El secreto de la reina
Catra comprobó que Adora tenía razón, cuando volvieron a la montaña de Frightzone, no quedaba rastro del botín de objetos mágicos de Hordak, ni siquiera la máscara de Shadow Weaver que la súcubo rompió. Sin embargo, en el pueblo casi fantasma de Frightzone, un estandarte de Brightmoon ondeaba, un símbolo de que aquel poblado estaba protegido por el reino de Glimmer.
Adora comprendió entonces que tal vez la tarea de resucitar a la casa Escorpión sería más difícil de lo que pensaba, ya que Brightmoon pensaba quedarse con aquel territorio. La súcubo, sin embargo, sólo era capaz de pensar en que Glimmer se estaba llevando el crédito por una batalla a la que ni siquiera se dignó a ayudar.
La caza demonio, sin embargo, no le importaba llevarse o no el crédito de una matanza de demonios, pero le divertía que a Catra eso le molestara tanto. Mientras observaba a la súcubo sentada frente a ella, en la misma taberna de siempre, bebiendo la segunda pinta de cerveza, se le ocurrió algo que había pasado por alto.
—Hey, Catra, ¿cuánto tiempo estuviste rondando a la reina?
—¿Eh? ¿A qué viene eso? ¿Acaso estás celosa? —sonrió con picardía la súcubo, aunque no parecía muy propio de Adora.
—No tengo de qué preocuparme, sé que estás loca por mí. Pero cualquier secreto que sepas de ella puede servirnos.
Catra se rio con la afirmación de Adora, ella estaba demasiado confiada. Pero la rubia tenía buen instinto, lo cierto era que ella sabía un par de cosas de esa reina.
—Bueno, hablaré, pero con una condición.
Adora alzó una ceja, no se acostumbraba del todo a que una demonio le impusiera condiciones, pero esperó a que Catra se la dijera, cosa que hizo susurrándole al oído. La rubia negó con la cabeza, sonriendo, claramente le pediría algo así, después de todo, era una súcubo.
—Está bien, es un trato.
—Entonces, ponte cómoda, porque esta historia se va alargar.
—Pediré otra ronda entonces, pero puedes comenzar.
Catra esperó de todas maneras a que Adora ordenara otras dos rondas a la mesera, antes de comenzar.
—Como ya sabes, estuve durante bastante tiempo consiguiendo cualquier artefacto humano mágico para Hordak. Lo último que me pidió, fue el báculo de Brightmoon, que pasaba de generación en generación, por lo tanto estaba en manos de la actual reina. La verdad no fue para nada difícil infiltrarme en su palacio.
—Me alegra saberlo —interrumpió Adora.
—Déjame terminar. Durante un tiempo, usé mi magia demoníaca para hacerme invisible, así poder espiar al enemigo y robar el báculo en el momento preciso. El problema es que Glimmer no se despegaba de él en ningún momento. Seguí su rutina por varios días, hasta que noté algo bastante curioso. Por lo menos dos veces a la semana, bajaba a unos calabozos ocultos, los que se suponía que estaban en desuso.
—¿Cómo sabías que no se utilizaban?
—Primero, porque los calabozos donde sí había prisioneros estaban en un sector diferente del palacio, y segundo, sólo ella iba a esos calabozos en específico. Y esto lo comprobé vigilando la entrada por un día completo, el día que sabía que Glimmer iría, mi instinto me decía que allí estaba mi oportunidad. Así fue como me enteré de algo más curioso —la súcubo hizo una pausa sólo para beber un largo trago.
—Durante todo el día, nadie entró allí. Excepto por una sola persona: Bow. Obviamente en ese momento no sabía su nombre, lo supe después. Él, al igual que la reina, sabía el lugar exacto donde apretar para que se abriera la puerta de piedra. Así que, como noté que él no sabía mucho de magia, me colé al calabozo cuando entró. Bajamos por un túnel que parecía adentrarse al mismo infierno, pero no, era una gran sala medio derrumbada bajo tierra.
—¿Qué hacían allí? —no pudo evitar preguntar Adora.
—Lo mismo me preguntaba. Cuando Bow encendió todas las antorchas, se reveló todo, era una especie de centro de torturas. Había cadenas en la pared, una variedad de varillas, látigos y fustas en una larga mesa. También vi un par de bozales, esposas, y una plataforma de madera en forma de x, con cerrojos en las 4 puntas, donde podía ir perfectamente una persona completamente sometida. No sólo eso, vi varios tipos de pinzas, pero en ese momento no pude espiar más porque escuché que la puerta de arriba se abría, probablemente porque venía Glimmer.
—Espera, ¿dijiste Bow, cierto? —irrumpió Adora.
—Sí, no me digas, ¿lo conoces? —sonrió con malicia Catra.
—Es un arquero algo famoso entre las damas, lo vi en el último Festival de Primavera que organiza Brightmoon. Ganó la competencia de tiro al blanco.
—Esas mujeres ni se imaginan los gustos de Bow. Seguiré con mi historia, entonces, ya que es el mismo que conoces. Glimmer llegó, tal como pensaba, y el ambiente cambió súbitamente. Bow se arrodilló, nervioso, cuando vio que llegaba. Recuerdo que Glimmer lo regañó, su voz retumbó en toda la sala. "¿Por qué no te has preparado? ¿Qué significa esto?" le dijo enojada. Él respondió en voz algo baja, con la cabeza gacha "Lo siento, ama" y comenzó a desnudarse. Entonces comprendí la clase de cosas que hacían ahí, así que me quedé. Me sorprendió mucho esa faceta de la reina, la verdad es que me hizo bastante gracia. En fin. Bow se desnudó, se puso en cuatro patas en el suelo, esperando. Glimmer, como si se tratara de una rutina, le colocó un bozal de aquellos que se usan en los caballos, luego amarró unas riendas a éste. Pero eso no fue todo, luego tomó un falo de cuero negro, cuyo extremo tenía varias tiras del mismo material, le untó un líquido, para luego insertarlo en el ano de Bow —Catra hizo una pausa, ya que Adora se atragantó con su bebida, no se esperaba para nada aquello.
—Estoy bien, puedes continuar.
—Entonces entendí lo que estaba haciendo Glimmer, Bow era literalmente un corcel humano. Y créeme que lo disfrutaba demasiado. Luego de ponerle las riendas y su cola, puso unas pequeñas pinzas en las tetillas de Bow, quien no disimuló para nada sus gemidos cuando se las pusieron. Después, vi que la mirada de la reina se había oscurecido, era una persona completamente diferente. Agarró una fusta de un grosor relativamente grande, y comenzó a azotarlo con furia, fue tanta su furia que casi se me escapa una carcajada, pero, como te decía, Bow lo disfrutaba demasiado. Estuve observándolos por alrededor de dos horas, Bow siempre en el papel de sumiso y la reina en el de dominante. Sin embargo, gracias a esa sesión, noté algo importante: la reina estaba aburrida. Lo hacía todo de forma mecánica, sin emoción alguna, el único que disfrutaba aquello era Bow.
Catra se detuvo otra vez en su relato, le gustaba tener la atención completa de Adora, que parecía muy concentrada en su relato.
—Por supuesto, no dejé que me descubrieran, lo mejor era guardarme ese secreto. Así que, al día siguiente, me materialicé en la alcoba de la reina, quien en principio quería atacarme, pero yo la sometí con cierta facilidad.
—Vaya, por fin se puso interesante esta historia, dime que fue lo que hiciste.
—Le di lo que quería, la sometí. Luchamos un rato, pero luego la tumbé boca abajo en su cama, apoyé mi peso en ella para que se quedara quieta, y la mordí en el cuello, lo que le dolió. Enseguida la amenacé diciéndole: "Harás lo que yo te diga si quieres vivir". Luego rasgué sus ropas, toqué su intimidad, estaba muy húmeda, así que metí dos dedos en su interior, la penetré en un ritmo frenético, mientras la mantenía inmovilizada con una mano agarrando sus muñecas, hasta que alcanzó el clímax. Luego la volteé, busqué entre sus cosas algo que con qué amarrarle, hasta que ella misma me indicó cierto cajón, de donde saqué unas esposas para inmovilizarla. Rompí lo que le quedaba de ropa con mis garras, rasguñé su piel, mordí sus pezones, dejé chupetones por todo su cuerpo, me detuve, vi que estaba lo suficientemente húmeda, así que utilicé uno de los falos que tenía en su cajón de obscenidades, similar al que usó en Bow, pero sin la cola, y con él la hice llegar al orgasmo una vez más. Luego de eso, quedó exhausta, por lo que se durmió, así que yo tomé el báculo, y me largué de ese palacio.
Adora se rio con ganas al escuchar el final de la historia.
—No me imaginé que terminaría así, con razón estaba tan enfadada, le diste de probar algo que no había probado antes, y le gustó demasiado —siguió riendo la rubia. La súcubo le sonrió, le agradaba hacer reír a Adora, su risa de alguna manera le hacía sentir cierta calidez en su pecho.
—Sí, básicamente me aproveché de su debilidad —dijo con una sonrisa Catra.
Entonces, Adora se volvió seria, se apoyó en la mesa, tomó del cuello a Catra acercándola hacia sí misma con cierta brusquedad.
—¿Estás lista para ser sometida, Catra —murmuró con voz ronca.
La súcubo sonrió, esa mujer lograba excitarla con tan sólo unas palabras.
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Nota de la autora: Primero que nada, agradecer a la autora del dibujo que usé para la portada, síganla en twitter como @GloriaZM1. También agradecer a tod@s l@s que pidieron secuela, la verdad no me fue difícil imaginarla, aunque sinceramente no sé cuántos capítulos serán esta vez. Una cosa debo aclarar, el concepto de corceles humanos lo saqué de "El castigo de la Bella Durmiente", el segundo libro de la trilogía de la Bella durmiente de Anne Rice, son libros con alto contenido BDSM en un contexto de príncipes y princesas. Altamente recomendable. En fin, con esto quiero decir que tal vez en algunos capítulos haya algo de bdsm ligero, así que preparen esas narices que van a sangrar xD. En fin, si les gustó el capítulo no olviden votar y recomendarlo a quienes quieran, no me molesta :)
Aquí está la secuela que me pidieron, ojalá la disfruten ;)
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