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14. Entre besos y duchas frías.


El camino fue algo largo, a decir verdad. Conduje como veinte minutos, luego estacioné el auto en lo que parecían ser unos bloques parecidos al lugar dónde yo vivía, pero este lugar era más... aterrador. Jordan bajó del auto y yo lo imité, caminé rápidamente hacia él, en dónde no dudó en entrelazar su mano con la mía. Le tendí las llaves del auto y él tiró de mi para hacerme subir unas cuantas escaleras, subimos dos pisos solamente y luego Jordan se dispuso a abrir la puerta.

Era un ¿Mini departamento? No sabría decirlo con exactitud. Solo tenía una pequeña cocina, una cama matrimonial y al parecer un baño, oh, también había una pequeña nevera y un enorme saco de boxeo guindado en una de las esquinas del lugar.

—¿Este es tu refugio, hombre lobo? —me burlé, lo vi sonreír con desgana—. ¿Por qué vinimos aquí?

—No lo sé, realmente —se encogió de hombros, se sentó en la orilla de la cama, suspiró.

Me acerqué a él, sujetando su rostro con mis manos. Nuestras miradas se encontraron.

—¿Estás bien? —cuestioné.

—Sí, solo quiero... despejarme un momento —se puso de pie de repente, retrocedí unos centímetros, me miró y acarició mi mejilla con sus nudillos. Se inclinó y besó mi frente— Ponte cómoda, en seguida vuelvo.

—Okey —asentí, lo vi perderse tras otra puerta, la cual supuse era el baño.

Me giré y admiré el lugar, las paredes estaban pintadas de un color azul cielo, había uno que otro cuadro en la pared, pero eran paisajes y cosas así, no eran fotografías.

Me sentí un poco extraña, sentía que no había ayudado lo suficiente, Jordan seguía decaído y eso me hace sentir un poco mal. Quería ayudarlo, pero no sabía cómo.

Pasé mi vista por todo el lugar a ver si encontraba algo, pero solo me encontré con mi reflejo en la ventana.

Solo quiero despejarme un momento.

Mordí mi labio inferior cuando una idea llegó a mi cabeza, los chistes de Connor también se hicieron presentes. ¿Será una buena idea? ¿Estoy lista para esto? No lo sabía, pero Jordan era una persona que, a pesar de que ser una bomba de tiempo, me hacía querer ir por más y este momento, no era la excepción.

Entonces, inicié. Llevé mis manos a mi sudadera, sacándola por mi cabeza, dejándola en una silla que está junto a la cama, dejé mi teléfono sobre la mesita de luz. Desabroché mis jeans y los bajé por mis piernas, quitándome mis zapatillas de piso para sacar la prenda. Llevé mis manos detrás de mi espalda y me deshice de mi sujetador, luego pasé mis dedos por el elástico de mis bragas, inhalando profundo, me las quité.

Listo, estaba desnuda. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Aparentar ser sexy ¿Coqueta? No. Eso, definitivamente, no era lo mío. Agudicé mi oído y el sonido del agua cayendo me hizo saber que se estaba duchando. Entonces, otra idea cruza mi mente. Metí mis dedos en mi cabello, quitándome la liga que lo sujetaba, asegurándola en mi muñeca.

Caminé hacia la puerta del baño y la abrí con delicadeza, adentrándome al cuarto lleno de vapor. Mis nervios comenzaron a caer sobre mis hombros, la seriedad del asunto me golpeó con fuerza. Pero ya estaba aquí y no iba a arrepentirme.

Cerré los ojos un instante y luego los abrí conteniendo la respiración, contemplé a Jordan quien estaba de espaldas a mí, desnudo y mojado, podía apreciar los músculos de su espalda. Pero lo que más me llamaba la atención, era el tatuaje que tenía en medio de su espalda, justo en su columna.

Unas letras. Un nombre escrito.

Julie.

Mis dedos picaron por tocarlo, y eso hice. Caminé hacia él, llevando mis dedos hasta esa parte de su espalda, sentí como la tensión invadió su cuerpo, pero se relajó segundos después. Su cuerpo se giró, quedando frente a mí, lo vi inhalar con fuerza cuando notó mi desnudes. Un mechón castaño, casi rubio caía sobre su frente totalmente mojado, las gotitas de agua que resbalan por él caían en mi pecho.

Sus ojos azules me miraban atentos, brillantes bajo la tenue luz del baño, elevé mi mano y aparté el cabello de su frente, bajando mis dedos por su mejilla. Él no dejaba de ver mi rostro, el cual supuse, estaba rojo. O sea, nunca en mi vida había estado desnuda delante de nadie, delante de un hombre, específicamente y estaba nerviosa. Supuse que era comprensible.

Su mano alejó el cabello que caía sobre mis hombros, su otra mano fue a mi cintura, obligándome a dar un paso en su dirección, quedando así más cerca de su cuerpo. Suspiré cuando sentí su pecho pegado perfectamente contra el mío, cerré los ojos por un momento.

Eres maravillosa —lo sentí susurrarme en el oído, su respiración estaba en mi cuello—. Todo en ti es hermoso —dijo rodeándome más con su brazo—. Eres un ángel.

Mordí mi labio inferior tratando de no soltar ningún sonido, sus labios estaban en mi barbilla y luego sus dientes mordieron suavemente la misma. Coloco mis manos en sus brazos sintiendo la rugosidad de la tinta cubriendo su piel. Sus labios van a los míos, besándome lentamente, dándole una que otra mordida a mi labio inferior. Jadeo sintiendo su erección en mi vientre, sus manos bajan por mi espalda ubicándose a los lados de mi cintura, apretando mi piel.

Un gemido se me escapa, ocasionado que él sonría sobre mi boca. Sus manos siguen bajando hasta llegar a mi trasero, en dónde me da un apretón y me eleva haciendo que enrede mis piernas alrededor de su cintura. Dándose la vuelta me presiona contra los azulejos fríos de la pared, llevo mis manos a su nuca presionando mi boca contra la suya, profundizando el beso. El agua cayendo como cascada sobre nosotros, mojando todo a su paso. Mis dedos se pierden en su cabello húmedo cuando su boca va a mi cuello, mordiendo y succionado a su alcance.

Lo siento moverse aún conmigo entre sus brazos, camina fuera del baño, sin dejar de besarme.

—Estamos haciendo un reguero de agua en suelo, Jordan —murmuro sobre sus labios, sacude la cabeza capturando mi labio inferior entre sus dientes, tirando de él—. Dejaremos un desastre y tendrás que limpiarlo tu solo.

—Eso no importa, no me importa nada más —vuelve a morderme, robándome un jadeo. Sonríe—. Tú. El hecho de tenerte entre mis brazos y tú. Eso es todo lo que me importa.

Sentí sus palabras calar hondo en mi interior, retumbando con fuerza en mis oídos. Sentí las llamas subir por mi cuerpo, sabiendo que no me arrepentiría de nada de lo que sucediera esta noche. Miro sus ojos claros, sus labios rosados y la expresión de adoración que me obsequia. Jordan es todo un espectáculo, acaricio su barbilla con mis dedos, impulsando mi boca contra la suya. Me deja caer con cuidado sobre su cama, sin importarle en lo absoluto que estoy mojando sus sábanas.

—Estamos mojando la cama —murmuro, sus manos están apoyadas a cada lado de mi cuerpo sobre el colchón.

—No es lo único que mojaremos, eso tenlo por seguro —dice mirándome con tanta intensidad que me sonrojo inevitablemente, aprieto mis piernas luchando contra las ganas de cubrirme, aunque ya me haya visto demasiado—. Ya te lo dije antes, pero... En serio, eres muy hermosa.

—Basta —tapo mi cara con una de mis manos, sonriendo—. Harás que me sonroje más y que parezca un tomate.

—Me gusta mucho cuando te sonrojas —murmura, acerca su rostro al mío mostrándome su sonrisa, nuestros cuerpos se rozan.

Vuelve a sacudir la cabeza, esta vez haciendo que el agua que está en su cabello caiga en gotas sobre mi pecho, sus labios dejando un camino de besos húmedos desde mi garganta descienden hasta mi pecho. Lame las gotas restantes antes de mordisquear la cima fruncida de uno de mis pechos, cierro los ojos con fuerza emitiendo un suspiro tembloroso cuando una de sus manos se pierde entre mis piernas.

Sus dedos rozando mi feminidad, haciendo que me retuerza bajo su cuerpo, de un pecho pasa al otro haciendo lo mismo. Succionando mi pezón entre sus labios, pero esta vez con más fuerza, arrancándome un pequeño grito, el cual, callo con una de mis manos.

Todo esto es demasiado nuevo para mí, realmente, nunca que he estado con nadie. De esta y de ninguna otra manera. Mis dedos se pierden en su cabello, tirando de él para que su rostro quede suspendido sobre el mío.

—Quiero... yo quiero... —tartamudeo aturdida por los movimientos de sus dedos en mi entrepierna.

—¿Qué quieres? —cuestiona, presionando un beso en mis labios entreabiertos.

A ti, dentro de mí —susurré, porque era cierto.

Nunca en mi vida me había sentido tan cómoda con alguien, nunca había tenido la suficiente confianza como para hacer este tipo de cosas. Pero Jordan me transmitía todo tipo de sentimientos, entonces, en este preciso momento descubrí, que quería experimentar muchas cosas con él. ¿Y qué mejor que empezar de esta manera?

—¿Estás segura? —cuestionó, asentí con rapidez—. Necesito que me lo digas.

—Estoy... muy segura —volví a asentir, tragando el nudo en mi garganta.

Me miró unos segundos y luego se incorporó haciendo su camino hacia el baño otra vez, cuando vuelve lo veo traer un preservativo en sus manos. Su cuerpo vuelve a cubrir el mío, acomodándose entre mis piernas. Rasga el envoltorio plateado y saca el condón del mismo, se cubre con él y sus ojos van a los míos, buscando cualquier signo de arrepentido en mi rostro.

—Si te lastimo... tienes que decirme y me detendré, ¿vale? —asentí, aún y cuando los nervios no se iban.

—Está bien —sonreí, acaricié suavemente su mejilla—. No vas a lastimarme, lo prometiste, ¿recuerdas?

Asintió, besó mis labios unos minutos más, luego sentí su erección rozarse contra mí. Se guío a si mismo hacia mi cuerpo, cuando sentí el inicio de su miembro, me tensé un instante. Sus dientes mordisquearon mi labio inferior, captando mi atención.

—Tranquila, solo relájate —murmuró sobre mi boca, asentí mientras sumergía mis dedos en su cabello—. Déjate llevar.

Me dispuse a despejar mi mente, a dejarme hacer por él y por sus manos que me llenaban de sensaciones extrañas, que, de alguna manera, me gustaban y era porque él me las transmitía.

Asimilo sus palabras y hago que mi cuerpo se relaje, cuando él lo nota. Impulsa sus caderas hacia adelante, entrando en mi lentamente. ¿Dolor?, No, en lo absoluto. Era más bien distinto, era solo una extraña presión, pero me gustaba. No estaba totalmente adentro cuando se retiró y volvió a entrar, esta vez hasta el fondo.

Mi respiración era irregular, mi pecho subía y bajaba contra el suyo. Una de sus manos alejó los mechones castaños de mi rostro, mientras que la otra sujetaba mi cintura manteniéndome quieta. Sus labios se pegaron a los míos en un húmedo beso, obligándome a cerrar los ojos. Enterré mis dedos en su espalda baja cuando retiró sus caderas y volvió a presionarse en mi interior, arrancándome un gemido.

Jordan inicia un vaivén lento pero profundo en mi contra, obligándome a gemir con frecuencia, siento sus labios en mi cuello, subiendo por mi mejilla hasta llegar a mi boca nuevamente. Una de mis manos sube a su cuello, mientras que con la otra me sostengo de su espalda, pasando mis uñas por su piel cada vez que presiona con fuerza en mi interior.

—Jordán... —gimo, enredando mis piernas a su alrededor, obligándolo a ir más profundo en mi interior.

—Eres mi ángel —suelta en un suspiro—. Voy a cuidarte siempre.

Vuelve a besarme, esta vez con más fuerza, mordiendo mis labios en el proceso. Mi mente estaba hecha un lío, lo sentía en todas partes, sus labios estaban en los míos, en mi cuello, en mis pechos. Lo sentía invadirme por completo, con un ritmo constante que era fuerte, pero no dejaba de ser dulce.

Sus dientes se clavaron en mi clavícula cuando el ritmo se volvió torpe, sus caderas chocaban contra las mías sumergiéndome en un río de sensaciones, un abismo sin fondo del cual solo salté y me dejé ir, en cuánto su voz ronca susurró mi nombre, supe que no había vuelta atrás.

Estoy cayendo por este hombre a la velocidad de la luz.






¿Cuántas estrellas y corazones para estos dos?

¡Realmente los AMO con todo mi corazón!

Son todo lo que está bien el mundo.

¿Confirman?

¡Voten y comenten mucho!

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