Capítulo 1
Londres, en algún lugar de Oxford Street. Diciembre de 1886
Ottilie Lexigton masticaba sin ganas una de sus famosas galletas mientras miraba hacia la puerta del salón. Todo era silencio y solo era roto por el gran reloj que le habían regalado sus padres meses atrás, cuando ella y su marido se mudaron a su hogar. Lo observó notando que ya los párpados se le empezaban a cerrar por el sueño. El cuello ya le dolía de las veces que lo había girado para saber la hora que era: eran pasadas las nueve de la noche.
Podría haberse ido a dormir en cuanto Susanne subió a su propia habitación, sin paciencia para esperar, pero hacía tiempo que apenas veía a Vane durante el día y deseaba pasar un rato a solas con él. Muchas veces no dormían ni siquiera juntos, de lo tarde que llegaba su marido por las noches. O si lo hacían, Ottilie despertaba completamente sola y el lado donde él dormía estaba apenas tibio.
Estaba muy contenta por él ¡claro que sí! Había conseguido su licencia de detective privado y un buen puñado de gente viajaba expresamente hasta Londres con la finalidad de pedir la ayuda de Vane. Muchas veces los dos se iban juntos a los viajes que tenía que hacer para resolver algún caso, casi todos sin importancia, y esos eran los pocos momentos donde estaban más juntos. Todo el mundo acaparaba a su marido y no le dejaban estar juntos.
Parecía que estaban confabulados en su contra.
Hizo una mueca y volvió a meterse otra galleta, cada vez más dormida y con el estómago a reventar de tantos dulces y tazas de té. Apartó el plato y se levantó, decidida a irse a dormir. A la mañana siguiente debía abrir su negocio y su idea no era aparecer ante las clientas de clase acomodada con aspecto de cansada. Suspiró, se cubrió mejor con la bata pues aquel año estaba haciendo mucho frío, y se dirigió hacia las escaleras que llevaban a los dormitorios.
Justo cuando estaba por el tercer escalón, la puerta de entrada se abrió y la figura de Vane apareció. Ottilie se detuvo, sintiendo que el corazón le daba un vuelco, y corrió hacia él lanzándose a sus brazos. Él la estrechó con fuerza y hundió la cara en su pelo, que lo llevaba suelto al irse a dormir en breve, aspirando su aroma mientras le apretaba más contra su cuerpo.
—Lo siento. —Fue todo lo que dijo mientras recorría la figura de Ottilie con sus manos.— Lo siento, hay un caso que me está llevando de cabeza.
Ottilie suspiró.
—¿No podrías traer el trabajo a casa por las tardes? Tienes un bonito despacho que apenas has estrenado...
Sacó la cara de su pelo y la miró con una sonrisa socarrona.
—Si hiciera eso, no trabajaría mi adorada Ottilie. Estaría distraído en cosas más... interesantes.
Ella arrugó la nariz.
—Eso es exactamente lo que quiero querido marido, que te distraigas con otras cosas.
Vane sonrío y le dio un tierno beso en los labios.
—Te prometo que en cuanto acabe este caso, estaré una buena temporada sin coger ningún otro. Estaré solo y enteramente para ti.
Ottilie suspiró y le devolvió el beso. La de veces que había escuchado aquello en boca de su marido. Volvió a suspirar, le cogió de la mano y fue hacia las escaleras.
—Bueno, será mejor que vayamos a descansar. Mañana será otro día.
Así lo deseó con todas sus fuerzas, con la esperanza de que Vane acabara el último caso y pudieran al fin disfrutar de tiempo juntos. Si no, no tenía ni idea de cómo hacer que su marido parara un poco y se relajara durante un tiempo.
Tendría que pensar en algo.
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