32. LE GUSTAS A MI AMIGA.
Jueces 9
38 Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él.
Salimos de la oficina del superior.
No les voy a negar que me encuentro súper feliz y ansiosa por tener aquél medicamento que puede despertar a Mibsan.
De verdad que valoro este gran esfuerzo que está haciendo mi superior por ayudarme, que Dios lo bendiga bastante y le recompense.
Sigo sus pasos hasta descender por unas escaleras que nos conducen hasta donde está el laboratorio del hospital, ahí solo pueden entrar personas autorizadas como él.
Esta vez yo voy a entrar gracias a él.
De repente siento un mal presentimiento en mi corazón.
«Detente».
Siento una voz que me habla en lo profundo de mi ser.
Pero por una vez en mi vida decido ignorarla ya que sino entro al laboratorio con mi superior, este no me va a dar el medicamento que tanto necesito.
Sigo bajando las escaleras.
A medida que me acerco, más insistente se oye esa voz dentro de mi ser.
Pero hago el esfuerzo por ignorarla.
De pronto mi teléfono comienza a timbrar.
Lo saco de mi vata y veo que es Jak.
—hola —contesto.
Veo como mi superior me voltea a ver con cara de pocos amigos por contestar esa llamada pero no dice nada.
Por momentos su mirada tiende a ser un poco intimidante.
—hola —me saluda Jak —¿Como estás?.
—muy bien, gracias a Dios —respondo.
—¿Que tal te va en la casa de los Montreal? —pregunta.
Pienso en decirle todo.
Pero no lo hago.
Si lo hago lo más seguro es que me obligará a renunciar y no quiero eso.
—muy bien. —respondo.
Trato de que mi voz suene firme.
Él suspira.
—¿Estás bien? —me pregunta de repente.
—lo estoy —respondo.
—¿Estas en el hospital? —sigue preguntando.
Me siento como víctima de un interrogatorio.
—si lo estoy.
—voy a recogerte —me dice.
—¡No!, —le digo —no es necesario.
—¿Estás segura?.
—si, si lo haces Emily se pondrá celosa.
Mi superior carraspea la garganta.
Lo volteo a ver y él me hace señas para que corte la llamada.
—ya me tengo que ir —le digo a mi primo —por favor saluda a Emily de mi parte.
—Gracia —me dice con voz angustiante.
—¿Que?.
—no quiero perderte —me dice.
Esto hace que se me contraiga el corazón de dolor.
Mi primo me quiere demasiado, soy como su especial tesoro y siempre cree que estoy en peligro.
—no me perderás —le aseguro —además yo puedo cuidarme sola.
—eso espero —me dice.
Finalmente corta la llamada.
Es ahí cuando me percato que estamos frente a la puerta del laboratorio.
Es un lugar tan solitario que da un poco de miedo.
Afortunadamente no estoy sola.
Aunque no sé qué sea mejor.
Lo importante es que todo esto lo estoy haciendo por Mibsan, por su bienestar.
—entra —dice el superior luego de sacar la llave y abrir aquella puerta.
Obedezco.
Quedo en shock al ver tanta medicina.
Me comienzo a pasear por todos los estantes, incluso hay una nevera en donde tienen toda aquella sangre que es difícil de conseguir.
Es como si estuvieran preparados para una guerra.
Fue tanto el asombro que incluso me olvidé a que había venido.
—mira —habla el superior a mis espaldas.
Me giro de inmediato quedando cara a cara.
Demasiado cerca para mí gusto.
Quiero apartarme, pero apenas mis ojos se encuentran con los suyos hay algo que me detiene.
Siento como que...
Como si él...
No sabría explicarlo.
Me quedo mirándolo más para saber que es esto que estoy sintiendo.
Pero de repente él se aparta como si se estuviera quemando.
—toma —me entrega una inyección —ese es el medicamento que despertará a tu paciente, entre más rápido le pongas está inyección en el suero, será mucho mejor.
—¡Gracias, gracias! —exclamo feliz.
Sin pensarlo mucho me tiré a su cuello y lo abrace.
Fue un abrazo al cual él no correspondió.
Inmediatamente recordé que es mi superior eh intenté separarme.
Pero cuando lo fui a hacer, el también me abrazó.
Sentí una calidez extraña, algo que jamás había sentido.
Era como si...
No sé.
Mi corazón estaba latiendo más de lo normal.
Intenté apartarme pero el me detuvo.
—solo un poco más —me rogó —es la primera vez que recibo está clase de abrazos.
No sé porque pero esas palabras me dolieron.
Tal parece que el superior es así de frío porque no tiene alguien a su lado que le dé afecto.
Sin pensarlo mucho lo vuelvo a abrazar.
Narra Zuar:
Estoy caminando por el pasillo del segundo piso de la mansión.
Miró de reojo la habitación de mi hermano.
Pero no me atrevo a entrar.
Mi madre es más inteligente de lo que creí, si me descubre, posiblemente cumpla su amenaza y estaría en serios problemas con mi padre.
Será mejor encargarme de Gracia, antes de que él efecto de aquel medicamento pase y Mibsan se despierte.
Si se despierta me será muy difícil enfrentarlo.
De pronto mi teléfono timbra.
Voy a mi habitación y contesto.
—¿Que pasa? —pregunto.
—estamos en problemas jefe —responde uno de mis hombres agitado.
Puedo escuchar disparos de fondo.
Me alarmó al ver que la situación no es para nada buena.
—¿Que ha pasado? —pregunto.
—nos han interceptado y ahora quieren llevarse el cargamento.
—pues peleen —les ordeno.
—eso estamos haciendo, pero esos hombres son más adiestrados que nosotros, me temo que son los hombres entrenados por el mismísimo bestia.
—es imposible. —contesto al recordar que mi hermano está al lado de mi habitación inconsciente.
—pues me temo que no es imposible —responde con voz medrosa.
—ya voy para allá.
Abro la ventana y me salgo por ahí.
Afortunadamente mi auto ya está listo fuera de la mansión.
Salgo por la puerta secreta para que mi madre no se dé cuenta.
Una hora después.
Llegó al lugar de los hechos y ya es demasiado tarde.
Solo hay un desastre, hombres muertos por todos lados y del cargamento no se sabe absolutamente nada.
Veo a mi mano derecha, ahí está el hombre que estuvo conmigo muchas veces exponiendo su vida, fue como ese apoyo en los momentos más difíciles, se encuentra con un hueco en el corazón, todavía sostiene el teléfono en su mano.
Posiblemente lo mataron cuando la llamada se terminó.
Veo que en su otro mano sostiene un papel.
Lo tomo y apenas lo abro leo mentalmente.
«Esto es solo un pequeño detalle hermanito, para recordarte que yo siempre tengo el control, así que no me provoques y no intentes pasarte de listo con Gracia, ya terminé tu imperio, pero puedo hacer mucho más».
Puedo ver claramente por su forma de expresión que esto no pudo ser de nadie más que no sea mi hermano Mibsan.
Pero no entiendo cómo lo hizo si está en coma.
A menos que...
A menos que ya esté despierto y nos este engañando a todos.
Fin de la narración.
Acabo de llegar a la mansión de los Montreal.
Apenas bajo del auto, la brisa fresca me recibe haciendo que me abrace a mi misma.
Es imposible no recordar el tacto que sentí cuando el superior me abrazó.
Sé que es raro, pero ese abrazo se sintió bien.
Aunque después que terminó ví que el superior se sintió culpable y me pidió que me fuera.
Fue extraño, pero no le quiero dar importancia.
Sonrío al sentir la inyección en mi bolsillo y camino hacia las puertas de la mansión.
Minutos después.
Luego de saludar a la hermana Alice me dispongo a ir rápidamente para ver a Mibsan.
De verdad que anhelo con todas mis fuerzas verlo despertar.
Llegó hasta su puerta y tomo aire antes de abrirla con una gran sonrisa en mis labios.
Jamás en mi vida me había sentido tan feliz de ayudar a alguien.
—Mibsan —digo apenas abro la puerta —ya tengo la forma de des... —me callo de golpe al ver quién está aquí.
—¿Gracia? —dice mirándome.
Se pone de pie y camina hasta mi.
Yo mientras tanto me quedo quieta en mi lugar asimilándolo todo.
—¡¡Gracia!! —exclama feliz abrazándome —así que tú eres la doctora personal de mi hermano ¿Eh?.
—eso parece —respondo un poco asfixiada por su abrazo.
—estoy tan feliz de que seas tú —dice sin soltarme —y no solo yo, mi hermano también, de razón que no me dio avisos de nada, pues si estaba con la mejor.
Sonrío como respuesta sin entender lo que dice.
«¿Como le va hacer saber Mibsan si está en coma?».
Finalmente me suelta y puedo volver a respirar.
—gracias Gracia por cuidar de mi hermano —me dice con sinceridad —apenas mi madre me reveló su estado, no dude en venir a verlo, me preocupé mucho, pero al ver su rostro supe que estaba bien, incluso me dijo que pronto va a despertar, por eso estoy tranquila.
No entiendo cómo fue que se comunico con él, si se supone que está en coma, pero aún así le sigo la idea.
Es mi mejor amiga así que siempre estaré con ella, aunque no entienda muchas cosas de ella y su familia.
—entonces yo también estoy feliz —contesto mirando el rostro de Mibsan el cual se comienza a ver lleno de vida y por poco me atrevo a decir que está sonriendo.
—¿Cierto que es guapo? —me pregunta Linda.
—si, —respondo —lo es.
—¿Te gustaría casarte con él?.
—solo si es la voluntad de Di... —me tapo la boca al darme cuenta de lo que estoy diciendo. —¡Linda! —la regaño.
—¿Que? —se encoje de hombros —por lo visto a mí mejor amiga le gusta mi hermano —canturrea.
—callate —intento taparle la boca.
Me he puesto roja como un tomate de la mera verguenza.
—¡Mibsan —grita mientras corre por la habitación para que no la alcance—¡Tu le gustas a mi amiga!.
En momentos así cuando mi amiga se pone cansona, desearía meterme en un huequito.
—callate —le digo con tono suplicante.
De verdad que me aterra la idea de que Mibsan este escuchando.
—¿Sabes? —dice parándose en el extremo de la habitación —Mibsan me acaba de decir que ya sabía.
—deja de mentir —le digo al borde del colapso.
Ya no puedo con tanta vergüenza.
—es la verdad —me dice —nosotros nos comunicamos telepáticamente, por algo somos mellizos.
Siempre he escuchado eso.
Pero pienso que eso es un cuento reforzado.
Es imposible que algo así acontezca en la realidad, solo pasa en las películas.
—cambiemos de tema —le ruego.
No quiero que llegue la señora Alice y nos escuche hablando de esto.
—okey —dice sonriendo inocente.
Se acerca a mi y me jala del brazo, me hace sentar para los pies de la cama de Mibsan que por cierto es bien cómoda.
Se acerca a mi oído.
—te voy a contar con pelos y señales mi luna de miel —habla despacio —¡Fue fantástica! —por poco y me deja sorda.
Instintivamente me cubro la oreja con la mano.
—al principio tenía mucho miedo —me dice —me aterraba la idea de que me llegará a lastimar, pero una noche cualquiera...
Ella sigue y sigue contando hasta que comienza a decir cosas demasiado íntimas que me ponen incómoda porque yo soy soltera y jamás he tenido a nadie.
—basta, —la detengo —suficiente, ya no quiero escuchar más.
Justo en hora buena porque en ese momento la puerta se abrió y entró la señora Alice acompañada de una hermosa princesa.
—por lo visto están en reunión de chicas —comenta —solo falta Annie, me imagino lo incómodo que Mibsan ha de estar al escucharlas.
Ruego mentalmente que no haya oído nada, de lo contrario no podré mirarlo a los ojos después.
La hermana Alice se sienta con nosotros mientras Elizabeth la hija de Linda me mira con curiosidad.
—hola —la saludo con dulzura.
Ella sonríe.
—¿Eres la novia de mi tío? —pregunta de repente.
Nuevamente mis mejillas se ponen calientes.
Creo que madre he hija se pusieron de acuerdo para conspirar contra mi.
—¡Nooo! —respondo —por supuesto que no.
—¿Entonces por qué estás en su habitación? —pregunta. —mi tío dijo que solo las mujeres de la familia podrían entrar a su habitación y su novia nada más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro