25. En el cielo.
Ajusto el nudo de mi delantal detrás de mi espalda, buscando mi bolígrafo y mi pequeña libre, dispuesta a empezar a atender a los clientes. La cafetería está bastante llena hoy, a decir verdad, me gusta cuando está de este modo. No es porque haya más trabajo, sino que es mejor las ganancias y las propinas, lo que me vendría de mucha ayuda para el plan que tengo en mente.
Connor está muy concentrado en atender la caja y Elton, quien inició a trabajar con nosotros desde el lunes pasado, está preparando los cafés. Necesitábamos ayuda con la cocina, entonces le comenté a mis jefes sobre el tema y recomendé a Elton. Connor está feliz, aún y cuando no me lo ha dicho. Estos dos están iniciando una relación, ninguno de lo ha confirmado, pero sé que mis sospechas serán ciertas.
Hace más de media hora que Jonathan me dejó en la cafetería, él insistió en traerme, aún y cuando yo me negué. No quería incomodarlo, apenas y habíamos entablado una conversación y no quería arruinarlo, pero al parecer no fue tan malo.
Podía ver las pequeñas gotas de lluvia cayendo por los vidrios de los ventanales y el cielo nublado no dejaba nada a la imaginación. Llovería por el resto de la tarde, según parecía. Para estar a mitad de agosto, el clima estaba bastante fresco.
[...]
Terminé de limpiar todas las mesas y de poner todo en su respectivo lugar, me encargué de contar el dinero y cerrar la caja. Elton y Connor estaban limpiando la cocina y yo terminé de organizar todo dispuesta a cerrar temprano. La campanita de la puerta sonó y observé a Zoe entrar con una enorme sonrisa.
—¡Bailee! —exclama dando un pequeño salto en su lugar, sonreí y rodeé la barra para después acercarme a ella y darle un abrazo—. ¿Cómo estás?
—Hola, Zoe. Estoy muy bien, ¿y tú? —cuestiono una vez que la suelto, ella se encoje de hombros con una pequeña sonrisa—. Hace tiempo que no te veo.
—Lo sé, lo sé —levanta sus manos en símbolo de paz—. He estado ocupada arreglando unos asuntos —suspira—. Además, tengo buenas noticias.
—¿En serio? —ella asiente—. ¿Qué es?
—Primeramente, denuncié a Tommy de nuevo —dije con cierto dejo de tristeza—. Ya no podía más y debía ponerle fin, otra orden de alejamiento en su contra me mantiene a salvo.
—Eso es bueno —asiente sonriendo—. Tuve un pequeño percance con él hace varias semanas, no fue nada grave, puesto que mi novio intervino.
—Ese imbécil... espera —parpadea hacia mí—. ¿Dijiste novio? —asiento, mordiendo mi labio inferior—. ¡Qué bueno! ¿Quién es? ¿Es guapo? ¿Cómo se llama?
—Jordan, Jordan D'Arco —digo y ella abre sus ojos a tope.
—¿Jordan D'Arco? ¿Ese Jordan D'Arco? —asiento—. Vaya, no sabía que...
—Sí, yo tampoco —rio—. Sé que es extraño, pero... solo sucedió.
—No puedo creerlo —sacude la cabeza, pero luego sonríe—. ¿Eres feliz?
—Cómo no te imaginas —suspiro.
—Bueno, eso es lo que importa —asiento—. Bueno, la otra noticia... Me iré a Estados Unidos en una semana.
—¿De verdad? —pregunto sorprendida—. ¿Con quién?
—Mi tía vive en Miami —sonríe levemente—. Quiero empezar de nuevo, Bailee y quiero hacerlo lejos de aquí, de los recuerdos y de...
—Tommy —terminó por ella.
—Así es —pasa un mechón castaño detrás de su oreja—. Quiero una vida plena y tal vez la encuentre allá.
—Te deseo suerte —aprieto su mano con cariño.
—Todo esto es gracias a ti —me sonríe—. Tú me hiciste ver las cosas de otro modo— ríe con los ojos cristalizados—. Eres mi ángel, Bailee.
Una lágrima rueda por mi mejilla y río limpiándola.
Todo el mundo me considera un ángel y la verdad es que... no tengo idea del porqué.
[...]
Estaba haciendo más frío de lo normal, por lo que apreté mis brazos a mi alrededor, ponerme vestido fue una mala idea. Bajé mi mirada hacia mis pies, los cuáles colgaban al borde del auto. Estaba sentada sobre el capot del Mustang de Jordan y el rubio estaba junto a mí, solo que él estaba de pie, apoyado sobre el auto. Observé su perfil, un cigarro estaba en sus labios y sus ojos fijos en el agua del embarcadero.
Jordan había pasado por mi hacía más de dos horas, él había conducido hasta aquí por petición mía, porque no quería ir a casa tan pronto. Quería estar con él un rato más. Pero él estaba raramente callado y lucía hasta cierto punto, molesto.
—Oye —llevo mi dedo a su mejilla y presiono el lugar donde se forma su hoyuelo cada vez que sonríe—. ¿Estás molesto?
—¿Debería? —pregunta aún sin mirarme, frunzo el ceño.
—¿Estás molesto conmigo? —alejo mis manos de él y muerdo mi labio inferior, de reojo veo como le da una última calada al cigarrillo y luego lo tira al suelo. Camina hacia mí y tira de mis piernas hasta que su duro cuerpo yace entre las mismas.
Coloca cada mano sobre el capot y acerca su rostro al mío, expulsando el humo del cigarro sobre mis labios. La simple caricia, y aunque el olor y el humo es molesto, me obliga a cerrar los ojos.
—Jamás me molestaría contigo, lo sabes —afirma rozando su nariz con la mía—. ¿Por qué crees que estoy molesto?
—Estás muy callado —digo, mis manos suben a los lados de su cuello, acaricio su piel fría—. La mayoría de las veces que estás en silencio, es porque estás molesto.
—Pero no estoy molesto —sonríe, ladeando su rostro, haciendo que nuestros labios se rozaran levemente—. Solo me estaba fumando un cigarro.
—Oh —es todo lo que digo, observo sus ojos azules y me deleito en su intensa mirada—Gracias —murmuro, él frunce el entrecejo—. Por estar conmigo y ser mi ancla.
—Jamás te dejaré sola, ¿recuerdas? —asiento, mordiendo mi labio—. Jamás te dejaré caer.
Sus manos se adentran bajo la tela de mi vestido, erizándome y su piel fría contra mis muslos me estremece. Puedo ver su sonrisa maliciosa mientras desciende sus manos hasta mis rodillas, se acerca más, pero no me besa, lo que me estresa demasiado.
—¿Quieres que te bese? —cuestiona sobre mis labios, asiento como idiota—. Dímelo.
—Bésame —suplico, dejando un pico demasiado leve sobre mi boca se aleja de golpe—. ¡Jordan!
—Relájate —una de sus manos rodea mi cuello—. ¿Por qué tan enfadada?
—Porque no me has besado desde que llegamos —hago un puchero, bajando la mirada, sintiendo mi rostro arder.
—Entonces, voy a besarte hasta que te quedes sin respiración —comenta, sonríe—. ¿Te parece?
—Sí —suspiro.
Entonces su boca baja a la mía y juntando nuestros labios, de una manera dulce, pero sin perder la intensidad. Mis manos van instintivamente a su cuello y una de mis piernas se enrolla en su cadera, mientras que sus manos están firmes sobre mi cintura. Una mordida en mi labio inferior me obliga a jadear y esa es la entrada libre de su lengua a mi boca, el gemido que trato contener, se ve liberado cuando su lengua se junta con la mía.
El beso se vuelve más exigente después de unos segundos, sus labios moviéndose con rapidez sobre los míos y el simple hecho no me deja respirar. Llevo mis manos hacia sus mejillas y lo separo de mi boca unos instantes, luego de tomar una gran bocanada de aire me acerco nuevamente y rozo nuestros labios. Decidí volverlo loco, pasando mis dedos por el corto cabello de su nuca y comencé a acariciar sus labios lentamente con los míos.
Apenas y lo estaba besando, solamente acariciaba su labio inferior con la punta de mi lengua para después succionarlo entre los míos, dejando una que otra mordida en el mismo. Sentía su respiración entrecortada sobre mis labios húmedos, la mía también era un desastre, pero él siempre me volaba la cabeza con un simple beso. ¿Por qué no hacer lo mismo?
—Si me sigues besando de esa forma... terminaré por desnudarte y hacerte mía sobre el auto —susurró de repente, logrando que mi respiración se atascara en mi garganta—. Y no me importa si estamos en la calle —dejé otro húmedo beso en sus labios—. No juegues conmigo, tomate... o te vas a arrepentir.
—¿Me estás amenazando? —pregunto divertida y él me enseña su hermosa sonrisa—. ¿Estás amenazando a tu propia novia?
—Oh, sí que lo estoy haciendo —asiente y vuelve a besarme, esta vez con firmeza, dejándome sin aire en cuestión de segundos.
Dejando cortos besos en mis labios, se separa y apoya su frente sobre la mía. A través de mis pestañas observo su rostro, sus ojos azules fijos en mí y sus labios rojos por los besos que nos dimos anteriormente. Acaricio su mejilla cuando un nudo se instala en mi garganta, dándome cuenta de la intensidad de mis sentimientos por este hombre.
—Te amo —las palabras salen de mis labios mucho antes de que mi cerebro las procese, dejándome suspendida en el aire.
¿Por qué lo había dicho de ese modo?
Mis ojos están fijos en los suyos, puedo ver la sorpresa y la incredulidad en su mirada, pero no dejo de observarlo. Una presión se hace presente en la boca de mi estómago, impidiéndome respirar correctamente. Jordan traga forzado y su ceño se frunce levemente, dejándome muy en claro que no se espera mi declaración.
Mi corazón comienza a palpitar detrás de mis orejas, latiendo tan rápido que me da un poco de miedo que vaya a detenerse. Una opresión se empieza a expandir por mi pecho a causa de unos minutos más en silencio y la decepción y la tristeza me deja sin palabras.
No dejo de ver sus ojos y estoy casi segura de que los míos están cristalizados, mi rostro debe parecer un tomate y mi respiración comienza a ser un desastre. Por esta razón no quería decirlo, no sabía si Jordan sentía lo mismo por mí, él podía quererme, pero quizás no me amaba.
Dejo caer mis manos de sus brazos, dejándolas descansar sobre mis piernas sin saber que hacer realmente. Bajo la mirada a mis dedos, observándolos a través de mis ojos nublados por las lágrimas. Trato de tragarme el nudo de espinas que habita en mi garganta y volver a levantar la cabeza y fingir que todo está bien. Pero simplemente no puedo, yo no soy así.
Siento las grandes manos de Jordan sujetar mi rostro con más delicadeza de la que él usa normalmente conmigo, obligándome a mirarlo. Su rostro se acerca al mío y besa mi frente con ternura, sus labios se quedan en esa parte por unos instantes más hasta que escucho su risa seguida de una mirada brillante.
—Necesito... necesito que lo digas de nuevo —pide, mirándome fijamente—. Por favor, Bailee. Dilo de nuevo, amor —escucho la súplica en su voz y antes de hablar me aclaro la garganta.
—Te amo, Jordan —le digo y su sonrisa se hace más grande. Sus labios se funden con los míos varias veces, dejándome claramente confundida.
—Yo te amo mucho más, mi ángel —susurró sobre mi boca.
*Insertando gritos de emoción!
3 capítulos para que todos seamos felices con ✨ Joilee ✨ porque los amamos.
¿Confirman?
¡Voten y comenten mucho!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro