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36

—Eres un maldito cerdo ¿Cómo puedes hacer esas cosas al aire libre? No es así cómo te crie —Aster estaba sentado en la cama de una de las habitaciones al fondo de la casa, en el segundo piso, una de las que supuestamente se encontraban deshabitadas. A su lado, descansaba Magnus, con la espalda pegada a la pared mientras se comía unas galletas.

—Ay vamos ¿No eres un hombre casado? ¿Cómo puedes ser tan aburrido? Seguramente tu marido sólo se sabe la posición del misionero —se quejó entre risas. Estaba seguro de que un hombre tan estirado como Jude Brummell le faltaba malicia en la cama, su pobre hermano se había casado con un monje de veinticinco años que tuvo su miembro empolvándose toda su vida.

—¿Posición del misionero? ¿Y eso que es? —Aster le miró, frunciendo el ceño. Magnus soltó una carcajada, yéndose hacia adelante.

—Me das lástima hermano, ese marido tuyo no sabe lo que hace —espetó, para luego dejarse caer de espaldas y golpeándose contra la pared en el intento.

—¿Y a ti que te importa? No eres tú quien se está acostando con él —Aster negó con la cabeza}—. No debí perderte de vista, te has vuelto cada vez más irrespetuoso —se quejó cruzándose de brazos, seguro de que esos años de adolescencia correteando libremente por ahí lo dañaron de forma severa.

—Oye, pero ¿qué te pasa? Pensé que habías dejado la rebeldía para convertirte en un marido abnegado, que haces contestándole a un heredero —espetó Magnus, sorprendido por las respuestas de su hermano. Por supuesto, no fue una queja, en realidad le gustó verlo más lleno de vida que cuando se marchó de Hexi hacia la Isla Tortuga.

—¿De dónde sacas esas ideas? Yo siempre he sido así y de todas formas lo importante es ¿Cómo es eso de que papá te echó? ¿Va en serio con el tema del matrimonio con Cecil? —preguntó cambiando de tema, tratando obviamente de desviar la atención. Por supuesto, funcionó.

—Va muy en serio, está furioso y me echó de casa, Cassian me dijo que se encargaría de convencerlo para que me dejara volver, pero se tomará un tiempo en conseguirlo —explicó quitándole importancia al asunto. En realidad, él tampoco tenía muchas ganas de volver, era raro vivir en la misma casa que su rival en el amor, más raro aún que ese rival fuese su padre. Además, todavía estaba molesto ante la idea de que su padre fuera responsable de forma indirecta de todos los sucesos en la Isla tortuga, de repente le costaba trabajo hacerse de la vista gorda sobre la tiranía con la que actuaba.

—Bueno, espero que esta habitación te agrade, no es tan grande como las de la mansión, pero es cómoda —espetó Aster, soltando un suspiro mientras adoptaba un aire pensativo.

—No te preocupes, viví cómo un perro por meses, este cuarto es un lujo —dijo, golpeando el colchón con la mano. El literalmente fue la mascota de Elián la mayor parte del tiempo, por lo que estaba acostumbrado a dormir en cualquier sitio.

—No quiero saber a qué te refieres con eso —Aster le dedicó una mirada de sospecha, luego soltó un suspiro—. ¿Cómo te fue con tu propuesta? ¿Tengo que comenzar a trabajar a mi marido? —preguntó con cautela. Aster era bastante inteligente y seguro se había dado cuenta de la pelea que tuvieron la noche anterior, aunque se hubieran reconciliado esa mañana, era obvio que algo estaba pasando entre los dos.

—No te preocupes, me rechazó, dijo que después de todo lo que pasó con su anterior marido no quería saber nada del matrimonio —Trató de que la herida no le escociera al hablar, pero era un poco difícil, aunque ya se había hecho a la idea de que esa boda no iba a suceder, al final todavía le dolía el rechazo.

Sin embargo, tenía que controlarse, porque se había dado cuenta que podía ser un maldito cuando estaba dolido.

—Me lo imaginaba —murmuró por lo bajo, la expresión de su rostro le dio la certeza de que el muchacho supo todo el tiempo que las cosas resultarían de ese modo. Magnus levantó una ceja, dándose cuenta de que quizá la intuición de su hermano era mucho mayor de lo que parecía.

—Oye, si ya lo sabías debiste advertirme —se quejó, dedicándole una mirada de rencor.

—No me habrías escuchado —Aster conocía muy bien a Magnus y sabía que debía dejarlo escarmentar sólo. Este abrió la boca para decir algo, pero luego negó con la cabeza, no tenía sentido quejarse cuando su hermano estaba hablando con la verdad.

—En eso tienes razón —dijo finalmente en voz alta. Luego se dejó caer hacia un lado en el colchón quedando tirado cómo un saco de papas—. Será mejor que tu marido cuide bien de mi muñequito o me voy a poner furioso.

—Claro que lo cuidará bien, no seas ridículo, además, no deberías preocuparte demasiado, apenas tienes dieciocho años, tienes tiempo de sobra para casarte —dijo, intentando animarlo mientras le acariciaba la cabeza. No había muchas personas que lo mimaran de esa manera aparte de Aster y Cecil, por lo que Magnus prácticamente se estiró para que continuara acariciándolo.

—La mayor parte de mis amigos de mi edad están casados —aseguró, encogiéndose de hombros—. No importa, lo único que quiero ahora mismo es que ese marido tuyo se comprometa a cuidar a mi muñeco —insistió en tono autoritario.

—No te preocupes, ambos hablaron y Jude le contó sobre su parentesco, acaban de enviar la solicitud para incluir a Cecil cómo el bebé registrado en el árbol familiar —explicó satisfecho. Estaba feliz de que ambos se hubieran hablado con la verdad y estuvieran desarrollando un poco su relación de hermanos, era muy triste ver a ambos tan lastimados y solos, le agradaba la idea de que pudieran apoyarse mutuamente a partir de ahora.

Magnus se le quedó viendo en silencio y luego soltó un suspiro, llevándose una mano a la cara.

—¿Y ahora qué hiciste? —Aster se cruzó de brazos, conocía lo suficientemente bien a su hermano como para darse cuenta de que algo estaba pasando. Magnus negó con la cabeza.

—No es nada, no importa.





Cecil estaba dormitando cuando tocaron la puerta del cuarto. No tenía muchas ganas de recibir a nadie porque estaba muerto de sueño, pero de todas formas atendió porque no quería ser grosero, cuando abrió se encontró de frente con Magnus, quien estaba usando ropa de cama y tenía una gran sonrisa en los labios. La cara de Cecil se puso roja y le despejó el camino para que pasara.

—¿Me extrañaste? —Magnus cerró la puerta a sus espaldas y luego lo levantó en brazos, Cecil soltó gemido de sorpresa y se espabiló un poco ante el movimiento tan repentino. Asustado se agarró del cuello de muchacho, intentando mantenerse estable.

"¿Qué te pasa?" preguntó asustado. Magnus le dio un beso en la frente.

—Vamos a la dormir —espetó, llevándolo hasta la cama, donde lo dejó sobre el colchón, para después subirse en un gesto depredador.

"El bebé está aquí" le advirtió, señalando el moisés a su lado, donde Kamal comenzó a reírse ante su presencia.

—¿Te burlas de mi campeón? —preguntó, entornando la mira ante el niño, que simplemente balbuceo en respuesta—. ¿Alguna vez aprenderá a hablar? —agregó, en esta ocasión dirigiéndose a Cecil. El chico se encogió de hombros.

"Miss West me dijo que cuando conviva con más personas hablantes empezará a decir sus primeras palabras" no se le había ocurrido, pero seguramente era la razón por la que aprendió los pops antes que a hablar.

Magnus se dejó caer a su lado u se acomodó, tirando de él para sostenerlo, hacía una eternidad que no dormían en esa posición y francamente, lo extrañaba. Antes de darse cuenta Cecil soltó un suspiro ante la comodidad que le generaba su presencia. Magnus era tan familiar para él, que se había transforma en una necesitad el tenerlo en su cama durante las noches, no solo desde un punto sexual, era un deseo mucho más íntimo.

"Déjame venir aquí todas las noches, no importa donde esté, viajaré desde el otro lado del mundo para descansar en tu cama" Magnus se removió en su lugar mientras manifestaba aquellas palabreas a través del tintineo de la magia.

Cecil sintió como su corazón se calentaba ante sus palabras, en esa vida tan inestable que tenía, Magnus era una roca que lo sostenía.

"Puedes venir cuando quieras, quédate el tiempo que quieras" luego suspiró "No, quédate para siempre"

Magnus soltó una risita.

"¿No estás siendo codicioso?" respondió en un tono juguetón.

"¿No puedo?" Cecil se estaba quedando dormido, así que simplemente respondió lo que estaba sintiendo.

"Si puedes, a partir de ahora, puedes ser codicioso, pídeme lo que quieras y te lo daré" Magnus le acarició el cabello, sintiendo aquellos caireles suaves y desordenados.

"Quiero que durmamos juntos" respondió, sintiendo como empezaba a perder la conciencia.

"Trato hecho" 

Magnus tenía planeado felicitarlo por lo de Jude, pedirle perdón nuevamente por la forma en la que le habló, pero en ese momento tan perfecto, decidió esperar un poco más y disfrutar de ese pequeño momento de paz.

Bueno gente, este es prácticamente el capítulo final de la historia, espero que lo hayan disfrutado y les agradezco a los que me siguieron todo el camino hasta el final, incluso si no lo leyeron durante las publicaciones ;-; lo amo <3

Hay una especie de epílogo a continuación, así que estén atentos a mañana y déjenme sus comentarios.

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