Las rejas del portón se abren y acelero hasta aparcar el auto frente a la casa, Bailee se inclina hacia adelante y toma sus Vans, las cuales se había quitado en el camino. Bajo del vehículo y la castaña hace igual, solo que yo me apresuro a llegar a ella, pasar uno de mis brazos por sus piernas y el otro por su espalda, levantándola del suelo.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta riendo, mientras una de sus manos se ajusta detrás de mi cuello.

—Estás descalza —murmuro, ella suelta una carcajada, lo que me roba una sonrisa, pues amo el sonido de su risa.

—Tengo medias —sacude sus pies en el aire y observo de reojo el azul celeste de la tela que cubre los mismos.

—Te estoy ahorrando el que camines hasta la casa —le afirmo, tocando el timbre sabiendo que alguien vendrá a abrirnos.

—Muy considerado, gracias— pellizca mi mejilla con ternura, lo único que ella sabe transmitirme.

—Estás pesando más —confirmo, teniendo en cuanta que la he visto comer más y eso me pone muy feliz, puesto que, al parecer, ha subido dos kilos.

—Eres el único hombre que quiere a su novia gorda —rueda los ojos.

—No gorda, saludable. Es muy diferente —asiente—. Además, tu trasero está más grande.

—¡Oh, por Dios! —se sonroja y yo reí inevitablemente.

La puerta se abre una de las empleadas nos sonríe, Bailee le devuelve el gesto con amabilidad. Yo me abro paso dentro de la casa y me detengo cuando observo a papá de pie frente a su estudio, una sonrisa cruza sus labios cuando ve a Bailee. La castaña no duda en bajarse de mis brazos e ir a abrazar a mi padre.

—Hola, cielo —saluda dándole un beso en la mejilla a mi novia—. ¿Te quedarás con nosotros esta noche?

—Sí, Jordan me invitó, espero no le moleste —dice la castaña mordiendo su labio inferior.

—Para nada, linda —le tranquiliza—. Sabes que es un gusto enorme tenerte en esta casa.

—Gracias —dice la castaña llegando a mi lado, uno de mis brazos la rodea inmediatamente.

—Bailee, cariño. ¿Me regalarías un segundo con mi hijo? —mierda. Estaba realmente en problemas, aprieto la mandíbula.

—Por supuesto —mi tomate me sonríe e inclina la cabeza hacia atrás—. Te espero arriba.

—Iré en un minuto —se pone de puntillas y deja un sonoro beso en mis labios.

—Buenas noches —sacude su mano y se hace camino hacia las escaleras.

Mi ángel desaparece en el piso superior y suelto un suspiro cuando los ojos de mi padre se posan en mí.

—Papá...

—Vamos al estudio —se da media vuelta y camina hacia el interior de su oficina. Lo sigo con desgana y cierro la puerta detrás de mí. Para mí muy mala suerte, mis hermanos están todos presentes—. Toma asiento.

—¿Por qué parece que me van a interrogar? —cuestiono mientras me cruzo de brazos una vez que me senté.

—Porque eso voy a hacer —dice mi padre con firmeza—. ¿Qué fue lo que ocurrió?

—Eso ya lo sabes, Joel te lo ha contado, ¿no? —lo observo de reojo y este me mira como si quisiera matarme.

—Sí, me lo ha contado —asiente y apoya en el respaldo de su silla—, pero quiero que me lo digas tú.

—El hijo de puta iba a abusar de una niña. ¡Una niña! ¿Qué querías que hiciera? —paso mis manos por mi cara con exasperación—. Si, quizás no debí matarlo... pero no podía simplemente dejarlo estar...

—¿Y por qué lo mataste? —pregunta está vez.

¿Qué debería responder a eso?

—Me estaba apuntando —me defendí mirándolo—. No iba a dejar que me matara, era él o yo.

—Ese tipo era el jefe —dice Joel entre dientes—. ¡Era el puto jefe! ¿Sabes lo que significa? —se acerca a mí, pero Jonathan se interpone en su camino—. ¡Este tipo tiene gente realmente mala! ¡Era traficante de mujeres, Jordan!

—No había nadie más, nadie sabe que fuimos nosotros —Jonathan hace un intento de defenderme, lo que me sorprende y en sobremanera—. James se está encargando de las cámaras...

—¡¿Y eso que?! ¿Qué harán cuando se enteren que mataste a su jefe, pedazo de imbécil? —me mira y mi mandíbula se aprieta a tal punto que siento mis dientes rechinar—. ¡¿No pudiste simplemente golpearlo o algo?! ¿Por qué siempre tienes que hacer las cosas a pulso?

—Suficiente —me pongo de pie y camino hacia él de golpe, pero Jonathan se interpone entre los dos—. Lamento mucho no quedarme quieto, también lamento ser un impulsivo de mierda... ¿Pero sabes una cosa? —lo miro por sobre el hombro de Jonathan—. Yo no titubeo, no me acobardo ante nada y tampoco necesito esperar a que otros vengan a hacer las cosas por mí —su mirada detona rabia, pero aquí el único con irá incontenible soy yo—. ¿Sabes por qué? Porque yo tengo las pelotas como para sostener un arma, cosa que a ti te falta...

—¡Basta los dos! —la voz de papá resuena por todo el estudio, callando mis palabras—. Ninguno de los dos es culpable y mucho menos inocente, así que se callan y espero las disculpas —dice como si fuéramos niños—. No los escucho, las disculpas —los ojos azules de Joel fijos en los míos, ninguno de los dos está dispuesto a dar el brazo a torcer—. ¡Pídanse perdón!

—¡A la mierda! Lo siento, ¿feliz? —soy el primero en hablar, por primera vez y papá asiente en aprobación.

—Joel...

—Lo lamento —dice sin mirarme—. Fui un estúpido y lo siento.

—Qué bueno que lo sepas...

—Jordan —la seriedad en el rostro de Eliam me dice que no está para juegos—. James se está encargando de las cámaras, solamente había dos hombres en el galpón, incluyendo al jefe —Jonathan asiente—. Bueno... ¿Te encargaste de ellos?

—Una bala entre ceja y ceja —afirma Jonathan.

—Se supone que nadie debe saberlo —dice—. Bueno, de todas maneras, si alguien llega a enterarse y decide tomar venganza... siempre traficamos armas —ríe con ironía y sé que está tratando de alivianar el ambiente—. Vayan a dormir, mañana será otro día.

—Buenas noches, papá —Joel es el primero en salir con Jonathan detrás de él.

—Buenas noches, mis hijos —me doy la vuelta dispuesto a salir, pero su voz me detiene—. Jordan.

—¿Sí, papá? —no lo miro, me quedo de pie frente a la puerta.

—Salvaste a un ser inocente —dice—. Tu madre estaría orgullosa.

Algo dentro de mi pecho se aprieta, pero alejo cualquier pensamiento y sentimientos de mi sistema.

—Buenas noches, papá —salgo y cierro la puerta detrás de mí.

Subo las escaleras a trote y camino hacia mi habitación, no dudo en entrar a la misma y cerrar con pestillo detrás de mí. Me quito los zapatos y la chaqueta, dejándola sobre la mesa junto a la puerta. Bailee está de pie junto a la ventana, con una mano en su cabello y la otra en su teléfono. Supongo que se percata de mi presencia, por lo que se gira y me observa, para después regalarme una sonrisa.

—¿Está todo bien? —pregunta, dejando el aparato sobre la mesita de noche y encaminándose hacia mí. Se sitúa en medio de mis piernas una vez que estoy sentado en la orilla de la cama.

—Excelente —murmuro con ironía, hace un puchero con sus labios y se inclina hacia adelante para pegar sus labios a los míos.

Sus dedos se pierden en mi cabello cuando sus labios se comienzan a mover lentamente sobre los míos y mis manos van hacia su cintura, pero cuando intento sentarla sobre mí, se aleja mirándome con malicia.

—¿Qué estas tramando, angelito? —pregunto apoyando mis manos sobre el colchón. La veo morderse el labio inferior, sonriendo. No pasó desapercibido el sutil sonrojo en sus mejillas, lo que me confirma que tiene algo en mente.

Sus manos van al dobladillo de su buzo de lana, el cual saca por su cabeza quedando con una camisa de tirantes finos. Luego baja sus dedos al botón de sus jeans, sus ojos no se apartan de los míos cuando comienza a bajar la tela por sus piernas lentamente, hasta deshacerse de la prenda por completo. Aprecio las piernas largas de esta mujer y mierda, trago con dificultad al ver el encaje negro haciendo contraste con su piel blanca. Sus manos vuelan a su espalda, sacándose el sujetador por debajo de la camisa.

Con otra sonrisa y esta vez más sonrojada que antes, da un paso hacia mí y pasa sus uñas por mis brazos. Con delicadeza baja hasta el dobladillo de mi camisa blanca y la va subiendo por todo mi torso, rozando con las yemas de sus dedos mi piel en el proceso. Llevo una de mis manos detrás de mi espalda y hago puño la tela para sacármela de un solo movimiento.

Sus manos toman mi rostro y baja su boca a la mía, dejando un beso corto en mis labios. Me pongo de pie sin dejarla reaccionar, mis manos van hacia su espalda para después bajar lentamente hasta su trasero. No dudo en apretar el mismo y recibo un gemido como respuesta, cosa que me enciende aún más. Muerdo su labio inferior abriéndome paso a su boca, deleitándome con su sabor dulce que siempre parece acompañarla.

—Se suponía que yo iba a seducirte —enrolla sus brazos en mi cuello, pegando su frente a la mía. Aprieto su trasero una vez más y la elevo hasta que enrolla sus piernas en mi cintura.

—Dejaremos eso para después —me doy la vuelta y la deposito con cuidado sobre la cama—. Ahora tengo otra cosa en mente.

—No es justo —hace un puchero y me es imposible contenerme, así que capturó su labio inferior entre mis dientes—. Jordan...

—¿Qué quieres, preciosa? —cuestiono dejando un beso húmedo su cuello, justo en su pulso. Sintiendo los latidos desenfrenados de su corazón en esa parte—. Dime lo que quieres...

—A ti —suspira cuando bajo mis labios al centro de su pecho— A ti, completamente.

—¿Por completo? —cuestiono divertido, ella asiente con los ojos cerrados. Elevo su blusa y sigo bajando mis labios por su abdomen, sintiéndola suspirar ante cada toque—. ¿Me amas?

—Sí... —clavo mis dientes en la piel de su cadera—. Te amo.

—¿Confías en mí? —cuestiono, enganchando mis dedos en el borde de sus bragas.

—Sí... Mmh —su murmullo me hace sonreír y dejo un beso en su vientre.

—Dímelo —le ordeno y sus manos van a mi cabello.

—Confío en ti...

Este capítulo continuará...  

¡Desde ya les deseo una feliz navidad, que todo lo bonito de la vida llegue a sus hogares, que pasen unas excelentes fiestas con sus familias!

¡Los amo! ❤️

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