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5


Magnus se transformó en su segunda identidad, pulgoso, el perro callejero que vigilaba la isla de incognito. La gente sin duda actuaba distinta cuando pensaba que era un animal abandonado, lo cual resultaba bastante conveniente en esos momentos.

Caminando alegremente se dirigió a los campos, donde los aldeanos estaban regándolo, una vez que se habían sembrado las semillas no necesitaban tanto cuidado y la mayoría ya estaba a punto de ser cosechado. Sin embargo, todavía encontró un grupo de personas caminando por las líneas de cultivo, haciendo su inspección diaria en busca de plagas o enfermedades. Luego se retiraron a sus casas.

La gente no parecía especialmente cansada, de hecho, seguramente estaban acostumbrados a aquel ritmo de trabajo. Magnus se dirigió al pueblo, echando un vistazo a los habitantes de las casas, todas las chozas estaban abiertas y cuando se asomaba dentro la gente le acariciaba la cabeza y le regalaban un poco de maíz hervido o arroz. Él examinó sus rostros y correspondió a los gestos con amabilidad, sin embargo, cuando terminó de revisar todas las casas se dio cuenta que no encontró a ninguno de los trabajadores de la empacadora de lujo.

El pueblo era sólo un asentamiento de casitas viejas, que apenas podían sostenerse en sí mismas, el suelo era de tierra, no más de tres habitaciones en su mayoría, aunque había un par que estaba mucho mejor estructurada que el resto. No había negocios tampoco, a excepción de un pequeño local de carpintería que parecía vacío en ese momento. Magnus hubiese querido espiar un poco las conversaciones que ocurrían a su alrededor, la gente de la isla era muy habladora, se dio cuenta por el constante tintineo que inundaba el pueblo, sin embargo, el no entendía en lo absoluto la forma en que se comunicaban, no tenía sentido intentar espiar.

Estaba distraído observando el lugar cuando de repente alguien le levantó en el aire, consiguiendo que se sobresaltara. Era Aquila, que estaba parado junto a su hermano, Evangelous, ambos sonreían hacia él e intercambiaron algunas palabras antes de que se despidieran y Aquila se dirigiese a su propio hogar.

La casa de Aquila era un poco más grande que la del resto de los habitantes, tenía un piso de madera y aunque era una construcción vieja, todavía estaba en buen estado, se notaba que había sido mimada con ahínco. El hombre lo puso en el suelo una vez que cerró la puerta sus espaldas, Magnus se estaba preguntando qué pasaba, cuando un rostro adorable se asomó desde una de las habitaciones, era un chico de piel morena y cabello largo, más pequeño que Aquila y con una sonrisa deslumbrante en los labios carnosos. Ladeo su rostro ante la aparición, notando la indudable felicidad en la expresión del muchacho al verlo, las luces hicieron un pop alegre a su alrededor y el chico se hincó a su lado, rodeándolo en sus brazos y besándolo alegremente.

Magnus no se quejó, de hecho, besó las mejillas del extraño, moviendo la cola ante los mismos. Aquel muchacho era una belleza de curvas suaves y elegancia innata, así que se regodeo al estar en sus brazos, negándose a que lo soltara. Sin embargo, finalmente el chico se hizo a un lado y se levantó, besando en los labios a Aquila, quien le rodeo de la cintura en un gesto afectuoso. Magnus se sintió genuinamente decepcionado y ladró en respuesta, Aquila le sonrió, acariciando su cabeza.

Aquel chico, a quien secretamente llamó Venus, corrió a una de las habitaciones y sacó una manta vieja que parecía estar hecha de varios retazos. Venus la dobló en cuatro partes, colocándola en la cocina, junto a la mesa. Aquila lo cargó, colocándolo encima de la misma, la manta era indudablemente más suave que su colchón y Magnus se acurrucó enseguida, descansando de su día de trabajo.

Venus revisó su alacena, no había muchos trastes, apenas unos cuantos vasos y platos. El chico tomó uno de sus cuencos, uno bonito y lo lavó, colocando dentro un poco de arroz con algunos pedacitos de carne despicada, ofreciendo con una sonrisa. Ante la mirada atenta de la pareja, Magnus cedió a la presión y se comió el arroz, luego ambos lo acariciaron con cariño.

Después de un rato Aquila se metió a la que era presuntamente su habitación de casado y Venus le siguió dentro, cerrando la puerta a sus espaldas. Magnus volvió a su forma humana, observando todo con cuidado, la cocina no era muy grande, tenía un mueble que fungía como encimera y alacena, donde estaban los platos guardados, habían instalado una cajonera en la pared, donde guardaban granos y la mesa era pequeña, con cuatro sillas algo viejas, pero en buen estado.

En la encimera notó que estaba la comida del día, una pequeña olla de arroz, cuyo contenido era apenas el doble de lo que Venus le sirvió en el cuenco y dos pescados asados, con dos papas hervidas. Conmovido se dio cuenta que aquellos dos le dieron todo lo que podían darle.

Magnus desvío su atención de la comida, el lugar tenía una puerta que daba al patio trasero y que se encontraba abierta. En silencio se asomó afuera, había una especie de corredor de un par de metros de longitud, donde se encontraba un fogón y un pequeño almacén, al abrir la puerta del mismo encontró leña y pescado deshidratado, así como verduras conservadas con hechizos rudimentarios. No era mucho, aunque supuso que se debía a que y estaban cerca del tiempo de la cosecha.

El patio trasero se extendía un poco más, pero no demasiado y estaba rodeado de una barda de madera. Había un pequeño huerto de tomates, chile y hiervas para guisar. También un pequeño árbol enano de mangos. Magnus estaba absorto en pequeño patio cuando escuchó los ruidos dentro de la casa y se transformó rápidamente. Venus se había asomado por la puerta, sonriéndole con un gesto genuino de felicidad. Magnus regresó a la cocina dando saltitos y se acostó en su manta.

Parecía que había sido adoptado.




Cuando se hizo de noche, Magnus comenzó a rascar la puerta de la casa, Venus le abrió confundido y observó con sorpresa como este se marchaba corriendo a toda velocidad, no se detuvo hasta llegar a su habitación, donde entró por la puerta trasera y se dio una ducha para asistir a la cena. Su cuarto era muy aburrido, así que decidió que después de cenar seguramente volvería con Venus y Aquila, quienes tenían una casa mucho más cálida. Además, decidió que ver interactuar a aquellos dos era sin duda algo ventajoso, en poco tiempo comenzaba a diferenciar los diferentes pops de ambos, la entonación, el humor, quizás si se quedaba con ellos podría entender mejor a los aldeanos.

Además, no iba a negar que disfrutaba de los constantes mimos de Venus, quien había pasado parte de la tarde sentado en una especie de sillón de madera, tejiendo mientras permitía que Magnus se recostara en sus piernas.

—Lo estábamos buscando para cenar —Norman Baker le sonrió nada más verlo llegar, mientras Jeffrey le dedicaba una mueca mezquina.

—Perdón, me demoré demasiado en la ducha —respondió, sin agregar nada más, tomando su lugar en la mesa. Todos se habían en el mismo orden que la noche anterior y Magnus no pudo evitar notar que Cecil ya estaba alimentando al niño.

—Lo que más me costó al adaptarme a la isla es que todo está tan sucio —Comentó Leah, con una sonrisa divertida que a Magnus le generó rechazo—. Está todo tan lleno de polvo que no salgo en lo absoluto al pueblo —agregó.

Cecil levantó una ceja, pero se preocupó por no mostrar nada más en su expresión. Magnus sonrió hacia él.

—Debe ser difícil criar a un niño bajo esas circunstancias —dijo, con un tono claramente sarcástico, que ninguno de los presentes pareció entender, a excepción de Cecil, quien levantó la vista hacia él en un gesto inescrutable.

—Lo es, siempre lo estoy vigilando porque este lugar es tan insalubre, estoy deseosa de que lleguen las vacaciones de invierno para volver un tiempo a la ciudad —expresó, con un gesto de obvia añoranza.

—Cuando vuelva debe disfrutarlo por completo, porque después se quedará otro medio año en la isla hasta que comience el verano —lo dijo como si estuviera dándole apoyo moral, pero la mujer soltó un grito de exasperación al pensar en ello.

La cena continuó en una charla informal sobre los mejores sitios para descansar en la ciudad, mientras Norman Baker parecía estar inusualmente serio, Jeffrey le lanzaba miradas mordaces y Cecil fingía que era invisible mientras alimentaba al niño.

Cuando la cena terminó, los presentes se levantaron y en esta ocasión se tomaron mucho mejor que Magnus se ofreciera a cargar al niño mientras Cecil cenaba, este parecía mucho menos tenso ante su presencia o, mejor dicho, más mentalizado a parecer relajado.

"Tu ciudad seguramente es muy bonita" dijo, mientras comía su sopa "Pero la Isla también tiene mucho que ofrecer"

Magnus, quien estaba haciendo burbujas para el niño respondió distraídamente.

—¿En serio? ¿Qué clase de cosas? —preguntó, intentando sonar lo más incrédulo posible. Notó con diversión cómo Cecil se aguantaba las ganas de mandarlo a la mierda mientras apretaba con fuerza la cuchara en sus manos.

"La playa, hay muchas especies autóctonas para observar y pronto tendremos el festival de la cosecha, seguro se divertirá mucho si decide asistir" pese a sí mismo, Cecil insistió en el tema. Magnus ladeo el rostro, notando el cambio de actitud del muchacho, que apenas un día antes no parecía querer saber nada de él.

—Adorable —dijo, inclinándose un poco en la mesa mientras el bebé balbuceaba en sus brazos—. ¿Está coqueteando conmigo señor Baker? —preguntó, sonriendo más ampliamente.

La cara de Cecil se puso roja de vergüenza e ira y le dirigió una mirada asesina. Luego golpeo el suelo y Magnus sintió un golpe en la pierna, otra vez estaba usando su magia para agredirlo, no podía negar que se lo había ganado.

—Es usted muy apasionado, seguramente lo será más mientras nos conozcamos —agregó, aunque los casados no estaban en su radar, no pretendía fingir que era un hombre recto de buena reputación. Por otro lado, Cecil parecía muy interesado en conseguir algo de él, quizás su favor o quizás pretendía distraerlo de su objetivo y Magnus no era tan estúpido como para dejarse engañar. Si quería jugar con su cabeza, iba a toparse con una pared y si quería engañarlo, iba a echarse un alacrán a la espalda, pues de los cuatro Winchester, Magnus era el que más se parecía a su padre.

Cecil se puso en pie, tiró del niño con un hechizo y se dio media vuelta, marchándose de la sala, dejando la cena a medias. Magnus sonrió, poniéndose en pie y dirigiéndose a la cocina, donde se encontró con dos muchachitas que estaban guardando los guisos de la noche.

El lugar era completamente diferente a la cocina de Aquila y Venus, era espaciosa, estaba muy bien equipada con una estufa rudimentaria y varios anaqueles con granos de diferentes tipos. Las ollas y sartenes parecían nuevos y el lugar estaba bien iluminado. Las chicas saltaron en su lugar al verlo e inmediatamente le saludaron con una reverencia. Él les sonrió, ladeando el rostro.

—¿Tienen un poco más de postre? 

X: No puedes adoptar a un humano adulto que finge ser un perro. 

Magnus: Eso era en tu tiempo, en el tiempo de los dinosaurios. >:(

Pd: Hice este picrew de más o menos cómo me imagino a Aquila, a ver que les parece. xD

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