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25. NO PUEDO MÁS.

Génesis 39
14 llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces;

15 y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió.

16 Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa.

17 Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme.

18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

19 Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor.



Por un momento solo me quedé quieta en mi lugar analizando la situación sin atreverme a ver a Mibsan.

Lo único que hacía era mirar hacia la puerta mientras trataba de calmar los nervios tan terribles que tenía.

Estaba súper asarada.

Mis mejillas estaban como un tomate.

Y me sentía súper extraña estando en la habitación de este chico completamente sola, a pesar de que él está inconsciente.

Yo siento como si estuviera despierto sentado en esa cama esperando a que yo lo volteé a ver.

Incluso hasta imagino lo que me va a decir.

«—¿Piensas quedarte como estatua ahí para siempre?».

Con solo imaginar su gruesa y profunda voz llena de misterio que hace que quieras hablar más con él, me pone super nerviosa.

Definitivamente en estos momentos mi mente no es mi mejor aliada.

Ni hablar del corazón que lo único que hace es saltar emocionado.

Esto que estoy sintiendo y experimentando jamás me había pasado antes.

Al final decido tomar una decisión.

«Creo que lo mejor es irme».

Ni siquiera me atrevo a mirarlo.

Pongo mi mano en el picaporte de la puerta para abrir, pero algo me detiene.

Al final quito mi mano de ahí y me volteo lentamente hacia donde supongo está Mibsan.

Apenas lo miro un nudo se forma en mi garganta.

Se ve tan deplorable ahí en esa cama.

Poco a poco camino más hacia él y lo único que puedo percibir es muerte en esta habitación.

Se siente un ambiente terrible.

Es como si los demonios se pasearán a la espera de que su alma salga del cuerpo para llevarsela.

Unas cuantas lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas al ver su triste condición.

Llegó hasta el borde de su cama y veo su rostro totalmente pálido, parece que está en un sueño del cual nunca fuera a despertar.

«Ahora entiendo porque su madre estaba llorando».

«¿Como no va a llorar viendo la triste y dolorosa situación de su amado hijo?».

Es que hasta a mí que no soy nada de él, me duele tanto, no me imagino a ella viéndolo todos los días sin esperanza de que vaya a despertar.

«No puedo más».

Quisiera salir corriendo he ignorar el dolor tan terrible que siento en mi pecho al ver la condición de este varón.

Pero no puedo.

Dios no me ha mandado a eso.

Dios me ha puesto para que vaya por las almas, aquellos que van por el mundo sin el temor de Dios y efectivamente Mibsan es uno de ellos.

Me arrodillo al borde de la cama y pongo mi mano sobre su hombro.

—Dios mío por favor, —comienzo a orar con todo el alma —ten misericordia de él, ayudalo así como un día me ayudaste a mi, sal al encuentro de él, no sé cuál sea el camino que lleva, pero te pido que si es un mal camino, se lo estorbes...

Continuo orando con todas mis fuerzas.

Cuando abro los ojos puedo ver cómo el ceño de Mibsan se frunce mientras gotas de sudor corren por su frente.

Se ve bastante perturbado como si estuviera teniendo una fuerte batalla ahí inconsciente.

—no te preocupes —le digo sin dejar de llorar —todo va a estar bien.

Por poco y se me hizo ver que él movió su cabeza en negación.

Pero fue algo tan leve que no sé si fue real o yo lo imaginé.

—entregale todo lo que tienes a Dios, —le sigo diciendo —rindete a Él y todo va a estar bien.

No puedo creer lo que estoy viendo.

Esto si es cien por ciento real.

Puedo ver cómo los ojos de Mibsan se humedecen y de ellos salen dos lágrimas.

No pude ser indiferente a tanto y lo abrace.

Lo hice con mucho cuidado de no mover alguno de los cables a los que estaba conectado.

Lo abrace con todas mis fuerzas mientras lloraba juntamente con él.

Podía sentir la heladez de su cuerpo.

Estaba más que segura de que si no despertaba pronto él iba a morir.

—tienes que despertar —le digo con la voz quebrada —no te puedes morir en esa condición, de lo contrario te perderás.

«Cuanto desearía que despertará».

Horas después.

Miró la hora en mi teléfono y no puedo creer que haya estado tanto tiempo aquí con Mibsan.

Aparte de eso también veo un mensaje de mi primo.

X: necesito que salgas de esa casa ahora y regreses a la mansión.

Más que una petición es una orden.

Como siempre está acostumbrado a mandar.

Lo más duro es que él tiene toda la razón, yo no debería de estar aquí.

La señora Alice es una persona muy buena, pero aún así siento que estoy corriendo un gran peligro aquí.

No sé porque pero eso es lo que siento.

Pero tampoco quisiera alejarme de Mibsan viendo la condición tan terrible en la que se encuentra.

X: necesito que salgas de esa casa ahora y regreses a la mansión.

Vuelvo a leer el mensaje y tomo el bolso que deje caer al suelo.

—lo siento Mibsan —le digo —pero ya es hora de irme.

Afortunadamente su rostro ya no se ve tan perturbado como estaba antes.

Eso me hace sentir más tranquila.

—Dios te bendiga —me despido de él.

A pesar de que está inconsciente, aún guardo la esperanza de que de pronto me pueda oír.

Camino hacia la puerta y la abro.

Por poco y el corazón se me sale del susto tan terrible que me pegue.

Me encuentro cara a cara con un hombre cuya mirada es terrorífica.

En sus ojos solo se puede percibir maldad.

Alguien cuya conciencia la tiene cauterizada.

Instintivamente puedo sentir que es malo, muy malo.

Nos quedamos mirando por unos cuantos segundos hasta que no pudo resistir más mi mirada y miró el suelo.

—¿Quien es usted? —pregunto a la defensiva.

Podía sentir que aquel ambiente hermoso que se había creado a través de la oración, ahora había desaparecido por completo.

Él levantó su mirada hacia mi nuevamente y sonrió pero esa sonrisa solo era mera cortesía por no decir hipocresía.

—soy el doctor encargado de cuidar a él joven Montreal —responde —vengo a ponerle los medicamentos, así que por favor le pido que me dé permiso.

Es ahí cuando recuerdo que estoy parada en la puerta.

Poco a poco me voy calmando y trato de creerme las palabras que él dice.

«Es un doctor».

Aún así siento la necesidad de proteger a Mibsan de él.

No entiendo que es lo que me pasa.

Es imposible que ese hombre le vaya a hacer daño a Mibsan.

Ya que es alguien de confianza que la familia ha contratado.

Suspiro profundo y trato de creerme eso.

Salgo de la habitación y él entra cerrando la puerta detrás de él.

Se supone que yo debería de irme, pero los pies no me quisieron responder.

Entre más me demoré, más peor será el regaño de Jak.

Saco el teléfono del bolso y le escribo.

Yo: lo siento Jak, pero no puedo irme, siento que algo raro está aquí pasando.

Inmediatamente aparece el mensaje visto y Jak comienza a escribir.

X: sea lo que sea que este pasando, es algo que a ti no te importa, no te metas en problemas, sal de ahí YA.

Apago el teléfono y lo guardo en mi bolso nuevamente con la intención de irme.

Camino hacia las escaleras, pero apenas voy a pisar una grada, siento la terrible necesidad de volver hacia donde esta Mibsan.

Es como si él me estuviera llamando.

No lo sé es algo raro.

Solo sé que tengo que estár ahí.

Narrador omnisciente:

La pobre joven se haya confundida y no sabe que es lo que pasa, porque siente aquellas cosas.

Lo que no sabe es que aquella misma sensación la sintió Mibsan aquella vez que ella estaba en peligro.

Es por eso que aún sin saber lo que estaba pasando, corrió a verla.

Lamentablemente ella no recuerda eso.

Fin de la narración.

Decido no resistirme a esto.

«Si Mibsan me necesita, ahí estaré para él».

Me doy media vuelta y corro hacia la habitación de Mibsan.

Abro la puerta de golpe y puedo ver la cara de susto tan terrible que tiene aquel hombre apenas me ve.

Es como si lo hubiera sorprendido haciendo algo muy malo.

Camino hacia él.

—señorita —me dice amablemente —le pido el favor de salir de aquí.

No le hago caso y veo lo que está haciendo.

Le está poniendo algo en el suero a Mibsan.

Apenas leo lo que dice en el medicamento niego con la cabeza indignada.

—¡¿Que es lo que está haciendo?! —pregunto enfadada.

—le estoy aplicando la droga en el suero para que se recupere —responde.

—¡Falso! —le digo —¡Eso es mentira!, ¡Usted lo quiere matar, con ese medicamento jamás se va a recuperar!.

Sé perfectamente para que sirve ese medicamento.

Es para mantener a alguien inconsciente.

Además si se usa demasiado y peor aún en una persona inconsciente, puede terminar acabando con su vida para siempre.

—¡Callese! —me levanta la voz de igual manera como yo lo hice.

—¡No me voy a callar! —lo enfrentó —¡Es la verdad!.

Él deja de echar aquel medicamento en el suero y se va hacia mi.

Yo lo primero que hago es desconectar la aguja de Mibsan antes de intentar salir corriendo.

Pero ya es tarde, aquel hombre me tiene agarrada fuertemente del brazo.

—¡Suélteme! —le ordenó.

Él no me hace caso.

Al contrario saca una jeringa y quiere inyectarme.

Yo me trato de safar pero lamentablemente él es mucho más fuerte que yo.

Sé muy bien que medicamento es y si me lo aplica puedo morir.

Ahora entiendo porque me sentía en peligro.

«Dios mío, ayúdame».

Miro hacia la puerta con la esperanza de que alguien pase por ahí.

Es ahí cuando veo al hermano de Mibsan.

Zuar creo que se llama.

—¡¡Ayudaaaa!! —grito mientras no ceso de moverme tratando de que aquel sujeto no me inyecte eso.

Pude ver cómo aquel chico se detuvo y me dedico una sonrisa traviesa antes de seguir su camino como si no le importara nada.

Fue ahí donde me di cuenta de que no tenía esperanzas.

Lágrimas salen de mis ojos mientras aquel hombre me tapa la boca y me somete contra la pared mientras va a aplicarme eso.

Cierro mis ojos al ver que ya nada pude hacer y espero lo eminente.

«Jak tenía razón».

«Debí de haber salido de aquí cuando pude».

—¡¿Que es lo que está pasando?! —pregunta una voz familiar.

Abro mis ojos con la esperanza de que está vez si me ayuden.

Aquel hombre me suelta de inmediato.

Yo corro a los brazos de la señora Alice y la abrazo con fuerza en busca de protección.

—¡¿Que pretendía hacer?! —le vuelve a preguntar la señora Alice súper molesta.

Mientras tanto yo no ceso de temblar, llorar y abrazarla con todas mis fuerzas.

Por un momento creí que no me ayudaría como lo hizo su hijo.

—no es lo que cre...cree —responde aquel hombre con la voz temblorosa.

—entonces, ¿Por qué la quería inyectar?, —le pregunta con voz autoritaria —que yo sepa el enfermo es Mibsan.

—lo que pasa es que yo entre y vi que ella quería desconectar al joven, entonces por instinto actúe así.

Dejó de abrazar a la señora Alice y la miro a los ojos sin parar de llorar.

Estoy tan asustada que mi respiración es un total desastre y el corazón parece que se me quiere salir del pecho.

—e..es..eso —tomo aire —es mentira —digo casi sin alientos.

Ella me mira a mi y lo mira a él.

—eso es verdad —habla él con voz firme.

Sin duda alguna la señora Alice le va a creer a él antes que a mí.

Abro mis labios para explicarle lo que realmente pasó, pero la voz se me va y no puedo decir nada.

Para colmo de males entra el señor Fares súper molesto.

Haciendo que pierda las esperanzas de comprobar mi inocencia.

—¿Que está pasando aquí? —pregunta.

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