49. HASTA EL DOMINGO.
Salmos 100
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
Le hago una señal para que Darco prosiga.
Annie me da una mirada suplicante pero la ignoro por completo.
Esa chica me ha hecho pasar muy malos ratos.
Aún así durante todo el camino hacia el templo pensé en ella.
Incluso se me vino la idea de haberla traído a la iglesia, pero no me da confianza, no sé.
Una hora después.
Una sonrisa aparece en mis labios al ver que ya estamos en el templo.
No espero a que Darco me abra la puerta, lo hago por mi propia cuenta y entró a la casa de Dios.
Inmediatamente llega a mi mente el Salmo 100:4.
—que toda la gloria sea para ti mi Dios —digo en voz baja.
Miró a los ujieres los cuales están súper afanados arreglando la casa de Dios.
—Dios la bendiga —saludo a una joven que está acomodando sillas.
—amén —responde con una leve sonrisa, luego vuelve a su trabajo.
—bendiciones —saludo a un hermano el cuál está limpiando sillas.
Él levanta su mirada hacia mi.
—amén hermanita, bienvenida a la casa de Dios. —contesta.
—gracias —respondo.
Camino hacia el altar y me arrodillo a orar.
—Dios mío, yo te doy gracias por el privilegio tan grande que me concedes de estar aquí en tu casa, gracias por guardarme, por cuidar de mi, yo sé que si estoy respirando es por tu inmenso amor...
Treinta minutos después.
Luego de pedirle el respaldo a Dios me levanto del altar y voy hacia donde se encuentran los instrumentos.
Al primer integrante de la alabanza que veo es al hermano Daniel el cual me da una sonrisa tímida.
—Dios lo bendiga hermano —le digo con una gran sonrisa mientras doy una leve palmadita en su hombro.
—amén —responde un poco sonrojado.
Él es un chico muy penoso.
Me quedo mirandolo y eso hace que se sonroje más, al final se agacha y hace que está acomodando un tornillo de la batería para evadirme.
Justo a tiempo llegó la hermana Sara.
—Dios la bendiga hermana —me saluda un poco agitada —¿Llegué tarde? —pregunta.
—para nada —respondo —justo a tiempo.
—gloria a Dios —exclama.
Miro mi reloj y creo que el que va a llegar tarde es el pianista.
«Siempre es lo mismo».
Suspiro y me quedo mirando el segundero.
45, 46, 47, 48...
—¡Llegué! —habla el hermano Damián.
Parece que acaba de salir de la ducha porque algunas gotas caen de su cabello.
—casi llegas tar...
—si lo sé —me interrumpe —lo que pasa es que venía de camino y había un trancón ni el berriondo, para colmo de males me encontré una abuelita y me dijo que la trajera y sin mencionar que el taxista...
—ya, ya, ya, —lo interrumpo —nadie le está preguntando, comencemos el ensayo.
—okey.
Mientras él hablaba logro algo de tiempo para las otras hermanas que apenas llegaron.
—Dios bendiga —saludan ambas.
—amén —respondemos y damos inicio con el ensayo.
Primero que todo se hace la oración de inicio algo que no puede faltar.
—Dios mío que no seamos nosotros, sino tú al frente de este ensayo, que seas tú el que tome el control de nuestras gargantas, unge nuestra voz, danos esa unción para cantar para ti...
Luego que terminamos la oración todos nos pusimos en nuestros lugares para cantar.
—¿Alguno tiene coros para esta noche? —pregunto.
—si —dice la hermana Sara un poco tímida —yo tengo uno.
—¿Cuál? —pregunto.
Veo como el hermano Damián quita sus dedos del teclado del piano y centra toda su atención en la hermana Sara con una gran sonrisa.
Eso hace que la pobre se sonroje un poco.
Le doy una mirada de advertencia a Damián, él cuál desvía su mirada.
—si el enemigo viene como rio —responde ella.
—esta bueno —le digo.
Miro a los demás integrantes de la alabanza y estos asienten.
—cantemos esa.
Empezamos a ensayar.
🎹Si el enemigo viene como río
Como río viene el enemigo
Pero Jehová levantará bandera
Contra él, levantará bandera
Si el enemigo viene como río
Como río viene el enemigo
Pero Jehová, levantará bandera
Contra él
Levantará bandera
Levantará bandera
Levantará bandera
Levantará bandera
Si el enemigo viene como río
Como río viene el enemigo
Pero Jehová levantará bandera
Contra él, levantará bandera
Si el enemigo viene como río
Como río viene el enemigo
Pero Jehová, levantará bandera
Contra él
Pero levantará bandera
Levantará bandera
Levantará bandera
Levantará bandera🎶.
Luego de ese coro seguimos con otro coro, pero nos detuvimos de golpe al ver al pastor parado frente a nosotros.
—Dios lo bendiga pastor —saludamos todos a una voz.
—amén —responde serio.
Se toma su tiempo para observar a cada uno de nosotros.
Mientras él hace eso yo sudo de los nervios preocupada de que quizás él allá visto algo mal y por eso halla venido a regañarnos.
Si algo sé muy bien es que él es alguien muy o demasiado estricto.
Una de las cosas que nos recalca siempre es que debemos estar bien presentados para dar un buen servicio a Dios.
Disimuladamente veo a las hermanas para ver si todas están bien alineadas.
Afortunadamente si lo están y también están igual de asustadas que yo.
Él único que se ve fresco como una lechuga es él hermano Damián.
A ese le da igual si lo regañan o no.
Vuelvo mi mirada hacia él pastor y este ya dejó de mirarlos a todos, ahora solo me mira a mi.
«Dios mio».
Trago grueso.
—después del culto la necesito en mi oficina —me dice antes de darse la vuelta.
—bueno señor —contesto volviendo a recuperar el aliento.
«¿Para que será que me necesita?».
«¿Será que va a regañarme?».
«Y ahora...¿Que hice mal?».
—me temo que a alguien le van a jalar las orejas hoy —canturrea Damian tocando el piano.
Le doy una mirada dura y antes de que pueda darle una reprimenda, alguien más lo hace por mi.
—deje de ser imprudente hermano Damián —le dice la hermana Sofía una de las vocalistas.
Damian no responde nada.
Yo decido proseguir con el ensayo, aunque sigo preocupada.
Tiempo después.
El pastor dió inicio al culto con el salmo 122.
Después de la lectura bíblica comenzamos a adorar a Dios.
Los de la alabanza salimos al frente y mientras los instrumentos eran tocados, yo derramaba mi alma delante de Dios adorandolo en espíritu y verdad.
🎤El Señor es mi rey
mi todo...
El Señor es mi luz my Rey!
El me hace vibrar de gozo
el guia mis pasos, que extiende sus brazos, el Creador de los cielos...
El Señor es mi rey
mi todo...
El Señor es mi luz my Rey!
El me hace vibrar de gozo
el guia mis pasos, que extiende sus brazos, el Creador de los cielos...🎼
Después de la adoración, proseguimos con los coros.
—¡¡Si va a alabar a Dios hágalo con fuerza!! —le dice el pastor al pueblo.
Él hermano Daniel toca con toda la batería, mientras él hermano Damián se concentra en el piano y las hermanas cantan los coros en la nota que es.
«Gracias Señor por la coordinación y la unidad».
Una hora después.
—Dios la bendiga, Dios lo bendiga, Dios les bendiga —saludaba a todos los hermanos que me iba encontrando mientras caminaba hacia la oficina pastoral.
—el culto estuvo buenísimo —me dice uno de los jóvenes que visita la iglesia pero que aún no ha entregado su corazón a Dios. —en especial cuando usted canto la adoración, fue mi parte favorita del culto.
Le dedico una sonrisa de boca cerrada al ver cuales son sus intenciones.
—que toda la gloria sea para Dios, Él es quien da el talento. —contesto a sus palabras.
—pero aún así...—lo corto.
—Dios lo bendiga grandemente y siga viniendo a los cultos, pero no lo haga por algún ser humano, hagalo porque usted realmente anhela acercarse a Dios.
El joven se quedó callado y no añadió más a mis palabras.
Yo seguí mi camino con el corazón en la mano preocupada por lo que él pastor me vaya a decir.
Finalmente estoy en la puerta y doy unos leves golpecitos.
—adelante —escucho la autoritaria voz del pastor lo cual me da miedo.
Abro la puerta con nervios.
Apenas pongo un pie en la oficina llega una hermana más.
Es la anciana más confiable de la iglesia la cual me da una cálida sonrisa.
—Dios la bendiga hermana Gracia —saluda, entra y toma lugar en una silla.
Yo me quedo mirándola.
Ahora sí me estoy preocupando más.
«¿Sería que la hermana vio algo incorrecto en mi y me va acusar?».
«Si es así, estoy perdida, el pastor confía mucho en ella, jamás dudaría de sus palabras».
—tome asiento hermana Gracia, —el pastor interrumpe mis pensamientos —no se quede ahí parada.
Yo hago lo que él me dice.
Al ver que hay bastante silencio me pongo mucho más nerviosa.
El ambiente está tan pensado que hasta se podría palpar.
De pronto el pastor carraspea la garganta.
Es ahí donde sé que va a hablar.
—lo que le voy a decir es un tema bastante complejo, —comienza a decir —convide a la hermana Orfa para que me sirva de testigo y guarde el testimonio de ambos.
Yo asiento y antes de que él pastor prosiga pregunto.
—¿Que hice mal?.
La verdad es que sufro mucho cuando se andan con rodeos así que si me van a jalar las orejas que lo hagan pronto así no se alargará más mi suplicio.
Él pastor ante mi pregunta lo único que hace es soltar una pequeña risita.
—tranquila hermana Gracia, —me dice —no ha hecho nada mal.
Sentí un inmenso alivio cuando dije eso.
Finalmente pude descansar.
—¿Entonces que es? —vuelvo a preguntar.
—¿Recuerda al hermano Héctor? —me pregunta.
Yo asiento.
El hermano Héctor fue un hermano que durante muchos años estuvo sirviendo a Dios en esta iglesia y que por la misericordia de Dios ahora le sirve en el pastorado, o mas bien es un líder de tiempo completo en otro lugar en donde el Señor le ha abierto grandes puertas.
Fue, es, y será siempre un ejemplo e inspiración para mí.
Él fue como mi hayo en Cristo Jesús.
—hoy vino y me preguntó por usted —prosigue —me dijo si podía pedir su mano.
—¡Que! —exclame conmocionada.
Jamás por la mente se me llegó a pasar algo así.
Digo...
Él es un buen hermano.
Incluso es apuesto.
Somos de la misma edad.
Pero aún así él es demasiado bueno para mí.
No soy digna de alguien con un ministerio tan grande como él.
Además jamás se me pasó por la cabeza.
El siempre fue alguien muy codiciado por las jovencitas de la iglesia, pero yo jamás lo miré con esos ojos.
—si, —dice el pastor —yo también me sorprendí al escuchar esa petición, aún así se que él joven tiene muy buen ojo y sabe a quién elegir.
—pero...—intento decir pero él me interrumpe.
—pero lo que me preocupa es si es esta la voluntad de Dios, la verdad es que no quiero cortar sus esperanzas pero yo pienso que...—se calla —¿Que piensa usted de esto? —me pregunta.
—yo...—comienzo a hablar.
La verdad es que no sé qué pensar.
Jamás me imaginé esto.
No es la primera vez que alguien viene a pedir la mano por mi, pero del hermano Héctor jamás me lo esperé.
Él siempre ha sido un hombre inalcanzable.
—tomese su tiempo, —me dice él pastor al ver que me quedé sin palabras. —el domingo después del culto el hermano Héctor vendrá y podrá darle una respuesta.
—¡Que! —volví a exclamar aterrada. —¿El domingo?.
Lo que menos quiero es llegar a perder una oportunidad.
Pero la verdad es que no creo que sea por ahí la voluntad de Dios.
Aún así hay posibilidades de que lo sea, yo le he pedido a Dios un hombre que lo ame a él y le sirva con todo el corazón y el hermano Héctor tiene esas características.
Lo malo es que en estos días mi corazón anda un poco distraído.
—efectivamente —contesta el pastor —tiene plazo hasta el domingo para pensarlo, piense muy bien la decisión que va a tomar.
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