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Episodio 3 - Parte 1

Un día por la tarde, un pequeño, e intranquilo elefante estaba ingresando a un hospital desde la entrada principal, él completamente solo. Él niño entró y se quedó parado unos segundos para después continuar caminando ahora por los pasillos de ese lugar.

Se le notaba que estaba buscando a alguien, pues miraba a cada puerta que se cruzaba con él y jugaba con sus dos manos juntas a la altura de su pecho, pero se seguía viendo bastante intranquilo.

Después de un rato de estar buscando a esa persona, finalmente dio con la puerta en donde sabía que su única amiga reposaba después de ese trágico día.

El pequeño paquidermo trago saliva y se acercó a la puerta para después golpear levemente de esta, sin embargo, esto último no fue necesario, la puerta se había abierto.

El chico se estremeció un poco y dio dos pasos hacia atrás mientras veía como la amiga de su actual infancia salía de aquella habitación. La mirada de él era un tanto angustiada, pero se ahorró eso, quería verse feliz después de tanto tiempo.

"¡Hola Erizo!" fue lo que el paquidermo expresó con felicidad. Su amiga se expresó de la misma manera para luego abrasarse. Sin embargo, aquel chico todavía estaba angustiado, pero decidió ya no estar así, ya no quería estar así. "Me da gusto que estés bien, Erizo" Abrazo más fuerte a su amiga y cerró los ojos junto a una tranquila sonrisa.

"...Se que estas mintiendo, Oscar."

Abruptamente, el chico Oscar abrió los ojos tras esas palabras, se separó de su amiga y la miro a la cara. Ella, estaba enojada.

—Me mentiste sobre Edgar. Me dijiste que él estaba en otra habitación, me dijiste que se estaba recuperando, y no era cierto.

El rostro angustiado del chico elefante había regresado, y ahora era más notorio.

—...Te odio Oscar, todo es tu culpa, es tu culpa que él ya no esté aquí.

—Pe-pero de que hablas Erizo.

—¡Hablo de Edgar! ¡Él está muerto! ¡Edgar está muerto! ¡Todo por tu inmadurez!

Oscar, lentamente, ya estaba al borde del llanto, mientras escuchaba como su mejor amiga lo culpaba y reprochaba de manera directa.

—Yo..., solo quería... —Oscar ya no tenía palabra, las lágrimas poco a poco se comenzaron a deslizar por sus mejillas.

—¡Ojalá hubiera sido tú, y no él!

Y... de un momento a otro, y de la alguna manera, el paquidermo había abierto los ojos. Se encontraba inmóvil, acostado sobre un colchón y sobre de él su manta favorita. Su cabeza reposaba encima de una cómoda almohada, y su lastimado brazo izquierdo también reposaba de manera cómoda. Se encontraba en su habitación, había despertado de un horrible sueño.

Él pequeño elefante sudaba frío.

—Solo fue, un sueño. Erizo, aun no sale de su recuperación.

Episodio tres

[Sentimientos Bajo 0 & Colgando Promesas]

Solo habían pasado dos días desde el ocurrido del autobús. Pensaba Oscar, que sabiendo que Erizo estaba en buenas manos lo mantuvo distraído de estar preocupado por ella.

Sin embargo, ahora algo nuevo lo dejaba intranquilo; saber que había pasado con el amigo que reprochó en ese día. Si saber si se encontraba bien o no era su prioridad de cada cierto momento del día.

Y no solo el tema de Erizo o el de Edgar lo dejaba mas que pensando, también quería saber una pequeña cosa. Se incorporo de su cama, lentamente para no lastimar su enyesado brazo, puso sus pies en el frio suelo de su habitación y salió de está, aun con su pijama puesta.

Era de día, pero las nubes tapaban esa hermosa vista que dejaba el sol por las mañanas, que pasaba de ser un claro cielo naranja y azul a dejar una simple vista grisienta hacía el horizonte. No llovía, pero se sentía un frío abrumador, tanto así, que estar dentro de la manta era la mejor opción por ahora.

Apenas Oscar salía de su habitación cuando su madre lo llamo para el desayuno.

"¡Oscar! Baja, el desayuno esta listo."

"Ya voy ma'." fue lo que el chico respondió.

Bajo por las escaleras con cautela, paso a paso para no tropezarse, y una vez abajo, ingreso a la cocina de la casa. Ahí estaba su madre.

—Hola mi elefantito. ¿Cómo estas de tu brazo izquierdo? —pregunto la madre cariñosamente, quien servía el desayuno en platos y los dejaba sobre la mesa. Unos ricos waffles acompañados de un vaso con jugo de naranja.

—Bien supongo, todavía me duele si hago poco movimiento. —le respondió con poco quejido.

—Bien, no te preocupes, en pocos días te mejorarás Oscar. —decía ella con una sonrisa.

Ella sin duda era alguien muy..., bipolar.

Había cambiado de ser la madre de hace dos días a ser la madre que siempre conoció Oscar. Eso al chico elefante lo ponía muy intrigado por el tema, así que se le acerco.

—Oye ma' ¿puedo preguntarte algo?

—Por supuesto Oscar.

—Bien, Ma', hace dos días, en el hospital, recuerdo que saliste muy molesta. ¿Por qué? —volvió a preguntar el elefante.

—Ay Oscar, ya te lo había dicho, eso es lo de menos, yo siemp-

—Ma', yo se que tu no eres así. —la interrumpió.— Tuvo que ver una razón muy grande para que te pusieras de ese modo, e incluso lastimabas mi mano saliendo del hospital. Quiero saber por que.

Sue, la madre de Oscar, podía ver la seriedad de su hijo, sintiendo como la miraba con detenimiento. Ella sintió algo de angustia, pero se aguanto ese sentimiento.

—Son, cosas que tu como niño aun no puedes saber, y me gustaría que lo dejaras así. —dijo la madre, con tal de convencer a su hijo de dejar aquella plática.

—Pero ma'. —Oscar seguía insistiendo.

—Oscar, por favor deja ese tema, lo... discutiremos después ¿va? —Sue tan solo se limito a seguir cocinando con el pretexto de que se le quemaría la comida si seguían hablando.

Oscar solo hizo un gesto de enojo, gruñendo ligeramente, pero aceptando lo que su madre le dijo.

—Bien, esta bien ma'... —dijo Oscar un poco molesto, al igual que triste también.

—Sabia que lo entenderías, y tranquilo Oscar, todo esta bien. —comento Sue felizmente.

Sin embargo, ahora a Oscar parecía molestarle una frase. Este se dirigió a las sillas del comedor, se sentó en una e intento desayunar lo que su madre había preparado.

—¡Buenos días familia! —expreso de manera contenta el padre de Oscar, Andy, quien entraba a la cocina de la casa.— ¿Cómo están todos?

—Yo me encuentro muy bien Andy jaja, pero Oscar es quien no lo esta. —insinuó Sue.

—Ohh ¿mi pequeño elefante? —pregunto con cierta gracia—. Que te parece si un poco de televisión te ayuda a quitar esa cara mientras desayunas. Oye, parece buena idea —ideo Andy—, que tal si hoy todos nos vamos a la sala a desayunar y ver la televisión.

—Oh, me parece buena idea. —acepto Sue.

Después la madre tomo su platillo y se fue en camino a la sala junto a su esposo. Oscar lo siguió después, pero sin ánimos.

Sue y Andy se sentaron en un sillón de la sala mientras que Oscar también lo hacía pero en un sillón individual. Frente a ellos esta una pequeña mesa decorativa mientras que al lado de ellos se encontraba el televisor de la casa.

Una vez que Andy encendió el televisor, Oscar dejo su platillo en esa mesa y se levanto.

—Ya vuelvo, tengo que lavar mis manos —dijo, para luego dirigirse al baño de la casa.

—Espera Oscar, déjame ayudarte. —dijo Sue—. No creo que puedas lavarte las manos tu solo.

—Claro Ma'. —acepto él para luego ingresar al baño junto a su madre.

Era demasiado evidente, Andy no podía dejar de ver el comportamiento de su hijo Oscar, y ahora le estaba preocupando. Pensaba él, que ese accidente de hace días había sido demasiado para su pequeño hijo, pero definitivamente lo era, y además, eso no era lo único que también le estaba preocupado.

Después de un pequeño rato, Sue salió del baño sin Oscar y Andy se dio cuenta de eso. Su esposa le dijo que él saldría en un momento, pero sin más, la puerta del baño se cerró pues Oscar lo había hecho. Los padres tan solo se miraron y levantaron los hombros al mismo tiempo.

Sue se encamino hacia el sofá para sentarse y empezar a desayunar.

Había un pequeño silenció en la sala mas que el ruido del televisor, pero sin más Andy lo apago con el control remoto.

Sue tenía la mirada perdida en el suelo, algo la estaba dejando pensativa, pero Andy la sacudió tan solo un poco para que ella se fijara en él.

—Yo se..., que el tema es difícil, pero lo vuelvo a retomar. Cariño, ¿Cuándo piensas decirle a Oscar lo que paso? —su tono ahora mostraba seriedad.

—...No le diré nada, no pienso decirle, eso de seguro no lo dejara estar tranquilo nunca. —contesto Sue susurrando.

—Tienes razón, pero, tienes que saber que tarde o temprano tendrás que decirle. —Andy se mostraba demasiado preocupado por la situación—. No quiero que se de cuenta por si mismo, eso sería malo para él, y más para la edad que tiene.

La madre no tenía nada que decir.

—Se que no quieres, y que prefieres mejor decirle algo que lo animé, pero, las mentiras piadosas no son usadas en este caso.

La madre elefante suspiro pesadamente mientras ahora miraba el suelo otra vez.

—No puedo Andy. Intento decirle, pero las palabras no salen de mi boca. Pero lo se, se que debo decirle. —comento Sue decidida—. Aunque..., sea duro.

Andy notó la angustia de su esposa, así que cálidamente tomo de su mano izquierda, haciéndole saber que todo estaría bien.

—Bien, por ahora hay que sacarnos ese pensamiento y veamos la televisión mientras desayunamos. En poco tiempo me iré a trabajar. —comento Andy comenzando a desayunar.

Mientras tanto, Oscar se encontraba en el baño. Ya se había lavado las manos, sin embargo, aun no salía de ahí. Había cerrado la puerta del baño y se quedó mirándose al espejo que estaba por encima del lavamanos.

—¿Y si algo terrible paso con Edgar? ¿O con Erizo? ... Por que mi mamá no quiere decirme nada.

Se miraba al espejo mientras decía todo esto, mirando su rostro con algunas vendas que cubrían pequeños rasguños y el vendaje que tenia en su brazo izquierdo.

El pequeño niño no sabía que más pensar, ese otro pensamiento de su amiga y Edgar dominaban su cabeza por completo. Pero no había nada que pudiera hacer. Si su madre no le decía, mucho menos sabría la respuesta por su propia cuenta. Así que simplemente lo intento olvidar una vez más y se dispuso a salir del baño.

Oscar camino hasta llegar al sillón, para sentarse y comenzar a desayunar. Por un momento miro a sus padres y ellos se dieron cuenta. Andy le regreso la mirada junto a una sonrisa, y Sue hizo lo mismo, pero fue tan solo una ligera sonrisa.

Mientras seguían desayunando Andy pasaba de canal a canal con el control remoto del televisor, en búsqueda de algo entretenido, y justamente cayo en un canal de noticias.

"Y eso es todo de mi parte Valery"

"Gracias Frank. En otras noticias, recordando el atentado que hubo en un autobús escolar el día lunes, donde ocurrió una tragedia dejando una gran perspectiva que ver, varios niños sufriendo dejando a nueve heridos y dos fallecidos de los cuales, los dos niños fueron identificados como... Alicia, una niña de nueve años de edad y Ed-"

Mientras Oscar escuchaba con total atención el noticiero el televisor se apago de un momento a otro. Mirando hacia el responsable, había sido su madre quien sostenía el control remoto aun en posición. Oscar preguntó que por qué había hecho eso, Sue tan solo intentaba hablar pero no podía responder nada, así que su padre respondió por ella.

—Quizás fue un accidente, Oscar. Ya sabes como se pone tu madre con estas noticias. —decía Andy con gracia—. Bueno cariño, vuelve a encender el televisor, que aún no has terminado tu desayuno.

Oscar parecía serio pues no le estaba creyendo en lo absoluto a su padre, y ver a su madre así le estaba dando mas señales de que algo estaba mal. Eso dejo más pensativo al pequeño elefante.

Aunque a Andy parecía fácil dejarle la tarea a su esposa de decirle la verdad a Oscar, él tampoco podía decírsela, pues sabe con exactitud que eso marcaría a su hijo por completo.

Los minutos pasaron, acabaron de desayunar y Andy se retiro.

—Adiós papá. —decía Oscar despidiéndose de su padre desde el marco de la puerta principal de la casa

—Adiós Oscar, adiós Sue. —dijo Andy desde lejos, procediendo a entrar a su coche que estaba estacionado frente a su garaje

—Ma'..., ¿ya no iré al colegio? —pregunto el elefante pequeño.

—Claro que no, así en las condiciones en las que estas no. Aun así, cuando te recuperes ya habrás salido de vacaciones de verano. —le respondió su madre.

—Bien..., entonces solo iré a mi habitación.

Oscar solo se propuso a subir por las escaleras, entrar a su habitación y cerrar la puerta detrás suyo.

—Vaya, ahora ni las vacaciones de verano me emocionarán esta vez.

Oscar estaba muy desanimado. Su cara era tan solo una mueca melancólica. Veía por su ventana el grisiento cielo que lo abruma a cada momento por la acumulación de nubes. Una pequeña luz blanca lo iluminaba un poco y un pequeño entorno oscuro se notaba dentro de la habitación.

El paquidermo se quito de la ventana y miro una estantería donde estaban algunas de sus cosas. —Por que paso esto.

Su mirada ahora era una mueca triste. Tomaba de su estantería algunos libros y los veía para luego dejarlos en su lugar otra vez, después tomaba algunos juegos de mesa, y de igual manera solo los veía y los regresaba, y así lo hizo con la mayoría de sus cosas.

Aunque hubieran pasado tan solo dos días, todas esas cosas le parecían al pequeño elefante bastante nostalgias, pues era con lo que se divertía con su mejor amiga Erizo cuando ella lo visitaba, o él llevaba cuando lo visitaban a la casa de su amiga.

—Todo esto paso porque fui un mal amigo para Edgar, y para Erizo, la humille, la hice sentir mal, la trate mal..., que clase de amigo hace eso..., solo yo...

¿A que edad un niño empieza a ser consciente de sus actos...? No lo se.

¿Un niño es capaz de sentir depresión a temprana edad...? Posiblemente

Así se sentía Oscar viendo los grandes problemas que causo, problemas que quizás ya no pueda solucionar. La impotencia y la inseguridad de pensar que su amiga ya no lo perdonaría ya eran un fuerte pesar para el niño.

Mientras Oscar dejaba sus cosas otra vez en la estantería, se acostaba en su cama y se posicionaba boca arriba, unos pasos lentos se acercaron a la habitación del elefante, a la vez que estos se detenían.

—Oscar, ¿esta todo bien? —preguntaba Sue afuera de la puerta de la habitación de su hijo.

—Todo esta bien mamá, por favor, déjame solo. —respondió sin ánimos.

—¿Podemos hablar? —insistió la madre.

—No ma', no quiero. —respondió una vez más alzando un poco más la voz.

—Hijo por favor, me estas preocupando mucho, solo, abre la puerta.

Sin recibir respuesta, Sue intento girar la perilla de la puerta inútilmente pues está tenía seguro, cuando de pronto...

"¡Mama! ¡Ya te dije que estoy bien!" Grito Oscar.

Sue se quedo en silenció, mostrando una expresión de sorpresa y profunda preocupación. Sin posibilidad de ver que pasaba o para hacer algo, simplemente se retiró del lugar, y lo ultimo que el paquidermo escucho fue esos pasos ahora alejándose.

—Solo..., estoy bien...

Su voz sonaba quebrada, apretando ligeramente los dientes y tapándose los ojos con su antebrazo derecho.

... ... ...

Pasaron las horas.

Oscar seguía dentro de su habitación. No salía para nada más que para ir al baño, o ir a comer por la tarde. Su madre intentaba conversar con él, pero Oscar tan solo hacia gestos cuando ella le hablaba Ya no quería preguntar nada por Erizo o Edgar pues ya sabía bien la respuesta qué su madre le daría.

Después de un rato más, su padre llegó a casa, pero en lugar de ir hablar con su hijo, fue a con su esposa a que le platicara sobre el comportamiento de Oscar.

... ... ...

Unos minutos después.

El pequeño elefante seguiría en su habitación. Nada lo podía motivar, ni siquiera los videojuegos.

Hasta que..., "¡Oscar! ¡Una llamada de Erizo por teléfono!" su padre lo había llamado.

Levantando su oreja derecha, para escuchar mejor lo que su papá le decía, y casi que por instinto hizo que Oscar se levantara de su cama con emoción.

—¿¡En serio papá!? —le respondió con alegría—. ¡Ya voy!

Sin perder tiempo, el pequeño paquidermo quito el seguro de su puerta, salió, y se dirigió a la habitación de su padre, y una vez llegando, pregunto por el teléfono, sin embargo, cuando llego, lo único que vio fue a su madre quien parecía que lo estaba esperando sentada en la cama.

Antes de que Oscar pudiera decir algo, la puerta detrás de él se cerró, y su sorpresa fue ver que detrás estaba su padre. Él la había cerrado.

—Que..., que pasa. —pregunto, ahora con algo de miedo mientras retrocedía hacía atrás mirando a su padre.

—Lo lamentó Oscar, pero esto es por tu bien. —le decía su madre.

—Así es Oscar, tu mamá me contó como estuviste todo el día y queremos hablar contigo seriamente. —decía el padre con poca firmeza.

Oscar aun se encontraba asustado.

—Tranquilo Oscar, solo queremos hablar contigo. —Sue se le acerco a su hijo y le hablo con tranquilidad—. Siento la manera en la que te llamamos, pero si no fuera de esta manera tu nunca saldrías de tu habitación. —luego acaricio ligeramente su cabeza—. ¿Ya estas tranquilo?

—Si, si lo estoy ma' —respondió el hijo, ahora respirando y exhalando profundamente.

—Bien. Ahora si, responderme ¿Por qué te habías encerrado en tu habitación y porque te comportas de esa manera en todo el día, hijo? —pregunto Sue.

Oscar aun parecía guardar silenció, pero mejor decidió finalmente hablar.

—Sigo..., todavía pensando en lo que ocurrió hace dos días..., y..., también tengo..., un... —Oscar no sabía como proseguir, estaba inseguro.

—Oscar, tranquilo, estamos aquí para escucharte. —comento Andy tranquilizando al pobre elefante tembloroso—. Solo respira y exhala y..., dinos que te aflige.

—...Tengo un pensamiento que no me deja en paz, papá. Hice algo muy malo hace dos días.

—Bien, cuéntanos que hiciste. —hablo ahora la madre.

—...Yo me volví un EGOISTA, mamá, ¿recuerdas cuando te dije que Erizo estaba mas tiempo con Edgar que conmigo? Se me subió a la cabeza pensar que Edgar solo vino a molestar en mi amistad con Erizo, y me enoje mucho, pero mucho con él... —decía el paquidermo, ahora molesto de si mismo.

—Ay Oscar ¿Eso es lo que te molesta? Bien, hablemos de es-

—¡Y discutí en el autobús con él! —exclamo—. ¡El y yo discutimos ahí mismo, incluso casi peleó con él, y ocurrió ese accidente! ¡Me siento muy mal ahora porque ya no puedo hacer nada para resolver este problema! ¡Me siento como una basura por haber tratado así a Edgar, de una manera que en verdad no se lo merecía!

Oscar presentaba un rostro bastante rojo, molesto, y al borde de las lagrimas. Sue y Andy se miraron cara a cara con un gesto de preocupación.

—Ay Oscar. —dijeron ambos padres a la par.

Entonces Andy se agacho y tomo el hombro derecho de Oscar, Sue también se agacho y tomo del hombro izquierdo de su hijo.

—Yo solo..., quería pasar más tiempo con Erizo. —hablo Oscar de nuevo con la voz quebrada y mirando a sus padres—. Ella es mi mejor amiga, ella es muy especial para mi, es casi mi hermana. Yo en serio me siento muy afortunado de tenerla a ella, de haberla conocido, de haber sido su primer y mejor amigo..., y lo estoy arruinando. También trate mal a Erizo ese día, la humille y la hice sentir mal y..., y...

Oscar dejo de hablar ya que se su llanto se lo impedía. Andy y Sue se quedaron atónitos tras oír las palabras de Oscar y ambos padres consolaron a su hijo.

—Ya, ya, todo esta bien Oscar, por favor deja de llorar. —decía la madre sobando la cabeza de Oscar.

—Eso intento..., pero no puedo. —dijo Oscar aun con lágrimas en los ojos—. Solo quiero que me castiguen por lo que le hice a mi mejor amiga...

—...Tienes razón, mereces un castigo. —Andy se posiciono frente a su hijo, cara a cara, pero todavía agachado—, pero alguien como tu no los merece, tu solo apenas eres un niño, no eres capaz de razonar pronto y de ser consciente..., aun así, estoy viendo que ya eres capaz. Sin embargo, tus palabras me golpean fuerte, Oscar, y es por eso que queremos ayudarte, y esta es la forma..., hablando.

Oscar se seco las lagrimas con su antebrazo derecho y hablo con voz baja antes que su padre dijera una palabra.

—Yo solo..., quiero volver hablar con Erizo, disculparme con ella y decirle que la quiero mucho. Que solo espero que se recupere pronto, y que podamos volver a jugar como antes en el parque. También me quiero disculpar con Edgar y decirle que es un buen amigo, que no tuvo la culpa de nada. Eso es lo que le quiero decir cuando él también salga del hospital.

Ambos padres se miraron lentamente a la cara con un rostro de preocupación. Entonces Andy tomo la iniciativa.

—...Es eso, de lo que quería hablar contigo, Oscar.

Oscar no entendía a que se refería su padre. Armándose de mucho valor Andy se dirigió una vez más a con su hijo.

—Eso no se va a poder, hijo. Edgar fue uno de los niños que necesitaba atención médica urgentemente. Por eso te tengo que decir que..., que no se va a poder. Edgar falleció en ese accidente.

Tras esas palabras, un gran silenció se apoderó del lugar. Ya para un niño como lo es Oscar conocía muy bien el sinónimo de esa palabra.

Las pupilas del pobre elefante se contrajeron mientras una expresión de dolor junto a una evidente tristeza se aparecía en el rostro del chico, y con ese rostro miro a su madre quien también ya estaba al borde del llanto.

—No..., no...., Mamá...

De una manera desgarradora, el elefante abrazo a su madre y Oscar volvió a llorar. El padre intentaba mantenerse fuerte tras haber dado esa declaración y el haber aceptado como esto podría perjudicar a su pequeño y único hijo.

... ... ...

El tiempo pasó por dos días mas.

La familia Pelzert siguió con su rutina. más

Con el tiempo fue difícil para Oscar superar el hecho, pero gracias a los consejos del padre, y la fuerte conexión de la madre se fue mejorando, aunque aun un poco decaído pero sin perder el apoyo.

... ... ...

Ya habían pasado cuatro días desde el accidente.

Oscar aun permanecía con aquel yeso que cubría su brazo izquierdo. Al menos sus cicatrices se curaron.

Durante ese tiempo el paquidermo paso días sin ver otra vez la cara de Erizo y eso lo ponía triste. Así que a los padres se les ocurrió una idea.

... ... ...

Un día, por la noche, los padres se dirigieron a la habitación de su hijo que se encontraba con la puerta abierta. Este se encontraba leyendo un libro sentado en su silla y frente a su mesita de noche con el libro abierto frente a él. Oscar dejo lo que estaba haciendo para luego mirar a sus padres por debajo del marco de la puerta.

—Hola campeón. —le dijo su padre. —como va tu día.

—Bien papá, todo esta bien. —dijo el hijo, para luego levantarse de su asiento y dirigirse a sus padres.

—Mira, te trajimos la cena hasta aquí, Oscar. —le dijo su madre para luego mostrarle su platillo.

Era un platillo de huevos con jamón, y para variar un vaso con jugo de naranja. Oscar los tomo y los dejo sobre su mesita de noche.

Tal parece ya todo había mejorado para el chico. Los padres querían que su hijo ya no tuviera ningún tipo de trauma que le hubiera ocasionado hace días atrás.

—Sabes Oscar, me alegro que este bien —comento su madre.

El hijo tan solo suspiro.

—Todavía sigo pensando en Edgar, mamá. Todavía me pone triste pensar que ya no lo volveré a ver. —le respondió desanimado—. En serio todavía me siento mal por él, y conmigo.

—Te entiendo, hijo. —le dijo su padre—. Comprendo ese sentimiento. Pero sabes que siempre puedes contar con nosotros cuando lo necesites.

—Si, lo se. Solo me hubiera gustando haber pasado mas tiempo con él, que nada de esto hubiera pasado de no ser por mi.

—Oscar, sabes que lo que paso no fue tu culpa —le aclaró su madre—. Todo simplemente..., ocurrió.

—...Quisiera pensar eso, ma'.

Los padres se miraron a la cara una vez más con poca angustia, Oscar aun no dejaba ese comportamiento de sentirse culpable, y eso les preocupaba.

—Bueno, dejemos el tema a un lado ¿De acuerdo? —le aconsejo su padre—. Vinimos contigo para darte algo.

Oscar tan solo levanto ligeramente una ceja en señal de confusión.

—Oscar, debido a tu valor por habernos dicho lo que tenías hace dos días, y por haber sido sincero con tus palabras, te tenemos una sorpresa. —dijo Andy mientras que Sue sostenía el teléfono de la casa en la mano y marcaba a un numero.

—¿Cómo? —pregunto el pequeño elefante.

Unos segundos después, se escucho como el teléfono dejo de hacer ese singular pitido cuando se intenta hacer una llamada, para pasar a una ligera respiración saliendo del artefacto.

"¿Hola? ¿Oscar?"

Una voz se escuchó por el auricular del teléfono, una voz que Oscar no podría confundir con la de nadie en el mundo, una voz muy tierna y sabionda.

—¡¿Es Erizo!? —grito Oscar casi arrebatándole el teléfono de la mano de Sue—. ¡Hola Erizo!

"Oscar? ¿si eres tu?" le pregunto una vez más esa voz que salía del teléfono.

—Pero claro que si. —le afirmo el emocionado elefante, y acto seguido tapo el auricular—. Ma'..., me gustaría hablar con Erizo en privado.

Los padres ni se negaron, lo que más les importaba era ver a su hijo feliz, así que accedieron.

—De acuerdo Oscar, platica mucho con Erizo. —le dijo su madre.

Los padres dejaron la habitación y Oscar casi se arrojo a la cama de la emoción. —¿Cómo te ha ido —pregunto Oscar mientras se acostaba en su cama.

—Bien supongo, todavía me duele la pierna y estoy un poco cansada, pero fuera de eso estoy bien..., y hablemos un poco rápido, porque tengo poco tiempo para usar el teléfono. —dijo Erizo acelerando un poco su vocabulario—. Y a ti como te ha ido Oscar.

—Oh, pues, no muy bien..., aun sigo pensando en lo que paso hace cuatro días, aun no puedo sacarme eso de la cabeza. —dijo Oscar refunfuñando.

Oscar quería que su amiga supiera lo arrepentido que esta de sus actos pasados, así que ni se la pensó dos veces y hablo.

—...Sabes..., aun quiero disculparme contigo Erizo por lo que paso hace cuatro días. Aun me siento muy culpable y quiero disculparme contigo, estoy muy arrepentido de haberte tratado así y quiero que me perdones... —le dijo el elefante con esperanzas.

Sin embargo, un "Yo aun no te perdono" fue lo que no se esperaba.

Erizo aun permanecía seria. —Aun no estoy lista para disculparme contigo, quiero oír esas palabras de ti cuando salga de mi recuperación. —Erizo sonaba interesada en saber la respuesta de Oscar.

—¡Bien! ¿entonces será una nueva promesa? —pregunto Oscar repentinamente.

—¿eh? —Erizo no sabia a que te refería con nueva promesa.

—Prometamos algo..., que nos volveremos a ver pase lo que pase, no importa si llueva, truene, si hay una tormenta de arena o el mundo se parta en dos, tu y yo volveremos a vernos sin importar que. ¿aceptas Erizo? —le pregunto su amigo Oscar alegremente, volviéndose a ver de la manera en la que todos los recordábamos.

—¡Acepto la promesa Oscar! —respondió Erizo igual de alegre.

—Emmm, ¿entonces deberíamos de inventar una frase o algo así? —pregunto Oscar.

—Es cierto, haber déjame pensar... ... ... ...

Después de un pequeño silenció, donde ambos niños estaban pensando en la frase que compartirían, los dos hablaron a la par.

"Con montañas, mares y desiertos a lo lejos, tu y yo nos volveremos a ver aunque nos volvamos unos viejos"

Oscar y Erizo habían coincidido con la misma frase. Al paquidermo se le iluminaron los ojos.

—Guau... —Oscar parecía asombrado.

—Esa será la frase de la semana jajaja. —Erizo parecía conmovida.

—Muy bien, entonces esta hecho Erizo. —Oscar también se sentía conmovido.

—Bueno Oscar, se me acabó el tiempo de usar el teléfono, después hablaremos ¿va?

—Claro que si Erizo, será para después. —dijo Oscar esperanzado.

Y después de eso, el teléfono tan solo mostro un pitido para dar a entender que la llamada había terminado.

—Ya colgó..., pero fue grandioso haber escuchado de nuevo la voz de Erizo, me siento muy feliz aunque allá sido por pocos minutos.

El elefante tan solo descanso de cuerpo abierto y boca arriba en su cama. Estaba lleno de jubilo.

—Pero..., no le conté nada sobre Edgar otra vez..., y esta vez no se como lo haré..., pero esta hecho, se lo diré cuando salga de recuperación. Ya no quiero mentirle a ella.

Y después de aclarar su próxima meta comenzó a comer la cena de la noche que le había dejado su madre.

Bueno, eso era lo que le hacía falta saber a Oscar, saber que Erizo está bien y de poder escuchar su voz al menos un poco, eso era suficiente para levantar sus destrozados ánimos y repararlos de forma instantánea.

Ya había pasado una semana después de esa llamada y Oscar ya se había mejorado de su brazo completamente y ya se encontraba en vacaciones de verano, pero ya no había recibido otra llamada por parte de Erizo. ¿Oscar volvería a la tristeza? Al parecer no, ya se sentía mejor sabiendo que todo estaba bien.

Aunque, un día, por la madrugada, algo despertaría al paquidermo de su sueño. Tan solo el tono de llamada de un teléfono de la casa.

—...¿ehh? —Oscar gemía después de haberse levantado a las tres con cuarenta y ocho de la mañana, el tono de llamada de un teléfono sonaba en el interior de la habitación de su madre despertando a Oscar.

"¿Hola?"

Pregunto alguien que parecía ser la madre de Oscar, Sue.

"...Si, si soy yo, soy amiga de ella"

Su voz se escuchaba algo cansada debido a la repentina llamada de la madrugada. Oscar permanecía confundido, por lo que se arrimó lo mas que pudo a la pared, levanto su oreja izquierda y pego su oído izquierdo a la fría pared para poder escuchar mejor de que hablaba su madre.

—Que esta pasando ahí. ... ¿con quien estará hablando mi mamá? —hablaba con pequeña intriga.

La habitación de Oscar se encontraba a un baño de distancia de la de Sue, pero el pequeño elefante escuchaba bien sin dificultad.

"No..., no pu-puede ser..." De repente, la voz se volvió tartamuda. "¿Y-ya no se puede hacer nada?" Y después se sentía angustiada.

Oscar solo escuchaba en silencio desde su habitación..., después, un pequeño sollozo se escucho en la otra habitación. Oscar ya estaba más que confundido a esas alturas.

Oscar se preguntaba que pasaba, pero, pese a las cosas, el paquidermo tan solo giro la cabeza de un lado a otro cerrando los ojos, lo ignoro y regreso a la cama. Era un niño, y el suelo le ganaba con facilidad.

"Por favor, hagan lo ultimo posible para ayudarla, no quiero que pase nada de eso..."

Fue lo ultimo que dijo Sue hablando por el teléfono.

Oscar mejor decidió dormir que saber lo que ocurría..., muy buena elección en mi opinión si me lo permites decir.

Pasaron los días y ya se habían cumplido las dos semanas de recuperación que le dio el doctor a Erizo aquel día. Oscar se encontraba emocionado de poder ver a su amiga una vez mas, sin embargo, una mala noticia lo volvió a su mundo cerrado.

Oscar bajaba de las escaleras del segundo piso y se encamino a la sala de la casa en donde su madre se encontraba. Quería saber algo.

—Oye ma'..., ¿Qué estas leyendo? —preguntaba Oscar con curiosidad, mirando a su madre sentada en un sillón de la sala leyendo un libro.

—Oh, ¿este libro? Se llama Mi Gran Amor y me encanta su historia, es muy profunda y misteriosa. —respondió la madre, bastante conmovida por el libro.

—¿Ok? Bueno, Ma', quería preguntarte ¿cuándo iremos a ver a Erizo cuando salga del hospital? —preguntó con emoción—. Ya pasaron varios días, y creo que ella ya se recuperó ¿no es así?

—Así es Oscar, ella ya se recupero, pero se me olvido decirte que Erizo se quedara más tiempo en recuperación. —le respondió, levantándose del sillón y cerrando el libro que estaba leyendo para luego guardarlo en una litera.

—¿QUÉ? ¿Por qué? —Oscar se altero un poco de golpe.

—Tienen que hacerles otros estudios a Erizo..., puede que ella se haya recuperado de su pierna, pero aun así, ella debe seguir en coma, lo siento Oscar. —Sue estaba apenada.

—Pero..., —suspiró—. ...Esta bien. —ahora estaba muy desanimado.

—No te preocupes Oscar, el día que Erizo salga oficialmente de ahí podrás jugar y convivir con ella todo el tiempo que quieras..., por mientras, dime, ¿Qué quieres para desayunar? —pregunto Sue caminado hacia la cocina.

—...Ya no lo sé. —dijo sin ánimos.

Los días nuevamente pasaron y Oscar ya había perdido la noción del tiempo, ya que estaba de vacaciones de verano y sin saber nada de Erizo quien era ella la que le acordaba a Oscar que día era cuando jugaban juntos y se distraían. Pero en este caso, no había diversión, y se sentía diferente.

El pobre elefante no sabia que hacer, salir al jardín de la casa para jugar no le servía de nada si era él nada más. No tenía amistad con los otros niños de su vecindario, Oscar era demasiado tímido como pará iniciar una amistad o al menos hablar con un niño de por ahí, por lo cual solo era una pelota, y un niño elefante en ese vecindario.

Al menos su mamá lo alentaba, cuando tenía tiempo libre lo invitaba a jugar algún juego de mesa o para hacer algo juntos cuando eran solo ella y Oscar, e incluso cuando caía la noche invitaban a Andy a unirse a su juego. De esa manera el paquidermo se divertía mucho, así que Erizo no era del todo necesario para la felicidad del niño elefante aun cuan tanto la extrañara. Tenia a sus padres quienes mucho amor y cariño le daban. Aún así, no perdía el ánimo de volver a ver a su amiga de su actual infancia.

Aunque..., con el pasar de los días, un día, Oscar se llevaría una gran sorpresa.

El pequeño paquidermo se estaba levantando de su cama después de tener un sueño bastante rápido. Intento moverse y sintió como varias cosas estaban tiradas por encima de toda su cama, así que se levanto casi de golpe

—¿Qué es todo esto?

Pregunto Oscar sorprendido al haber despertado en su cama con una mochila, varios atuendos de ropa, una lupa, un pequeño mapa, una casa de campaña, una toalla de ducha, cepillo y pasta para los dientes, un repelente contra insectos y varias cosas más.

El elefante se confundió una vez más, pero sin más, Sue entro a la habitación de su hijo, trayendo entre sus manos más cosas.

—Buenos días Oscar.

—Ma', ¿Qué es todo esto? —pregunto el confundido elefante—. Son las cinco y media de la mañana. —dijo con un bostezo mientras veía el reloj que estaba encima de un pequeño mueble a su lado.

—¿Qué no recuerdas Oscar? —respondió Sue con otra pregunta mientras guardaba algunas las cosas en la mochila—. Ay Oscar. ¡El campamento, es hoy!

Tras esas palabras, el niño Oscar se lleno de emoción. El paquidermo había pasado por tantas cosas, que había olvidado por completo aquella fecha importante.

—¡Es cierto! —dijo, mas bien, casi grito aun con mas emoción. Hasta el sueño que tenía lo había ahuyentado—. ¡Se me había olvidado por completo! —y después se levanto de la cama con rapidez.

—Que bueno que te acordaste..., ahora cámbiate la pijama para guardarla aquí. —le comentó Sue.

—Claro ma'.

Oscar ya se encaminaba hacía su armario para buscar su ropa diaria, sin embargo, aun con esa gran emoción, un pensamiento cruzó por su mente como una estrella fugaz.

—¿Va a ir Erizo? —en un instante la emoción desapareció, tenía una pequeña inquietud de saber la respuesta de su madre.

—No se podrá. —le respondió directamente—. Su mamá me pidió que cancelara la solicitud de Erizo. Solo iras tú.

—¿es en serio? —pregunto Oscar molesto—. De todo lo que no quería que pasará este es el que MENOS quería. —Oscar cruzo los brazos y mostro un rostro bastante molesto.

—Ya calma Oscar, ella esta bien. —le dijo ella sutilmente.

—Si ma', ya se que ella esta bien, pero porque lo cancelo hasta el ultimo día. —aun permanecía molesto.

—Como te dije antes Oscar, ella esta internada por el momento, pero olvida eso..., te la pasaras bien allá en el campamento de verano con o sin ella, Oscar..., es mas, te la pasaras súper cool, ¡yupi! —dijo Sue, animando a Oscar mientras ella lo tomaba del torso y lo levantaba por los aires.

—...eso espero.

El pequeño elefante ahora se habia desmotivado por completo.

Continuara...

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