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La fábrica de tinta parecía en buen estado, se encontraban en un edificio de madera enorme en donde filas de trabajadores usaban su magia para procesar el carbón y armar tabletas de tinta que posteriormente serían empaquetadas y enviadas a la ciudad. Magnus observó el interior del lugar con cierta curiosidad. Los movimientos de los trabajadores eran mecánicos, pero no parecían cansados o heridos, en realidad el trabajo en las fábricas era hermoso de ver, el ambiente estaba fresco, los alrededores limpios, los trabajadores se movían cómodos en su piel. Sonrió, las advertencias de su hermano Aster parecían infundadas.
Entonces notó algo raro, en medio de todo el ajetreo, tan recto como una púa, se encontraba Cecil, vistiendo un impecable uniforme, sobre sus cabezas, flechas y símbolos aparecían y desaparecían de forma constante. Magnus se dio cuentaque eran indicaciones. Cecil coordinaba los movimientos de todos con milimétrica precisión, utilizando símbolos con los que los trabajadores estaban obviamente familiarizados.
La fábrica estaba en silencio, lo único que se escuchaba eran los sonidos de las sandalias de madera y los utensilios que utilizaban para realizar sus tareas. Magnus ladeo el rostro, intrigado por este hecho.
—Las fábricas de tinta tienen un rendimiento excelente desde que Cecil tomó el mando —explicó Norman, dejando caer las palabras con cierta satisfacción mientras las pronunciaba—. No habríamos descubierto su talento de no ser por su matrimonio con mi hijo hace seis años.
Magnus ladeo el rostro, observando la acción con curiosidad.
—¿Entonces por qué hay tantas pérdidas? —preguntó, fiel a su naturaleza directa.
El hombre suspiró, manteniendo la sonrisa en el rostro, el gesto fue una manera de robar algunos segundos antes de dar una respuesta.
—Pasamos por unos años difíciles de sequías y tormentas, la gente de la isla se moría de hambre, así que no podían trabajar como es debido. Aún seguimos pagando las deudas de todos los gastos que se realizaron en la última década para mantener el lugar al flote —Jeffrey Baker se encogió de hombros, manteniendo su postura firme.
Magnus se quedó pensativo, aquel parecía un escenario viable, sin embargo, no estaba del todo convencido. Su padre había dejado demasiados años aquella fábrica abandonada, teniendo en cuenta su patrimonio patrimonio era imposible que no se le escaparan algunas cosas, pero el abandono de la fábrica fue bastante deliberado. No entendía por qué la isla llevaba tanto tiempo sin supervisión y tampoco el repentino interés en recuperar el control del lugar.
—¿Por qué están todos tan callados? —murmuró, guardándose las preguntas más importantes. Magnus podría ser muy transparente, pero eso no lo volvía un tonto, presionar demasiado a aquel hombre podría tener un resultado inconveniente. No quería que se pusiera demasiado alerta con él.
—Oh, es algo de los nativos, por alguna razón ninguno habla, es una cuestión de herencia —explicó con tranquilidad.
Magnus se inclinó con expresión interesada, efectivamente ninguno de los trabajadores estaba hablando, ni siquiera risas o gemidos, todos se comunicaban con aquellos chisporroteos de magia que señalaban el funcionamiento de las fábricas.
—¿Cómo se comunica con ellos? —preguntó, él no estaba seguro de que hubiera alguna escuela en aquella isla, le daba la impresión de que el acceso educativo era muy escaso, aunque podría ser sólo su prejuicio.
—Cecil sabe escribir, les ha enseñado a algunos de los trabajadores, al resto los dirige él. Sin embargo, esto no es problema, todos en la isla hablan nuestro idioma, así que, si se les da indicaciones, entenderán —con un ademán desinteresado, dio por cerrado el tema y luego lo invitó al banquete que habían preparado para él. Magnus frunció el ceño, estaba seguro de que no poder comunicarte con tus trabajadores era un problema grave, pero Norman no parecía verlo de ese modo.
Antes de salir de la fábrica echó un vistazo a los trabajadores, uno de ellos llamó su atención, pues parecía inusualmente joven y en algún punto comenzó a toser, expulsando un casi imperceptible humo negro de la nariz.
Efectivamente, ninguno de los trabajadores habló durante el banquete, los sirvientes en la casa de Norman se limitaron a sonreír y servir una variedad de platillos de mar extremadamente lujosos. Cada vez que le agradecía a uno de ellos, estos asentían, y luego se marchaban sin agregar nada más.
En algún momento intentó comunicarse con ellos, pero estos sólo respondían con puntos luminosos creados con magia que aparecían de forma espontánea frente a sus rostros. Por supuesto, podría haberles entendido de haber tenido el tiempo, pero no quería que lo vieran husmeando tan rápido. Jeffrey Baker sospecharía de sus intenciones si insistía demasiado en el tema.
Magnus echó un vistazo a la mesa, estaban sentados Jeffrey, Norman y Leah, sumado a eso tenían al niño, de aproximadamente diez meses, siendo cuidado por dos sirvientas; una le estaba dando papilla mientras la otra lo cargaba en brazos. Relegar los cuidados básicos de los hijos era una práctica común en la capital, sin embargo, le pareció curioso verlo en un entorno tan distinto. La casa de los Baker era relativamente grande, estaba construida con madera y parecía acogedora, la estructura fue trabajada para ser fresca en verano y cálida en invierno.
—¿No vendrá a comer su otro marido? —Magnus rompió el silencio, consiguiendo que Jeffrey y Leah actuaran como si hubiese dicho la cosa más escandalosa del mundo. Norman, sin embargo, parecía relajado y contestó sin mostrar un ápice de sorpresa.
—Cecil tiene muchas obligaciones, no suele unirse a nosotros en las comidas, es más probable que lo vea durante las cenas —él continúo degustando el banquete y soltó una exclamación de placer—. Si algo tengo que reconocerles a los lugareños es que tienen una sazón deliciosa.
Magnus no aceptó el cambio de tema.
—¿Cuántas horas trabaja la fábrica? —preguntó, tomándose su tiempo para quitarle las espinas al pescado con el tenedor.
—Desde las ocho de la mañana, tienen un descanso a medio día y terminan sus labores a las cuatro —intervino, Jeffrey, ya recuperado de la mención de su segundo marido.
—Tienen una buena producción para trabajar tan pocas horas —convino Magnus, quien encontraba sorprendente dada la cantidad de tinta que se sacaba de la isla.
—Son un mecanismo bien entrenado —Convino Norman, encogiéndose de hombros—. Probablemente podríamos aumentar los números, pero los lugareños también tienen que encargarse de cuidar los campos y criar a los animales, la población es de apenas trescientas personas, así que no nos damos abasto —agregó, mirándole con una sonrisa astuta en el rostro.
—De hecho, ya que estamos aquí, me gustaría hablar sobre un aumento en el presupuesto de las fábricas, creo que si se destinara más a la isla podríamos recuperarnos de las deudas y comenzar a generar dinero de verdad —explicó Jeffrey, inclinándose un poco sobre la mesa, hablándole como si estuviera contándole el secreto de la vida eterna.
Con un suspiro, Magnus hizo a un lado sus cubiertos de plata, observando en banquete, los platos de cerámica artesanal y la mesa labrada.
—Antes de hablar sobre un aumento en el presupuesto quisiera tener acceso a los libros de finanzas e intentar redistribuir el dinero. Estoy seguro de que recortando algunos gastos en áreas específicas podemos trabajar con nuestro presupuesto actual y en base a eso tener una estimación real de los gastos que necesitan prioridad —Magnus observó los platos, de un color azul aguamarina, con líneas pintadas encima. Las ollas en las que estaban colocados los guisos también eran del mismo material y color, además, estos tenían cucharones a juego.
Los vasos eran bastante lindos, todos, incluso el niño pequeño, tenían tazas con forma de flor de lotto, la tetera también parecía una planta y rompían con la armonía de la vajilla.
—Le mostraremos lo que podamos, pero a inicios de año un incendio acabó con algunos almacenes, no solamente hubo pérdidas incalculables en material y maquinaria, también se quemaron los libros de contabilidad —Norman habló en tono distraído, sin embargo, el hombre parecía inusualmente satisfecho.
—Está bien, puedo ilústrale más o menos la situación actual de la isla después de la comida —Jeffrey le quitó importancia al asunto, para después continuar alabando la sazón de la isla.
Magnus frunció el ceño. Iba a pasar un buen rato poniendo todo en orden en aquel lugar.
La habitación que le dieron era relativamente austera, tenía una enorme ventana al mar, una salida propia y un pequeño pasillo con barandal afuera. Dentro estaba casi vacío, había un mueble para su ropa, una cama con una colcha muy suave encima y un escritorio con su respectiva silla. Nada más.
No había cortinas, porque aparentemente la ventana podía cerrarse por completo porque no tenía cristales. Tampoco encontró ninguna señal de adornos en las paredes, jarrones, algún sillón, nada. Parecía el cuarto de un sirviente. Magnus reprimió las ganas de sacar a Jeffrey de su habitación y tomarla como suya.
Molesto colocó una de las velas aromáticas que le regaló su hermano, era de las que colocaba para ambientar las habitaciones. Inmediatamente todo se volvió más acogedor, cálido. Magnus suspiró, recostándose en la cama. La casa era bastante fresca, tranquila, los únicos sonidos que lo acompañaban eran el viento y el rumor del mar. Enseguida cerró los ojos y se puso manos a la obra.
Magnus sintió el tacto de la colcha, del algodón de su ropa, de las motas de polvo perdidas en el ambiente. Su piel comenzó a hormiguear y pudo notar cómo su estructura se modificaba lentamente. En menos de treinta segundos su apariencia había cambiado por completo, transformándolo en un perro de raza indeterminada que sacaba la lengua, adoptando un gesto bonachón.
Nadie en la ciudad sabía que era un transformista, ni siquiera podían imaginar el alcance de sus habilidades, pero era algo que se guardaba para sí mismo. Tener una carta maestra como esa era una ventaja que no planeaba desperdiciar.
Luego de sacudir todo su cuerpo, saltó sobre el suelo y salió de la habitación. Era momento de conocer realmente aquella isla.
Ya está, a partir de ahora las actualizaciones vendrán cada dos o tres días, no quiero dejar pasar mucho tiempo porque ya tengo bastantes capítulos escritos, así que pronto podremos conocer un poco más a Cecil y a la isla.<3
Mientras tanto los dejo con un picrew de Cecil, que si bien no es igual a como lo imaginé, me quedó mejor que el de la portada (Ignoren la portada, mi compu no me dejó hacer algo mejor) xD
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