3. VIVIENDO UN INFIERNO.
Nota: hola a tod@s muchas bendiciones.
Pues que les digo.
No pensaba continuar la historia aún, porque estoy en la historia de J3.
Pero como dije antes, está historia será posiblemente una de las últimas, a menos de que la hagan avanzar con comentarios.
Pensé que ya nadie lo haría porque ya ha pasado tiempo desde la última actualización.
Pero una de mis principales lectores tomo el reto y decidió completar los comentarios que faltaban para que la historia continuará.
Así que si les interesa el desenlace de esta historia, ya saben que hacer.
Apoyenla con sus comentarios.
Si encuentro 50 comentarios como mínimo, entonces la seguiré publicando.
Por favor no se tarden, no me dejen olvidar la trama jejeje.
Dios les bendiga mucho y a ti mi queridísima Caro, ya que gracias a ti y demás niñas hermosas como JaelKaren han hecho posible esta publicación.
Un saludo muy especial para ti Jael, se te quiere mucho y gracias por tus comentarios de verdad que para mí son muy valiosos.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - 1 Corintios 1
27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;
28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
—te felicitó por tener esos anhelos —me dice.
La miro con entusiasmo.
—¿Quiere decir que si puedo? —pregunto ilusionado.
La verdad es que me da mucho dolor ver aquellos niños en la calle sin un hogar ni quien se preocupe por ellos.
—por supuesto que si mi pequeño pastor —responde mamá —es más, yo misma me encargaré de hacer esas deliciosas galletas y papá te acompañará a dejarlas.
—¡Yupiiiii! —exclamo feliz.
—¿Estaban hablando de mi? —pregunta papá a mis espaldas.
Volteo a ver, él viene con su bolso, mi madre se pone de pie, le da la bienvenida con un abrazo y un beso.
—¿Cómo te fue mi amor? —pregunta.
—muy bien —dice él.
Luego se acerca y comienza a depositar besos y abrazos a todos nosotros.
—¿Cómo están mis tesoros? —pregunta. —¿Que tal la escuela? —nos mira a Linda y a mi.
—bien papá, bien —dice mi hermana.
Mi padre sonríe satisfecho.
Es ahí cuando aprovecho para contarle lo que quiero hacer.
—me parece muy bien —me dice —si tu madre está de acuerdo, yo no tengo problema con eso.
Me encanta la forma de ser mi papá, él siempre me apoya en todo, definitivamente cuando sea grande quiero ser como él.
Horas después.
Luego de haber pasado un rato en familia, en dónde estubimos jugando con papá y mamá, nos alistamos rápidamente para ir al culto.
Después de estar listos subimos todos al auto, mi padre comenzó a conducir y puso música a todo volumen.
Mis hermanos y yo comenzamos a cantar.
Así la pasamos todo el camino hasta que finalmente llegamos a la casa de Dios.
Me baje de primero y le tuve la puerta a mis hermanos para que ellos también bajarán.
Luego de que papá parqueara entramos todos a la misma vez.
Él ujier nos saludo dándonos la bienvenida y como siempre buscamos las primeras sillas.
Yo con mis hermanos nos sentamos en las sillas pequeñas, yo me hice al lado de mamá, ella se arrodilló a orar y yo me puse a ver todos los dibujos que hay en mi biblia.
De repente sentí una mirada sobre mi.
Levanté mis ojos de la biblia y me encontré con la mirada del pastor el cual me miraba desde el lugar en donde estaba arrodillado.
Le dedique una sonrisa a la cual el correspondió y seguí viendo la biblia.
Narra pastor:
Estaba orando en el altar tranquilamente, pidiéndole a Dios que me diera el mensaje para su pueblo ya que no quería salir con cualquier cosa.
Mientras yo oraba y pedía misericordia, podía oír como los hermanos llegaban y se ubicaban a orar.
Una que otra vez levantaba la mirada para ver y entre todas las familias que habían llegado, ví la familia Montreal.
Una familia digna de ejemplo, han sido de mucha bendición en la iglesia.
Por un momento detuve mi mirada en el hijo mayor de ellos y decidí orar por él.
—Dios yo te pido para que tomes en tus manos este niño y hagas de él un instrumento —comienzo a pedir.
—YO QUIERO HACER DE ÉL UN PASTOR —escucho una voz en lo profundo de mi corazón —PERO EL ENEMIGO QUIERE FRUSTAR ESE PROPÓSITO.
Levanto mi mirada nuevamente hacia aquel niño el cual está contemplando su biblia.
Fue como si sintiera mi mirada sobre él porque levanto su cabeza y me miró.
Me dedico una sonrisa a la cual yo correspondí y luego continuo en lo suyo.
Yo seguí mirándolo y de repente todo desapareció, solo estaba aquel niño.
Quedé atónito al ver que en sus manos ya no estaba la biblia, ahora había un revolver el cual él no dejaba de acariciar.
Mayor fue mi sorpresa al ver que aquel niño ya no era un niño, ahora era todo un hombre el cual estaba rodeado de gente malvada cuyos rostros eran rostros de asesinos.
Veo como él manda, hace y deshace.
—ESO ES LO QUE QUIERE EL ENEMIGO PARA SU VIDA, MAS YO NO QUIERO ESO —vuelvo a oír la voz en mi corazón.
Mis ojos se llenan de lágrimas mientras comienzo a orar y le pido a Dios que tenga de aquel pequeño misericordia y no permita que él enemigo haga de él semejante cosa.
Vuelvo a mirarlo y ya nuevamente todo está como era desde un principio.
Me paro del altar y voy hacia donde se encuentra él y su madre.
Por un momento pensé esperar a que el culto terminará, pero al final decidí hacerlo ahora mismo.
Pongo mi mano en el hombro de la hermana Alice, ella levanta su mirada y se sorprende al verme llorando.
—vele mucho por su hijo —le digo entre lágrimas —el enemigo le ha pedido, quiere hacer de él algo horrible.
Ella voltea a ver a su pequeño y niega con la cabeza mientras comienza a llorar.
Él niño me mira confundido.
Fin de la narración.
Después de que él pastor dijo aquellas palabras, mi madre comenzó a clamar como nunca por mi y por mis hermanos, ella decía que no quería que nos pasará nada.
Pero de repente las cosas en la casa comenzaron a ir mal.
Mi papá comenzó a estar extraño.
De pronto mi mamá ya no sonreía como antes y su mirada permanecía perdida, aunque siempre se esforzó por darnos una cálida sonrisa, aunque fuera falsa.
Yo como era el mayor, siempre me enteré de cosas que mis hermanos nunca supieron.
Muchas veces en las noches me detuve a escuchar las conversaciones de papá y mamá en su alcoba y supe que algo andaba mal, muy mal.
Lamentablemente solo era un niño y jamás creí que las cosas fueran a llegar hasta donde llegaron.
Días después.
Nos encontrabamos en el colegio, estábamos en medio de una clase cuando papá llegó rodeado de escoltas y nos sacó de ahí rápidamente sin darnos tiempo de nada.
En ese momento súpe qué aquello que estaba pasando ahora había empeorado y temí lo peor.
Pero la palabra peor, no le hace justicia a todo lo que pasó.
Papá nos hizo subir rápidamente en el coche y condujo a toda velocidad hasta la mansión, mientras más carros nos escoltaban.
Yo no decía nada, pero estaba muy angustiado mientras miraba a Linda y mis demás hermanos.
Finalmente llegamos a casa mis hermanos y yo bajamos del auto, corrí con la intención de ir a ver a mamá, pero todo paso demasiado rápido.
Se escuchó un horrible sonido, haciendo que la mansión en dónde estaba mamá volará en pedazos.
Aquella casa en dónde viví mis primeros años y pase tantos momentos inolvidables.
Ví como papá se detuvo en seco mientras él humo de aquella explosión subía al suelo.
Yo simplemente no podía creer lo que veía.
De repente mis oídos hicieron:push.
Y desde ese momento no pude escuchar más, solo había un fuerte dolor en mis oídos, tan fuerte que me hizo caer al suelo.
Lo único que hice fue taparme los oídos lo más fuerte que pude mientras un líquido caliente corría por mis dedos.
Linda se acercó a mi e intento ayudarme.
Ella me decía algo, creo que pronunciaba mi nombre, pero yo no podía oírla, el dolor era insoportable.
De repente perdí el conocimiento.
Fue ahí cuando comencé a vivir un infierno.
Mi madre me dijo que él infierno estaba debajo de la tierra, pero luego me di cuenta que aquí también está.
Porque lo que yo y mis hermanos vivimos fue un verdadero infierno.
Cuando recupere la conciencia, me encontraba con mis hermanos en un lugar horrible.
Un lugar que olía a toda cosa inmunda, menos a bueno.
Un lugar en donde incluso había ratas.
Podía ver a mis hermanos mover sus labios y abrir sus bocas llenos de terror, pero lamentablemente no lograba escucharlos.
Al principio no sabía que era lo que me pasaba, luego con él tiempo logré comprender que había quedado sordo.
También supe que mamá había muerto en aquella explosión y por si fuera poco nuestro padre se olvidó de nosotros.
Pero ni aún con todo eso era suficiente.
En este horrible lugar en donde vinieron y nos votaron, había una bruja por así decirlo.
Una bruja llamada Ogla.
De verdad que jamás olvidaré ese nombre.
Aquella bruja se encargo de hacernos la vida cuadritos, lo único que le faltó fue cocirnarnos vivos y comernos.
Era una señora regordeta y con un rostro aterrador, incluso sus dientes estaban podridos, algunos ni siquiera estaban, haciendo que fuera más fea de lo que ya era.
Fue el primer y horrible rostro que vimos en ese lugar.
Ella nos saco de esa horrible habitación si es que así se le puede llamar al asqueroso lugar en donde nos tenía encerrados.
Veo como mis hermanos lloran pero no logro a oírlos.
Aquella mujer dijo unas palabras, las cuales yo tampoco oí.
De repente con su gran mano, se acerco y azotó el pequeño rostro de Annie.
Lo peor de todo es que no sabía que hacer, aparte de eso mis oídos seguían doliendo y supuraban algo horrible.
Creo que Linda estaba intercediendo por mi ante esa bruja, pero a ella le dió igual.
Yo temblaba y me sentía fatal, sentía que me iba a morir y no entendía nada de lo que estaba pasando.
Cómo es que después de llevar una vida feliz, terminamos en esto.
Con el pasar de los días, me di cuenta de que estábamos en un orfanato por así decirlo.
Incluso me acostumbré a los constantes castigos y tuve una cosa bien clara.
Esa bruja odiaba a los niños, pero conmigo era un caso especial, a mí me odiaba más que a todos.
La razón era porque yo no acataba sus órdenes y aunque quisiera hacerlo, no podía escucharla.
Era así como siempre me azotaba a tal punto de perder el conocimiento.
Tantos eran sus azotes que llegue al punto de no sentir dolor.
Lo que si me dolió en el alma era que mi hermana melliza se metía, haciendo que esa mujer sin corazón también la golpeara.
Fue ahí donde súpe qué a como diera lugar, debía de salir de ahí si o si y llevarme conmigo a mi hermana.
Pero yo era muy pequeño para escapar, no tenía salida.
Así fue como mi corazón fue llenándose de odio y me olvidé de que existía Dios.
Ahora lo único que quería era venganza, era irme de ahí.
Con el paso de los días comencé a entender el movimiento de los labios de tal manera que sabía que era lo que decían.
A mí hermana melliza si la entendía a la perfección, era como si tuviéramos telepatía.
Con todo y ese infierno que vivíamos, estar con mi hermana melliza me hacía feliz.
Hasta que.
Hasta que un día desapareció.
O mejor dicho la desaparecieron.
Aquella vez llegó un joven aparentando ser un chico bueno que supuestamente nos venía a ayudar, pero aquel desgraciado hizo que se llevarán a mi hermana.
La vendieron como si fuera mercancía, lo peor de todo es que yo no pude hacer nada, ni siquiera estuve en ese momento porque yo me quedé en el comedor.
Solo ví salir a mi hermana, pero ella nunca regresó.
Fue ahí cuando sentí que me arrancaron el alma y lo poquito de bueno que tenía, se esfumó.
Ahí fue donde me enteré de que los niños eran vendidos y que muchos de ellos les sacaban los órganos y los llevaban al mercado negro.
Sé que es demasiada información para que un chico de cinco años lo supiera, pero a mí me tocó crecer antes de tiempo.
Parecía que iba a morir.
La señora Ogla se esforzaba mucho porque así fuera, me encerraba muchos días sin darme nada de comer a tal punto que tuve que comerme las ratas para poder sobrevivir.
Parecía que aquellos planes de venganza que me había hecho yo solo en mi cabeza, se iban a quedar frustrados con mi muerte.
Pero un día todo cambio.
Aquel día cuando me sentía morir en aquella habitación oscura, mordido de ratas.
Ví como llegó la luz.
La bruja esa abrió la puerta.
Ya hasta había perdido la cuenta de cuento tiempo llevaba ahí, solo sé que sentía morirme.
—¡Levántate mocoso! —me tomo del brazo y me levantó.
Cómo era incapaz de caminar me llevo de rastra.
Si ella hubiera sabido lo que iba a pasar, posiblemente nunca me habría sacado.
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