22. ¿POR QUÉ QUIEREN MATARME?.
Daniel 4
5 Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron.
Las puertas traseras se abren dejándome ver a Mibsan en una camilla conectado a una máquina, con ayuda de algunos enfermeros subo al auto.
Luego de que sube el paramédico, vuelven a cerrar las puertas, él me mira y suspiró.
—esto va a ser sencillo —dice cambiándose de guantes —solo tienes que estar tranquila, relájate y piensa en algo bonito, no va a doler.
«Si supiera que eso no es lo que me preocupa».
Yo asiento.
—siéntate aquí —me pone una silla al lado de Mibsan.
Yo obedezco con un poco de nervios.
—rescuestate un poco hacia atrás —me dice.
Yo lo hago.
Aunque no entiendo que tiene que ver esto con donar sangre, supongo que me quiere relajada, pero eso es imposible después de lo que escuche allá afuera.
Él me toma el brazo y comienza a buscar la vena.
—aquí está —dice a los pocos segundos.
Siento como introduce la aguja.
Veo como mi sangre se comienza a ir por una manguerita la cual esta conectada al brazo de Mibsan.
—¿Has tenido o tienes alguna enfermedad? —me pregunta.
Yo niego con la cabeza.
—mas te vale.
Guardo silencio.
Él doctor suspira.
—bueno muchachos, esto es todo por hoy —le dice a los demás enfermeros —hemos salvado la vida de Mibsan una vez más.
Los enfermeros sonríen felices mientras chocan manos entre si, luego comienzan a entrar por una puerta que según creo va hacia los puestos delanteros.
—yo también me voy —me dice el paramédico —mas te vale que no vayas a hacer nada tonto porque te vamos a estar vigilando.
Nuevamente vuelvo a asentir.
—eso es, —palmetea mi hombro —se buena chica.
Él doctor se va y es así como termino quedándome sola con Mibsan.
Me quedo mirandolo y veo como él color en sus mejillas ha vuelto.
Hace rato estaba como un papel.
Aún así puedo mirar que su semblante luce un poco turbado, es como si algo le atormentase.
Incluso me atrevo a decir que su ceño se trata de fruncir.
Es como si a pesar de estar inconsciente, pudiera sentir o escuchar.
No sabría cómo explicarlo.
Me acerco más a su camilla y tomo su mano.
Lo hago como en una forma de darle ánimo.
—tranquilo —le digo —todo va a estar bien.
Fueron las palabras que él uso para mí, ahora yo las uso para él.
De verdad que anhelo verlo despertar.
Poco a poco las fuerzas se me van yendo y siento un gran sueño que se comienza a apoderar de mi.
Supongo que es por la sangre que voy perdiendo.
Comienzo a cabecear.
Al final recuesto mi cabeza en la camilla de Mibsan.
Narra Mibsan:
Horas después.
Me comienzo a despertar poco a poco mientras en mi cabeza retumban aquellas palabras.
«Tranquilo, todo va a estar bien».
Se escucharon tan bien de sus labios que hasta me lo creí.
Pero obviamente eso es imposible, para mí nada va a estar bien nunca.
Lo primero que llega a mi nariz apenas estoy conciente, es el olor a miel revuelto con coco, aceite de argán y otros cuantos productos, también me huele a un olor floral.
Es el olor de Gracia.
Abro mis ojos y la veo.
Está ahí sentada en una silla, recostada su cabeza en mi camilla.
Es imposible no sonreír de manera genuina si al despertar la primera persona que veo es a ella.
«Ojalá todos mis despertares fueran así».
Recuerdo lo que pasó ayer y sonrió ampliamente.
Ni siquiera me dolió el disparo como tal.
Disfrute tanto tenerla en mis brazos.
Poder abrazar aquel pequeño cuerpo sensible y delicado.
Es una experiencia que encantado volvería a repetir.
«Me gusta tanto».
«Pero...».
«¿Que tonterías son las que estoy pensando?».
«¿Acaso me volví bobo o me falta poco para serlo?».
«Definitivamente no la puedo tener cerca de mi».
Aún así no me puedo aguantar la tentación y acaricio su cabello, es tan suave.
Ya que la tengo tan cerca de mi, voy a disfrutarla un poquito.
Corro el cabello de su rostro y me quedo viendo aquel rostro hermoso con facciones únicas que jamás he visto en otra mujer.
Aquel rostro único que jamás ha sido dañado.
Acerco el dorso de mi mano con la intención de acariciar su mejilla.
Pero apenas estoy a milímetros de tocarla, me detengo.
Ella es una chica limpia, no se merece que unas manos tan sucias como las mías, la lleguen a tocar.
Unas manos llenas de sangre, que lo único que saben hacer es matar.
—¡Son solo un par de inútiles e incompetentes! —escucho que gritan afuera.
Reconozco esa voz perfectamente.
—¡¿Cómo pudieron dejar que lo hirieran?! —escucho que les reclama.
Unos disparos seguidos se oyen después de eso.
«Cómo siempre Fares diezmando mi gente».
«Cuando no es él, soy yo».
Intento pararme para ir a detenerlo, pero el dolor me lo impide.
Supongo que va a quedar el reguero de muertos.
Siempre es lo mismo, siempre se anda metiendo en mis negocios, como si yo lo hubiera llamado, que jartera con él.
Finalmente las puertas se abren dejándome ver al que se dice ser mi padre.
Me avergüenza que lo sea.
—¿Cómo est...? —su pregunta queda en el aire apenas ve a Gracia.
Puedo ver cómo su rostro de preocupación ahora es de mera rabia.
—¿Que hace ella aquí? —me pregunta.
—eso es algo que a ti no te importa —respondo de vuelta.
Él aprieta los labios de la rabia.
—considerando que es la hija del hombre que nos desgracio la vida, especialmente a ti, si me importa y ¿Sabes que?.
Me quedo esperando a que él se responda esa pregunta.
—no voy a desaprovechar la oportunidad de matarla ahora —termina de decir.
Inmediatamente mis sentidos se ponen alerta.
«No voy a permitir que la mate».
«No en mi propia presencia».
«Eso ya sería demasiado».
Inmediatamente ignorando el dolor en mi abdomen, la tomo en mis brazos y la mando hacia el rincón de la camilla y la protejo con mi propio cuerpo.
Se me hizo extraño que no despertara pero noté su brazo con una curita.
Tal parece que ella fue mi donante de sangre, pero al paramédico se le fue la mano.
«Ya me las arreglare con él».
Ahora tengo que asegurarme de que la pobre salga de aquí viva.
Fares ríe al ver mi acto de valentía.
La herida en mi abdomen que estaba cocida ahora parece que se descosió y está sangrando.
—que romántico o que idiotas eres —dice lo último con desprecio y asco.
Camina lentamente alrededor mirando todo lo que hay en el auto, hasta que al final se detiene en unos cuantos frascos.
—es lo que necesito. —dice.
Supongo que no me va a quedar de otra que luchar contra él sujeto que es mi padre.
Porque no pienso dejar que le toque uno solo de sus cabellos.
Aunque pensándolo bien, no creo que esté solo en esto.
Al pensar de esa manera hace que me relaje un poco y una sonrisa aparezca en mis labios.
—¿Sabes que esto? —pregunta Fares mientras llena una jeringa de uno de aquellos tarros.
—la verdad es que no soy médico para saber todas esas cosas. —respondo.
—es un medicamento que sino se usa como debe ser, se convertirá en veneno y te matará lentamente —contesta.
Trago grueso al notar cuales son sus intenciones.
Pero no lo pienso permitir.
Además no creo que...
Comienza a caminar lentamente hacia a mi con la jeringa en alto.
Me preparo para lo que viene si la ayuda no llega a tiempo, aunque creo oír que está llegando.
La puerta se abre de golpe.
Sonrió ampliamente al ver la cara de miedo que trae aquel escolta.
—señor Montreal —le dice a Fares —Xian está aquí con sus hombres, dice que viene por la señorita Gracia y la quiere sana y salva.
Hubieran visto la cara de Fares, era para reírse a más no parar, lamentablemente yo estaba herido y no podía hacerlo, solo me limito a sonreír.
Fares asiente con la cabeza de mala gana y le hace una señal con la mano para que se vaya.
Él escolta se va y volvemos a quedar solos.
—aqui está si quieres matarla —le digo amablemente.
—patético —me dice —seguramente ya sabías que vendría.
Yo río un poco.
—imposible que maten a su prima en sus propias narices —respondo.
La puerta se vuelve a abrir y yo instintivamente a pesar de mi dolor, levanto a Gracia y la vuelvo a su lugar.
Jak entra al auto.
—vengo por Gracia —dice serio.
—adelante —le digo.
Él se acerca a ella y la mira.
—¿Que le pasó? —pregunta.
—al doctor se le fue la mano un poco al sacarle sangre para mí —respondo —pero no va a morirse.
Jak me da una mirada de pocos amigos.
—gracias por salvarla —me dice —pero no vuelvas a estar cerca de ella.
—de acuerdo, solo asegúrate de protegerla bien.
—lo haré.
La toma el sus brazos con sumo cuidado y se la comienza a llevar.
Es ahí cuando recuerdo algo esencial.
—¡Espera! —lo detengo.
—¿Que? —me mira con desconfianza.
—dejala un poco más —le pido —solo cinco minutos.
Su desconfianza aumenta.
—ya la tuviste toda la noche y ¿Quieres más?.
Suspiro adolorido.
—sabes que nunca antes te he pedido algo, además no es como si te estuviera pidiendo su mano o algo similar.
Su semblante se suaviza.
—de acuerdo, solo tres minutos.
La vuelve a poner en el mismo lugar mientras me lanza dagas con la mirada.
Yo lo miro con sorpresa, la verdad es que pensé que no me saldría con la mía.
Sale del auto con Fares y cierra la puerta.
Inmediatamente busco en mi pantalón lo que necesito, apenas lo encuentro me preparo.
—perdoname Gracia, pero lo tengo que hacer.
Tomo la jeringa que había en mi pantalón y la inyectó en el mismo lugar en donde le sacaron sangre.
Sé que después Jak se va a da cuenta de lo que hice, pero es lo mejor para ambos.
Fin de la narración.
Me encontraba en un lugar muy hermoso lleno de flores blancas y tenía un hermoso vestido de novia blanco.
Podía ver cómo el día iba decayendo y como el cielo estaba surcado por nubes negras, anunciando de que vendría un gran aguacero, el viento era tan fuerte que me abrazaba a mí misma.
¿Como es que voy a casarme con un clima así?.
Esperen...
Pero...¿Con quien voy a casarme?.
Que yo sepa no le he dicho a nadie que si.
Estoy confundida.
En ahí cuando me doy cuenta de que no estoy sola.
Estoy rodeada de muchos hombres, cuyos rostros me son familiares de alguna forma.
Estos sujetos están armados hasta los dientes y puedo ver en ellos el inmenso deseo de matarme.
No entiendo porque.
Pero aparte de ellos hay alguien más.
Ese alguien es Mibsan.
Lleva un traje que lo hace ver bastante bien.
Como siempre está muy presentable.
Será que él...
Descartó mis pensamientos al ver lo que tiene en sus manos y lo que está haciendo.
Tiene un arma y me está apuntando con ella.
Lo miro fijamente y puedo ver en su mirada dolor, es como si estuviera siendo obligado a esto, pero no quiere hacerlo.
En vez de asustarme y querer huir para salvar mi vida, lo único que hago es quedarme mirándolo con tristeza.
Me siento decepcionada, no pensé que él fuera a hacer algo así.
Tampoco entiendo los motivos, yo no le he hecho nada.
Veo como todo su cuerpo tiembla.
También veo las intenciones que hay de disparar, pero es como si su cuerpo no respondiera.
Veo como su brazo con el que me apunta está inmóvil.
Niega con la cabeza sin dejar de mirarme.
Es ahí cuando noto algo muy especial en su mirada.
Ese algo es amor.
Lo sé porque esa es la manera en que un esposo enamorado mira a su esposa.
Es una mirada dulce llena de amor.
Eso me hace entender que por mucho que me apunte, él no va a matarme.
—¡Matala! —habla uno de sus hombres.
Él se resiste.
—¡Tienes que hacerlo! —le dice otro.
Sigo sin entender porque, yo no les he hecho nada.
¿Por qué quieren matarme?.
—no retarde lo inevitable —insiste otro.
Es como si, si o si, Mibsan tuviera que matarme.
De repente Mibsan tiró el arma lejos y se mando las manos a la cabeza con desesperación como si sus pensamientos lo turbaran.
Es como si estuviera teniendo una guerra mental consigo mismo.
—¡Maldición! —exclama frustrado —no puedo hacerlo.
Ahora si estoy más que convencida de que no lo hará.
—si no puedes hacerlo —habla uno de sus hombres —entonces lo haré yo.
Veo como sin duda alguna saca su arma con la intención de dispararme.
Estaba segura de que ese sería mi fin.
—¡No lo hagas! —Mibsan lo detiene.
—sino lo hacemos —contesta indignado —entonces serás hombre muerto, ella misma se encargará de matarte. —lo dice muy seguro.
Ahora si estoy más confundida.
¿Por qué habría yo de querer matar a Mibsan?.
Mibsan niega con la cabeza ante las palabras de aquel hombre.
—ella sería incapaz de hacerlo —asegura mientras me mira.
Puedo ver que él confía en mi.
Es así como sus hombres después de renegar, se van yendo uno uno quedando solo Mibsan y yo.
Mibsan comienza a acercarse a mi.
A medida que lo hace puedo ver que me mira con más amor e ilusión.
Pero también en mi comienza a suceder algo extraño.
En mi no hay amor.
—sabía que no lo harías —le dedico una sonrisa.
Pero en mi corazón se comienza a albergar un sentimiento de odio hacia él.
Es raro, jamás había odiado a alguien, pero entre más cerca está Mibsan de mi, más siento ira y resentimiento contra él, a tal punto que quiero acabar con su vida.
En mi comienza a haber una lucha interna entre matarlo o no hacerlo, pero el hacerlo puede más.
Es ahí cuando me doy cuenta de que he cambiado totalmente, ya no soy la misma chica e incluso mi vestido también lo ha hecho.
Poco a poco su color se ha ido cambiando hasta volverse negro.
Él llega hasta mi y toma mi rostro entre sus manos con delicadez.
Yo siento repulsión hacia él, pero aún así dejo que lo haga.
—no lo hice porque te amo —me dice.
Yo sonrió ampliamente sabiendo que esa fue su debilidad.
—tristemente yo no puedo decir lo mismo —respondo con ira —arruinaste toda mi bendita vida.
Él me mira tan sorprendido de mis palabras y comienza a analizarlo todo.
Yo mientras tanto aprovecho su descuido.
Saco un arma que hasta ahora me doy cuenta que tengo.
Es como si de la nada hubiera aparecido, pero me siento muy familiarizada con ella.
Le apunte y sin dudarlo un solo instante, le disparé en su corazón.
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