33. MAS MISERICORDIOSO QUE DIOS.
Eclesiastés 7
11 Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol.
¿Algunas vez han querido tener un súper poder?.
Yo si.
En este precisó instante deseo tener el poder de invisibilidad.
No entiendo cómo una niña como Elisabeth tiene una mente tan grande.
—pues lamento decirte que yo no soy la novia de tu tío —trato de ser lo más clara posible.
—pero...—ella insiste en hablar.
Me paro rápidamente y miro a Linda y la hermana Alice.
—creo que Mibsan tiene bastante compañía por hoy, a los pacientes no les hace bien la multitud de personas, así que yo mejor me voy.
La hermana Alice abrió su boca, pero antes de que dijera algo, yo salí casi que corriendo de ahí.
De verdad que si seguía ahí por más tiempo, iba a terminar muriendo de la vergüenza.
Para colmo de males apenas abro la puerta me encuentro con Zuar.
Trae una cara fatal, se ve entre desesperado, angustiado y enojado, incluso sus cabellos están más desordenados de lo normal.
Me da una corta mirada y se adentra en la habitación de Mibsan.
Lo primero que hace es correr a examinarlo.
Lo mueve de un lado a otro como si quisiera despertarlo.
—¿Que haces? —le pregunta la hermana Alice.
Él se detiene de golpe y es ahí cuando nota la presencia de ellas.
Su rostro cambia totalmente.
—hola mamá —saluda con su característica sonrisa.
—¡¡Tío!! —exclama feliz Elizabeth corriendo hacia él.
Él la toma en sus brazos y la levanta.
—¿Como está la princesa de la casa? —le pregunta mientras da vueltas con ella.
Ella no para de reír.
—oh mi ternurita —dice Linda poniéndose de pie.
Va y lo abraza.
«Ah pero ternurita».
«Si supiera lo que realmente es, no dijera eso».
Me quedo mirando esa escena tan bonita a la vista, pero con cosas tan secretas y ocultas.
Minutos después.
—aun no ha despertado —dice un Zuar aparentemente triste.
Incluso parece está preocupado por el estado de su hermano.
—no aún —le contesta Linda —pero ya puedo hablar con él.
—¿Telepáticamente? —pregunta Zuar con cierto horror.
Linda asiente.
—demonios —dice Zuar saliendo rápidamente.
Todos nos quedamos mirando sin saber el porqué de su reacción.
Luego yo también sigo mi camino.
—volveré mañana —le digo a la hermana Alice.
—espera no te vayas —Linda me intenta detener.
—dejala, —la detiene la hermana Alice —ella también necesita descansar.
Aligeró mis pasos llegando a las escaleras, las bajo, luego paso por la sala y finalmente llego a la puerta.
Salgo de ahí y comienzo a caminar por aquel camino de flores que me lleva hasta el portón.
A medida que camino siento una mirada en mi espalda, una mirada que me hace sentir un poco de miedo.
Eso hace que quiera salir más rápido de ahí.
Cuando finalmente ya estoy llegando al portón el cual está fuertemente custodiado por aquellos hombres de rostros feroces, decido voltear a ver hacia atrás.
Inmediatamente la miro.
Es la hija menor de los Montreal.
Ella me mira con una mirada extraña, como si...
Cómo si...
Cómo si me quisiera...
Me quisiera matar...
Creo que estoy exagerando un poco, como siempre.
Ella se me queda mirando un poco más al ver que ha sido descubierta, luego cierra la cortina dejandome un poco confundida por aquella mirada tan extraña.
Uno de aquellos hombres carraspeó su garganta volviendome a la realidad.
Lo miro y es ahí cuando veo que el portón ya está abierto.
Salgo y este inmediatamente es cerrado nuevamente.
Afortunadamente mi chófer de confianza ya está aquí.
Es una pena que él no pueda entrar a la mansión Montreal, porque aquí solo entran personas seleccionadas, son muy desconfiados.
Yo no los culpo porque oí a una de las empleadas hablar con otra y decir que aquí han puesto bombas.
Aunque no sé si eso sea realmente verdad.
Por cierto hoy no ví a la joven que me llevo la cena ayer, la cual quería hablar conmigo.
Si la veo mañana le preguntaré que era lo que le pasaba.
Subo al auto.
—¿Cómo está señorita? —me pregunta el chófer.
—bien —le respondo.
Él comenzo a conducir y mi teléfono empieza a timbrar.
Apenas miro quien es, corto la llamada.
Es Cristian.
Nuevamente vuelve a timbrar.
Otra vez corto la llamada.
Él vuelve a llamar.
Decido apagar el teléfono.
Es de la única manera que puedo estar en paz.
Meto mi mano al bolsillo y tocó la inyección.
La cura para que Mibsan despierte.
No sé la puse porque había muchas personas.
Además mi superior dijo que nadie se podía enterar de aquel medicamento, porque eso sería para problemas.
Por esa razón tengo que ponerle está inyección secretamente a Mibsan.
Unas horas después.
Debido a un trancón hemos llegado un poco tarde a la mansión donde vivo.
Me bajo del auto al ver que hay alguien parado en el portón al cual los escoltas quieren quitar.
Apenas reconozco quien es, me arrepiento de haber descendido.
—¡Gracia! —corre hacia mi.
Intenta tocarme, pero afortunadamente los escoltas de mi primo lo alejan.
—¿Que haces aquí? —le pregunto molesta.
De verdad que está obsesionado conmigo, incluso ya sabe en dónde vivo.
—vine a verte por cuánto no obtenía respuesta de mis llamadas —responde.
—eso es porque no quiero hablar contigo por llamada, mucho menos en persona —trato de ser lo más clara posible.
—pero tienes que oírme —suplica.
—lamentablemente ella no te quiere oír —escucho una voz a mis espaldas.
Volteo a ver y me quedo asombrada.
No sé en qué momento Jak llegó y bajo de su auto.
—llevenselo —le ordena a los escoltas.
Estos inmediatamente obedecen.
—y no permitan que cosas como esas se acerquen a la mansión —les sigue diciendo.
—si jefe —responden todos.
—si deseas me encargaré que no vuelvas a verlo ni en pintura —me dice a mi.
Veo como meten a Cristian en el baúl de uno de los autos de los escoltas.
Eso hace que imaginé lo peor.
—¡No! —me apresuro a decir —no es para tanto, solo es un compañero de prácticas, deja que se vaya por su propia cuenta.
Él mueve la mano y los hombres sacan a Cristian del baúl.
Suspiro aliviada.
Él les da una mirada de horror antes de salir corriendo por su propia cuenta.
—¿Estás bien? —pregunta Jak preocupado poniendo sus manos sobre mis hombros.
—lo estoy —respondo.
—ya me dijeron que ese sujeto te está acosando y yo de tiempo sé que él está tras de ti, no pienso responder si se me acaba la paciencia, —me dice enfadado —eres mi prima y nadie tiene derecho a tocarte a menos que tú se lo permitas.
—ya, cálmate —le digo.
Él suspira.
—eres demasiado buena —comenta —y no se puede ser más misericordioso que Dios.
No le contesto nada.
—eso de ser tan buena, en el futuro te va a pasar factura de cobro. —continua.
Yo bajo la cabeza.
Es en vano discutir con mi primo, él siempre tiene las de ganar.
Él al ver que no obtiene respuesta, se acerca más a mi y me abraza.
—ven aquí —me dice —hoy vine a consentirte, no vine a regañar.
Yo correspondo a su abrazo.
—hueles a loción de hombre —me dice.
—Pues tu loción —le digo.
—no, —contesta —es la loción de tu superior.
Inmediatamente me aparto de él y lo miro asombrada.
«¿Como puede percibir eso?».
Además.
«¿Como sabe que es la loción del superior?».
—¿Tienes algo que contarme? —pregunta.
Recuerdo el abrazo que él superior me dio.
Recuerdo que me dio la inyección para Mibsan.
Pero nada de eso puedo contarle a mi primo, porque es confidencial.
—no. —respondo.
Veo como por sus ojos pasa un pequeño destello de tristeza.
Pero es algo muy leve porque al instante está sonriendo.
Suspiro aliviada al ver que no me cuestionó y me sacó la verdad.
—ven, —me toma de la mano —quiero enseñarte algo especial.
Entramos a la mansión y él me guía hacia el sótano, es un lugar de la mansión donde me tiene prohibido solemnemente entrar.
—¿Que vamos ha hacer ahí? —pregunto cuando comenzamos a bajar las escaleras. —se supone que es un lugar prohibido.
Él se detiene y me mira.
—si, —responde —pero ya no.
Continuamos bajando las escaleras.
Me comienzo a llenar de curiosidad cuando el introduce el código de seguridad.
—pon tu dedo —me dice —desde ahora está puerta solo se abrirá con tu huella.
Hago lo que él me dice y efectivamente mi huella queda guardada.
—ahora cierra los ojos.
Obedezco, el abre la puerta y me ayuda a entrar.
Tengo mucha curiosidad por abrir los ojos, pero decido esperar.
—ya puedes abrirlos —habla él.
Los abro y quedó totalmente asombrada.
—¡¡Aaaaaaaahhhhhhh!! —comienzo a gritar de la emoción.
Luego mis ojos se comienzan a llenar de lágrimas.
Definitivamente tengo al mejor primo de todo el mundo.
Me ha acabado de regalar un laboratorio en donde puedo almacenar todos los medicamentos posibles, incluso puedo crear unos nuevos, aparte de eso puedo hacer mis propias investigaciones, e incluso hay un lugar específico para atender pacientes, es como un mini hospital.
Es algo con lo que siempre soñé, pero nunca creí posible porque eso vale millones de millones.
Corrí a los brazos de Jak y lo abrace.
—gracias.
—feliz cumpleaños primita.
Narra Fares:
Me encuentro parado frente a la ventana.
Estoy en una casa provisional ya que aunque me duela decirlo, mi amada me echó de la casa.
No me preocupé porque siempre voy a tener a donde ir.
Pero si me dolió que mi amada halla hecho eso, pero sé que por amor a sus hijos ella es capaz de hacer eso y mucho más.
Si tan sólo supiera las muertes que estaba evitando con tener dormido a Mibsan, pero claro ella no lo entendería.
Ella no soportaría saber lo malvado que es Mibsan.
Por un poco y es mi misma imagen.
Aunque prácticamente lo es.
En este momento me encuentro un poco turbado o bastante turbado por una persona en especial.
Es una chica.
Pero no es cualquier chica.
Es una chica de otra realidad por así decirlo, de la cual no me podría deshacer.
Ella ha estado cuestionando en todo momento casi la mayoría de todas mis decisiones.
He decidido ignorarla, al fin y al cabo es solo una niña por así decirlo, pero aún así habla como toda una mujer.
En estos momentos estoy viendo uno de los mensajes que más me ha llamado la atención.
Es una pregunta que retumba en mi mente.
«¿No creé que debería de dejar de lado todo lo malo?».
De verdad que esa pregunta me sorprendió y me hizo cuestionar bastante, claro está que no se lo dije.
Aparte de eso también me ha citado la biblia en Apocalipsis.
Eso me hace pensar que quizás, solo quizás Dios me esté llamando.
No puedo creer que una chica como ella me esté haciendo cuestionar de mis dediciones.
Yo le dije que ya la había embarrado que ya no tenía esperanza.
Pero ella incluso se puso como ejemplo.
«También le he fallado, también pensé así, se que el mal esta en mi pero me encontré con este versículo..."con amor eterno te amado, por tanto te prolongue mi misericordia" y..."En esto mostró Dios su amor por nosotros, en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros».
Al leer esto sentí una punzanda muy fuerte en mi pecho, algo que solo sentí cuando me volví a encontrar con mi antiguo pastor.
Lo último que le escribí es que ya no podía continuar con esa conversación, pero eso no significa que me pueda olvidar de esas palabras.
La puerta se abre de golpe y me deja ver a un Zuar el cual parece que le va a dar algo de lo enfadado que está.
—¡¡Lo destruyó, lo destruyó!! —grita golpeándo la pared.
—¿Quién destruyó que? —le pregunto calmado.
—mi pequeño imperio, —responde —Mibsan lo destruyó como si nada.
Eso ya lo sabía.
Es imposible que cuando Mibsan actúa no deje el desastre por doquier.
Incluso sus enemigos que pensaban que se había muerto o algo parecido, ya están temblando nuevamente.
—no entiendo cómo lo hizo si todavía no ha despertado —comenta.
—yo si sé —le digo. —¿Le has puesto el medicamento?.
Él niega con la cabeza.
—es prácticamente imposible, considerando que mi madre y esa Gracia lo protegen.
—entonces no te quejes —le digo —si Mibsan tuviera ese medicamento, solo podría escuchar, pero sin ese medicamento puede incluso comunicarse dormido y mover sus hilos, además ya está pronto por despertar.
Zuar me mira confundido.
—¿Como es posible eso? —pregunta.
—eres muy ingenuo, —me río —tu hermano tiene incrustado un chip.
—¡¡Queeee!! —grita Zuar con horror.
—y eso sin contar que se comunica telepáticamente con Linda.
Fin de la narración.
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