridad con la que ha soltado cada una de esas palabras y hasta entonces me doy cuenta que no debe importarme lo que él haya hecho en el pasado, sino en lo que haga mientras esté conmigo y en nuestro presente.

—No me importa —susurro dejando caer mi frente sobre su hombro—. No me importa lo que hiciste, Jordan. No me importa —niego dejando escapar una lágrima—. No me importa porque te amo y por eso quiero que dejes de hablar de ti como si fueses la peor basura de este mundo —inclino mi cabeza hacia atrás para poder verlo a los ojos y hacerle saber que hablo en serio—. Si vuelves siquiera a referirte a ti mismo de esa manera... Me molestaré, Jordan y no te gustará.

—Está bien —asintió y acarició mi mejilla con su mano—. Lo siento, odio que llores y saber que lo haces por mi...

—No es tu culpa —me alejo un poco de él para poder secar la lágrima traicionera que se me escapó, una de sus manos se mantiene firme en mi cintura—. Sabes que lloro por todo y es... normal que llore en momentos como estos.

—Lo sé, llorona —se burla cerca mis labios y deja un pico en los mismos, pero cuando se aleja me mira, sus ojos recorren todo mi rostro y sujeta el mismo con sus manos para después estrellar su boca contra la mía.

Sin perder un segundo enrollo mis brazos alrededor de su cuerpo y correspondiéndole el beso con ansias. Sus manos no pierden el tiempo y bajan a mi trasero para apretarlo e impulsarme hacia arriba segundos después. Mis piernas se enredan alrededor de su cintura mientras que sus manos se meten bajo mi blusa, erizándome la piel por ese simple toque.

—Jordan, basta...—jadeo sin poder evitarlo cuando sus labios succionan delicadamente la piel de mi cuello—. Basta...

—Mmh —se queja cuál niño pequeño, y sigue con su tarea de repartir besos húmedos por todas partes.

—Llegaremos tarde —entierro mis dedos en su cabello rubio y lo separo de mí con algo de fuerza, logrando que me mire directamente a los ojos—. Si es que todavía quieres acompañarme.

—Iría a cualquier lugar contigo, Bailee —sentencia con más sentimiento de lo normal, pero aun así asiento.

—Entonces, ya puedes bajarme —aprieto sus manos, su agarre se afloja y yo bajo mis piernas hasta quedar nuevamente sobre el suelo. Sus manos vuelven a sujetar mi rostro para volver a besarme, robándome otro gemido.

—Te amo —apoya su frente sobre la mía y suspira.

—Te amo —susurro de vuelta, ganándome una sonrisa hermosa como recompensa.

[...]

Hace diez minutos Jordan estacionó el auto frente a la casa de mi padre, pero no he sido lo suficientemente valiente como para bajar del mismo. Tengo miedo, no puedo mentir, sería estúpido hacerlo.

—Solía venir todos los veranos a esta casa —murmuro apretando mis dedos entre si—. No me gustaba hacerlo, pero sabía que mamá era feliz sabiendo que tenía una relación con él.

—¿A qué le tienes miedo? —pregunta en un susurro, buscando mi mano y entrelazándola con la suya.

—A la mirada de su esposa, a eso —confieso en voz alta luego de tanto tiempo y eso, aunque es liberador en cierto modo, también me aterra en sobremanera.

—Míralo de esta manera —sus dedos de apoderan de mi mentón y me hace observarlo—. Voy a estar aquí contigo y sostendré tu mano todo el tiempo.

—Lo sé —asentí y me incliné un poco para dejar un beso en sus labios—. Gracias por estar siempre aquí.

—No me iré jamás —prometió, yo le regalé una sonrisa tímida.

Luego de unos minutos, logré bajarme del auto y caminar hacia la casa. Antes de darme cuenta la puerta se abre y un pequeño niño castaño corre hacia mí como si fuera un huracán.

—¡Tía, tía, tía! —exclama con algarabía y tengo que ponerme de rodillas antes de que llegue a mí, o de lo contrario iba a desplomarme. Sus pequeños brazos apresaron mi cuello y su rostro de apoyó de perfil sobre mi hombro, su dulce aroma a galletas y a crema de bebé me invadió y un extraño sentimiento de nostalgia me golpeó. Apreté su pequeña anatomía contra mi cuerpo, logrando que mis emociones se afloraran por todos mis poros.

Mi bebé —susurré cerrando los ojos, intentando no derramar ninguna lágrima. Pero la tarea parecía imposible—. Mírate. ¡Estás enorme! —sujeté su rostro entre mis manos y pegué mis labios a su frente, luego observé esos ojos verdes tan grandes como los míos y tan idénticos a los de papá—. Estás hermoso, Bastián.

—Te extrañé mucho, tía —me mostró su pequeña sonrisa y me deleité observándola.

Mi pequeño sobrino tenía cinco años, pero era el ser más dulce que había pisado está tierra y me sentía tan afortunada de que llevara mi sangre, que verlo ahora... diez meses después de su cumpleaños, era maravilloso.

—Yo también te extrañé, pequeño —besé su mejilla gordita y me levanté para poder tomarlo en brazos—. Bastián, quiero que conozcas a Jordan. Él es mi novio —el rubio pasó su brazo por mi cintura para apegarme a él.

—Hola, campeón —saludó a mi sobrino, quien un poco tímido le obsequió una sonrisa.

—El abuelo te tiene una sorpresa —me susurra al oído y yo frunzo el ceño, desplazando mi vista hacia la entrada, en dónde papá me observa con una sonrisa deslumbrante.

Más eso, no es lo que llama mi atención. Sino más bien, más bien la figura masculina que está de pie detrás de él, castaño de veintiocho años, un metro setenta y algo. Una mirada cargada de amor y ternura.

Dejo a Bastián en el suelo y me alejo de Jordan para después prácticamente correr en dirección de mi hermano mayor que me espera con los brazos abiertos. Mi cuerpo chocó contra el suyo en un abrazo efusivo, cargado de sentimientos que terminan arremolinándose en mía ojos.

—Dios mío —sollozo escondiendo mi rosto en su cuello, apretándome lo más que podía a él.

—Bailee —susurró y me sentí completa. Se alejó de mí y sostuvo mi rostro entre sus manos, sonrió y mi corazón retomó su ritmo—. Estás hecha una mujer...Ya no... Tenías ocho cuando... Eras una niña.

—Lo sé —asentí sequé la lágrima que se escapó de sus ojos azules verdosos— Estás tan viejo —me burlé y él solo soltó una sonrisa—. Te extrañé mucho.

—Y yo a ti, hermanita —acarició mi mejilla y dejó un beso en mi frente—. Supongo que ahora debo actuar como hermano mayor, ¿no? —comentó en un susurro y observó detrás de mí y supuse que estaba mirando a Jordan, así que di dos pasos hacia atrás.

—Sí, sobre eso... —me aclaré la garganta y sequé mis lágrimas—. Ten la mente abierta, ¿sí?

—¿Debería asustarme eso? —cuestionó ladeando un poco la cabeza, negué sonriendo. Me giré un poco y le hice una seña a Jordan para que se acercara, lo que hizo de inmediato.

El rubio de posicionó a mi lado y colocó una de sus manos en mi cintura.

—Matt, él es Jordan, mi novio —dije con una sonrisa—. Jordan, él es Matt... mi hermano mayor.

—Jordan D'Arco —mi novio recalcó su apellido y en cierta parte, lo agradecí. Mi hermano estrechó su mano con firmeza y le saludó con asentimiento.

—Matt Wilson. Es un placer conocer al novio de mi hermanita —me miró con cierta burla y fue inevitable no rodar los ojos, pero por su semblante sereno supe que papá le había comentado algo—. Pasen, papá y Mariana ya tienen todo listo.

Asentí y lo vi darse vuelta para entrar a la casa, papá aún seguía de pie junto a la puerta, pero no quería acercarme.

—Estoy nerviosa —dije girándome y quedando frente a Jordan.

—Respira —el rubio se acercó a mí y sujetó mi rostro, sonriéndome—. Estoy aquí contigo, y no dejaré que nada te pase —asentí y recibí gustosa el beso que me regaló—. Tu hermano es policía.

—¿Eh? —parpadeo varias veces confundida, ¿cómo lo sabía? —. ¿Cómo...?

—Lo he visto —pasó una de sus manos por mi cabello—. No tienes de que preocuparte...

—No, Jordan... Yo... —no sabía que decirle.

¿Y si Matt intentaba algo? ¿Y si...?

—No hay problema, amor —volvió a besarme, pero está vez se demoró más—. Relájate, ¿sí?

—¿Estás seguro de que quieres...? —dejé la frase a medio terminar.

—Por supuesto, será divertido —soltó una ronca risa que me estremeció—. Supongo que tu padre se siente mejor con un oficial aquí y no lo culpo —besó mi frente—. Tranquila, todo está en orden.

Algo entonces iluminó mi mente, como una pieza que faltaba y llegó para darme entendimiento.





¡Seguimos!

¡Voten y comenten mucho!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro