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9


Cecil se encontró a Magnus en la bifurcación, observando con interés el sendero que llevaba a su choza. Estaba usando ropa limpia y cargaba una lámpara de gas, su pálida figura tenía un toque misterioso que le daba una apariencia fuera de este mundo. Al principio se sorprendió al verle, pensó que quizás se estaba imaginando su presencia, enseguida las mejillas se le pusieron rojas al recordar las palabras de su suegro. 

No había forma de que coqueteara con ese hombre y prefería que lo colgaran antes de dejar que lo atraparan en medio de la noche cerca del joven heredero.

"¿Qué está haciendo aquí?" preguntó, apretando el puño sobre el aza de su propia lámpara. La situación lo puso rápidamente nervioso, por lo que las letras se desdibujaron en un brillo neón. Tenía un pie listo para salir corriendo y se aseguró de mantener su distancia.

Magnus se giró hacia él, momentáneamente sorprendido por su aparición, sin embargo, luego señaló la carretera.

—Me preguntaba hacia donde lleva —dijo, sus ojos estaban clavados en la negrura de la noche, como si estuviera considerando ir y averiguarlo el mismo. Cecil sintió que el sudor le recorría la espalda, nervioso ante aquella situación tan inconveniente.

"Hacia mi choza" espetó sintiendo un regusto amargo al confesar aquella información. Después de casarse lo echaron de la casa principal, ahora vivía aislado de su familia política y de la gente del pueblo.

—¿De verdad? —Magnus le dirigió una mirada crítica, como si no le creyera del todo—. ¿No me estás mintiendo? —agregó, adoptando una pose engreída.

Cecil puso los ojos en blanco.

"En lo absoluto ¿Porqué te mentiría sobre vivir en el culo de la isla?" estaba un poco enojado ante la postura de Magnus, pero sobre todo estaba tenso. Su casa estaba cerca de los almacenes de comida de los Baker, por lo que casi siempre se encontraba con algunas personas merodeando el lugar.

Magnus levantó una ceja, tomando su expresión agria como una conciencia culpable.

—Iré a revisar —dijo, caminando con ese ímpetu que lo caracterizaba. Su figura se adelantó rápidamente, dejando a Cecil momentáneamente anonadado. Este se puso pálido.

"¡Detente! ¿Para que quieres ir?" lo llamó, Magnus no le hizo caso, atravesó sus palabras sin miramientos. Cecil sintió cómo su cuerpo se entumecía por el estrés, las piernas comenzaron a hormiguearle.

—¿Por qué no lo haría? ¿Qué me detiene? —el tono de Magnus fue burlón, haciendo alarde de esa arrogancia que tenía al andar.

"Esta es propiedad privada, no deberías andar por ahí sin permiso" insistió, sus pies se movían tan rápido como podía, dando pequeños saltos para poder alcanzarlo. De repente Magnus se detuvo, Cecil chocó contra su espalda y retrocedió para recuperar el equilibrio.

—Creo que estar casado con el jefe hizo que se te subieran los humos —Magnus se giró hacia él, mirándole con aquellos ojos azules que atravesaban el alma—. Te pondré los pies en la tierra —agregó—. Los Baker no son nadie, todo lo que tienen es prestado, esta casa, las tierras y la posición. Todo lo que ellos tienen es gracias a mi y a mi familia y esta propiedad... —el chico le sonrió satisfecho—. Tiene mi nombre escrito en ella.

Cecil sintió que la sangre se le subía a la cabeza, tenía la cara roja y se quedó sin palabras. Por supuesto, aunque a veces Magnus actuara como un muchachito molesto, eso no quitaba el hecho de que era el dueño de todo, de la casa, de las tierras, era el dueño de las fábricas y de la vida de todos los habitantes de la isla, si quería podía simplemente cerrar el negocio, llevarlo a otra parte y arruinar la única fuente confiable de ingresos en la isla.

Apretó los labios, quedándose callado, sin poder sostenerle la mirada. Se sentía humillado y avergonzado. Como ninguno de los dos dijo nada, la sensación se volvió más dura.

De repente escuchó un ruido, dos isleños dieron la vuelta en la bifurcación. Cecil se giró sorprendido, pálido, mareado por la mezcla de emociones, un ave voló a sus espaldas y el se congeló en su lugar.

"¡Cecil! ¿Qué haces ahí parado? ¿Vienes de ver a tu marido?" la pregunta no fue malintencionada, pero Cecil sintió ganas de vomitar, se dio la vuelta para buscar la mirada de Magnus.

No encontró nada, sólo el camino vacío a sus espaldas.






Magnus se transformó en un ave, el podía transformarse en cualquier cosa, aunque el realismo de esta dependía de que tan bien conociera a su objetivo. Por ejemplo, si alguien lo miraba con atención probablemente se daría cuenta que su forma actual no era un ave cualquiera, era una especie de híbrido entre un loro y una paloma. Sus transformaciones por lo regular no sobrevivían al escrutinio, por eso no adoptaba identidades humanas, las únicas que dominaba no eran aptas para pasar desapercibidas.

Como sea, siguió a Cecil en aquella forma de ave abstracta durante el camino. Aquellos hombres mantuvieron su distancia en todo momento, respetando un espacio de al menos dos metros lejos de él. A mitad del trayecto el camino tenía un brazo que los guiaba a un sitio desconocido, ahí fue donde perdió al grupo de isleños. Magnus no les hizo caso, se quedó con Cecil, quien caminó varios metros antes de llegar a una solitaria choza, rodeada por una austera barda de madera.

Los tablones estaban separados y eran bastante bajos, por lo que su principal función parecía ser el delimitar el terreno. A diferencia de la casa de Venus esta tenía un patio por delante y otro por detrás, ambos con pequeños huertos. Magnus se posó en la ventana, la casa era más pequeña también, apenas una habitación donde estaba el fogón, la cama y un ropero. Había algunas cosas colgadas como sus cintos o algunos sombreros, el baño estaba por fuera.

El chico no mentía cuando le dijo que el camino llevaba a su casa.

Cecil se tumbó en la cama, soltando un suspiro cansado, luego se acurrucó en un ovillo, abrazándose a si mismo, parecía triste. Magnus se sintió inmediatamente mal por la forma en la que le habló antes, no se dio cuenta inmediatamente, pero quizás sobrereaccionó.

En su forma de pájaro comenzó a cantar, Cecil se sobresaltó, incorporándose y fijando su atención en Magnus. Una sonrisa apareció en su rostro, el chico parecía mucho más suave cuando lo veía en alguna forma animal que cuando lo encontraba en su forma humana.

Cauteloso, Cecil se acercó lentamente y le acarició la cabeza, parecía conmovido cuando Magnus se empujó contra su toque. Estuvo unos minutos jugueteando con él cuando de repente echó un vistazo al camino. Su rostro cambió, poniéndose rígido, luego le hizo un ademán con la mano para espantarlo. Magnus salió volando, colocándose en la cornisa, entonces notó la presencia de Jeffrey Baker, quien se dirigía tambaleante hacia la choza de Cecil.

El hombre estaba ebrio, se notaba por la forma de su andar, el rostro arrugado tenía una expresión de molestia y su mirada se veía ligeramente perdida. Dentro, Cecil corrió a atrancar la puerta, el hombre lo llamó a gritos desde afuera, pero el muchacho fingió dormir todo el tiempo.

—¡Cecil! ¡Ábreme la puerta! ¡Tu marido vino a verte! —su voz era demandante y se notaba su orgullo herido. No era una buena combinación de factores.

Jeffrey, que estaba en muy mal estado, quiso entrar al patio, pero algunos trabajadores aparecieron, llevándoselo de regreso a casa.

Magnus observó la escena con interés, porque la situación era bastante peculiar. Jeffrey apareció en la casa y fue ignorado por su marido, luego se lo llevaron ¿Quién envió a esa gente? ¿La primera esposa? Era obvio que había una mala relación entre Cecil y Leah, por lo que la historia de que Jeffrey prefería a su segundo marido debía ser cierta, Magnus no iría tan lejos como para decir que había amor en la ecuación, pero el viejo lagarto estaba lo suficientemente obsesionado como para ir a ver al chico en lugar de a su mujer cuando se encontraba en ese estado de semi inconciencia.

Curioso.

Una vez que las cosas se calmaron Magnus voló hacia la laguna de las sirenas. No había nada particular que pudiera sacar de esa visita, al menos nada relacionado a sus investigaciones, pero estaba muy emocionado por ver a aquellas criaturas de cerca. Cuando estuvo en la orilla encendió las luces, imitando el truco de Cecil y esperó, unos minutos más tarde ya había una legión de preciosidades asomándose en el agua. Magnus se acercó, dispuesto a que lo ahogaran un poco con tal de poder relacionarse con ellas. Había un pequeño tritón que le tomó la delantera al resto y salió del agua, sentándose en la orilla, sobre una piedra. La criatura en cuestión tenía la apariencia de un muchachito de cabello rosa y ojos almendrados, sus pestañas largas se agitaron hacia él, mientras hacía alarde de su preciosa cola de color rojo escarlata.

Él era un hombre débil, ninguno de sus hermanos habría caído en el engaño, sobre todo, no voluntariamente. Magnus se acercó, prácticamente gateando hacia el tritón, que se reía en un pop suave y cándido. Cuando estuvo lo suficiente en cerca, el tritón lo rodeo del cuello en un abrazo, dedicándose una mirada seductora, sus labios eran gruesos, rosas, tenía una naricita adorable y esos ojos sobrenaturales se posaron en él ocultando toda clase de secretos.

La sangre palpitó en su pecho, era absolutamente hermoso, embelesado le acarició el rostro y el tritón lo besó, metiéndole la lengua húmeda dentro de la boca, chupando y mordiendo con deseo. Magnus sintió cómo su pene se levantaba, nunca había tenido sexo con una sirena, sobre todo porque las razas más comunes eran carnívoras y sólo se dejaban ver a los marineros para alimentarse, esta criatura, sin embargo, parecía buscar otro tipo de bondades en los humanos. Dejándose llevar rodeó al tritón de la cintura, este se rio en cientos de pops y sin previo aviso usó su peso para lanzarlo al agua.

Él sabía lo que intentarían hacer, por lo que hizo aparecer branquias en su cuello. Esa fue de las primeras habilidades que aprendió, respirar bajo el agua tenía un encantó difícil de ignorar y él había estudiado el sistema respiratorio de los peces durante años antes de perfeccionar aquellas bellezas en su cuello.

El tritón lo observó, ladeando el rostro con curiosidad, otras sirenas se asomaron, uniéndose a la inspección, una decena de adorables rostros lo miraron, hasta que una de las sirenas comenzó a aplaudir y el resto le siguió la corriente. Magnus transformó sus piernas en una cola, la multitud a su alrededor retrocedió sorprendida, pero finalmente parecieron felices, nadando a su alrededor. Algunas de ellas tocaron su cola con curiosidad, comparándola con las suyas, de pronto señalaban anomalías en la forma y textura, durante media hora le ayudaron a perfeccionar la apariencia de la misma.

Las sirenas no lo invitaron a bajar más allá de unos metros en el lago, así que él se quedó en esa zona jugueteando con aquellas bellezas, sobre todo con el tritón de pelo rosa. Después de un par de horas comenzó a cansarse y estaba un poco aturdido por los pops sin sentido a su alrededor, las sirenas eran risueñas, así que se escuchaban como un murmullo incesante.

El tritón de pelo rosa intentó decirle algo varias veces, pero él no lo entendió, aunque trataba y podía reconocer un patrón en sus pops. Finalmente, este le entregó una de sus escamas, haciéndole señas para que se lo comiera, Magnus frunció el ceño, con gesto desconfiado, pero el resto también le presionó para que siguiera adelante, todos parecían muy emocionados y él no pudo más que intentar complacer a todos aquellos adorables rostros.

Así que se comió la escama.

No pasó nada, pero las sirenas comenzaron a aplaudir y girar a su alrededor en un círculo. Luego el tritón se acercó a él, dándole un beso en los labios, Magnus le rodeo de la cintura y ambos subieron a la superficie. Cuando estuvieron fuera Magnus notó que ya estaba amaneciendo, así que se apresuró a salir del agua, despidiéndose con la mano.

En su forma de ave voló hasta la casa de Venus, dentro este ya estaba preparando el desayuno así que se transformó en Pulgoso y decidió rascar la puerta, como si se hubiera escapado de la casa durante la noche. Escuchó pasos apresurados, Venus abrió, abrazándolo con lágrimas en los ojos, luego le dio un beso en la cabeza, metiéndolo en la casa. Aquila le sonrió, mientras lo tomaba de brazos de Venus. Este corrió a servirle arroz en un tazón y le colocó un pedazo grande de pescado.

Magnus estaba un poco confundido por el cálido recibimiento, pero aceptó con ganas, después de todo tenía mucha hambre luego de nadar toda la noche con las sirenas. Cuando terminó de comer, se fue a acostar, quedándose dormido casi de inmediato. Entre sueños le pareció ver a Venus trabajando en la cocina o yendo a atender su huerto, como siempre, cautivo en su propio hogar. De vez en cuando escuchaba los pops y le parecía que tenían algún sentido, pero no pensó mucho en ello, estaba muy cansado.

Ese día no investigó más, se limitó a dormir hasta la cena. 

Cuando tu hermano es un Jude, pero a ti te toca quedarte con un Magnus... Ok no xD, pero sí 77.

Les dejo un picrew de Cecil con Magnus pajarito en la mano. <3

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