Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34

—Magnus —el hombre frunció el ceño hacia su hijo en un gesto no muy agradable—. Creí haberte pedido que te quedaras en casa.

—Y yo creí haberte dicho que no lo haría —respondió de forma brusca. Luego dio un paso al frente y tiró de Cecil, colocándolo detrás de él. Cecil no dijo nada, estaba demasiado sorprendido, ahora que los observaba bien era obvio el parecido, eso hacía las cosas más incómodas.

El padre de Magnus le había coqueteado.

—Magnus, estaba en medio de algo —dijo, echando un vistazo hacia Cecil y dándole la vuelta a las palabras de su hijo. Magnus se movió, ocultando al chico con su cuerpo.

—Cecil es mi prometido —dijo, luego frunció el ceño—. Al menos lo será pronto, así que aléjate de él —el susodicho soltó un jadeo de sorpresa, mientras las personas alrededor observaban la escena con la boca abierta.

—Eres un niño, deja de decir tonterías y hazte a un lado —espetó, cómo si las palabras de su tercer hijo no fueran nada. Magnus no se movió de su lugar.

—Lo que estás haciendo es muy inadecuado —insistió, sin intención de rendirse.

—No te vas a casar con este chiquillo, ya he pensado en una pareja para ti y definitivamente es mejor que está criatura sin nombre, apellido y, sobre todo, sin un útero —el pronunció aquellas palabras con frialdad. Cecil tembló ante lo humillante que estaba siendo aquel intercambio.

—Ya tomé mi decisión, además ¿No puedo comprometerme con él, pero tú si puedes estar con un chico que es menor que dos de tus hijos? —espetó, levantando el tono. Normalmente Magnus era más inteligente al hablar, pero estaba tan furioso que le costaba mantener los papeles.

—La edad no es importante, a decir verdad, ambos estamos en una situación similar, viudos, con hijos a cuestas, no sería raro que dos personas así formarán un vínculo, ambos tenemos un heredero, entonces ¿Cuál es el problema? —lo dijo cómo si fuera lo más lógico del mundo, lo que indignó tanto a Magnus cómo a Cecil, sobre todo sorprendió a este último al darse cuenta que lo conocía mejor de lo que parecía ¿Le había estado espiando o algo?

—¿Qué estás diciendo viejo horroroso? Aléjate de mi prometido —Magnus estaba furioso, Cecil no sabía que hacer, estaba harto de atraer la atención de personas como ese hombre y ya no quería tener que ocultarse detrás de Magnus, sin embargo, era obvio que estaba frente a dos personas muy poderosas.

De repente, sintió una mano amable que llamó su atención, cuando se giró Jude estaba ahí, le observaba con expresión tranquila.

—Creo que es hora de retirarnos —dijo, captando la atención de los otros dos. Magnus no dijo nada, cómo si se hubiera dado cuenta que había puesto a Cecil en aquella situación incómoda.

—Me debe un baile ¿Va a decepcionarme de esa manera? —Amadeus dio un paso hacia él, sin prestarle la más mínima atención a Jude. Magnus se puso en medio.

—Padre —dijo, en tono decidido—. ¿Acaso desea que lo rete a un duelo para que retroceda? —preguntó furioso. El hombre le sonrió.

—Hijo, no eres rival para mí —aunque a todos les pesara, Amadeus Winchester era uno de los mejores magos de la nación.

De repente Eleanor intervino alegremente en la conversación.

—Un duelo entre dos magos con tanta brecha de edad no es justo por dónde lo veas, sin embargo, tenemos en el establo cuadrilla de caballos maravillosos y un prado disponible para su uso inmediato —ella parecía divertida con la situación, casi tanto cómo Cecil estaba mortificado.

—Preferiría que resolvieran sus problemas de esa manera, sería terrible para mí salud ver a mi padre y mi hermano pelear —comentó Cassian, apareciendo al lado de su esposa, cómo invocado por una fuerza superior. Los rostros de todos los Winchester presentes se tensaron ante el comentario y finalmente fue el padre quien cedió primero.

—Bien, me parece buena idea, vayamos a los prados.

Cecil miró con impotencia cómo todos se trasladaban al lugar del duelo. Otra vez estaba atrapado en esa clase de situación sin sentido. Tanto él como Jude y Aster se quedaron atrás, entonces Eleanor se giró, dedicándole un guiño y Cassian les hizo una seña para que se marcharan, al tiempo que invocaba una ilusión en la que los tres se unían a la multitud.

Cecil suspiró y cuando Jude comenzó a andar hacia el carruaje, él los siguió sin quejarse. Necesitaba salir de ahí lo más rápido posible.




Magnus se subió al caballo, Cassian le prestó ropa para montar y una buena silla, su padre estaba vestido muy parecido a él, aunque parecía más tranquilo. Nada más lejos de la realidad porque era obvio que se encontraba lo suficientemente furioso como para aceptar aquel reto. El duque de Winchester tenía muy mal carácter y obviamente poca paciencia.

Eleanor ya había mandado a poner banderas para marcar el inicio y el final de la carrera, mientras que los árbitros esperaban al disparo de salida. Magnus se dio cuenta de repente que el público estaba demasiado animado para su gusto y seguramente Cecil estaría furioso por volverlo el centro de atención de esa forma. Tendría que pedirle disculpas y él odiaba pedir disculpas, pero era lo que había que hacer, de ninguna manera dejaría que su padre pensara que ganó, de ninguna manera permitiría que el hombre se casara con Cecil.

El Duque Amadeus Winchester era un asesino de esposas, las dos mujeres con las que se casó fallecieron dando a luz, lo mismo pasó con su amante, sin embargo, esos eran sólo los casos conocidos, Magnus sabía que una serie de mujeres murieron antes y después de estos matrimonios, mujeres que se quedaron embarazadas y no pudieron terminar el alumbramiento antes de que los bebés murieran para luego apagarse como velas contra el viento.

Recientemente, mientras estaba en confinamiento en la casa Winchester, escuchó michos rumores extraños, los sirvientes hablaban sobre lo escalofriante que era el gusto tan parecido que tenía padre e hijo. Los murmullos contaban que el duque estaba tan obsesionado con una mujer que destruyó a su familia para poder quedarse con ella, pero ella escapó y no se le había vuelto a ver en el reino, decían que Cecil era idéntico a esa mujer y Magnus lo conocía lo suficientemente bien como para entender que esa idea de pretender a Cecil era solo parte de sus viejas obsesiones.

Cuando se montó al caballo le dedicó una mirada de desafío al hombre, quien lo ignoró como si fuera una mosca zumbando a su alrededor.

—¡Listos!

Magnus buscó a Cecil entre la multitud y lo encontró casi al frente, mirándolo con frialdad, una expresión de indiferencia que le sorprendió, pues los ojos de Cecil siempre estaban llenos de vida. Entonces se dio cuenta de que aquella imagen, aunque parecía perfecta, tenía algunos errores, el tono de los ojos no era el azul adecuado, no tenía ese mechón de cabello que se escapaba de vez en cuando y parecía uno o dos centímetros más alto de lo normal.

El disparo de salida lo sorprendió, su padre le tomó la delantera en un segundo, pero él se apresuró para intentar alcanzarlo, la carrera no duraría mucho, apenas un suspiro, Magnus se inclinó en un ángulo que le permitiera romper el viento. Su padre era un excelente jinete, pero él era mejor.

Los gritos de la multitud le animaron, pero de repente, su mente se iluminó al darse cuenta que el Cecil que lo estaba esperando no era el real, era una ilusión que seguramente fue invocada por su hermano Cassian, era la única persona que podía hacer algo tan realista en la capital. Gritó una maldición al darse cuenta que seguramente el chico se marchó furioso y entonces el caballo se cayó, lanzando a Magnus hacia adelante en un movimiento tan brusco que, de no ser porque reacciono a tiempo, lo habría dejado gravemente herido.

Por un segundo se giró, encontrándose con su caballo envuelto en lianas, relinchando mientras intentaba soltarse. Ese fue su padre, el viejo tramposo.

Sintiendo que la furia lo consumía se transformó a sí mismo en un caballo, uno enorme de patas poderosas, de la misma raza que Bonnie, la yegua de Aster. La multitud lanzó un grito de sorpresa ante la escena y finalmente el chico consiguió alcanzar a su padre, en los últimos metros lo superó por completo. Magnus no estaba dispuesto a que su victoria fuera puesta en duda y de alguna forma disfrutó la expresión de su padre al verlo ganar.

Al llegar a la meta se transformó en humano una vez más, los pulmones le ardían y le costaba respirar, pero de todas formas se detuvo a analizar lo que ocurría a su alrededor. Entonces, cuando notó la realización en el rostro de los presentes, se dio cuenta de que su poder estaba siendo expuesto de forma masiva frente a una sociedad llena de chismosos. Magnus apretó los labios e hizo lo único que se le ocurrió en ese momento: fingió que se desmayaba.




Cecil se quedó sentado en la sala de la casa hasta que fue hora de irse a dormir, entonces se enteró por Octavia lo que había pasado en la fiesta después de que se marchó.

—Ambos compitieron —dijo la chica, que estaba sentada en el suelo comiéndose unas magdalenas con su hermano James, él no estaba opinando en lo absoluto, simplemente comía. Cecil estaba en uno de los sillones, Aster en otro y a su lado estaba Nuri, quien fingía leer un libro de herbolaria, pero escuchaba todo atentamente. Kamal se encontraba dormido en ese momento, Cecil lo había colocado en su moisés y dormía sobre la mesa de descanso. Rosemary había levantado la ceja ante la escena, pero no los regañó, así que lo tomó como una señal de aprobación.

—¿Y quién ganó? —dijo Aster, dándole un golpecito al libro de Nuri cuando notó que este se distraía de la lectura. El niño se apresuró a mirar las páginas, pero casi enseguida regresó su atención al relato.

—El joven Magnus ganó la carrera, pasa que el duque comenzó a invocar lianas que atraparon al caballo del joven y finalmente este se transformó a si mismo en un caballo para terminar la carrera —explicó, mientras le sacaba las pasas a su pan y se las daba a su hermano.

Cecil levantó la vista, sorprendido, de repente deseó haberse quedado para ver a Magnus transformarse en un majestuoso animal y vencer a su padre. Algo dentro de él se calentó, el chico odiaba que la gente conociera su secreto y pensar que se expuso a si mismo de esa forma lo conmovió muchísimo.

—¿Se transformó en caballo? —Aster frunció el ceño, probablemente pensando algo parecido.

—Si, dicen que se tomó una píldora de transformación a media carrera y acabó medio muerto, tuvieron que llevárselo a urgencias —explicó la chica, que parecía impresionada con este hecho—. Ese señorito tan grosero parece que tiene algunos puntos buenos —una sonrisa salió de los labios de la Octavia, quién al parecer no tenía buena opinión de Magnus.

Cecil y Aster se miraron, compartiendo un pensamiento en común. Al parecer Magnus tenía más de un hay bajo la manga, era un tramposo redomado.

—Está loco —murmuró Cecil, frunciendo el ceño.

Esa noche dejó a Kamal en su moisés. La cama era tan enorme que podían dormir juntos sin interrumpir el espacio del otro. Estaba teniendo un terrible insomnio cuando alguien tocó a la ventana, era la guacamaya morada, Cecil comenzaba a pensar que la mantenía de ese color por gusto.

Desganado fue a abrir y cuando el muchacho se transformó, ambos se miraron en silencio. Al menos Magnus tuvo la decencia de verse avergonzado.

—Oye —dijo, cruzándose de brazos—. Siento el espectáculo de esta tarde —se notaba que le estaba costando trabajo disculparse. Cecil suspiró, después de todo seguía siendo un jovencito mimado que sólo se preocupaba por sí mismo.

Aunque al menos intentaba cambiar eso en su personalidad.

—No voy a casarme contigo —las palabras se le escaparon sin que siquiera pudiese detenerse a pensar en ellas. Ambos se miraron sorprendidos, pero Cecil se dio cuenta enseguida de porqué las había dicho.

—¿Estás hablando en serio? —Magnus parecía herido, Cecil lo miró, avergonzado, el muchacho estuvo a punto de ir a la cárcel por él, le salvó la vida, pero aun así no fue capaz de retractarse.

—No voy a casarme nunca, ni contigo ni con nadie —se pasó el dorso de la mano por la mejilla, una lágrima se le escapó y después otra, antes de darse cuenta ya tenía las mejillas completamente mojadas—. Estoy cansado, ya no quiero ser el marido de nadie, no podría soportar volver a pasar por eso.

—¿Piensas que te trataría cómo lo hizo el viejo lagarto? —preguntó ofendido, lastimado. Cecil se apresuró negar con la cabeza, tenía un nudo en la garganta y estaba hipeando.

—Por supuesto que no —sentía tanto dolor en el pecho que era cómo si alguien lo hubiese atravesado—. No es eso, pero no quiero irme, quiero quedarme aquí.

Magnus lo observó, su expresión cambio, cómo si hubiera descifrado sus pensamientos.

—¿Es por el ogro de mi cuñado? —preguntó ofendido, cómo si aquella decisión fuera una afrenta personal a su dignidad.

—No es un ogro —espetó, sintiéndose extrañamente protector e intentando por todos los medios que las lágrimas paran. Estaba deseando que llegase el día en que perdiera la capacidad de llorar, estaba harto de derrumbarse a la primera.

—Ni siquiera es capaz de darte su apellido, sabe que eres su hermano y no ha dicho nada, aunque eso aumente los rumores asquerosos a tu alrededor ¿De verdad vas quedarte con ese hombre? ¿Por eso estás rechazándome? —Magnus apretó los puños y Cecil lo observó con los ojos muy abiertos, sorprendido por lo furioso que estaba, por lo despiadadas que eran sus palabras, golpeando donde duele, metiendo el dedo en la cortada. No supo que decirle, sin embargo, entre más se alargaba el silencio, peor se sentía.

Bajó la vista.

—Es lindo que alguien te cuide sin que necesariamente quiera acostarse contigo a cambio —la voz le falló mientras pronunciaba aquellas palabras. La expresión de Magnus le dijo que el golpe fue lo suficientemente bajo como para lastimarlo, estaba tan furioso que por un momento pensó que se pondría violento, que le gritaría y trataría de obligarlo a cambiar de opinión, sin embargo, el muchacho retrocedió.

—Bien, supongo que me lo merezco —dijo, con el orgullo lastimado—. Me marcho.

Magnus se dio media vuelta, dirigiéndose hacia la ventana. Cecil dio un paso adelante, dispuesto a rogarle que se quedará a su lado, dispuesto a dejar atrás todas sus convicciones para no perderlo, pero luego retrocedió, porque ahora que lo había ya no le quedaba casi nada, al menos quería conservar su dignidad.

Con los ojos húmedos vio a Magnus transformarse en un ave y marcharse surcando el cielo. Aunque sabía que la tristeza eventualmente se calmaría, en ese momento pensó que estaba a punto de morir de la desesperación.

La cantidad de cosas que pasan en este capítulo no es normal  *equisde*

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro