33
Elián y Aquila se marcharon casi enseguida, Elián no se estaba sintiendo muy bien debido a que no estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo fuera de casa, se abrumó demasiado y necesitaba volver, por lo que usaron el transportador para enviarlo de regreso, sin embargo, antes de que ambos se marcharan, le prometieron a Cecil que lo visitarían pronto. Aquila esperaba que la situación de su marido con el exterior se normalizara pronto y pudieran organizar otro viaje, aunque al final de nuevo dependía de si la fábrica se quedaba en la isla. Cecil estaba seguro de que, sin la presencia de los Baker, esta prosperaría y se lamentó el tener que alejarse de las fábricas justo cuando más lo necesitaban.
Aquella casa, con el bebé y su hermano, parecía un sueño, pero la imagen era demasiado frágil, se resquebrajaba y era consciente de cómo estaba luchando por encajar en aquel sitio. Pese a su historia de traición había decidido confiar una vez más y dejar todo en manos de Jude para que se encargara de sus asuntos, ser un viudo en la capital era terrible, básicamente era perder toda su credibilidad como persona frente a la sociedad, nadie querría comerciar con él, no lo respetarían como un jefe, incluso necesitaba un albacea que se ocupará de los negocios hasta que pudiera volver a casarse y su marido pudiera tomar el mando. En ese aspecto odiaba ese lugar.
—Cecil —Aster se asomó en la sala de descanso con una sonrisa en el rostro. Cecil estaba sentado en un sillón, con el bebé en brazos mientras esté se reía de los pops que le mostraba, era mucho más receptivo a estos que a las palabras, quizás porque estaba más acostumbrado a ellos.
"¿Sucede algo?" preguntó, notando la expresión de felicidad en el rostro del muchacho. Aster podía parecer tranquilo por fuera, pero era una persona bastante astuta, un zorro con piel de oveja.
—Habrá un baile pronto —dijo, como si nada. El chico comenzó a caminar alrededor de la habitación, observándolo fijamente—. Y estaba pensando que es un buen momento para presentarte a la sociedad, tu periodo de duelo se termina hoy y es mejor que comiences a relacionarte con la gente antes de que se extiendan rumores extraños —comentó, al tiempo que se sentaba a su lado. Kamal pegó una carcajada ante el movimiento repentino del muchacho. Aster le hizo una muñeca para hacerlo reír más.
"¿Qué clase de rumores?" Cecil frunció el ceño, Aster parecía bastante hábil en el tema de la socialización, por lo que le preocupó que tuviera la necesidad de empujarlo a presentarse pronto.
—No lo sé, pero la gente de este lugar tiene una mente malvada, inventaran cualquier cosa con tal de hablar mal de alguien —el chico levantó el rostro, sonriendo de forma despreocupada—. Además, Magnus estará ahí, será divertido —comentó con una tranquilidad y confianza tal que, Cecil tuvo que preguntarse que estaba tramando.
—¿Quién se quedará con el bebé? —Nunca le decía Kamal en voz alta, pero secretamente pensaba en él de esa forma.
—Rosemary de ocupará, dicen que es muy buena, cuidó a los príncipes de Hexi cuando eran criaturas de brazos —explicó y si eso no era una buena referencia, Cecil no sabía que lo era.
Pensativo clavó la vista en el bebé y luego asistió.
—Bien, puede ser divertido —aunque en realidad estaba seguro de que no pertenecía a ese mundo de bailes y vestidos, pero no pretendía hacerle un desaire al marido de su hermano.
—Perfecto —Aster le dio un golpecito en la rodilla y se puso en pie—. Me ocuparé de todo, tu relájate.
Aster no le mintió, escogió con sumo cuidado la ropa, zapatos, un sombrero y todo lo necesario para hacerlo ver cómo el hijo de un noble. Sonrió al ver qué se había preocupado por su estilo eligiendo un traje con una silueta distinta al rígido figurín de Hexi, en su lugar era una túnica de mangas anchas que se cerraban en los puños, con holanes en la parte de adelante, un cinturón dorado, un sombrero con peonías y unas botas muy rudas de tacón alto, pero de un blanco impoluto que le encantaron. Rosemary le había trenzado el cabello y sus rizos se veían controlados y suaves al tacto. No sabía cómo, pero consiguieron quitarle un poco esa apariencia desaliñada que siempre tuvo.
Por su parte, Aster y Jude estaba usando trajes azules a juego, ambos mucho más convencionales, con bordados en dorado, chaleco y saco, gemelos en los puños, un anillo de esmeraldas a juego. Parecían sacados de un afiche, eran hermosos, imponentes y seguros de sí mismos, justo cómo un matrimonio joven debía verse.
El baile era un evento de día, con una configuración curiosa, había mesas en los jardines, sombrillas de encaje enormes, pasteles, guisados, mucha gente reunida, hablando y riéndose. La pista de baila estaba vacía aún, pero había una orquesta tocando, además, se sorprendió al notar una serie de pinturas enormes flotando alrededor, cómo si adornaran una pared invisible, eran imágenes en colores pastel con temática de flores, mujeres descansando en el campo, frutas y niños.
—Habrá una pequeña entrada, comeremos un poco, luego iniciará el baile y podrán comprar alguno de los cuadros flotantes, todo lo recaudado irá a los orfanatos de la ciudad —le explicó Aster cuando entraron al lugar. Un hombre, presumiblemente un jefe de mesa les indicó sus lugares y los sentó juntos.
Cecil se dio cuenta que sólo ellos tres estaban en la mesa y todo el mundo los observaba con sorpresa, como si no pudieran creer lo que estaban viendo, de inmediato se sonrojó, pensando que la reacción se debía a él. Estaba equivocado, enseguida descubrió que en medio de los susurros sólo pronunciaba una frase: perro del infierno.
Indudablemente las miradas estaban sobre Jude. Confundido se fijó en los alrededores, cuando entraron la gente se apartaba y una vez que estuvieron sentados, escuchó los murmullos en la zona. Cecil a veces usaba un hechizo para callar o amplificar el sonido durante el trabajo, por lo que no le fue difícil comer en silencio, procurando no llamar demasiado la atención, mientras escuchaba los murmullos a sus alrededores.
—Míralo, ahora se cree la gran cosa, sólo porque se casó con un noble y ganó algo de dinero gracias a sus tratos con la corona.
—Actúa como si no fuera un mago de magia oscura.
—Tan orgulloso y todo lo obtuvo comprando un marido.
—Si yo fuera Aster Winchester preferiría morir antes que seguir casado con ese hombre.
—Ese monstruo ha matado cientos de personas en la frontera y está comiendo un filete tan tranquilo.
—Que alguien cómo él esté en la misma mesa que nosotros prueba la decadencia en la que se encuentra al reino.
—Está casado con un noble, pero todavía muestra a su amante en público.
Cecil cerró los canales de sonido, sintiendo cómo su cara se sonrojaba furiosamente. No podía creer que estuvieran diciendo todas esas tonterías, había creído que la gente del pueblo era despiadada, pero en la ciudad tenían el mismo filo en sus lenguas.
—No les hagas caso, los rumores pasarán —Aster le tomó de la mano, dándole un suave apretón. Él soltó un suspiro y no dijo nada, aunque estaba avergonzado, supuso que había tenido suficiente entrenamiento en la isla como para no sentirse ofendido por las habladurías.
"No pasa nada" respondió, podía vivir con la vergüenza, después de todo podía ignorar unos cuantos rumores a cambio de poder tiempo con su hermano.
Los murmullos, que ya eran bastante evidentes, se volvieron terriblemente ruidosos cuando Magnus Winchester llegó a la fiesta, estaba sólo y por lo que entendió era el único de su familia en aparecer a esas horas. Los demás debían estar en algún lado, en medio del gentío.
Hubo un breve silencio después del postre, pero cuando comenzó el baile se armó un alboroto alrededor de la pista de baile. Aster le sonrió cuando Magnus se acercó a ellos, seguido de una pareja sonriente que iban tomados del brazo. El chico era alto y atractivo, de pelo negro, hasta los hombros, tez blanca y unos ojos verdes llenos de felicidad, la chica era muy parecida a él, los mismos colores, ropa a juego, labios rojos y carnosos, una belleza muy típica de la capital. Por un momento pensó que eran hermanos, hasta que Aster dio un paso al frente.
—¡Cassian! —dijo, al tiempo que el muchacho le tomaba de las manos y le besaba los nudillos, la chica a su lado sólo realizó una reverencia educada.
—Aster, me enteré de que pasaron muchas cosas mientras estaban de luna de miel —comentó, su risa era jovial, como si nada le preocupara en el mundo.
—Los perdimos de vista un instante y Magnus acabó en la cárcel —ella parecía tranquila, lejana al golpe de horror que empujó a Cecil a un mar de recuerdos. Para él aquello no era ni sería jamás una anécdota graciosa.
—Eleanor, debes dejar de desaparecer por tanto tiempo si no quieres llevarte sorpresas —Aster parecía familiarizado con aquellos dos, pero aun así se sorprendió cuando Magnus intervino.
—Cassian, mira, te presento Cecil —comentó con una sonrisa en los labios—. Él es mi hermano.
Cecil casi cae cuando el chico se giró hacia él y le sonrió, de inmediato se dio cuenta que tenía la misma sonrisa que Aster, incluso que Magnus.
—Hola, mucho gusto, tú eres...—Cassian ladeó el rostro mientras lo tomaba de la mano, entonces Eleanor intervino abriendo los ojos de par en par.
—El viudo de Baker —dijo, cayendo en cuenta de esto. Lo dijo en un tono muy alto que llamó la atención del resto, ella se llevó una mano a la boca, sonrojándose—. Perdón —murmuró.
"No pasa nada" seguramente se había puesto pálido, pero en su mayoría consiguió controlar su expresión facial. La pareja se sorprendió al darse cuenta de que era mudo, no eran los primeros que le dirigían esa expresión, pero al ser el hermano de Magnus uno de ellos, se sintió especialmente mortificado.
—No es el viudo de Baker, es tu futuro cuñado —Magnus le tomó de la mano y tiró de él, Cecil sintió que se mareaba, la cara se le puso aún más roja, no sabía qué hacer. Jude tiró de él y lo colocó a su lado.
—Compórtate —dijo simplemente y aunque se escuchaba tranquilo, Cecil pudo notar que estaba furiosos. Los murmullos a su alrededor se volvieron más descarados. Aster suspiró.
—Bailemos hermano —espetó, tomando a Magnus de la muñeca y arrastrándolo a la pista de baile.
Eleanor y Cassian estaban muy sorprendidos por la escena, pero finalmente sonrieron con educación.
—Me enteré de que consiguió el financiamiento para un grupo de exploración directamente de la corona, felicidades, siempre he pensado que es usted muy talentoso —Cassian comenzó una charla casual con Jude y este se calmó. A pesar de todo, aquellos dos parecían llevarse bien, como si Magnus fuera el único de los hermanos que tenía una mala relación con Jude, eso lo ánimo un poco, aunque el hombre no quisiera tener nada que ver con él, todavía se sentía muy atraído hacia la idea de que ser parte de su familia. Jude era el hombre perfecto a sus ojos y quería que ese hombre perfecto fuera su querido hermano mayor, incluso si era a escondidas.
Jude, Cassian y Eleanor charlaron sobre política, lo hicieron con una inteligencia que lo impresionó, pero que rápidamente resultó aburrida. En algún punto se hartó de esperar y decidió ir a dar una vuelta, luego de un breve intercambio le avisó a Jude que iría a ver los cuadros.
El lugar se volvía más más bonito conforme lo observaba, los centros de mesa tenían flores exóticas con mariposas flotando alrededor, podía escuchar el sonido de los pájaros, si prestaba atención podía darse cuenta de que eran ruidos invocados, pero todavía se sentía reales al encontrarse con la música suave y atmosférica de la orquesta. La gente usaba ropa preciosa, muchas prendas estaban encantadas para que se movieran de cierta manera al caminar o se sostuviera en ángulos imposibles para la tela. Su propio sombrero atrajo un par de pajarillos falsos que trinaba mientras descansaban entre las flores y sus guantes a veces parecían de tela y en otras ocasiones encaje.
Los cuadros que flotaban alrededor también estaban adornados con enredaderas frutales que surgían del suelo, acomodándose de forma que parecieran parte de la planta. Había una gran variedad de pinturas, pero hubo una que llamó su atención en específico, esta tenía un par de niños abrazados, el más grande colocaba flores en el cabello del más pequeño, parecían estar jugando, alrededor había un prado verde, hermoso, el sol brillaba, sus mejillas estaban rojas, Cecil se pregunto cómo habría sido tener una infancia así de perfecta, estaba perdido en sus pensamientos cuando alguien lo sacó de los mismos.
—¿Le gusta? —la voz profunda y educada llamó su atención, Cecil se giró encontrándose con un hombre muy elegante, era algo mayor, aunque su edad era difícil de calcular, pues la magia solía preservar la juventud por muchos años. El hombre tenía el pelo rubio, rizado, peinado hacia atrás, sus ojos verdes eran severos, pero no parecían estarlo juzgando, la expresión indescifrable, el rostro con apenas un par de arrugas en los ojos y cerca de la boca. Era un hombre hermoso, varonil, un caballero de Hexi en todo su esplendor—. El cuadro —insistió—. ¿Le gusta?
Cecil estaba tan impresionado que tardó un momento en responder.
"Si, es muy lindo, todos los cuadros son preciosos" luego se encogió en sí mismo. Ya era difícil para él adaptarse a esa nueva realidad y la presencia de todas esas personas que apestaban a dinero lo incomodaba aún más.
El hombre desplegó una pantalla frente a él, Cecil se dio cuenta que era parte de un hechizo; sorprendido vio cómo aparecían varias opciones, entre ellas la de comprar. Nunca había visto un sistema tan moderno, pero supuso que la gente rica se guardaba las innovaciones para ellos.
De repente todos los cuadros se vieron rodeados de una luz roja y sobre ellos apareció el cartel de "Vendido". Detrás de ellos la fiesta se detuvo parcialmente, pues muchos de los compradores observaron frustrados cómo alguien se les adelantaba.
—Si me das tu dirección, te los enviaré en la brevedad posible —dijo, cómo si no fuera la gran cosa, pero mientras realizaba la compra, Cecil vio lo que costaba casa cuadro.
"N-no, yo no..." nervioso no supo que decir. El hombre le extendió la mano.
—Mucho gusto ¿Puedo saber su nombre? —ni siquiera le dio tiempo de negarse, Cecil apretó los labios y aceptó el gesto.
"Me llamó Cecil" el hombre lo tomó y tiró de él, besándole el dorso de la mano.
—Puede llamarme Amadeus, ese es mi nombre —Amadeus lo observó con esos ojos verdes ardiendo en deseo. A pesar de que su corazón pertenecía a alguien, sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza ante la atención de un hombre tan atractivo, había algo en aquella mirada que le hizo reaccionar casi en automático.
"Mucho gusto" respondió, bajando la vista y tirando de la mano para no tener que mantener el contacto. Pudo notar rápidamente la forma en que la atención de la gente se centraba en ellos.
—¿Bailas? —preguntó, dando un paso hacia él. Cecil retrocedió.
"No sé bailar" y era cierto, pero también era cierto que por muy atractivo que fuera ese hombre, no quería saber nada de esa clase de enredos amorosos de alta sociedad. Amadeus volvió a tomarle de la mano y lo obligó a acercarse hasta que quedaron a centímetros uno del otro.
—Te enseñaré entonces —dijo y tomó el tarjetero que colgaba de su muñeca, rápidamente el nombre se escribirlo en cada una de las hojas en blanco.
"No sé si sea buena idea" las letras se escribieron temblorosas en el aire. Amadeus ladeó el rostro, observándolo con curiosidad.
—No veo porque sería una mala idea compartir un baile conmigo —lo dijo con un convencimiento genuino que le trajo una especie de deja vú, aunque no estaba seguro de dónde venía ese sentimiento.
"Porque..." las letras se desdibujaron frente a él. De repente una tercera persona les interrumpió: Magnus.
Cecil se giró hacia él, tuvo el impulso de justificarse, pero no supo cómo hacerlo, todo se revolvió en su cabeza, en especial cuando vio la expresión de sorpresa y molestia en el rostro del muchacho. Sin embargo, casi enseguida se dio cuenta que la atención no estaba sobre él, sino sobre el hombre que le tomaba de la muñeca.
—¿Papá? —preguntó Magnus.
Cecil se giró hacia Amadeus de forma brusca: por supuesto, ya sabía a quién le recordaban esos ojos.
Padre e hijo tienen los mismos gustos :V
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