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26. En el infierno.


Mi corazón se paralizó un segundo y luego retomó su ritmo. Las palabras de Jordan retumban con fuerza en mis oídos, logrando que la sorpresa incremente su porcentaje en mi sistema.

—¿Eh? —cuestiono sin saber qué es lo que está pasando.

¿Jordan me ama?

—¿Por qué te veo tan sorprendida? —acaricia mi rostro, no sé qué responderle por lo que bajo la mirada—. Bailee, mírame —lo hago de reojo—. ¿Cómo no amarte? —cuestiona, luego me sonríe—. Si eres lo mejor que me ha pasado en toda la vida, Bailee —sus brazos rodean mi cintura y su rostro se esconde en mi cuello—. Por supuesto que te amo, mi ángel.

Entonces, el entendimiento me azotaba con fuerza.

Jordan me ama.

El hombre que yo amo, también me ama.

Mis brazos se levantan con vida propia y lo apreso contra mi cuerpo, cerrando los ojos escondiendo mi rosto en su cuello, aspirando su fuerte aroma masculino.

—Pensé... Creí que... —callé, porque aún seguía incrédula ante la situación—. Ay, Jordan —suspiro sintiendo como el alivio aborda mi cuerpo.

—¿Sabes? Me gusta verte sonreír, pero no quiero que llores —dice luego de separarse de mí y limpiar las lágrimas que salieron de mis ojos sin mi consentimiento.

Sonrío negando con diversión y nerviosismo al mismo tiempo. Sus labios se cierran sobre los míos con ternura, dándole una suave succión a mi labio inferior, haciéndome jadear. Continúa acariciando nuestros labios, solo que el beso esta vez, no termina. Al contrario, se torna exigente y demandante. Cierro mis dedos en su cabello rubio y enrollo mis piernas alrededor de su cintura cuando me levanta del capot. Lo siento caminar y estrellarme contra la puerta del auto, inclino mi cabeza hacia atrás cuando soy dejada nuevamente sobre mis pies.

—Sube —abre la puerta trasera y señala el asiento trasero con su cabeza.

—¿Para qué? —muerdo mi labio inferior sonriendo.

—Solo sube —me empuja con delicadeza, entonces sin saber muy bien que sucede, cumplo su orden.

Una vez adentro, observo a Jordan subir a mi lado y cerrar la puerta con seguro.

—¿Y ahora qué? —cuestiono divertida.

—Ven acá —sus manos tiran de mi cuerpo con fuerza y me sitúa a horcajadas sobre su regazo.

Suelto una risita al momento de que sus labios se unen con los míos una vez más, sus manos se apresuran a quitar mi abrigo y bajar su boca por mi mejilla hacia mi cuello. Cierro los ojos suspirando cuando sus manos presionan mis caderas contra su entrepierna, una oleada de calor comienza a invadirme y mis sentidos a despertarse. Entonces, soy yo quien está desesperada por quitarle la ropa, mis manos se mueven con rapidez hacia su chaqueta, la cual sale volando unos instantes después.

—Con calma, fiera —ríe contra mi cuello, pero sujeto su rostro entre mis manos y beso sus labios con lentitud.

Fóllame — suspiro contra su boca, sus ojos mirando directo a los míos.

—Te estás juntando mucho con Connor —se burla, pero sus caderas se elevan, logrando que su erección se roce contra mi centro, robándome un largo gemido—. Necesito que seas dulce conmigo, vamos —sus manos sujetan mi cintura y me presiona contra la dura tela de sus jeans—. Dímelo con ternura, amor.

Hazme el amor —vuelvo a susurrarle y esta vez una sonrisa cruza sus labios, antes de encajarlos con los míos.

Vuelvo a pasar mis manos por su cabello en busca de aferrarme a algo cuando las suyas buscan terreno peligroso bajo mi vestido, sus dedos recorren el perímetro de mi vientre por sobre mis bragas. Su lengua se une con la mía en el momento justo en sus dedos encuentran el punto de placer bajo mi ropa interior, un gemido muere en sus labios mientras muevo mis caderas contra su mano.

—Jordan... —lo siento besar mi mejilla, bajando hacia mi cuello y llegando directamente a la cima de mis pechos. Su mano libre se deshace de los primeros dos botones de mi vestido, acariciando con sus dedos fríos mi piel al borde del sujetador.

—Eres tan hermosa —susurra y me besa antes de que me quejé, un lloriqueo abandonó mi garganta cuándo sentí uno de sus dedos perderse en mi interior, pero a los pocos segundos ya no pude sentirlo.

Abrí mis ojos encontrándome con un, ahora, azul oscuro en su mirada, brillando con diversión.

—Por favor —jadeo cuando volvió a sumergir su dedo en mi interior, entrando y saliendo con lentitud—. Jordan, por favor...

—Shhh —sus dientes se clavan en el lóbulo de mi oreja, enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo—. Tenemos toda la noche.

Asentí con frenetismo, pero estaba demasiado ida como para reprocharle.

—Espero no te guste tu ropa interior —parpadeo en su dirección.

—¿Qué? ¿Por qué...? ¡Ah! —jadeo cuando sus dedos desprenden la tela de un solo tirón—. ¡Jordan!

—Vamos, tomate —me empujó hacia atrás un poco, comenzando a deshacerse su cinturón—. No eres la única que siente desesperación —me sonrojo más cuando lo veo cubrir su miembro con el condón, cuando termina la tarea vuelve a tirar de mi hacia él y sonríe al ver mi rostro—. ¿Jamás vas a dejar de sonrojarte por esto? —cuestiona a lo que yo niego rápidamente, llevo mis manos al respaldo del asiento y me levanto un poco al sentir la cabeza de su miembro en mi entrada, sus manos me bajan sobre él con lentitud, robándome un jadeo ruidoso—. Bueno, tampoco quiero que dejes de hacerlo.

—Te gusta... ¿Te gusta que... me sonroje? —muerdo mi labio inferior.

—Me encanta que lo hagas —asegura y sonríe otra vez, sus manos van a mi trasero presionándome contra él, obligándome a echar la cabeza hacia atrás. Trato de callar mis gemidos, pero es casi imposible.

—Jordan... —tiro de su cabello con una de mis manos, llevando mis labios a los suyos.

Hago que el ritmo incremente moviéndome sobre él con más fuerza, un gruñido ronco escapó de sus labios cuando mordí el inferior, apretó mi trasero con fuerza con una de sus manos, mientras que con la otra viaja hacia la parte delantera de mi sujetador y lo baja de golpe.

Su boca se desvía de la mía y baja directamente hacia mis pechos, en dónde atrapa uno de mis pezones entre sus labios, succionándolo con fuerza.

—Oh, por Dios —entierro mis uñas en la piel del asiento, cerrando los ojos con fuerza cuando sujeta mi cintura con sus manos y comienza a embestirme con más fuerza de la normal.

En todos nuestros encuentros sexuales, Jordan trata de ser lo más cuidadoso posible. Siempre va despacio, llevándolo con calma y tomándose su tiempo de recorrerme entera. Como él dice cada vez que lo hacemos.

Pero hay instantes, en los que él se deja llevar... como ahora, sus manos aprietan mi piel con demasiada fuerza, me embiste con precisión y brusquedad. Y no es que me queje, me gusta cuando lo hacemos así, siempre trato de concentrarme en el placer, pero llega un instante en el que ya no puedo soportarlo así.

—Jordan... —gimo, pero él continúa su carrera en mi contra.

Bajo mis manos a las suyas, apretando sus muñecas y escondiéndome en su cuello para poder soltar aquel gemido que lo hace reaccionar. Su agarre en mi cintura se afloja y la fuerza de sus movimientos bajan la intensidad.

Su mano sube por mi espalda y llega a mi nuca, me saca de mi escondite y me lleva a sus labios. Con su otra mano rodea mi cintura y endereza su cuerpo para que nuestros pechos queden pegados a la perfección. Con su brazo me impulsa suavemente sobre él, llenándome por completo y repitiendo el proceso repetidas veces con lentitud.

—Despacio —suelta en medio de una maldición—. Te gusta despacio —asiento y él sonríe besándome lentamente—. A mí también me gusta despacio.

—Despacio —gimo en su oído.

Y aunque hace frío, los vidrios están completamente empañados a causa del calor que emanan nuestros cuerpos. El reducido espacio del auto se llena de jadeos y gemidos entrecortados, el sonido de nuestras respiraciones agitadas se ve interrumpido por los pequeños gritos que salen de mi garganta ante la intensidad del momento.

Rodeo su cuello con mis brazos, mientras que los suyos rodean mi cintura. Siento como todo el placer acumulado se arremolina en mi vientre, obligándome a cerrar los ojos con fuerza. Su cuerpo se tensa bajo el mío, mientras yo aprieto su miembro en mi interior, obligándolo a gruñir en mi cuello.

Te amo —susurra, tomándome por sorpresa nuevamente, pero eso no me impide sonreír, aún escondida.

Yo te amo... mucho más —es todo lo que logro articular.

Un leve gemido me abandona cuando exploto en mil pedazos, mis piernas se tensan y mi cuerpo entero tiembla sobre el suyo. Sus brazos me presionan contra él una vez más y luego se detiene, vaciándose en mi interior al tiempo que suelta una de las tantas groserías que él sabe decir.

Su espalda se deja caer sobre el respaldo, mi cuerpo entero vibra sobre su pecho. Mi respiración sale en jadeos entrecortados por mi boca, mis ojos se cierran por instinto y un suspiro escapa de mis labios.

—Deberíamos hacerlo en el auto más seguido—sugiero con voz queda, su pecho vibra por su gloriosa risa. Deja un beso tierno en mi coronilla, lo que me hace suspirar.

—Ya lo creo —su voz ronca me estremece, su mano sube y baja por mi espalda, reconfortándome—. ¿Estás bien?

—Siempre estoy bien, cuando estoy contigo.





¡Chan, chan, chaaaan!!

FIN DE LA PRIMERA PARTE

¿Cómo les pareció eso?

Yo estoy súper feliz por cómo está quedando la historia hasta ahora después de una edición a fondo.

Espero les haya gustado mucho.

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