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23. ¿QUIEN FUE?

Nota:hola mis amadisimas lectoras.

Les escribo para disculparme por no haberme reportado con capítulo, lo que pasa es que no he estado en mis mejores momentos.

Además he estado un poco ocupado en trabajo y otras cosillas, pero gracias a Dios he podido llegar con otro capítulo.

Espero les guste.

Dios las bendiga.

🥰🥰🥰🥰.

Proverbios 10
1 Los proverbios de Salomón.
El hijo sabio alegra al padre,
Pero el hijo necio es tristeza de su madre.




Poco a poco de su corazón comienza a salir abundantemente sangre.

Sus manos van soltando mi rostro lentamente y cae de rodillas frente a mi votando una bocaranada de sangre a mis pies.

No saben cuánto anhelé este momento.

El momento en que le haría pagar con mis propias manos, por todo lo que me había hecho.

De nada me sirvió haber mandado a tantos, ninguno fue capaz de hacerlo.

Él era considerado como alguien inmortal, hasta que yo con mis propias manos decidí cobrar venganza.

Pero ahora que veo como la vida se le está yendo, en mi corazón hay un poco de culpa y no entiendo porque, si él debía morir.

Mientras eso pasa él solo se dedica a mirarme poco a poco su mirada va perdiendo color.

En vez de mirarme con ira, resentimiento, odio por lo que le hice, me mira con amor.

Si, me mira con amor.

Me sigue amando a pesar de que le acabo de quitar su preciada vida.

«No puedo más».

Mi cuerpo comienza a temblar y el arma cae de mis manos.

—lo siento, —le digo, es ahí cuando me doy cuenta de que estoy llorando, no entiendo porque —pero tenía que hacerlo, te mereces morir.

Esas son mis últimas palabras y antes de que termine arrepintiendome de lo que hice, me doy media vuelta y lo dejo ahí muriéndose.

—¡¡Mibsan!!, ¡¡Mibsan!! —escucho la voz de la señora Alice.

Se me parte el corazón escuchar su voz destrozada, ella confío en mi y yo como pago le arrebaté su hijo.

—¡¡Mibsan!! —continua.

Trato de apresurarme, no quiero seguir oyendo su voz, ya no quiero seguir aquí.

—¡¡Mibsan por favor, no mueras hijo de mi alma!!.

«Posiblemente ya esté muerto».

—¡¡Mibsan!! —ella sigue llamándolo con angustia. —¡¡NOOOOO!!

Ese grito desgarrador me confirma que ya murió.

Se supone que debería de estar feliz, pero me siento la mujer más desgraciada del mundo.


Me siento en la cama de golpe y me doy cuenta de que todo ha sido un sueño.

Pero fue un sueño tan realista que tengo sudor por toda la frente, aparte de eso estoy temblando y llorando como si aquello hubiera sido verdad.

«Que extraño».

«¿Por qué tuve un sueño así, con él hermano de Linda?».

Me quedo pensando mientras que poco a poco mi pulso se va desacelerando.

Miro a mi alrededor y veo que no estoy en mi casa de siempre.

Me encuentro en una suite.

Todo luce portentosamente lujoso.

Me quedo detallando todo hasta que me hago la pregunta más importante.

«¿Que estoy haciendo aquí?».

Si mal no recuerdo está es la mansión de mi abuela en los Ángeles California.

«¿Quien me trajo aquí?».

Me rasco la cabeza mientras trato de recordar.

Poco a poco a mi mente van llegando los recuerdos de lo que pasó supongo ayer.

Recuerdo que todo estaba bien estaba en mi actual casa hasta que llegó el abogado a molestar como siempre para que firmara los papeles.

Yo le dije que no y...

Me da una picada en la cabeza haciendo que se me dificulte recordar.

Me mandó ambas manos a la cabeza y cierro los ojos con fuerza.

Sigo recordando.

Todo iba bien hasta que él abogado se puso agresivo y quiso obligarme a firmar.

Recuerdo que no estaba solo, llevaba hombres consigo y...

Nuevamente me da otra picada en la cabeza por intentar recordar.

No entiendo que me pasa, yo no suelo sufrir de amnesia.

Sigo con los ojos cerrados tratando de recordar lo que sigue.

Él abogado me mandó por un lapicero, pero yo lo que hice fue escaparme por la ventana.

Sali corriendo con dificultad porque me golpee una pierna y...

Más dolor de cabeza.

Una luz de auto me eclipsó, espere a que me estrellara, pero eso nunca pasó.

Al contrario...

—¡¡Aahh!! —grito cuando aquel dolor de cabeza se hace más insoportable.

Abro los ojos y veo todo borroso y que todo lo de la habitación está dando vueltas, siento como si las paredes se me fueran a venir encima y el techo va a caerse.

Caigo de espaldas en la cabecera, mientras muevo la cabeza de un lado a otro y me quejo de dolor.

Siento que este dolor me está matando y por más que intento recordar la parte del recuerdo todo está negro.

—¡Señorita, señorita! —entra una empleada apurada.

Corre hacia mi mientras me siento mas mareada.

—tome esto por favor —pone unas pastillas en mi boca.

Horas después.

Abro lentamente los ojos sintiendome bastante agobiada como si se me hubiera ido parte de la vida.

Intento sentarme pero estoy muy cansada.

—¿Que ha pasado? —me preguntó a mi misma viendo el lugar en donde estoy.

Poco a poco recuerdo algo, pero un leve dolor de cabeza me impide recordar más.

Miro a mi derecha y me encuentro con Jak, está sentado en un mueble sumamente concentrado en un libro.

Lleva puesto una camisa blanca manga larga, pero la tiene arremangada hasta los codos, su pantalón es negro haciendo juego con su corbata la cual se ha quitado y la tiene enrollada en la mano.

—¿Que hago aquí? —le preguntó.

—es el lugar donde deberías estar siempre —responde sin siquiera mirarme.

Pués si, esto es parte de la herencia que mi abuela me dejó, aún así he preferido seguir llevando mi humilde vida.

Pero ahora me hallo aquí y no sé exactamente porque o como fue.

—¿Que me pasó? —pregunto.

—¿No lo recuerdas? —pregunta dejando el libro a un lado.

Niego con la cabeza mientras me sobo la cien.

—recuerdo que estaba en casa y...

Comienzo a decirle con detalle todo lo que pasó.

—...lo último que recuerdo es que un auto me eclipsó, ¿Que paso después?.

Jak suspira mientras me da una sonrisa de boca cerrada.

—alguien pasó justamente en ese momento por tu casa y te ayudó, —responde sin dar detalle alguno —luego te entrego a mi o mejor yo fui por ti —enfatiza lo último.

Me quedo pensando en lo que dijo.

«¿Quien pudo haber sido ese alguien?».

Él hecho de que alguien me halla ayudado me hace sentir alivio.

«Gracias Dios por no dejar».

—¿Quien fue? —pregunto.

Jak me mira fijamente mientras se pone de pie y mete sus manos en los bolsillos, luego camina hacia mi cama.

Cuando ya está lo suficiente cerca abre sus labios.

—no te lo diré —responde.

Luego se da media vuelta y comienza a irse, dejándome llena de incertidumbre.

—mas te vale que después de lo que pasó te aprendas a comportar y no vuelvas a salir sin seguridad —dice antes de salir por la puerta.

Como siempre él, no pierde oportunidad para regañarme y querer controlar mi vida.

Pero después del susto tan terrible que viví con aquel señor que se decía ser abogado, creo que lo más razonable es hacerle caso.

—¡Espera! —lo llamo.

Intento levantarme pero aún me siento un poco mareada y sin fuerzas.

—¿Que quieres? —pregunta fríamente.

Por lo visto hoy no está de buen genio.

O tal vez está siendo así por cuánto no lo he tratado de la mejor manera.

—¿Quiero saber quién fue la persona que me ayudó?. —insisto en preguntar.

Aunque se muy bien que cuando mi primo no quiere decir algo, no hay poder humano que se lo haga decir, pero nada se pierde con insistir.

—no gastes saliva, —me dice —no te lo voy a decir y es mejor así.

—ash —me quejo —primo, por favor —le ruego.

Él se gira hacia mi y me da una mirada triste.

—¿Ahora si soy tu primo?. —pregunta con dolor.

Yo bajo la mirada hacia las cobijas.

«Por hacer más creo que he hecho menos».

Escucho la puerta cerrarse, es ahí cuando me doy cuenta de que Jak se fue.

Días después.

Me encuentro en el jardín de esta inmensa casa sentada en una mecedora leyendo la biblia en el libro de Amos.

Gracias a Dios ya voy a finalizar el antiguo testamento, en estos días he tenido bastante tiempo para avanzar.

Poco a poco me he ido recuperando.

Después de lo que viví aquella vez, he estado muy débil y apenas he comenzado a recobrar fuerzas.

Afortunadamente no tengo que mover ni un dedo porque las empleadas que Jak puso para mí están las 24 horas pendientes de mi.

Solo que no me gusta que siempre hagan todo por mi, no estoy acostumbrada y me siento un poco inútil, pero que se le va a hacer.

Trato de concentrarme en mi lectura, pero a mi mente viene aquella persona que me salvó.

«¿Por qué no puedo recordarla?».

Es extraño pero mis recuerdos llegan hasta cuando aquel auto estuvo a punto de estrellarme, luego recuerdo despertar aquí y no es más.

Es como si hubieran extraído de mi memoria la otra parte del recuerdo.

«¿Por qué Jak no me quiere decir quien es?».

Aquellas preguntas me han estado atormentado todo este tiempo, de tal manera que ni siquiera puedo dormir en paz.

«Dios mío».

«Necesito saber quién es».

Suspiro hondo y cierro los ojos tratando de hacer memoria.

—¿Como estás?.

Inmediatamente me sobresaltó y abro los ojos.

Me encuentro con Jak parado frente a mi.

¿En qué momento llegó hasta ahí?.

Ni idea.

Por veces tengo el vago presentimiento de que él no es humano.

Es que siempre aparece de repente y se entera de todo lo que uno hace, hasta del más mínimo movimiento, haciendo que uno le tenga un poco de miedo.

—me asustaste —le digo.

Él se me queda mirando.

Me analiza de pies a cabeza.

—por lo visto ya estás mejor —comenta.

No digo nada solo me dedico a juguetear con mis dedos mientras pienso en como sacarle la respuesta a mi pregunta.

Luego de pensar un poco se me ocurre una gran idea.

Lo miro a los ojos y pongo mi mejor cara tierna.

—¿Harías algo por mi? —pregunto.

Jak sonríe.

—sabes que por ti haría cualquier cosa —me dice.

«Bingo».

Sonrió triunfante.

—siempre y cuando te beneficie, pero si quieres manipularme para sacar una respuesta, pierdes tu tiempo —despeina mi cabello.

«Jak es tan difícil de engañar».

Se los dije, él se entera de todo, hasta del más mínimo pensamiento.

—por favor —le digo —necesito saberlo, al menos para agradecerle, no es justo que me haya salvado la vida y yo no diga gracias.

Él me da una sonrisa de boca cerrada y se sienta a mi lado.

—si eso es lo que te preocupa, descuida —me dice —ya se lo agradeciste.

Lo miro sin entender.

Él nota mi confusión y sigue hablando.

—aquella noche el resultó herido por salvarte y perdió mucha sangre, tú fuiste su donante así que en pocas palabras le salvaste la vida, creo que ya están a mano.

Eso hace que entienda el porqué de mi debilidad.

—¡¿Que él que?! —pregunto sorprendida.

—lo que oíste —dice sin emoción alguna.

Habla de él como si no le interesara lo que pase con su vida.

Aún así yo sonrió para mis adentros al ver que he logrado sacarle un poco de información.

«Osea que la persona que me salvó fue un hombre».

«¿Quien fue?».

«Tarde que temprano lo sabré».

Llega una empleada y se para frente a nosotros.

—disculpen, —dice —el almuerzo ya está, ¿Quieren que se los traiga aca o lo sirvo en el comedor?.

—en el comedor está bien —respondo.

Ella hace una leve reverencia y se va.

No entiendo porque hacen eso.

Es como si uno fuera superior cuando todos somos iguales.

Jak se pone de pie.

—ahora con más razón quiero saber quién es, —me pongo de pie también —él resultó herido por mi culpa.

—no insistas —contesta —ya he hablado demasiado.

—¿Al menos es alguien que conozco? —trato de sacar información.

—no preguntes  —dice serio.

Llegamos al comedor y después de dar gracias por los alimentos comimos como si fuéramos los primos más unidos que hayan existido.

Fue ahí cuando me di cuenta que era la primera vez que compartíamos un almuerzo juntos.


Día siguiente.

Voy caminando alegremente por el parque llevando en mi manos varios folletos.

Hoy ya me sentía completamente recuperada así que decidí venir a las prácticas de medica.

Luego de una mañana ajetreada vine al parque con la intención de hablar de la palabra de Dios.

Es una de las cosas que más me apasiona y me hace feliz.

El poder compartirle a las almas del amor de Dios.

Mi anhelo es que se arrepientan de todo corazón para que puedan alcanzar la salvación.

Llevo puesto un vestido de flores acompañado de un gabán que me protege del frío y le da un estilo único a mi vestido, también llevo un gorro el cual tiene pompones.

Me acerco a una señora la cual tiene la mirada perdida y se ve muy triste.

—Dios la bendiga —le saludo —Jesús la ama y la quiere salvar —le entrego un folleto.

Ella me mira un poco sorprendida, luego mira el folleto el cual tiene un mensaje de Dios y duda sin recibirlo o no.

—es un mensaje de Dios para usted —le explico.

Ella lo toma en sus manos y me da una sonrisa.

—gracias —responde.

Sigo mi camino y a todo el que me encuentro le voy entregando un folleto que habla del amor de Dios.

Hasta que me encuentro con una mujer que está de espaldas sentada cerca de la fuente que hay en el parque.

—señora —le digo —Jesús la ama y la quiere...

Dejó de hablar apenas levanta su cabeza y me mira.

Ese perfecto rostro lo reconocería en cualquier lado, es la misma imagen de Linda.

—señora Alice —digo un poco sorprendida.

Ella me mira con sus ojos cristalizados, se pone de pie, se acerca a mi y me abraza.

Yo la abrazo también, ella comienza a llorar.

Dejó que llore en mis brazos para que se desahogue mientras que en mi cabeza hay muchas preguntas.

No entiendo porque una señora como ella que lo tiene todo se ve tan triste y acongojada.

Minutos después.

—¿Que le pasa? —pregunto dándole un pañuelo.

—es mi hijo —responde triste —se encuentra muy mal.

Apenas dice hijo, mis alarmas se encienden.

«¿Será Mibsan?».

Ahora que recuerdo ella tiene otro hijo.

—¿Cual de los dos? —pregunto preocupada.

—Mibsan.

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