62. NO QUIERO SABER NADA.
Génesis 11
6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
Me quedé como estatua viendo la escena.
Ella lo abrazaba y besaba su cuello ya que él estaba de pie y no lo alcanzaba.
Sin darme cuenta acababa de confirmar la teoría de que él no es alérgico a las mujeres como me lo habían hecho creer.
Se supone que no debería de sentír nada.
Al fin y al cabo no es nada mio.
Pero lo siento.
A mí corazón le duele demasiado ver cómo está mujer se refugia en sus brazos y él no hace nada para apartarla.
Pero, ¿Por qué habría de hacerlo si posiblemente sea su novia?.
Hasta donde tenía entendido él no tenía.
Pero supongo que en estos meses consiguió.
Además es un chico muy guapo.
Conseguir novia para el no sería un problema.
Ella finalmente deja de abrazar a Mibsan y fija su mirada en mi.
—¿Quien es ella? —le pregunta a Mibsan con un tono muy diferente al de antes.
Mibsan ni siquiera se molesta en contestar, solo mira a Annie, la cual todavía sigue aterrada como si hubiera visto un fantasma.
—es...es mi prima —finalmente respondió.
—¿Tú prima? —repite aquella mujer un poco incrédula mientras se aferra al brazo de Mibsan como si de alguna manera alguien se lo fuera a quitar.
—nuestra prima —vuelve hablar Annie señalándose ella y a Mibsan.
Aquella mujer me observa de pies a cabeza como si fuera una amenaza.
Aparte de eso no entiendo porque Annie me acaba de meter en su familia.
Después de detallarme por unos cuantos segundos que parecieron eternos, fija su mirada en Mibsan el cual ni siquiera se molesta en mirarme.
—¿Ustedes si respetan a los primos? —pregunta aquella mujer —o ¿Suelen tener aventuras con las primas?.
Mibsan se ríe ante su pregunta.
Yo estoy un poco confundida al no entender que fue exactamente lo que quiso decir.
—por supuesto que no —habla Annie alarmada —nosotros respetamos mucho a la familia, no tenemos esa horrible costumbre de meternos con nosotros mismos.
—eso me parece bien —dice la chica soltando el aire —hola —me saluda con una sonrisa —mi nombre es Julieta, la novia de Mibsan y futura esposa —estira su mano hacia mi y me enseña una sortija bastante hermosa —esta es mi sortija de compromiso.
Sentí un nudo formarse en mi pecho al saber que Mibsan se iba a casar.
Eso me daba a entender que posiblemente ya llevaban bastante tiempo juntos y Mibsan lo oculto todo.
Le doy una mirada de repulsión a la que él ni siquiera se inmutó.
«¿Como pudo decirme lo que me dijo si ya tenía novia?».
«Todo este tiempo jugó conmigo».
Es cierto que yo estaba orando con él hermano Héctor, pero al menos yo no me pensaba casar.
O quizás eso creía.
—me alegro por ustedes —hago un esfuerzo supremo por ser amable.
—considerando que eres su prima, estás totalmente invitada —dice ella acariciando el pecho de Mibsan sin decoro alguno.
Mis mejillas se calentaron y lo único que quería era salir corriendo de ahí.
Necesitaba urgentemente un baño en donde llorar.
Primero vez que me fijo en alguien y me rompen el corazón de esta manera.
Supongo que era necesario para así darme cuenta de cual es mi lugar.
—gr...gracias —contesté en un esfuerzo sobre humano por no llorar.
—¿Te pasa algo? —pregunta aparentemente preocupada —no te vez tan feliz con la noticia.
Sentí una lágrima rodar por mi mejilla.
Abrí mis labios pero no fui capaz de decir nada..
Si seguía aguantando las ganas de llorar, me iba a desmayar.
—al contrario —habla Annie por mi —ella esta súper feliz, incluso está llorando de la felicidad ya que Mibsan jamás se le había visto tan enamorado.
—¿Eso es así? —me pregunta aquella mujer nuevamente.
Yo comienzo a recordar las palabras de Annie cuando me dijo que él me quería.
Supongo que todo fue una farsa.
Eso hace que me dé mucha rabia.
—y..yo me tengo que ir —dije antes de darle una mirada de odió a Mibsan.
Jamás pensé que iba a sentir dentro de mi un sentimiento como tal.
Pero lo estoy sintiendo.
Estoy sintiendo odio hacia Mibsan.
Solo deseo que su boda jamás se pueda realizar.
Me doy vuelta sin despedirme y busco con mi mirada la salida de ese lugar.
Siendo realmente que me estoy ahogando y me falta el aire.
Una mano rodea mi brazo y me dirige hacia la salida.
Miró y es Annie.
También le dedico una grata sonrisa mientras ella solo me mira nerviosa y se apresura a salir de ahí.
Apenas llegamos afuera puedo ver el hermoso paisaje de Paris.
Aún así es por poco tiempo porque mi visión se nubla con mis lágrimas.
Ahora si ya no hay nada que me impida llorar.
—creo que lo mejor será irnos de aquí —comenta Annie después del trago tan amargo que me hizo pasar.
—¿De verdad crees que es lo mejor? —pregunto con ironía.
—calmate ¿Quieres? —me dice como si nada.
—¡Eres una mentirosa! —le grito desahogandome —¡Me hiciste creer cosas que no eran!.
—si que lo son.
La miró exasperada mientras me limpio las lágrimas.
—¡Entonces ¿Como me explicas que tiene novia y se va a casar?!.
—baja la voz, —dice aterrada —ella podría salir y acabar con nosotras o más bien contigo, es una mujer bastante tóxica y pocesiba con mi hermano.
—¡Me da igual! —comienzo a andar en aquel hermoso prado cuyas flores no existen.
—despues te lo explico, por ahora será mejor que subamos al avión, a no ser que quieras hacer lo que ibas hacer aquí.
—ya no quiero hacer nada —le digo con rabia —tampoco quiero que me expliques nada, no quiero saber nada.
—okey —me dice —se hará como tú digas, vamos al avión.
Ella camina adelante y yo la sigo.
Es así como llegamos a un aeropuerto.
Wooo, si que es impresionante.
Es una pena que en el estado como estoy ni siquiera me tomo la molestia de detallar nada.
Subimos al avión y a la media hora ya estábamos en los aires.
«Creo que jamás voy a volver a este lugar».
Narra Mibsan:
—¡¡Aaaahhh!! —gritaba la madrina como loca mientras se quitaba su hermoso vestido llena de asco. —¡¡Te voy a matar!!.
Después de quedar en ropa interior, toma su arma y me apunta con ella.
Ni siquiera me molesto en estar a la defensiva.
Yo también la mataría a ella si me hiciera lo que le hice.
Luego de que Gracia salió de la mansión inmediatamente la vomité.
Estaba tan cerca mío que no pude aguantar más.
Hice todo el esfuerzo posible.
Pero cuando ella acaricio mi pecho, ahí el vomito llegó a mi boca.
Fue asqueroso retenerlo en la boca mientras Gracia seguía ahí.
—¡¡¿Acaso no me escuchas que te voy a matar?!! —pregunta la madrina histérica.
Yo ni siquiera me inmutó, lo único que hago es seguir vomitando en la tasa del bañó sintiendo que me muero del asco.
De verdad que es como si ella todavía me estuviera tocando, siento sus manos sobre mi y ni hablar de cuando me beso el cuello, eso fue lo más asqueroso.
Me pongo de pie con dificultad y la miro.
—largate de aquí —digo con dificultad ya que nuevamente me dieron ganas de vomitar.
—¿Pero que? —pregunta ella consternada sin dejar de apuntarme con su arma.
—si me vas a matar hazlo cuando ya me bañé —digo sacándola del baño y cerrando la puerta con las pocas fuerzas que tengo.
—¡¡Eres asqueroso!! —le escucho gritar.
Comienzo a quitarme la ropa con los ascos tan terribles que tengo.
Finalmente después de quedar en ropa interior vuelvo a vomitar en la tasa del inodoro.
Creo que si sigo así, voy a vomitar hasta las entrañas.
Fin de la narración.
12 horas después.
Finalmente me encontraba en casa.
Mi siquiera me tomé la molestia de despedirme de Annie, simplemente le dejé claro que a mí casa jamás volviera.
En estos momentos estoy acostada en cama mirando el techo y ya tengo decidido lo que he de hacer.
Ya tengo todo más que claro.
Tomo el teléfono y marco el número del hermano Héctor.
Creo que con esta decisión que voy a tomar, finalmente le pondré fin a mis sentimientos.
Después de varias timbradas, cosa que se me hace extraño porque el hermano siempre contesta a la primera, finalmente contestó.
—Dios lo bendiga hermano Héctor —saludo lo mas gentil que puedo.
—amen —responde con pocos ánimos.
—¿Podemos tener una cita hoy? —le pregunto.
Solo escucho silencio de su parte.
Supongo que ha de estar asombrado que yo sea la que lo invite.
Siempre ha sido él y la mayoría de veces evado las citas.
—¿Justo tiene que ser hoy? —pregunta con voz triste.
Pensé que se iba alegrar.
Pero resultó ser al contrario.
—si por favor —le digo desconociendome a mí misma, jamás me imaginé rogando por una cita —es que necesito decirte algo y sino lo hago hoy tal vez mañana me pueda arrepentir.
Él suspira.
—supongo que lo inevitable tarde que temprano tiene que pasar —dice —esta bien, ¿En donde quieres la cita?.
—en el lugar de los postres está bien —respondo —a la hora de siempre.
—de acuerdo allá nos vemos —responde sin emoción alguna.
Corto la llamada sintiendo una voz gritar dentro de mi ser que me detenga de lo que estoy a punto de hacer.
Pero nada me hará desistir de lo que he pensado hacer y punto.
Horas después.
Me encuentro en el mismo lugar de siempre en donde acordamos la cita, con la única diferencia que está vez la hermana Matilde no está.
Miró hacia todos lados ansiosa de que llegue el hermano.
No quiero arrepentirme de lo que voy hacer.
Finalmente lo veo entrar por la puerta con su rostro cabizbajo.
Me ubica con la mirada y se acerca a mi.
—Dios lo bendiga —lo saludo aparentando felicidad —¿Que desea de postre?.
—amen hermana —saluda con tristeza —no deseo nada de postre.
—¿Le pasa algo?. —pregunto al ver su radical cambio.
Él nunca a estado así de triste.
Ni siquiera cuando lo rechace se veía tan fatal como ahora.
—sé lo que me va a decir —contesta —así que lo que me vaya a decir dígalo ahora, según la profecía era yo él que tenía que hacerlo, pero por lo visto usted me salió adelante.
Ahora si estoy más que confundida.
—¿Que profecía? —pregunto.
—solo dígame lo que me va a decir y ya, —evade mi pregunta —no me haga sufrir más. —su vos se quiebra al final.
Si eso quiere, entonces no le daré más vueltas al asunto.
—yo...—trago grueso porque para mí no es fácil decir esto, además mi tonto corazón me grita que no —yo quería decirle que estoy...estoy decidida a casarme con usted y servir a Dios.
Él me mira trastornado.
—pero se supone que deberíamos...—se calla de golpe y me mira —¿Estás segura de lo que estás diciendo? —me pregunta.
—por supuesto —asiento.
Él se mira como si estuviera teniendo una batalla interna.
Como si ya no se quisiera casar conmigo o algo así.
—osea que si te propongo que nos casemos mañana o hoy mismo, ¿Aceptarías?.
—por supuesto que aceptaría —respondo aunque en mi mente una vos grita lo contrario —estaría dispuesta a casarme contigo ahora mismo, a menos que tú no quieras —lo último lo digo despacio.
Él traga grueso mientras me mira con una mezcla de tristeza y felicidad.
—por...por supuesto que quiero, claro que quiero —se dice así mismo aunque puedo ver cierto temor en él —siempre quise hacer esto, entonces... —se pone de pie sonriendo —nos casaremos este mismo año, en el mes que viene.
«—¡Estás loca Gracia, estás loca!».
Podía escuchar la voz de Linda gritarme en la mente, pero la ignoré.
Prefiero mil veces casarme con él hermano Héctor que estar enamorada de alguien que no vale la pena y que también se va a casar.
Él hermano Héctor mete su mano en el bolsillo y saca una pequeña caja.
—yo...—dice mientras gotitas de sudor se forman en su frente —yo había comprado este anillo para nuestro compromiso —abre la caja frente a mis ojos.
No es una sortija costosa.
Al contrario es algo bastante sencilla, pero lo importante es que lo hace con todo el amor.
Aunque me es inevitable no pensar en la sortija de aquella novia de Mibsan.
Pero en fin cada quien con su vida.
El hermano Héctor rodea la mesa y se para frente a mi, luego inclina un poco la rodilla.
—¿Aceptarías pasar el resto de tu vida a mi lado? —pregunta con emoción.
«—¡No lo hagas Gracia, noooo».
Una voz en la mente me grita.
Sonrío ignorando aquella voz y me pongo de pie.
—por supuesto que aceptaría. —extiendo mi mano para que él ponga el anillo.
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