Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

36. NO SOY UNA ASESINA.

Salmos 84
1. ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!




Salgo del laboratorio y me encierro en mi habitación, con manos temblorosas busco mi teléfono y marco el número de mi superior.

Necesito una explicación.

Él teléfono timbra, timbra y timbra, pero nadie contesta.

Así sigo llamando hasta que la llamada termina y vuelvo a llamar.

A la tercera llamada me mandó a sistema.

«Lo ha apagado».

«Dios mío, necesito hablar con él».

«Es justo que me de una explicación».

Llamo a una de las enfermeras del hospital y me dice que él se encuentra allá.

No pierdo tiempo, tomo mi abrigó y voy hacia él auto en dónde ya me está esperando el chófer.

Una hora y media después.

—buenas tardes —saludo a la recepcionista del hospital.

—buenas tardes señorita Gracia, ¿A qué se debe su llegada al hospital?.

A ella le parece extraño por cuanto hoy no es día de prácticas.

—vine a ver el superior Dasthon.

Sus ojos brillan apenas escucha ese nombre.

Es otra mas que está enamorada de él.

—no hace mucho fue al parqueadero por su coche, terminó de hacer una operación y dijo que se sentía cansado.

No pierdo tiempo y me apresúro a ir al parqueadero.

Pero tuve tan mala suerte que el coche ya iba saliendo.

—¡Superior Dasthon! —le grité.

Pero fue imposible que me escuchará.

Paso las manos por mi cabello frustrada.

Pero aún así no me pienso rendir, yo necesito que me dé una explicación y la voy a conseguir.

Salgo lo más rápido del parqueadero y subo al auto.

—persiga el coche que acabo de salir un momento —le digo a mi chófer.

Él me mira un poco confundido pero aún así sin decir nada prendió el auto y comenzó a seguirlo.

Una sensación de que algo anda mal se instala en mi pecho mientras seguimos el auto del supervisor.

Pero aún así no desisto.

«Necesito saber porque hizo lo que hizo».

«¿Acaso quería que me volviera una asesina?».

Por un momento pienso en lo que hubiera pasado al morir Mibsan en mis manos.

En este instante quizás estuviera en la cárcel y con un cargo inmenso de conciencia.

—¿Quiere que lo sigamos más? —pregunta el chófer sacándome de mis pensamientos.

—por supuesto —respondo.

Es ahí cuando me doy cuenta que ya hemos salido de la carretera principal, ahora estamos en las afueras de la ciudad y casi no se ven vehículos transitando.

Darco toma su teléfono y comienza a escribir mientras maneja.

—¿Que está haciendo? —pregunto.

—la carretera está muy sola —dice —le escribo a los escoltas para que vengan.

—dejalo, —contesto —no es necesario.

—¿Segura? —pregunta.

—muy segura —reapondo sin titubear.

Él deja su teléfono y se concentra en seguir manejando.

Media hora después.

Finalmente el auto se ha detenido en una hermosa casa tipo hogareña.

Para ese entonces el cielo ya está oscuro, aún así la luz de la luna nos deja ver claramente como mi superior baja del auto.

Me apresúro a bajar del coche también.

—¿Quiere que la acompañe? —pregunta Darco.

—no es necesario —respondo.

Camino hacia mi superior mientras esté va hacia la puerta e introduce una llave.

Ni siquiera se da cuenta de mi presencia.

Llegó hasta dos metros de distancia y le hablo.

Para ese entonces ya ha abierto la puerta.

—superior Dasthon —le digo.

—oh, —dice sorprendido al verme —señorita Gracia.

No me tomo la molestia de saludar, sino que voy directo al grano.

Si dijera que no estoy molesta estaría mintiendo.

—se puede saber, ¿Por qué me hizo eso?.

Él me mira confundido.

—¿Hacer que? —pregunta.

—¿Por qué me dió la inyección de la eutanasia? —vuelvo a preguntar.

Él no me responde.

Entra a la casa y se dispone a cerrar.

—¡Espere! —corro hasta la puerta e impido que la cierre —deme una explicación.

Él suspira con cansancio mientras me mira con un poco de pena, no entiendo porque.

—si quieres una explicación, tendrás que entrar, aunque me temo que si tú primo se entera no va a estar muy contento. —me invita a pasar.

Miro hacia adentro y algo me dice que no entré, pero la necesidad de una explicación hace que termine haciendo lo contrario.

Estos días no he escuchado a mi voz interna.

Apenas entro escucho cerrar la puerta tras de mi.

Eso hace que se enciendan mis alarmas y me ponga un poco nerviosa.

Aún así hago de cuenta que estoy bien.

Disimuladamente saco el teléfono para escribirle a Darco.

—¿Desea algo de tomar? —me pregunta amablemente.

—no —respondo cortante —solo quiero que me explique ¿Por qué me dió esa inyección.

—me temo que me equivoque y tome la que no era—responde paseándose alrededor de mi.

Trago grueso mientras fijo mi mirada en las paredes blancas de aquella casa tratando de mantener la calma.

—¿Cómo es posible que alguien tan profesional como usted se halla equivocado?.

—todos nos equivocamos —deja de rodearme y se siente en el mueble suspirando.

—yo pienso que usted me usó —me atrevo a decir.

Él me mira sorprendido ante esas palabras.

—no tienes pruebas para acusarme de esa manera —me dice.

—por eso le dije que es lo que pienso.

Él sonríe, pero es una sonrisa bastante extraña.

—eres bastante inteligente Gracia —me habla con mucha familiaridad. —tienes toda la razón yo te use.

Se pone de pie y prende un incensario del cual comienza a salir un aroma bastante peculiar que llena toda la casa.

Yo mientras tanto trato de asimilar sus palabras.

—¿Por qué? —pregunto horrorizada.

—porque el es un monstruo que debe morir y la única persona que puede matarlo eres tú.

Sus palabras me comienzan a aturdir y me duele la cabeza.

—no entiendo lo que me está diciendo, ¿Por qué es un monstruo?, además yo no soy una asesina —le aclaro.

—no, —se acerca a mi y me mira con lastima —tu no eres una asesina, pero cuando sepas todo el daño que él te hizo, entonces lo serás.

Niego con la cabeza sintiéndome mareada.

Me siento tan mal que incluso se me está dificultando respirar.

—¿Sabes quién fue tu papá? —me pregunta de repente.

Yo niego con la cabeza mientras mis piernas me comienzan a fallar.

Las fuerzas se me está llendo del cuerpo.

—no sabes quién fue porque Mibsan o mejor dicho Bestia lo mató —se responde a su pregunta.

«No».

«No es posible».

«Él no pudo haber hecho algo así».

—usted está mintiendo —digo antes de comenzar a caer al suelo.

Pero antes de tocarlo él me sostuvo y me ayudó a sentar en el mueble.

—no tengo necesidad de mentirte, aparte de eso también mató a tu abuela. —me sigue diciendo.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos.

Definitivamente este sujeto me está mintiendo.

No entiendo porque alguien como Mibsan haría algo así.

—callese, —le pido —deje de decir cosas sin sentido.

Aunque no sé cómo es que él sabe tanto de mi.

—te duele escuchar la verdad, ¿Cierto?, prefieres vivir engañada, razón tenía tu primo cuando dijo que tú no eras capaz de asimilarlo.

Habla de Jak con tanta familiaridad como si lo conociera desde hace tiempo.

—yo...—tomo aire —yo no creo que Mibsan halla hecho algo así.

Él se pone de pie molesto.

—¡¿Osea que no piensas tomar venganza por lo que le ha hecho a tu familia?! —pregunta —el mato a tu pobre abuela indefensa.

Me tapo los oídos con las pocas fuerzas que me quedan para no oírlo más.

Creo que estoy siendo víctima de una broma muy pesada o de una pesadilla.

—lo sabía —me dice mientras mis ojos se comienzan a cerrar —sabía que no tomarías venganza, pero en el futuro lo har...

Deje de escucharlo porque todo se torno oscuro y silencioso.

Día siguiente.

Abro mis ojos con mucho sueño.

Intento volver a quedarme dormida pero recuerdo que hoy no es un día cualquiera.

Hoy es día de ir a la casa de Jehová.

Inmediatamente me levanto y comienzo a orar.

Después de encomendar mi vida a Dios voy al closet en busca de que llevarme para esta ocasión tan importante como lo es la dominical.

Apenas veo los vestidos que la hermana Alice me dió, me decido por uno dorado el cual viene con una  hermosa correa de piedras preciosas.

Media hora después.

Luego de peinar mi cabello con un recogido no muy extravagante bajo al primer piso a desayunar.

Mi desayuno ya está servido en el comedor.

Apenas tomo lugar, me siento un poco abrumada ya que este comedor es muy grande y solo una persona come en el.

—buenos días señorita —me saluda la nana.

Es la mujer que ha sido como mi segunda madre.

—buenos días —respondo mientras me llevo una taja de pan a la boca, no sin antes haber orado por los alimentos.

—¿Cómo se siente? —me pregunta.

—bien —respondo.

Pero ahora que ella lo pregunta, me siento un poco rara.

Siento como si estuviera incompleta o algo así.

Me analizó pero me doy cuenta de que estoy en perfectas condiciones.

Todo está bien.

Incluso hasta mi paciente despertó que por cierto no sé cómo seguirá pero supongo que ha de estar bien.

Termino de desayunar y tomo mi cartera en la cual está mi preciado tesoro que es la biblia y algunas cosas personales.

Salgo de la mansión y ahí está Darco esperándome con la puerta del auto abierta.

—Dios te bendiga Darco —saludo.

—amén señorita —responde.

Entro al auto y al hacerlo puedo ver que no es el mismo auto de siempre.

Por fuera es el mismo, pero adentro ya no es igual.

Darco sube y comienza a manejar.

—¿Que le paso en la mano? —pregunto al ver que está vendada.

—me caí ayer —responde.

«¿Ayer?».

Ahora que recuerdo Darco ayer solo trabajo para mí en la mañana.

Cuando salí de la mansión Montreal los escoltas de Mibsan me trajeron y luego de eso creo que me quedé profundamente dormida.

Aún así siento que yo hice algo ayer, pero no me acuerdo que es.

Hora y media después.

Llegamos al templo y después de saludar a los ujieres los cuales ya están poniendo las sillas del templo, corro hacia el altar para pedirle el respaldo de Dios en el día de hoy para la alabanza.

Ser líder es algo que conlleva mucha responsabilidad.

—Dios mío, ten misericordia de mi...

Mientras oro en el altar, más siento esa sensación de que algo paso ayer que por alguna razón mi memoria lo eliminó.

Media hora después.

Me levanto del altar y veo que ya algunos hermanos de la alabanza han ido llegando y se encuentran orando en el altar.

Me dispongo a ir a limpiar los instrumentos pero la hermana Sara ya lo está haciendo.

—¿Hoy si puedo ensayar? —pregunta el hermano Damián a mis espaldas.

Me doy vuelta y lo saludo.

—Dios le bendiga, claro hoy si llego temprano —respondo a su pregunta.

Luego me giro nuevamente hacia la hermana Sara.

—bendiciones hermana Sara.

—amén —deja de hacer lo que está haciendo y estrecha mi mano.

Con una agradable sonrisa.

Damian toma su lugar y todos comienzan a subir en el altar.

—primeramente le vamos a pedir misericordia a Dios para que nos respalde en este día —les digo.

Nos tomamos de las manos y comenzamos a orar.

Media hora después.

Luego de terminar el ensayo me dispongo a bajar del altar.

—permitame madan —Damian me ofrece su mano como si fuera un principe para que baje del altar.

Trato de reírme por la pose que hace pero recuerdo que estoy en el altar y me quedo seria.

—tranquilo hermano Damián —contesto —yo puedo sola.

Bajo del altar y comienzo a caminar hacia mi silla, él camina a mi lado con sus manos en los bolsillos.

—ese vestido te queda genial —comenta mirandome de reojo.

—gracias.

—¿Dónde lo compraste? —me pregunta en voz baja.

Río ante su pregunta.

—pareces una chica curiosa.

—lo sé, pero es que cada día la líder se pone más hermosa.

Ruedo los ojos ante sus palabras, él siempre ha sido así.

—sabes que tú recochita puede salir cara —le advierto poniéndome seria.

Él me sonríe sin decir nada.

Llegamos a nuestros puestos.

Él se arrodilla a orar, yo voy a hacer lo mismo pero al ver quién o quienes están en la entrada del templo, cambio de parecer.

Camino hacia la salida mientras veo como mi pastor abraza a la hermana Alice dándole la bienvenida y como los ojos de ella se cristalizan.

—Dios los bendiga —saludo.

—amén —responden ambos.

—Gracia le presento una hermana antigua de la iglesia que yo antes pastoreaba —me dice el pastor, luego fija su mirada en ella —le presento a una de las jovencitas de la iglesia.

Ambas sonreímos.

—ya nos conocemos —dice ella.

Puedo ver sorpresa en los ojos de mi pastor.

—ella ha sido la que ha cuidado de mi hijo estos días.

—¿De Mibsan? —pregunta él.

Por lo visto mi pastor tiene bien presenta la familia Montreal.

—el mismo —responde ella.

De inmediato el rostro del pastor palidece y me mira con preocupación.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro